Enviado por Peter Amsterdam
febrero 28, 2023
[1 Thessalonians: Chapter 4 (Part 1)]
En el cuarto capítulo de la primera epístola a los tesalonicenses, Pablo empieza la primera oración con la frase «por lo demás», indicativa de que se dispone a pasar a otro tema.
Por lo demás, hermanos, les rogamos y exhortamos en el Señor Jesús que conforme aprendieron de nosotros acerca de cómo les conviene andar y agradar a Dios, tal como están andando, así sigan progresando cada vez más. Ya saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús[1].
Pablo se dirigía a los creyentes de Tesalónica, a quienes llamaba hermanos, que corresponde al vocablo griego adelphoi, término que incluye ambos sexos.
Empleó la frase les rogamos y exhortamos. Dicha frase se usaba generalmente para hacer una solicitud; no obstante, cuando se empleaba en exhortaciones como esta, tenía un sentido mucho más fuerte. Otra traducción del texto podría ser los instamos o les pedimos encarecidamente. El tono en que Pablo se dirigía a los tesalonicenses no era particularmente familiar o personal, sino más bien diplomático, con ciertas notas personales añadidas. Demostró con claridad que la autoridad de su enseñanza tenía su origen en el Señor Jesús. A lo largo de este capítulo y de los sucesivos de esta epístola, la divinidad de Jesús se presenta como la base de las enseñanzas de Pablo.
Pablo exhortó a los tesalonicenses a hacer continuos progresos en su crecimiento espiritual. Hasta ese momento ya habían aplicado algunos aspectos de las instrucciones recibidas de Pablo y sus compañeros, pero entonces él los exhorta a progresar aún más: así sigan progresando cada vez más. El mensaje que Pablo les había transmitido era el llamado a la salvación (2:13), aunque también incluía la enseñanza que les serviría de guía para su conducta moral. Debían continuar en su acción de andar y agradar a Dios, así como ya lo estaban haciendo, solo que debían esmerarse por hacerlo cada vez más.
Pablo recordó a los creyentes de Tesalónica las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús (v. 2). Durante la primera parte de su epístola instó a los tesalonicenses a recordar lo que ya sabían (2:5,11; 3:4; 4:2,4) y practicarlo. Las instrucciones recibidas no eran solo unas pautas expresadas vagamente, sino órdenes o mandatos. Cuando los tesalonicenses acogieron las enseñanzas de Pablo como palabra venida de Dios[2], quedaron obligados a obedecer. Sabían que la instrucción que él impartía era de parte del Señor Jesús.
A estas alturas de su epístola Pablo concentra la atención en la ética sexual de los creyentes tesalonicenses y las instrucciones que en ese momento les daba.
Esta es la voluntad de Dios, la santificación de ustedes: que se aparten de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa controlar su propio cuerpo en santificación y honor, no con bajas pasiones como los gentiles que no conocen a Dios; y que en este asunto nadie atropelle ni engañe a su hermano; porque el Señor es el que toma venganza en todas estas cosas, como ya les hemos dicho y advertido[3].
Pablo parte diciendo que la santificación de los creyentes es la voluntad de Dios. En varios sitios del Nuevo Testamento la voluntad de Dios significa el designio moral de Dios que debe llevarse a la práctica. Hacer Su voluntad es lo inverso de ser llevado por las bajas pasiones como los gentiles que no conocen a Dios. Pablo expuso la voluntad moral de Dios para los creyentes en la enseñanza que recibieron de él los tesalonicenses. Los cristianos de hoy afrontamos los mismos dilemas morales: seguir el plan moral de Dios o sucumbir a la cultura popular de nuestra época.
Pablo manifiesta que los creyentes deben estar santificados como parte importante del designio divino. El apóstol Pedro expresó el mismo argumento cuando escribió:
Antes bien, así como aquel que los ha llamado es santo, también sean santos ustedes en todo aspecto de su manera de vivir porque escrito está: Sean santos porque Yo soy santo[4].
La santificación de los creyentes tesalonicenses era la principal preocupación de Pablo, como se aprecia en las frases esta es la voluntad de Dios, la santificación de ustedes (4:3); que cada uno de ustedes sepa controlar su propio cuerpo en santificación y honor (4:4) y Dios no nos ha llamado a la impureza sino a la santificación (4:7).
Las instrucciones de Pablo a los tesalonicenses hacen eco del precepto emitido por el consejo de Jerusalén, en el que Santiago afirmó: Yo juzgo que no hay que inquietar a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de inmoralidad sexual...[5] Los creyentes debían evitar la inmoralidad sexual, que implicaba toda clase de relación sexual practicada fuera del matrimonio heterosexual, ya si se trataba de fornicación, adulterio, homosexualidad, incesto, prostitución o zoofilia[6]. En el versículo 4 Pablo declara que cada creyente tesalonicense debe controlar su propio cuerpo en santificación y honor. Para ello era necesario que se abstuviera de inmoralidad sexual (v. 3).
Al hablar de bajas pasiones y apetitos desordenados, Pablo se refería al libertinaje de los tesalonicenses no creyentes que eran incapaces de refrenarse. Él también alude a ello en otros pasajes de sus escritos.
Por lo cual, también los entregó Dios a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos[7].
Hagan morir lo terrenal en sus miembros: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es idolatría[8].
Siendo cristianos recién convertidos habían salido de la idolatría gracias a la fe en Jesús y se los requería para que dieran muestra de su nueva fe y de su nueva comunidad con un cambio en su estilo de vida. Ya no debían tomar parte en la conducta sexual de sus contemporáneos.
En los versos 3 al 5 Pablo trata la problemática de «la inmoralidad sexual»; empero, en el versículo 6, aborda el tema preciso que lo impulsó a escribir esta sección. Miembros de la iglesia tesalonicense cometían adulterio entre los creyentes. La instrucción de Pablo fue que en este asunto nadie atropelle ni engañe a su hermano; porque el Señor es el que toma venganza en todas estas cosas, como ya les hemos dicho y advertido[9].
Los excesos sexuales eran comunes en la sociedad griega. Entre otras cosas, hombres casados cometían adulterio. Los creyentes no debían «engañar» (defraudar o perjudicar) a otros creyentes practicando relaciones sexuales con sus esposas. Pablo les recordó a los tesalonicenses que esa no era la primera vez que tocaba ese tema. Los integrantes de la iglesia de Tesalónica no puedan aducir ignorancia, puesto que ya se los había advertido sobre esos asuntos.
El Señor es el que toma venganza en todas estas cosas, como ya les hemos dicho y advertido[10].
Habiendo escrito sobre la sanción y consecuencias negativas que acarrea la inmoralidad sexual, Pablo recuerda a los tesalonicenses los efectos positivos de no acceder al adulterio y otros pecados sexuales.
Dios no nos ha llamado a la impureza sino a la santificación[11].
La impureza es lo contrario de la santidad o santificación. Según el contexto, esta puede referirse tanto a la impureza ceremonial como a la impureza moral. El contexto en este pasaje indica impureza sexual. En otras partes de sus escritos Pablo censura la impureza sexual.
La inmoralidad sexual y toda impureza o avaricia no se nombren más entre ustedes, como corresponde a santos[12].
En lugar de la impureza sexual que practicaban anteriormente los tesalonicenses, a partir de entonces debían aspirar a la santidad. Pablo expone esto más adelante en esta epístola cuando escribe:
El mismo Dios de paz los santifique por completo; que todo su ser —tanto espíritu, como alma y cuerpo— sea guardado sin mancha en la venida de nuestro Señor Jesucristo[13].
Dios los llamó a Su servicio, y como creyentes debían ajustar su conducta a ese llamamiento.
El que rechaza esto no rechaza a hombre sino a Dios quien les da Su Espíritu Santo[14].
Pablo demuestra claramente que su enseñanza sobre sexualidad provenía de Dios y expresaba la voluntad de Dios. Declara que si alguien desestimaba o restaba importancia a ese mensaje, no solo rechazaba a Pablo y sus enseñanzas, sino al propio Dios. Es posible que algunos de los creyentes tesalonicenses cuestionaran la autoridad paulina y por ende algunas de sus enseñanzas. Quizás algunos hicieron una distinción entre su enseñanza del evangelio —que consideraban precepto divino— y su enseñanza moral sobre sexualidad, la que rechazaron por considerar que provenía de un hombre. Pablo, sin embargo, les recuerda a los que escogían selectivamente qué cosas creer y qué otras objetar, que estaban desestimando a Dios quien les da Su Espíritu Santo.
Con esto llegamos al final del primer tema que abordó Pablo en el capítulo 4. Más adelante en este mismo capítulo Pablo pasa a hablar de otro tema, que cubriremos en el siguiente artículo.
(Continuará.)
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.
[1] 1 Tesalonicenses 4:1,2.
[2] 1 Tesalonicenses 2:13.
[3] 1 Tesalonicenses 4:3–6.
[4] 1 Pedro 1:15,16.
[5] Hechos 15:19,20.
[6] Green, Gene L., The Letters to the Thessalonians, Pillar New Testament Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 2002), 190.
[7] Romanos 1:24.
[8] Colosenses 3:5.
[9] 1 Tesalonicenses 4:6.
[10] 1 Tesalonicenses 4:6.
[11] 1 Tesalonicenses 4:7.
[12] Efesios 5:3.
[13] 1 Tesalonicenses 5:23.
[14] 1 Tesalonicenses 4:8.
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