Enviado por Peter Amsterdam
junio 11, 2024
[Virtues for Christ-Followers: Peace]
La siguiente virtud de la lista es la paz, que nace del hecho de que tenemos una buena relación con Dios gracias al regalo de salvación que nos hizo Jesús. Por medio de la salvación alcanzamos la paz con Dios, lo cual nos permite tener paz interior y estar en paz con el prójimo. Cuando centramos nuestra vida en Dios y nos encomendamos a Su providencia, experimentamos Su paz, que es fruto de la presencia del Espíritu Santo.
La paz es asimismo un efecto de nuestra confianza en Dios y la fe en Su amor por nosotros. Jerry Bridges escribió que «la paz debería formar parte integral de nuestra manera de ser, porque Dios nos ha prometido Su paz, porque nos ha mandado que dejemos que la paz reine en nuestra vida y en nuestras relaciones, y porque la paz es uno de los frutos del Espíritu y por tanto una clara señal de Su accionar en nosotros»[1].
En la serie Más como Jesús escribí los siguientes párrafos sobre la diferencia entre la paz bíblica y la paz como ausencia de conflictos:
Tenemos tendencia a sentir paz cuando las cosas marchan bien, cuando gozamos de buena salud, estamos contentos, nos encontramos en una situación económica favorable y no afrontamos ninguna gran dificultad. No obstante, la paz bíblica es mucho más que la tranquilidad que sentimos cuando todo anda sobre ruedas. Es un ancla firme aun en aguas turbulentas. La verdadera paz trasciende las circunstancias. Tiene que ver con la presencia de Dios a nuestro lado, con el hecho de vivir en Su reino, permitir que Él gobierne nuestra vida y confiar en que Él es nuestro Padre que nos ama y tiene siempre en consideración lo que más nos conviene. Tenemos paz porque lo tenemos a Él.
Aunque tengamos paz con Dios gracias a la salvación, eso no significa necesariamente que gocemos de la paz de Dios en nuestra cotidianidad. A menudo nos vemos privados de esa paz porque nos preocupamos e inquietamos por incidentes o retos bastante intrascendentes. Tratamos de lidiar con ellos nosotros solos en lugar de presentárselos al Señor y echar sobre Él nuestras cargas, con la confianza y tranquilidad de que Él nos acompaña y vela por nosotros. Jesús prometió que en Él podíamos tener paz. En tiempos de dificultades e incertidumbre debemos cobrar ánimo, sabiendo que Jesús ha vencido al mundo. Esa seguridad nos aporta paz, ya que depositamos nuestra confianza en el Señor.
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La paz (shalom) se define como el estado de quien no se ve afectado por perturbaciones, tanto externas como internas. No es el estar libre de perturbaciones, o sea, la ausencia de conflictos o trastornos, sino más bien el estado de quien no se deja vencer o angustiar por las perturbaciones por su confianza en las promesas que Dios nos ha hecho y en Su fidelidad para con nosotros.
La paz, entonces, es un estado de ánimo: la persona puede hallarse en circunstancias difíciles, pero está contenta, confiada, esperanzada, en un estado de reposo. Estar en paz es descansar, experimentar el descanso que viene de Dios. Cuando estamos en presencia de Dios y le permitimos estar con nosotros y obrar en nosotros, Él nos da descanso.
Cuando entendemos que no podemos ganarnos o merecernos el favor de Dios por nosotros mismos debido al pecado, ponemos fin a la agitación y el desasosiego de nuestro espíritu. Dejamos de estar turbados por estar bregando con Dios o tratando de granjearnos Su aceptación (Hebreos 4:9,10).
El Espíritu Santo consuela al creyente en el que mora (Juan 14:15–18; 2 Corintios 1:3,4) y le da fuerzas en los momentos de debilidad (Romanos 8:26). También nos trae a la memoria todo lo que Jesús enseñó (Juan 16:13,14): que tiene plena autoridad en y sobre todas las cosas, por lo que independientemente de lo que nos pueda suceder, Él está en control, y lo hace todo para nuestro bien (Romanos 8:28).
Él está siempre con nosotros (Mateo 28:19,20), así que nunca atravesamos las dificultades solitos. No tenemos nada que temer (Juan 6:20) porque Él es el Yo soy, eterno y presente.
En Él tenemos seguridad eterna (Romanos 8:35–39), por lo que nada podrá jamás separarnos de Él y de Su amor incondicional por nosotros, sellado por Jesús y garantizado por medio del Espíritu Santo (2 Corintios 1:22; Efesios 1:13,14). La Palabra de Dios (Jesús) es fiel, y Él cumplirá todo lo que ha prometido para llevarnos hasta el día de nuestra redención (Filipenses 1:6).
Sean cuales sean nuestras circunstancias, podemos «pensar en esto» (Filipenses 4:8), lo cual nos conducirá a aguas de reposo en las que Él confortará nuestra alma (Salmo 23:2,3), dándonos consuelo y descanso. Así podemos tener paz en medio de la tormenta (Juan 14:27; Filipenses 4:7; Isaías 26:3). […]
Cuando experimentamos la paz de Dios, cuando amamos y servimos a otros de la familia de Dios y manifestamos Su amor en nuestro trato con el prójimo, de manera que podamos vivir en paz con todos (Romanos 12:18), nosotros los creyentes sentimos y demostramos la paz de Dios a través del fruto creciente del Espíritu en nosotros. Randy DeVaul[2]
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Jesús prometió que en Él podíamos tener paz. En tiempos de dificultades e incertidumbre debemos cobrar ánimo, sabiendo que Jesús ha vencido al mundo. Esa seguridad nos aporta paz, ya que depositamos nuestra confianza en el Señor, tal como ilustran los siguientes artículos.
Cuando haces espacio para Jesús, Él te hace uno de los mejores regalos que hay: «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo» (Juan 14:27).
La paz que viene del mundo es totalmente circunstancial. Si tienes un buen empleo, sientes paz. Si lo pierdes, dejas de sentirla. Si tienes dinero en el banco, sientes paz. Cuando ese dinero desaparece, dejas de sentirla.
Jesús nos da un tipo diferente de paz. La Biblia dice que es «paz […] que sobrepasa todo entendimiento» (Filipenses 4:7).
¿Qué significa eso? Pues que tienes paz cuando no hay ninguna razón evidente o visible para ello. Todo a tu alrededor podrá ser un caos, pero por algún motivo inexplicable tú tienes paz. Esa es la paz que sobrepasa todo entendimiento, y solo puede venir de Jesús, el Príncipe de Paz.
Jesús quiere darte ese tipo de paz para que no te turbes ni tengas miedo.
Cada vez que Jesús entra en una habitación, la llena de paz. ¿Tienes aposentos en tu corazón llenos de preocupaciones, disgustos, ansiedad o miedo? Esos son aposentos a los que no has invitado a pasar a Jesús. Tus preocupaciones revelan asuntos que no le has encomendado a Dios. Quizá tu situación económica, tu vida amorosa, tu carrera, el cuidado de tus hijos, tu horario o tu ministerio. Sea lo que sea, tienes que soltarlo y entregárselo a Jesús.
La única manera de tener verdadera paz es esta: entrégale a Dios cada parte de tu vida y deja que Él la use para cumplir Su propósito. Así tendrás una paz que será inmune a todas las presiones de la vida. Rick Warren[3]
«No temas» es el mandamiento más frecuente en la Biblia. […] Frente a los temores de todos los días, Jesús señala un lirio, un gorrión, y dice con calma: confía. Busca primeramente el reino de los Cielos.
La confianza no elimina los percances que puedan suceder, lo que sea que suscitó nuestro miedo en un principio. La confianza simplemente encuentra una nueva válvula de escape para la ansiedad y un nuevo fundamento para la confianza: Dios. Dejemos que Él se encargue de los detalles preocupantes de la vida, la mayoría de los cuales de todos modos escapan a nuestro control. «No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias —escribió Pablo—. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6,7, NVI).
Cuando cuestiono la utilidad práctica de esas palabras a la vista de todas las calamidades que les han acaecido a los seguidores de Jesús a lo largo de los años, me recuerdo a mí mismo que Pablo las escribió cuando estaba en una celda de una cárcel romana. En efecto, la paz de Dios «sobrepasa todo entendimiento». Philip Yancey[4]
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El temor y la inquietud se remedian presentándole al Señor en oración lo que nos preocupa y confiando en que Él conoce todos nuestros problemas y nos ama. La Biblia no promete que siempre que le llevemos nuestras cargas a Jesús nos vayamos a librar de ellas, pero sí que Él nos sustentará con Su paz. Una vez que le hemos presentado nuestras peticiones en oración, podemos obtener Su paz. A nosotros nos corresponde rogarle a Dios que nos dé paz y confiar en Él, incluso en medio de las tormentas de la vida, tal como ilustran los siguientes artículos:
Bethany Hamilton, una de las mejores surfistas del mundo a pesar de tener un solo brazo, proclama […] que Dios puede cambiar tragedias en oportunidades para gloria Suya.
En un video del canal I Am Second, Bethany cuenta que volvió a subirse a su tabla de surf solo un mes después de su encontrón casi mortal con un tiburón que le arrancó el brazo izquierdo de un mordisco. Al tercer intento, la joven de 13 años fue capaz de surfear la ola hasta la playa.
En una fracción de segundo, más o menos en Halloween de 2003, el ataque de un tiburón dejó a la joven Bethany sin su brazo izquierdo. Tras ese insólito accidente, perdió cerca del 60% de su volumen de sangre. Recuerda que de camino al hospital un paramédico le susurraba al oído: «Dios nunca te dejará ni te abandonará».
«Yo estuve acostada rezando todo el trayecto, pidiéndole ayuda a Dios.»
Con el rostro sonriente, recuerda que la invadió una «sensación de paz y tranquilidad» a pesar de haber perdido el brazo izquierdo y más de la mitad de su sangre porque fue «capaz de acudir a Jesús en ese momento loco de mi vida».
«Creo que eso fue lo que me mantuvo viva», afirma Bethany. Jennifer Riley[5]
¿No quieres andar tan preocupado? Reza más. En lugar de mirar temeroso hacia delante, mira hacia arriba con fe. «No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho» (Filipenses 4:6, NTV). Este mandamiento no sorprende a nadie. En lo que a la oración se refiere, la Biblia nunca se avergüenza. Jesús habló de «la necesidad de orar siempre y no desmayar» (Lucas 18:1). En lugar de preocuparte por alguna cosa, ora por todo. ¿Por todo? ¿Cuando cambio un pañal? ¿Cuando salgo con alguien? ¿Debo orar por las reuniones de negocios, las bañeras rotas y las cosas que tiendo a postergar? Sí, ora por todo. El camino que conduce a la paz está empedrado con oración. Menos consternación, más súplica. Menos ansiedad, más oración. A medida que ores, la paz de Dios guardará tu corazón y tu mente[6].
La oración hecha con fe da paso a la paz de Dios. No una paz aleatoria, nebulosa, terrenal, sino Su paz, importada del Cielo. La tranquilidad propia de la sala del trono, Dios te la ofrece a ti. ¿Crees que Él necesita combatir la ansiedad? ¿Crees que alguna vez se retuerce las manos o pide antiácidos? Por supuesto que no. Para Dios, un problema supone tanto un obstáculo como una ramita para un elefante. Dios goza de perfecta paz porque Su poder es perfecto. Y te ofrece Su paz. Una paz que «guardará tu corazón y tus pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:7). Los filipenses, que vivían en una plaza fuerte, estaban acostumbrados a que los centinelas romanos montaran guardia. Dios supervisa tu mundo. Él sigue de cerca tu vida. Pon atención y lo oirás decir: «Todo está seguro. Puedes descansar». Max Lucado[7]
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Recientemente estaba batallando para no preocuparme, dado el nivel de dolor que he tenido de un tiempo a esta parte. Por casualidad leí estas palabras de Francisco de Asís, escritas hace cientos de años. Dijo: «Ten paz. Que no te den miedo las vicisitudes de la vida; más bien encáralas con plena esperanza cuando se presenten. Dios, de quien eres, te librará de ellas. Él te ha guardado antes y te guiará para que pases de manera segura a través de todo; y cuando no aguantes más, te enterrará en Sus brazos. En cuanto a mañana, o te preservará del sufrimiento, o te dará una fuerza inquebrantable para soportarlo». Ese es un buen consejo, y no me cabe duda de que Dios inspiró a Francisco de Asís cuando escribió esas palabras. A fin de cuentas, fue Jesús quien dijo en un principio: «Paz a vosotros». Joni Eareckson Tada[8]
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Para crecer en la virtud de la paz tenemos que ejercitar nuestra fe. El apóstol Pablo escribió: «Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes»[9]. La senda de la verdadera paz se halla en la comunión con el Señor, permaneciendo en Él, confiando en Él y siguiéndolo. Nuestras posesiones, nuestras relaciones, nuestros recursos económicos y nuestras circunstancias no son lo que nos brinda paz. La clave para hallar la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, y vivir en ella es permanecer en Dios, vivir Su Palabra y confiar en Él para todo.
Oh Señor, Tú eres una torre de refugio para los pobres, una torre de refugio para los necesitados en su angustia. Eres refugio de la tempestad y amparo del calor (Isaías 25:4, NTV). Gracias por la paz que derramas sobre todos los que depositan su confianza en Ti, incluso en medio del ajetreo y los altibajos de nuestra vida cotidiana.
Gracias, Señor, porque eres el firme cimiento sobre el que se alza mi vida. Eres el ancla que estabiliza mi barco. Eres la fuerte viga que sostiene mi casa: mi vida, mi cuerpo, mi espíritu. Me das paz, fe y descanso. Sé que pase lo que pase en esta vida, Tú me sostendrás[10].
«Mucha paz tienen los que aman Tu Ley, y no hay para ellos tropiezo» (Salmo 119:165).
«Jesús no prometió alterar nuestras circunstancias, pero sí prometió mucha paz y pura alegría a quienes aprendieran a creer que Dios realmente lo controla todo». Merlin Carothers
«Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
«Cuando centramos nuestra vida en Dios, encontramos una alegría, un equilibrio y una paz inexplicables.» Brittany Ann
(Continuará.)
Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
[1] Jerry Bridges, La práctica de la piedad (Publicaciones Faro de Gracia, 2021).
[4] Philip Yancey, Rumores de otro mundo: ¿Qué nos falta aquí en la Tierra? (Vida Pub, 2005).
[5] «One-Armed Surfing Star Bethany Hamilton on Trusting God», Christian Post, 23 de marzo de 2011.
[9] Filipenses 4:9 (NBLA).
[10] Tomado de «Descanso en Ti» y «Un firme cimiento», Para Jesús, con cariño, adaptado.
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