Enviado por María Fontaine
mayo 11, 2011
El mundo atraviesa un momento de cambios monumentales: en el ámbito de la tecnología, en el económico, en el religioso y el político, en los negocios y a nivel medioambiental. Su impacto se nota en los gobiernos y las organizaciones, y en la vida de las familias y los individuos. El cambio está llegando a todas las esferas de la sociedad.
Mucha gente, desde pastores y gurúes de la productividad hasta orientadores y líderes en la sociedad se han dado cuenta de los beneficios del cambio —ya sea inesperado o planificado— y ponen de relieve sus virtudes. Todos sabemos que no son fáciles de atravesar, pero cuando las dificultades que implican se comparan con los beneficios que reportan, la mayoría coincide en que valen la pena.
El Señor sabía que para nosotros era importante estar al día con los rápidos cambios que están dándose en el mundo, y creo que es una de las razones por las cuales introdujo cambios de envergadura en LFI. No quería que nos quedáramos rezagados.
Muchos de los beneficios que derivan de los cambios dependen de la perspectiva desde la cual los miremos y de si los aceptamos o no. La actitud es un factor clave. La actitud puede marcar la diferencia entre salir airosos de las dificultades o dejarse vencer por ellas.
Si somos capaces de enfocarnos en los aspectos positivos del cambio y de percibir los retos emocionales, físicos y espirituales que se nos presentan en el camino como peldaños indispensables para alcanzar nuestro destino, podemos incluso disfrutar de la travesía. La vida es un viaje, y los cambios —incluso los grandes cambios— son parte de la «ecuación» de la vida.
La vida es complicada, pero la fe es simple. A medida que seguimos al Señor y nos fortalecemos en la fe nutriéndonos de Su Palabra, podemos quedarnos tranquilos sabiendo que, más allá de las circunstancias, los resultados serán positivos. La fe nos ayuda en los momentos de dificultad.
Como cristianos, tenemos la ventaja de contar con la Biblia y las palabras que Dios nos transmite por medio de otras fuentes. Tenemos la oración (ya sea privada o que provenga de otros), las profecías personales, la alabanza y la meditación, todo lo cual nos sirve de apoyo en la adversidad. Además, hay muchas personas que atravesaron cambios o apoyaron a otros que los estaban sufriendo, y que dan fe de haber tenido experiencias muy positivas. Ellos también pueden ser fuente de ánimo para nosotros.
Algunos elementos importantes que a mí me han ayudado a ver los cambios con una actitud positiva son los siguientes:
A veces, el Señor no puede entregarnos todas esas cosas buenas que quiere traer a nuestra vida sin que antes atravesemos unas cuantas épocas de tormenta. Así es que, si sientes que las olas no dejan de romper en tus costas, confía en Él y ten fe en que sabe lo que hace. Sus deseos para nosotros son siempre los mejores. Y «lo mejor» llegará cuando transitemos los tramos complicados del cambio con la fe intacta.
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