La Epístola a los Gálatas: Capítulo 6 (versículos 6-18)

Enviado por Peter Amsterdam

enero 30, 2024

[The Book of Galatians, Chapter 6 (verses 6-18)]

Esta es la última entrega de esta serie y cubrirá el capítulo final de la Epístola de Pablo a los Gálatas.

El que recibe instrucción en la palabra comparta toda cosa buena con quien le instruye[1].

Pablo expone la obligación que tienen los que reciben instrucción de apoyar económicamente a sus maestros. Pone de relieve la función de los dirigentes que instruyen con diligencia a los creyentes. Probablemente alecciona a los creyentes a que ayuden a los maestros a fin de que estos puedan invertir el tiempo necesario para el estudio y la prédica del mensaje. Quienes se benefician de la enseñanza deben apoyar a sus maestros. Así lo ilustró también en Romanos. Si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, ellos también deben servirles con sus bienes materiales[2].

No se engañen; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará[3].

Pablo manifiesta claramente aquí y en otros pasajes[4] que los creyentes no se deben engañar. La libertad en Cristo trae aparejada la responsabilidad de emplear dicha libertad como Dios lo desea. No estar sujetos a la ley mosaica no significa que no hay consecuencias; cada persona debe rendir cuentas ante Dios, que conoce nuestros pensamientos e intenciones.

Dios ha establecido el principio de que cosechas lo que siembras. En este contexto la siembra y la cosecha se refieren particularmente a la generosidad al ofrendar. Pablo expresó este razonamiento en otra parte: El que siembra escasamente cosechará escasamente, y el que siembra con generosidad también con generosidad cosechará[5].

Lo que Pablo dice aquí no se limita al dar o donar; es un principio que se aplica a la vida en su conjunto. Aquí en todo caso el foco está puesto en dar. Los que viven para los demás y para la gloria de Dios recibirán recompensas eternas, vida eterna.

Porque el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna[6].

Se mencionan dos tipos de siembra. Una persona o siembra para la carne o siembra para el Espíritu. Los que siembran para la carne demuestran que forman parte de la presente época malvada (1:4) y por ende perecerán. Los que siembran para el Espíritu demuestran ser parte de la nueva creación y por tanto recibirán vida eterna (6:15; nvi).

En este versículo sembrar para la carne quiere decir emplear los bienes del mundo en provecho propio y conforme a deseos egoístas. Sembrar para el Espíritu es otro modo de decir andar en el Espíritu (5:16), ser guiado por el Espíritu (5:18) o andar al compás del Espíritu (5:25). Los que siembran para el Espíritu producen el fruto del Espíritu (5:22,23). En este contexto, dicha siembra para el Espíritu se manifiesta en generosas dádivas para los demás.

Si bien el foco de atención está aquí en lo que hace la gente con sus posesiones, lo dicho por Pablo refleja un principio más amplio, de tal manera que sembrar para la carne comprende todo acto que sea maligno. Quienes depositan su esperanza de salvación en la circuncisión y la obediencia a la Torá (ley mosaica) se pierden la salvación. Las «obras de la carne» (5:19-21) se manifiestan en los que siembran para la carne. Sembrar para el Espíritu abarca todo lo amable y bueno, como aparece brevemente en la lista de los frutos del Espíritu (5:22,23).

Los que siembran para la carne cosecharán corrupción. El tiempo futuro del verbo es indicativo del juicio final. La corrupción se refiere a la postrer destrucción. Al contrastar «vida eterna» con «corrupción», esta última significa que uno no gozará de la vida venidera.

No nos cansemos, pues, de hacer el bien porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos[7].

Pablo exhorta a los Gálatas a no desanimarse de hacer el bien, ya que en el día postrero obtendrán recompensa. Se los anima a no desfallecer. Aquí «hacer el bien» tiene el enfoque de aportar dinero y recursos para aliviar el sufrimiento o satisfacer las necesidades de otras personas. Deben seguir siendo generosos en ayudar a los demás y no cansarse de hacerlo. Aunque «hacer el bien» va mucho más lejos de ayudar a otros económicamente, en este caso la ayuda monetaria era lo que correspondía.

En el momento indicado, «a su tiempo», el cual solo Dios conoce, quienes han dado generosamente cosecharán recompensa. Esta está reservada para los que no se dejan abatir; por eso Pablo los insta a seguir al compás del Espíritu siendo dadivosos con los necesitados.

Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe[8].

Pablo hace enseguida un breve resumen de los versículos 6-9. Se refiere a la oportunidad de hacer el bien mientras se tenga vida. El «bien» al que alude es ayudar a otros materialmente para que sus necesidades diarias estén satisfechas. Reconoce que los recursos de los creyentes son limitados y no es posible reparar todas las necesidades. Establece entonces una prioridad hacia los correligionarios, otros creyentes, los que componen la familia de la fe. Los creyentes deben esforzarse para satisfacer también las necesidades de otras personas, pues si cuentan con los recursos deben hacer el bien «a todos», incluidos los incrédulos.

Miren con cuán grandes letras les escribo con mi propia mano[9].

A estas alturas Pablo empieza a poner fin a su epístola. Toma la pluma de su amanuense, la persona que escribía lo que él dictaba, y de su propio puño y letra escribe la conclusión de su carta. En otros apartados de las epístolas de Pablo también encontramos que concluye sus cartas con su propia escritura[10]. Antes de concluir hace una recapitulación de los principales temas de que trata la carta. En esta ocasión Pablo firmó la epístola con grandes letras. Lo hizo para expresar la importancia de la conclusión y motivar a los lectores a prestar particular atención a sus pensamientos finales.

Aquellos que quieren tener el visto bueno en la carne les obligan a ser circuncidados solamente para no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo[11].

El apóstol pone en evidencia los motivos de quienes se le oponen, diciendo que promovían la circuncisión para evitar que los persiguieran. Al alterar a los gálatas promoviendo la circuncisión, los judaizantes provocaron que Pablo escribiera la epístola. Es aquí donde él declara directamente que el llamado a circuncidarse viene de sus oponentes.

Censura sus móviles y aduce que pretendían hacer alarde de la circuncisión de los gálatas para tener el visto bueno en la carne. Querían que otros los adularan y admiraran. Al mismo tiempo, la circuncisión de los gálatas protegería a los judaizantes de persecución por parte de los judíos. Los antagonistas de los judaizantes no podrían alegar que se negaban a guardar la ley, ya que podrían presentar la circuncisión de los gálatas como prueba de su fidelidad a la misma.

Pablo manifiesta claramente que su ánimo de evitar persecución refleja su desprecio de la cruz de Cristo. En lo que respecta a Pablo, o se es justo por la circuncisión o se es justo por la cruz de Cristo; una de dos, por la ley o por Cristo. Al promover la circuncisión, los oponentes eludían la ofensa de la cruz (5:11). Sin embargo, al mismo tiempo perdían todo el beneficio obtenido gracias a lo que Cristo había hecho (5:2-4). No se puede confiar simultáneamente en la circuncisión y en la cruz, puesto que esta última representa la salvación por medio de Jesús, mientras que la circuncisión pone el foco en la obediencia humana.

Pues ni los que son circuncidados guardan la ley; sin embargo, quieren que ustedes sean circuncidados para gloriarse en su carne[12].

Pablo había dicho que la insistencia de esos opositores en la circuncisión estaba impulsada por malos motivos. No estaban realmente consagrados a la ley. Su objetivo era evitar persecución llevando a los creyentes gálatas a circuncidarse. Pablo habla de lo incapaces que eran de guardar los preceptos de la ley mientras exigían que otros sí los cumpliesen.

Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo[13].

En contraste con los oponentes, Pablo ora para que solo pueda gloriarse en la cruz de Cristo. Los devotos de la ley se ufanan de lo que han logrado y de sus obras, pese a que desobedecen la ley. En cambio, quienes se glorían en la cruz depositan toda su confianza en lo que Cristo ha hecho por ellos.

Cristo levantó la maldición de la ley que pesaba sobre nosotros y la tomó sobre Sí (3:13), por lo que quienes se glorían en la cruz se regocijan de haber sido liberados de los elementos del mundo y de la ley (4:3-5). El mundo ya no gobierna sobre ellos, y ya no están en deuda con el mundo.

Porque ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada sino la nueva criatura[14].

Ya que el mundo ha sido crucificado para Pablo —y para todos los creyentes— no tiene absolutamente ninguna importancia si se está o no circuncidado. La circuncisión es parte del antiguo pacto, de la vieja creación. La ley es parte de la antigua era, mientras que la muerte de Jesús en la cruz inaugura la nueva era. La nueva era ha despuntado por medio de la cruz de Cristo.

Cabe destacar que en el conflicto sobre la circuncisión Pablo no exalta la incircuncisión. Los que atribuyen importancia a la incircuncisión también forman parte del antiguo orden. La incircuncisión no tiene ninguna relevancia, razón por la cual Pablo estuvo dispuesto a circuncidar a Timoteo (Hechos 16:3). Si alguien se circuncida por razones culturales y no para conseguir la salvación, la circuncisión es cuestión de preferencia personal.

Para todos los que anden según esta regla, paz y misericordia sean sobre ellos y sobre el Israel de Dios[15].

Pablo prosigue, y a lo escrito añade una oración. La regla que tiene en mente es la importancia de la nueva criatura, que lleva a la conclusión de que tanto la circuncisión como la incircuncisión son irrelevantes. El apóstol ora que la paz y misericordia de Dios acompañen a quienes anden según la nueva creación.

De aquí en adelante nadie me cause dificultades pues llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús[16].

Pablo basa lo que ha escrito en su sufrimiento. Las marcas que llevaba impresas en el cuerpo porque pertenecía a Cristo evidenciaban que formaba parte del verdadero Israel. Sus cicatrices mostraban al servicio de quién laboraba. Eran asimismo marcas de la sinceridad con que predicaba. A pesar de que sufría por lo que pregonaba, no alteró su mensaje, el cual Dios le había dado. Estuvo dispuesto a sufrir golpizas y latigazos por proclamar lo que Dios había hecho en Jesús.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes, hermanos. Amén[17].

La Epístola de Pablo a los Gálatas termina con una oración invocando la gracia de Cristo sobre los creyentes de esa región. La palabra «espíritu» aquí se refiere a la persona en su totalidad; por eso tiene el mismo sentido decir «la gracia sea con ustedes» que «la gracia sea con el espíritu de ustedes».

El uso de nuestro Señor por parte de Pablo indica que quiere asegurarles a los gálatas que forman parte de la familia de Dios, los verdaderos hijos de Abraham. Jesús es su Señor, lo que demuestra que realmente pertenecen al pueblo de Dios. Son además «hermanos» y por ende parte de la familia de Dios. El «amén» confirma la oración de gracia. Pablo concluye su carta trayendo a la memoria de los gálatas el poder de la gracia, y reza que esa gracia siga presente en la vida de ellos.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.


[1] Gálatas 6:6.

[2] Romanos 15:27.

[3] Gálatas 6:7.

[4] 1 Corintios 6:9; 15:33.

[5] 2 Corintios 9:6.

[6] Gálatas 6:8.

[7] Gálatas 6:9.

[8] Gálatas 6:10.

[9] Gálatas 6:11.

[10] 1 Corintios 16:21; Colosenses 4:18; 2 Tesalonicenses 3:17; Filemón 19.

[11] Gálatas 6:12.

[12] Gálatas 6:13.

[13] Gálatas 6:14.

[14] Gálatas 6:15.

[15] Gálatas 6:16.

[16] Gálatas 6:17.

[17] Gálatas 6:18.

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