El libro de Rut (2ª parte)

Enviado por Peter Amsterdam

octubre 25, 2022

[The Story of Ruth (Part 2)]

Noemí, una mujer judía cuyo marido y dos hijos habían muerto en Moab, decidió regresar a Belén, de donde era originaria. Orfa y Rut, las dos esposas moabitas de sus hijos fallecidos, la acompañaron al inicio del viaje. Sin embargo, de camino a Belén Noemí instó a sus nueras para que retornaran a Moab, donde podrían volver a casarse. Después que las bendijo y se despidió de ellas, Orfa regresó a Moab, pero Rut se negó a marcharse, diciendo:

«A dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y allí seré sepultada. Traiga el Señor sobre mí el peor de los castigos, si no es solo la muerte lo que hará separación entre nosotras dos». Al ver Noemí que Rut estaba tan resuelta a ir con ella, no insistió[1].

Anduvieron, pues, ellas dos hasta llegar a Belén. Cuando entraron en Belén, toda la ciudad se conmovió por su causa, y exclamaban: «¿No es esta Noemí?» Pero ella les respondía: «¡No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura! Me fui llena, con las manos vacías me devuelve el Señor. ¿Por qué aún me llamáis Noemí, si ya el Señor ha dado testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha afligido?» Así regresó Noemí, y con ella su nuera, Rut, la moabita. Salieron de los campos de Moab y llegaron a Belén al comienzo de la cosecha de la cebada[2].

Fiel a su palabra, Rut fue con Noemí a Belén. No sabemos cuánto tiempo les tomó el viaje ni la distancia que recorrieron, ya que el texto no precisa en qué lugar de Moab se habían establecido. Tampoco explica si hicieron todo el camino a pie, si contaban con una carreta tirada por un burro que las transportara, ni el itinerario que siguieron; probablemente fue un viaje de unos 70 a 140 kilómetros, según la ruta que tomaron. Lo único que sabemos es que hicieron el viaje y, cuando llegaron, todo el pueblo lo supo. La llegada de Noemí y Rut fue la comidilla del pueblo. Habían pasado diez años desde que Noemí y su marido se habían marchado de Belén, y ahora ella volvía viuda con una nuera moabita.

Las mujeres del pueblo preguntaron: «¿No es esta Noemí?»Ella respondió, probablemente con dolor: «No me llaméis Noemí [que significa placentera], sino llamadme Mara [que significa amarga]». Aunque Noemí lo dijo, nada indica que alguna de las mujeres le hiciera caso y usara ese nombre negativo para llamarla. La actitud de Noemí a su regreso a Belén era de desesperación más que de esperanza. En su opinión, el Todopoderoso había llenado su vida de amargura. Años antes había salido de Belén con marido y dos hijos, y probablemente algunos recursos. Ahora regresaba solo con una nuera moabita y seguramente pocos recursos, por no decir ninguno. Noemí se preguntaba por qué Dios la había afligido tanto. En su opinión, el Todopoderoso le había amargado la vida, la había hecho volver vacía, la había hecho desdichada, le había traído desgracias. Pero la historia no termina aquí.

Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. Un día Rut, la moabita, dijo a Noemí: «Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas en pos de aquel a cuyos ojos halle gracia». «Vé, hija mía», le respondió ella[3].

Las dos mujeres habían llegado a Belén al comienzo de la cosecha de la cebada, o sea, que debió de ser a finales de marzo o principios de abril. El libro del Levítico ordenaba que, al hacer la cosecha, se dejara parte de la producción para los pobres.

Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella ni espigarás tu tierra segada. No rebuscarás tu viña ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo, el Señor, vuestro Dios[4].

Rut le propuso a Noemí que podía ir por los campos de Belén para recoger granos de las espigas en el campo de alguien que se lo permitiera.

Fue, pues, y al llegar, se puso a espigar en el campo tras los segadores. Y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el pariente de Elimelec[5].

Booz, que era un hombre importante en Belén, era pariente de Elimelec. Se lo describe como un hombre rico[6].

En ese momento vino Booz de Belén, y dijo a los segadores: «El Señor sea con ustedes». «Que el Señor te bendiga», le respondieron ellos. Entonces Booz dijo a su siervo que estaba a cargo de los segadores: «¿De quién es esta joven?». Y el siervo a cargo de los segadores respondió: «Es la joven moabita que volvió con Noemí de la tierra de Moab. Y ella me dijo: “Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas”. Y vino y ha permanecido desde la mañana hasta ahora; solo se ha sentado en la casa por un momento»[7].

Tras saludar a los trabajadores, Booz se dirigió al capataz y le preguntó por Rut, queriendo saber quién era. Él conocía a sus trabajadores y, al parecer, también a los que espigaban los campos, y al fijarse en Rut se había dado cuenta de que era nueva. El capataz le contó lo que sabía de ella. También hizo un comentario sobre su ética de trabajo, ya que había estado trabajando sin parar desde primera hora de la mañana, tomándose solo un breve descanso. El capataz había quedado impresionado con ella, ya que le había preguntado cortésmente si podía espigar y tenía una buena ética de trabajo.

Entonces Booz dijo a Rut: «Oye, hija mía, no te vayas, ni recojas espigas en otro campo; te quedarás aquí junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen y síguelas; pues he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados»[8].

Tras escuchar el informe positivo del capataz, Booz habló directamente con Rut. Quizá la llamó «hija mía» porque era mucho más joven que él, o porque estaba ahora bajo su protección. Le dijo que trabajara junto a sus criadas.

Entonces ella, bajando su rostro, se postró en tierra y le dijo: «¿Por qué he hallado gracia a tus ojos para que me favorezcas siendo yo extranjera?» Booz le respondió: «He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a un pueblo que no conocías. Que el Señor te recompense por ello, y que recibas tu premio de parte del Señor Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte»[9].

Rut se quedó asombrada al escuchar las amables palabras de Booz. Se postró ante él y le preguntó por qué era tan gentil con ella, una moabita. Booz le explicó que estaba al corriente de lo que ella había dejado atrás —sus padres y la tierra donde había nacido— y de su compromiso no solo con su suegra, Noemí, sino también con el Dios de Israel. Le deseó que Dios le pagara los sacrificios que había hecho, que la premiara por refugiarse bajo Sus alas.

Ella le dijo: «Señor mío, me has mostrado tu favor y me has consolado; has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni siquiera como una de tus criadas»[10].

Rut se conmovió profundamente con las palabras de Booz y su forma de tratarla, sobre todo porque ella era una extranjera. Sus amables palabras la reconfortaron y probablemente la hicieron sentirse segura.

A la hora de comer Booz le dijo: «Ven aquí, come del pan, y moja tu bocado en el vinagre». Se sentó ella junto a los segadores, y él le dio del guiso; comió hasta quedar satisfecha y aun sobró[11].

Cuando llegó la hora de comer de los trabajadores, Booz invitó a Rut a sentarse con él. Le ofreció pan, el cual se mojaba en vinagre, probablemente un tipo de salsa que ablandaba el pan duro y hacía que fuera más fácil de comer. A Rut le sobró una parte que, como veremos, llevó a casa de Noemí.

Cuando se levantó para seguir espigando, Booz ordenó a sus criados: «Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis; dejaréis también caer para ella algo de los manojos; dejadlo para que lo recoja, y no la reprendáis»[12].

Cuando Rut se puso otra vez a espigar, Booz mandó a los segadores que la ayudaran activamente. Les dijo que sacaran espigas ya recogidas y atadas y las dejaran caer por donde ella iba a pasar para que las recogiera. También les ordenó que no la insultaran, avergonzaran ni humillaran.

Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y cuando desgranó lo que había recogido, era como un efa de cebada. Lo tomó y se fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había espigado. Luego sacó también lo que le había sobrado después de haber quedado satisfecha, y se lo dio[13].

Rut trabajó sin descanso hasta el anochecer. Después de recoger las espigas, las desgranó golpeándolas. El resultado de su jornada de trabajo fue un efa de cebada, que equivalía a 22 litros. Esa cantidad alimentaría a las dos mujeres durante varias semanas.

Su suegra le preguntó: «¿Dónde has espigado hoy? ¿Dónde has trabajado? ¡Bendito sea el que te ha favorecido!» Ella contó a su suegra con quién había trabajado, y añadió: «El hombre con quien he trabajado hoy se llama Booz». Dijo entonces Noemí a su nuera: «¡Bendito del Señor, pues que no ha negado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto! Ese hombre es pariente nuestro, uno de los que pueden redimirnos», añadió[14].

Noemí quería saber hasta el último detalle de la productiva jornada de trabajo de Rut. Al fin y al cabo, había traído a casa comida para varias semanas. Rut la informó y le habló de Booz. Su suegra reaccionó pidiéndole al Señor que lo bendijera. También alabó al Señor por Su bondad. Aunque le había parecido que el Señor había dejado de cuidar de ella y de su familia, ahora se daba cuenta de que la benevolencia de Dios para con ella y Rut se manifestaba a través de la bondad de Booz.

Booz era uno de sus tutores-redentores. Un tutor-redentor era un pariente cercano sobre el que recaía la responsabilidad de recomprar tierras de la familia que habían sido vendidas o podían terminar vendiéndose, con el fin de que quedaran en la familia[15]. Con el tiempo se llegó a entender que los redentores también debían responsabilizarse de cuidar de los parientes necesitados.

Entonces Rut la moabita dijo: «Además, él me dijo: “Debes estar cerca de mis siervos hasta que hayan terminado toda mi cosecha”». Noemí dijo a Rut su nuera: «Es bueno, hija mía, que salgas con sus criadas, no sea que en otro campo te maltraten». Y Rut se quedó cerca de las criadas de Booz espigando hasta que se acabó la cosecha de cebada y de trigo. Y ella vivía con su suegra[16].

Noemí le explicó a Rut las ventajas de seguir con los segadores de Booz. No correría peligro, ya que estaría en compañía de sus criadas, y evitaría trabajar en otro lugar y exponerse a que la acosaran. Así fue como continuó trabajando hasta que terminó la cosecha de la cebada y la del trigo. Debió de ser un período de unos tres meses.

(Continuará.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


[1] Rut 1:16–18.

[2] Rut 1:19–22.

[3] Rut 2:1,2.

[4] Levítico 19:9,10.

[5] Rut 2:3.

[6] Rut 2:1.

[7] Rut 2:4–7 (NBLA).

[8] Rut 2:8,9.

[9] Rut 2:10–12.

[10] Rut 2:13.

[11] Rut 2:14.

[12] Rut 2:15,16.

[13] Rut 2:17,18.

[14] Rut 2:19,20.

[15] V. Levítico 25:25. (También Deut. 25:5–10.)

[16] Rut 2:21–23 (NBLA).

 

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