Virtudes de los seguidores de Cristo: fidelidad

Enviado por Peter Amsterdam

noviembre 4, 2024

[Virtues for Christ-Followers: Faithfulness]

La séptima virtud de la lista es la fidelidad. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan mucho de ella. En la Biblia se emplea ese término para referirse al concepto de ser confiable, constante, firme.

Las Escrituras dicen que Dios es fiel. Cuando Él se reveló a Moisés en el monte Sinaí, declaró: «El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad»[1]. Se lo describe como un «Dios fiel»[2], y los Salmos dicen que «¡la fidelidad del Señor permanece para siempre!»[3]

Dios es fiel, inamovible en Sus promesas e invariable en el amor que nos tiene. Aunque flaqueemos o perdamos la fe, «Él permanece fiel, porque no puede negarse a Sí mismo»[4].

¿Cómo podemos cultivar esa virtud? Ser fieles es cumplir nuestro compromiso de vivir conforme a la Palabra de Dios, ponerlo a Él por encima de todo, y no dar a nada mayor prioridad que la que damos a nuestro compromiso con Él. Ese concepto viene expresado en el primero de los Diez Mandamientos: «No tendrás dioses ajenos delante de Mí»[5]. El compromiso para nosotros, los cristianos, es ser fieles a Dios profesándole más lealtad, amor y dedicación que a nada y a nadie.

Ser fieles es también ser dignos de confianza. Es cumplir lo que prometemos y desempeñar diligentemente nuestras obligaciones. Una persona fiel, cumplidora de su palabra, que se conduce con integridad, actúa de esa manera sea cual sea la situación.

Los cristianos debemos distinguirnos por ser fieles, íntegros, honrados y dignos de confianza en nuestra forma de hablar y nuestro trato con los demás. De esa manera reflejamos al Señor. «Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente»[6].

Los siguientes artículos constituyen un estímulo para crecer en fidelidad y manifestar este fruto del Espíritu Santo.

El fruto cotidiano

Las personas fieles son confiables y veraces. Son fieles a Dios, fieles a la obra que Él les ha encargado, sea cual sea, y cumplen su palabra y sus obligaciones para con los demás. Todo eso son deberes cristianos.

Son fieles porque tienen mucha fe. Es la fe la que les infunde fuerzas para ser responsables. Esas personas están llenas de la Palabra de Dios, que es fuente de fe[7]; por eso les sale natural hacer lo que dice la Palabra. Tienen una fe viva, y se les nota[8]. Perseveran en la fortuna y en la adversidad, porque saben en quién han puesto su confianza y están persuadidas de que Él hará que al final todo redunde en su favor[9].

¿Qué podemos hacer para permanecer fieles? Cultivar nuestra relación con Jesús. Si fortalecemos nuestra fe leyendo la Palabra de Dios y hacemos todo lo posible por ser fieles hoy, permaneceremos fieles, lo cual será un testimonio para los demás.  Rafael Holding[10]

¿De qué manera se manifiesta la fidelidad?

La persona que camina continuamente con Dios y lo sirve con humildad es una persona fiel. Cuando Nehemías tuvo que marcharse de Jerusalén para regresar a Persia, dejó a cargo a Hanani y a Hananías. Los escogió por ser cada uno de ellos «varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos» (Nehemías 7:2). Nehemías necesitaba hombres con firmeza de carácter en quienes pudiera confiar. Que no aceptaran sobornos, que velaran por el bienestar del pueblo y que desempeñaran su cargo con integridad.

Observarás también que la fidelidad se asocia con el temor de Dios. Cuanto más conocemos de verdad a Dios, más deseamos imitarlo (Efesios 5:1). Otros modelos de fidelidad son Silas (1 Pedro 5:8), Tíquico (Efesios 6:21), Epafras (Colosenses 1:7), Onésimo (Colosenses 4:9) y Moisés (Hebreos 3:2). Algunos de los nombres incluidos en esta lista de hombres fieles no son muy conocidos. Por ejemplo, no se sabe mucho de Tíquico ni de Epafras. Pero la fidelidad, aun en los pequeños detalles, no se le pasa inadvertida a Dios, el cual la recompensa al final (Lucas 19:17).  Got Questions[11]

No te rindas jamás

Lo que distingue a las personas fieles de las que no lo son es que estas últimas se rinden a la primera señal de dificultad. En cambio, las personas fieles siguen perseverando.

Las personas fieles son tenaces. Las personas fieles son diligentes. Las personas fieles son persistentes. Las personas fieles no saben darse por vencidas. ¿Sabes cómo se convierte en un roble una pequeña bellota? Un roble no es más que una bellota que decidió no rendirse. […]

Uno no fracasa hasta que abandona, y siempre es pronto para abandonar. Dios se vale de las dificultades para poner a prueba nuestra persistencia.

Cuando empezamos la iglesia Saddleback, pensé que enseguida tendríamos un sitio propio. Pero transcurrieron 15 años antes de que tuviéramos uno. En los 13 primeros años de la iglesia pasamos por 79 salones. ¿Sabes cuántas veces quise darme por vencido? ¡Casi todos los lunes por la mañana! […]

Si estás pasando por dificultades en este momento, este versículo es para ti: «Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!» (2 Corintios 4:16,17, NTV).

A Dios le interesa más la persona en la que te estás convirtiendo que lo que te está sucediendo. A menudo permite que tengamos dificultades, tribulaciones y problemas para enseñarnos diligencia, tenacidad y firmeza de carácter. ¿Qué hay de los problemas que tienes ahora mismo? Son para poner a prueba tu fidelidad. ¿Continuarás sirviendo a Dios aunque tu vida sea un asco?

«No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos» (Gálatas 6:9, NVI).  Rick Warren[12]

Decisiones con valor eterno

Ejemplos de decisiones que puedes tomar ahora y que tendrán un efecto positivo en tu destino eterno:

*

«Lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel.»  1 Corintios 4:2

Imagínate ante Dios el día en que recompense a los creyentes. Anhelas oírle decir: «Bien, buen siervo y fiel», pero al mirar a tu izquierda reconoces a Hudson Taylor, el famoso misionero que fue a China. A tu derecha está Corrie ten Boom, la santa que puso en peligro su vida para esconder a unos judíos de los nazis. De pronto te sientes poca cosa, casi insignificante.

No es preciso que te sientas así. Dios solo te pide que seas fiel en lo que te ha llamado a ser y hacer. Poco importa que tu vocación sea sublime o humilde; en el día en que todos los creyentes comparezcan ante Él, te elogiará por tu fidelidad. ¡Eso significa que puede premiar tu fidelidad con una gloria tan grande como la que está reservada para los Billy Graham de este mundo! […]

Así que recuerda: lo que Dios te exige es que seas fiel. Con eso basta. Eso lo es todo.  Joni Eareckson Tada[14]

A continuación incluyo unas anécdotas conmovedoras, especialmente para los que ya estamos en la tercera edad. Es alentador ver cómo Dios se vale de Sus fieles seguidores a lo largo de toda su vida para acercar a Él a otras personas y difundir la buena nueva con sus palabras y acciones entre sus vecinos y en sus comunidades.

La grandeza según la Biblia

Tuve el enorme privilegio de ver a mi abuelo cruzar la línea de meta. En un instante pasó de respirar el aire viciado que le suministraba una máscara de oxígeno a inhalar las glorias del Cielo.

Si nos regimos por los criterios del mundo, mi abuelo no fue un gran hombre. No tenía un solo amigo en Facebook ni un solo seguidor en Twitter. Jamás escribió un libro, ni dictó una conferencia, ni creó un video que se volviera viral. Tampoco tenía un blog que fuera popular.

A pesar de no ser famoso, mi abuelo fue realmente un gran hombre a los ojos de Dios. Eso es lo curioso de la auténtica grandeza según lo que enseña la Biblia. Esa clase de grandeza rara vez se vuelve viral, porque casi siempre incluye la realización de actos que pasan inadvertidos.

Nadie veía a mi abuelo pagar las cuentas de Homero, un vecino ciego.

Nadie lo veía cuando daba sus clases semanales de la Biblia en la residencia de ancianos Saint Andrews.

Nadie lo veía cuando llevaba a Tom y Tony —dos ancianos pensionistas— a hacer la compra todas las semanas.

Todos los meses pintaba a mano y enviaba alrededor de treinta tarjetas de cumpleaños a amigos y feligreses de la iglesia. A lo largo de su vida pintó alrededor de 6.000 tarjetas.

En contraste con nuestra cultura, tan obsesionada con las celebridades, mi abuelo era la antítesis de una celebridad. Compraba en Wal-Mart. Una vez se sacó una muela podrida con unos alicates. Arbitraba partidos de softball en la iglesia. Era un veterano de la Segunda Guerra Mundial, y desde luego no tenía un concepto elevado de sí mismo.

Pero no me cabe duda de que fue un gran hombre a los ojos de Dios. Poco antes de exhalar su último aliento, le leí Mateo 25:20,21: «Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos”. Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”».

Me habría encantado escuchar la ovación que hubo cuando Jesús le dirigió esas palabras a mi abuelo.  Stephen Altrogge[15]

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El Dr. Charles McCoy era un pastor con siete títulos universitarios. Su iglesia esperaba que se jubilara a los 72 años y se fuera a vivir a una residencia.

Pero el Dr. McCoy tenía espíritu de explorador. Se retiró a la India. Sus amigos le dijeron: «Puedes morirte allí». Él respondió: «Está igual de cerca del Cielo».

Dio testimonio de Cristo ante líderes políticos, en instituciones educativas, frente a grandes multitudes. Plantó iglesias en Calcuta y Hong Kong. Murió a los 86 años. Un amigo comentó: «Había llegado al final de su gran aventura. […] Había sido fiel».

Dios quiere que seamos ríos que se renueven y fluyan, en constante crecimiento, que nunca se estanquen. Quiere que sigamos avanzando, que no perdamos nuestra capacidad de asombro y que entendamos nuestra vida en Cristo como una gran aventura.  David Jeremiah[16]

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Algo estupendo de colaborar en una obra misionera cristiana es que uno se asocia con personas más fieles, más comprometidas y más apasionadas por servir a Dios que uno mismo. Son una «nube de testigos» —por usar la expresión con la que se describe en Hebreos 12:1 a los santos de antaño— que nos motivan a los demás a aspirar a un llamamiento superior.

En una semana normal y corriente, Anna, una señora de 98 años de mi iglesia, participa en múltiples ministerios. Recientemente dio una charla en un centro de detención de mujeres, y 14 reclusas entregaron su vida a Cristo. Además, tiene un gran sentido del humor. ¡En eso ninguno la supera! Tenemos oportunidad de escuchar su sabiduría, aprender de sus experiencias y seguir su ejemplo con la ayuda de Dios.

Parafraseando a Forrest Gump, lo que importa es ser fiel.  Erich Bridges[17]

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No conozco a Mary Ruth, pero he recibido de ella cartas inspiradoras. Aceptó a Cristo como su salvador hace 63 años y se dedica a trabajar para Él hasta que regrese. Este es un extracto de una de sus cartas:

«Cada noche, antes de acostarme, digo: “Buenas noches, Señor Jesús. Te amo. Te veré por la mañana, aquí o allá (en el Cielo)”. Cuando me despierto y veo que sigo aquí, le digo: “Buenos días, Señor. Te amo. Veo que vamos a pasar otro día juntos”. Inmediatamente me pongo a Su disposición y le pido que me vaya indicando, en cada momento, cuáles son Sus planes en ese día, de modo que podamos entrar en acción juntos. Procuro ayudar a todos los que puedo a prepararse para Su encuentro con Él».

Seguidamente Mary Ruth me contó que hace poco su hermano y ella tuvieron oportunidad de testificar a personas de otros países, y me dijo que algunas habían aceptado a Cristo. «Dios entró en el corazón de chinos, vietnamitas, budistas y un judío, todo en 3 días, y no me hizo falta pasaporte, visa ni boleto de avión. Dios los trajo a nosotros, y lo único que tuve que hacer fue ponerme a Su disposición.»  Joanie Yoder[18]

Oración para pedir fidelidad

Padre celestial, tengo presente humildemente mi compromiso contigo, un compromiso que exige fidelidad tanto en los momentos de calma como en las tormentas de la vida. Entiendo que la fidelidad no viene determinada por la ausencia de tormentas, sino por mi inquebrantable lealtad a Ti en medio de esas tormentas.

Cuando sople el viento y se levante oleaje, cuando las dificultades de esta vida me zarandeen, ayúdame a permanecer firme y fiel. Soy muy consciente, Señor, de que con mi fidelidad en medio de la tormenta doy testimonio de mi confianza en Ti. Quiere decir que miro más allá de la rugiente tormenta, más allá de las inquietantes olas, y fijo la vista en Ti.

Me hacen falta Tus fuerzas, Señor, para permanecer anclado a Ti, para aferrarme a Tus promesas. […] Enséñame no solo a ser fiel en las tormentas, sino también a hallar alegría en medio de ellas. Amén.  ChristiansTT.com[19]

Reflexiones

«Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió» (Hebreos 10:23).

«No se me ocurre otra cosa que escogería como objeto de mi ambición en la vida que permanecer fiel a mi Dios hasta la muerte, seguir ganando almas, seguir siendo un verdadero heraldo de la cruz y dar testimonio del nombre de Jesús hasta la última hora.»  Charles Spurgeon

«Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”» (Mateo 25:23).

Día a día vas escribiendo un Evangelio
con tus actos, tus palabras, tu ministerio.
La pregunta es si es fiel y veraz
el Evangelio que en ti leen los demás.  Paul Gilbert

(Continuará.)


Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.



[1] Éxodo 34:6 (CST).

[2] Deuteronomio 32:4 (RVA-2015).

[3] Salmo 117:2 (RVC).

[4] 2 Timoteo 2:13.

[5] Éxodo 20:3-5.

[6] Proverbios 3:3,4 (CST).

[7] Romanos 10:17.

[8] Santiago 2:18,21–26.

[9] 2 Timoteo 1:12; Romanos 8:28.

[10] «El fruto de cada día: la fidelidad» (adaptado), Conéctate, agosto de 2013, https://activated.org/es/vida/el-ser-integral/desarrollo-personal/el-fruto-de-cada-dia-la-fidelidad/

[11] https://www.gotquestions.org/Espanol/Biblia-fidelidad.html

[12] https://pastorrick.com/no-te-des-por-vencido/

[13] Kent Crockett, Making Today Count for Eternity (Crown Publishing, 2001).

[14] Joni Eareckson Tada, Diamonds in the Dust (HarperChristian, 2010), 42.

[15] Stephen Altrogge, «True Greatness Never Goes Viral», The Aquila Report, 26 de febrero de 2014, https://theaquilareport.com/true-greatness-never-goes-viral/

[16] https://townhall.com/columnists/print/1201695

[17] Erich Bridges, «Faithful is as faithful does», Baptist Press, 13 de mayo de 2010.

[18] https://odb.org/2000/11/03/reporting-for-duty

[19] https://christianstt.com/prayer-be-faithful-to-god/

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