Enviado por Peter Amsterdam
enero 3, 2023
[1 Thessalonians: Chapter 1]
La primera epístola de Pablo y sus compañeros a los tesalonicenses se divide en cinco partes. La primera parte, la introducción, que abarca de los versículos 1 al 10, es la más corta.
Pablo, Silas y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia a ustedes y paz[1].
Al dirigirse a la iglesia de Tesalónica, Pablo reconoce que ésta no se fundó gracias a los esfuerzos de Pablo, Silas y Timoteo, sino que se debió más bien a la acción de Dios Padre y el Señor Jesucristo. El saludo gracia y paz está presente en prácticamente todas las cartas de Pablo, aunque a veces se amplía a gracia, misericordia y paz. Tal es el caso de 1 Timoteo 1:2 y 2 Timoteo 1:2. Es factible que la expresión gracia y paz derivara del saludo griego, secular, chairein, cristianizado posteriormente con la palabra charis, de sonido parecido y que significa gracia. Un autor lo explica así: Pablo añade «charis» al típico saludo judío «paz», de manera que la nueva combinación de palabras, «gracia y paz», produzca una saludación verdaderamente inclusiva para su audiencia gentil-cristiana y judío-cristiana[2].
Damos siempre gracias a Dios por todos ustedes, haciendo mención de ustedes en nuestras oraciones. Nos acordamos sin cesar, delante del Dios y Padre nuestro, de la obra de su fe, del trabajo de su amor y de la perseverancia de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo[3].
En esta carta, como en muchas otras epístolas, Pablo y sus compañeros afirman dar constantemente gracias a Dios por la comunidad cristiana[4]. Hacia el final de la epístola hacen nuevamente un llamado a la iglesia para que lleve una vida análoga de agradecimiento[5]. Pablo y sus compañeros muy probablemente se acordaban de los nombres y de los rostros de los fieles de Tesalónica de los que hacía poco se habían despedido.
Haciendo mención de ustedes en nuestras oraciones: así daba Pablo gracias por los creyentes. Más adelante en la epístola escribe: De día y de noche imploramos con mucha instancia[6]. Esto sugiere que Pablo, Silas y Timoteo se reunían diariamente para orar y dar gracias a Dios por los creyentes de Tesalónica. La frase haciendo mención se emplea comúnmente en el Nuevo Testamento como el acto de ofrecer peticiones a través de la oración. Por ejemplo:
Dios, a quien sirvo en mi espíritu anunciando el evangelio de Su Hijo, me es testigo de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones[7].
Los recuerdo en mis oraciones y no me canso de dar gracias a Dios por ustedes[8].
Doy gracias siempre a mi Dios haciendo mención de ti en mis oraciones[9].
Nótese que las oraciones intercesoras de Pablo parten por dar gracias a Dios en lugar de presentarle peticiones. Eso discrepa de la actitud de algunos cristianos que creen que la oración es casi exclusivamente un medio de dar a conocer nuestras necesidades a Dios.
La primera razón por la que Pablo y sus compañeros dan siempre gracias a Dios es que nos acordamos sin cesar, delante del Dios y Padre nuestro, de la obra de su fe, del trabajo de su amor y de la perseverancia de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo[10]. Es interesante que aquí Pablo habla positivamente de la obra de su fe, siendo que en otros pasajes de sus escritos da a entender claramente que la gente no se salva por ningún tipo de obras. No obstante, cuando la salvación no es el foco de atención, Pablo por lo general habla en términos positivos de las buenas obras que realizan los creyentes. En otra parte Pablo se refiere a ello como la fe que obra por el amor[11]. La frase «obra de fe» empleada en el pasaje que estamos estudiando apunta a la actividad cristiana radicada en la fe.
La segunda frase, trabajo de amor se suele interpretar como los actos de servicio que se realizan sin esperar ninguna remuneración o elogio; sin embargo, ese no es el sentido que tiene aquí. Alude más bien a hechos que tienen su raíz en el amor. Pablo no especifica a qué actos se refiere. Vale decir que los objetos de ese amor eran los otros miembros de la iglesia tesalonicense mencionados posteriormente en esta epístola.
Con respecto al amor fraternal, no tienen necesidad de que les escriba, porque ustedes mismos han sido enseñados de Dios que se amen los unos a los otros. De hecho, lo están haciendo con todos los hermanos por toda Macedonia[12].
Pablo probablemente se refería al trabajo abnegado que los creyentes emprendieron al servir, tanto a los que formaban parte de la iglesia como a la colectividad ajena a ésta. Su fe y amor propiciaban una labor que se hacía en beneficio de otros.
Pablo habla, refiriéndose a los tesalonicenses, de la perseverancia de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo. Otras traducciones mencionan la constancia sostenida por su esperanza (NVI), su sufrida esperanza (RVC) y la esperanza en nuestro Señor Jesucristo que los mantiene firmes (NBV). Esa constante esperanza es la capacidad de permanecer firmes y perseverar frente al sufrimiento y la tentación. A lo largo del Nuevo Testamento hay diversas alusiones a dicha constancia o perseverancia.
Serán aborrecidos por todos a causa de Mi nombre, pero ni un solo cabello de su cabeza perecerá. Por su perseverancia salvarán sus vidas[13].
Nos regocijamos […] en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza[14].
Que sean fortalecidos con todo poder, conforme a Su gloriosa potencia, para toda perseverancia y paciencia[15].
En su ausencia, Pablo llegó a preocuparse de los creyentes de Tesalónica a causa de la persecución que enfrentaban, así como de las tentaciones con que Satanás pretendía apartarlos de la fe. En todo caso —lo veremos más adelante en esta epístola— los tesalonicenses persistieron y guardaron la fe a pesar de las tentaciones que los asechaban.
Hemos conocido, hermanos amados de Dios, su elección; por cuanto nuestro evangelio no llegó a ustedes solo en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo, y en plena convicción. Ustedes saben de qué manera actuamos entre ustedes a favor de ustedes[16].
Pablo presenta entonces la razón primordial de su gratitud a Dios: la elección de ellos, el que los hubiera elegido. Él creía que Dios había elegido a los creyentes tesalonicenses por el modo en que les había llegado el Evangelio: Por cuanto nuestro evangelio no llegó a ustedes solo en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo, y en plena convicción.
A lo largo del Antiguo Testamento Dios eligió al pueblo judío para que fuera Su pueblo. Sin embargo, Pablo indica aquí que los creyentes gentiles de Tesalónica fueron escogidos por Dios, lo que marcaba una diferencia radical con la idea precristiana.
En esta carta Pablo los llama hermanos cristianos. (Algunas traducciones emplean hermanos y hermanas, ya que entre los creyentes había tanto hombres como mujeres.) En el curso de esta epístola menciona 19 veces hermanos, que engloba a creyentes de ambos sexos. Esto nos ofrece un vislumbre de cómo se identificaban a sí mismos los fieles de la iglesia primitiva.
Luego de manifestar su confianza en que los creyentes tesalonicenses eran amados y elegidos de Dios, Pablo pasa a explicar que el evangelio no se redujo a palabras, sino que estuvo acompañado de poder, del Espíritu Santo y de profunda convicción.
Pablo prosigue diciendo: Ustedes saben de qué manera actuamos entre ustedes a favor de ustedes. Destacó la integridad, conducta y métodos de él y sus compañeros, que los tesalonicenses observaron mientras estuvieron con ellos. Sabían qué tipo de personas eran esos misioneros. Su honradez era parte del mensaje que predicaban.
También se hicieron imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo; de tal manera que han sido ejemplo a todos los creyentes en Macedonia y en Acaya[17].
Anteriormente Pablo les había expresado que Dios los había escogido (v. 4); ahora añade que por haber acogido sus enseñanzas se han hecho imitadores de Pablo y los discípulos, además del Señor. Aquellos creyentes emularon el sufrimiento y la adversidad que soportaron Jesús y los apóstoles. En diversas partes del Nuevo Testamento aparecen más expresiones de aliento instando a los creyentes a imitar a los dirigentes de la iglesia.
Sed imitadores míos, así como yo lo soy de Cristo[18].
En Cristo Jesús yo los engendré por medio del evangelio. Por tanto, los exhorto a que sean imitadores de mí[19].
Hermanos, sean imitadores de mí y presten atención a los que así se conducen, según el ejemplo que tienen en nosotros[20].
Lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en mí, esto hagan; y el Dios de paz estará con ustedes[21].
Aunque no se precisa de qué índole era la tribulación que sufrían los tesalonicenses, Pablo da un indicio de ello cuando alude a gran tribulación. Un autor lo explica así:
Probablemente no se trataba de una muerte física o martirio, sino más bien de un inclemente ostracismo y hostigamiento social. Dicha oposición implicaba «dificultades tales como verse marginados o distanciados de familiares y amigos no creyentes; pérdida de oportunidades para mantener y, menos aún, mejorar su situación económica y social; restricción de acceso a las instituciones políticas y sociales de la ciudad, y su continuo sometimiento a acosos y conflictos públicos»[22].
La vida que llevaban los tesalonicenses, pese a la persecución recibida, era un poderoso ejemplo para otros. De ahí que Pablo se regocije de que han sido ejemplo a todos los creyentes en Macedonia y en Acaya. Un autor comentó: El versículo 7 es el único texto del Nuevo Testamento en que toda una congregación es considerada modelo para otras iglesias. Aquella era una iglesia excepcional por su modo de responder a la persecución. Modelados según el ejemplo del Señor y de Pablo, Silas y Timoteo, ellos mismos llegaron a ser un modelo para los demás[23].
La palabra del Señor ha resonado desde ustedes, no solo en Macedonia y en Acaya sino que también su fe en Dios se ha extendido a todo lugar, de modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada[24].
Algunos exégetas bíblicos consideran poco elegante esta oración. No obstante, la dificultad probablemente estriba en que Pablo combinó en una sola oración dos actividades relacionadas pero distintas que los tesalonicenses realizaban: la prédica del mensaje («la palabra del Señor») y una conversión («su fe en Dios»). La frase «la palabra del Señor» no se encuentra sino una vez más en las epístolas de Pablo (2 Tesalonicenses 3:1). Por lo general emplea la frase «la palabra de Dios», que aparece en nueve ocasiones esparcida en sus escritos. En el Antiguo Testamento «el Señor» se refiere a Dios (el Padre), mientras que en el Nuevo Testamento alude a Jesucristo.
La frase ha resonado desde ustedes —algunas traducciones dicen partiendo de ustedes, se ha proclamado— nos revela que el mensaje se divulgó en todas direcciones. La imagen que proyecta Pablo es que el mensaje del evangelio continúa resonando desde los cristianos tesalonicenses hacia toda Macedona, Acaya y allende. El apóstol no dice concretamente de qué manera los creyentes macedonios propagan el evangelio; así y todo, la alusión a «la palabra del Señor» indica que fue por algún medio de difusión o de enseñanza del mensaje evangélico. En la segunda parte de la oración, su fe en Dios se ha extendido a todo lugar, de modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada, la imagen que presenta Pablo es la de un sonido —el mensaje del evangelio— que emanó de los cristianos tesalonicenses y se difundió por toda Macedonia y más allá.
Ellos mismos cuentan de nosotros la buena recepción que tuvimos por parte de ustedes, y cómo ustedes se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero y para esperar de los cielos a Su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera[25].
En estos dos versículos (9 y 10) Pablo explica cómo él y los que lo acompañaban se enteraron de las labores de testificación de los creyentes de Tesalónica. Habían transmitido el evangelio a la gente de Macedonia y de Acaya. Ellos mismos cuentan se refiere a los de Macedonia y Acaya que habían oído el evangelio de parte de los tesalonicenses. Esas personas informaron a Pablo de la acogida que el grupo apostólico había tenido en Tesalónica y cómo los tesalonicenses se habían convertido a Dios y desligado de la idolatría.
Esta segunda parte del informe (vrs. 9b,10) habla de cómo ustedes se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero. No era nada desdeñable que los creyentes de Tesalónica se apartaran de la idolatría imperante allí. Renunciar a los dioses paganos significaba que los nuevos cristianos repudiaban una serie de eventos sociales asociados al culto de los dioses tesalonicenses, lo que generaba resentimiento y rabia en sus familiares y amigos no cristianos. La negativa de los flamantes cristianos a participar en el culto de los dioses de la ciudad ofendió a muchos de los ciudadanos tesalonicenses y los llevó a considerar ateos a los cristianos.
A la gente de Tesalónica probablemente le preocupaba que los dioses que adoraban podían castigar a la ciudad con plagas, hambre u otras catástrofes naturales. Renegar de los ídolos también quería decir que estaban rechazando los dioses de Roma, lo que podía perjudicar la situación privilegiada que Tesalónica tenía con Roma. La conversión de los cristianos tesalonicenses representó una importante ruptura con su anterior modo de vida y produjo resentimiento entre los demás ciudadanos de Tesalónica.
Refiriéndose a los tesalonicenses, Pablo afirma luego que esperan de los cielos a Su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera. Presentó tres descripciones del Hijo de Dios, que un día regresará de los cielos: (1) Es aquel «a quien [Dios] resucitó de entre los muertos», (2) «Jesús» y (3) «quien nos libra de la ira venidera».
La primera descripción conecta con la enseñanza central de la iglesia primitiva: la resurrección de Cristo. A lo largo del Nuevo Testamento varios versículos certifican que Dios levantó a Jesús de entre los muertos.
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo[26].
Pablo, apóstol, no de parte de hombres ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, quien lo resucitó de entre los muertos[27].
Él, a la verdad, fue destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por causa de ustedes. Por medio de Él creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y le ha dado gloria de modo que su fe y esperanza estén en Dios[28].
La segunda descripción, el nombre Jesús, pone el foco directamente en Él para ya dejar atrás el tema del Padre y la resurrección de Su Hijo. Aquí el foco de atención es la actividad de Jesús y Su regreso desde los cielos. Más adelante en esta epístola Pablo alude a la resurrección de Jesús cuando aborda el tema de los que mueren antes que vuelva Jesús.
La tercera descripción habla del Hijo que regresa y quien nos libra de la ira venidera[29]. El que Dios nos libra y nos rescata es algo que Pablo menciona a lo largo de sus escritos.
Quien nos libró y nos libra de tan terrible muerte. Y en Él hemos puesto nuestra esperanza de que aún nos librará[30].
Sabes cuánta persecución y sufrimiento he soportado, y cómo fui perseguido en Antioquía, Iconio y Listra; pero el Señor me rescató de todo eso[31].
Para muchos el concepto de la ira de Dios es difícil de entender. Un autor escribe:
La ira de Dios debe verse a la luz de Su justicia. Dios indudablemente es tierno y bondadoso; Su justicia, no obstante, exige que se castigue el pecado, el cual es una afrenta a Su santidad y suprema majestad. Debe también tenerse presente que la ira de Dios no es como la furia humana, que muchas veces se expresa de modo vengativo y descontrolado. La ira de Dios representa más bien una justa y necesaria respuesta al pecado humano[32].
En lugar de temer el juicio venidero, los creyentes de Tesalónica albergaban esperanza, pues sabían que Cristo retornaría y los rescataría. En calidad de cristianos nosotros tenemos la misma esperanza, sabiendo que estaremos con Cristo para siempre.
(Continuará.)
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.
[1] 1 Tesalonicenses 1:1.
[2] Weima, Jeffrey A. D., 1–2 Thessalonians: Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Baker Academic, 2014), 71.
[3] 1 Tesalonicenses 1:2,3.
[4] 1 Corintios 1:4; Colosenses 1:3; 2 Tesalonicenses 1:3, 2:13; Filemón 1:4.
[5] Véase 1 Tesalonicenses 5:18.
[6] 1 Tesalonicenses 3:10.
[7] Romanos 1:9,10.
[8] Efesios 1:16 (BLPH).
[9] Filemón 1:4.
[10] 1 Tesalonicenses 1:2,3.
[11] Gálatas 5:6.
[12] 1 Tesalonicenses 4:9,10.
[13] Lucas 21:17-19.
[14] Romanos 5:3,4 (NVI).
[15] Colosenses 1:11.
[16] 1 Tesalonicenses 1:4,5.
[17] 1 Tesalonicenses 1:6,7.
[18] 1 Corintios 11:1.
[19] 1 Corintios 4:15,16.
[20] Filipenses 3:17.
[21] Filipenses 4:9.
[22] Furnish, Victor Paul, 1 & 2 Thessalonians (Abingdon Press, 2007), 46–47.
[23] Green, Gene L., The Letters to the Thessalonians, Pillar New Testament Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 2002), 99.
[24] 1 Tesalonicenses 1:8.
[25] 1 Tesalonicenses 1:9,10.
[26] Romanos 10:9.
[27] Gálatas 1:1
[28] 1 Pedro 1:20,21.
[29] 1 Tesalonicenses 1:10.
[30] 2 Corintios 1:10.
[31] 2 Timoteo 3:11 (NTV).
[32] Weima, 1-2 Thessalonians, 122.
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