Enviado por María Fontaine
abril 28, 2012
¿Puedo contarles acerca de una experiencia de testificación a largo plazo de Peter y mía? No es nada del otro mundo o algo por lo que podamos reclamar grandes victorias; es acerca de la sencilla tarea de sembrar las semillas cada día y orar para que el Señor las riegue.
Estamos muy agradecidos por la forma en que el Señor ve la situación y por el aliento que nos da cuando atendemos a las personas espiritualmente, ya que en este caso, no hemos obtenido resultados rápidos y visibles. Disfrutamos del tiempo que pasamos con ellas y queremos asegurarnos de que va a beneficiarlas dándoles aquello que con el tiempo los conducirá a conocer a quien representamos. Por eso siempre procuramos pedirle al Señor que no solo nos indique qué pasos dar, sino también la forma en que ve nuestro progreso.
Para ponerlos en antecedentes, hemos tenido contacto frecuente con un señor que conoció Peter mientras atendía algunos asuntos. Desde el principio, aparentemente se sintió atraído a nosotros y ha pasado bastante tiempo conversando con Peter. Durante las charlas ha compartido sus opiniones personales acerca de muchas cosas, incluso sus puntos de vista acerca de diferentes países donde ha vivido, política, religión y algunos comentarios muy negativos acerca de las iglesias y los feligreses.
Peter y yo, durante las pocas veces que estuve presente, pudimos comunicarle nuestras experiencias personales y perspectivas en contraposición con algunas de sus actitudes negativas. Por medio de nuestro ejemplo, las explicaciones que le dimos y nuestra forma de ver las cosas, le pintamos un cuadro diferente: el aspecto positivo que enfocan los cristianos y el cristianismo, y por ende Dios y Jesús.
Decidimos invitarlo con su esposa a cenar. Previamente durante los momentos que Peter y yo habíamos pasado con el Señor, Él nos dijo lo siguiente:
Este hombre está empezando a comprender que lo que son ustedes tiene relación con la fe que tienen y el amor que sienten por Mí.
Su querido amigo me pertenece. Está tan cerca del reino que casi lo puede tocar. No obstante, el velo de la incredulidad condimentado con las dudas, lo separa de la gran dicha que tiene a su alcance. Es por eso que lo puse en el camino de ustedes.
Está cerca, muy cerca. Y tú, Peter, tienes la llave para conducirlo al punto donde fácilmente puede romper la pared de papel de las dudas. ¿Recuerdan los paneles de papel de arroz que se utilizan para separar las zonas y cuartos en las casas en el Japón? Es lo que él tiene: Una incredulidad tipo papel de arroz.
Desea la verdad, pero tiene la visión obstruida. Demuéstrenle que no tiene que ser presa de algo en apariencia fuerte y amenazante, pero que puede ser destruido fácilmente.
No necesita ver buenas obras; no necesita que se le predique; no necesita versículos para edificar su fe. Todo lo que necesita es a alguien que ponga su mano en la suya y lo ayude a romper la barrera que lo separa de la verdad.
¿Recuerdan la historia de una cárcel en un pueblo de Columbia Británica, Canadá, en el siglo XX? La utilizaron durante décadas sin que nadie escapara de ella. Los que estaban en su interior jamás se enteraron de que uno de los muros estaba hecho de madera ligera y papel maché. Había sido construida de forma tan ingeniosa que parecía hecho de roca y acero. Por lo tanto, aunque para escapar bastaba con un simple puntapié, los reclusos estaban convencidos de que era una sólida prisión. Sus propias mentes y percepciones los mantenían prisioneros a pesar del hecho de que lo que los mantenía recluidos carecía de sustancia.
Este señor se encuentra en ese estado. Aunque los muros de la actitud, mentalidad y rechazo no tengan más sustancia o poder para atar su mente y corazón que aquellas paredes de papel, aun así sigue encadenado y aprisionado como si fueran tiras y cadenas de hierro y muros de piedra.
Lo que hay que hacer es seguir perforando esos muros de rechazo, abriendo pequeños agujeros de esperanza y verdad con los toques de Mi Espíritu y amor, hasta que finalmente se dé cuenta de que su prisión no es tal. Podría suceder mañana o en seis meses. Cuando suceda, finalmente se verá a sí mismo irrumpiendo en una dimensión enteramente nueva y la verdad lo hará realmente libre.
Nuestra cena con la pareja fue muy placentera. Aunque nuestra fe era evidente, durante el tiempo que pasamos con ellos no les testificamos a fondo, más bien nos dedicamos a forjar lazos de amistad. Peter preparó una rica comida india, que fue muy ponderada por ambos. Parecería que a medida que vamos desarrollando el vínculo de amistad empiezan a sentir curiosidad por «ese algo» que nos hace diferentes. Pueden percibirlo, y al parecer disfrutan de nuestra compañía, pero aún siguen preguntándose la razón por la que se sienten tan atraídos a nosotros.
Como sin duda saben por experiencia propia, forjar relaciones con los demás como medio de testificación es un proceso gradual. Por lo general no podemos saber de antemano cual es la clave para llegar al corazón de una persona o cuándo la encontraremos. A menudo, ni nos damos cuenta del momento en que alguna palabra u observación aparentemente insignificante que expresemos sea lo que impulse a la persona unos pocos centímetros en su proceso hasta que finalmente llegue al punto crítico. Creo que cada paso es importante. La combinación de lo que se diga y haga, así como las elecciones de cada persona y la posición de su corazón determinan cómo, cuándo y dónde optarán por dar un paso más en pos de Jesús. Nuestra labor es estar ahí, en conexión con ellos y permitiendo al Señor que guíe nuestras conversaciones y acciones. Debemos estar preparados para darles el apoyo que les hará más fácil el proceso.
Si echan una mirada a su vida diaria, sea cual sea la situación en la que los haya puesto el Señor, creo que encontrarán a aquellos que están en una situación similar: son prisioneros de actitudes y mentalidades a la espera de alguien como ustedes que esté abierto a la guía del Señor y lleno de Su Espíritu. Lo único que se requiere es compartir lo que tengan, sea grande o aparentemente pequeño. Las llaves más pequeñas pueden abrir las puertas más imponentes con Su amor y verdad. Todo lo que tenemos que hacer es valernos de lo que tenemos donde estemos y Él se encargará del resto.
P.D.: Un pequeño punto de interés: En caso de que se pregunten si el relativamente extraño relato que el Señor menciona en Su mensaje a nosotros acerca de la prisión de papel maché, es un evento documentado. La siguiente es la información al respecto: La prisión quedaba en Fort Alcan, Columbia Británica, y los informes acerca de este descubrimiento fueron consignados en la edición del 9 de mayo de 1946 del periódico Alaska Highway News y de nuevo en la edición del 5 de octubre de 1946, del diario Spokane Daily Chronicle. A veces los hechos pueden ser más extraños que la ficción.
Traducción: Luis Azcuénaga y Antonia López.
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