Enviado por Peter Amsterdam
noviembre 19, 2013
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Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas[1].
Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos. Todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como Él quiere. Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo[2].
A Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos[3].
Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos[4].
Mirándolos Jesús, les dijo: «Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible»[5].
El octavo valor fundamental de La Familia Internacional es:
Innovación y diversidad. La creatividad y la iniciativa personal se valoran mucho en el servicio al prójimo y la labor misionera. Cuando Dios indica un camino y nosotros damos los correspondientes pasos para seguirlo, todo se vuelve posible.
La Familia Internacional acepta y abraza la diversidad en el servicio a los demás y las labores misioneras. En vez de instituir un modelo particular de servicio, LFI anima a sus afiliados por todo el mundo a ejercer la libertad que Dios les ha dado a fin de aprovechar las oportunidades que Él les presente, según lo que sea más aplicable a la cultura en la que se desenvuelvan.
En nuestra sociedad plural, en la que la inmigración global difumina las diferencias culturales, vemos la diversidad como un enfoque relevante y adecuado para satisfacer las necesidades del mundo; por consiguiente, estimulamos a nuestros afiliados a cultivar la tierra fértil de las nuevas ideas y las estrategias creativas. Felicitamos a todos los que siguen las indicaciones del Señor y aprovechan los dones y habilidades que les ha concedido el Espíritu Santo para llevar a cabo lo que Dios les ha encomendado.
El mundo cambia rápidamente; la información y los conocimientos aumentan de manera exponencial. Diríase que cada vez que volteamos la cabeza hay algún nuevo invento o producto, o algún método innovador para tratar los problemas del mundo de hoy. ¿Por qué habría de ser de otra manera en cuanto a la prédica del Evangelio y la difusión por todo el orbe del mensaje de Cristo? ¿No deberíamos también nosotros, que servimos al Señor, explotar nuestra creatividad y pedirle nuevas ideas y métodos vanguardistas que conduzcan a progresos mayores o más rápidos en la misión o que hagan que la gente de hoy pueda identificarse más con nuestro mensaje o nuestro enfoque?
Queremos estar en sintonía con los tiempos en que vivimos. Por eso le pedimos al Señor que nos lleve a descubrir tácticas modernas e innovadoras para diseminar más eficazmente el mensaje entre los perdidos dado el clima mundial de nuestra época.
Es animador que en muchos países estén apareciendo nuevos métodos para divulgar el Evangelio. Cuando ustedes se ven cara a cara con las necesidades de las personas por las que están orando y a las que se esfuerzan por manifestar el amor de Dios, es lógico que Él les inspire nuevas ideas. Él es un Dios vivo, un Dios de acción, revolucionario y poco convencional, y es más que capaz de indicarles una táctica distinta si eso es lo que hace falta para llevar el Evangelio a la gente de determinado lugar o cultura. Cada cultura requiere un enfoque distinto.
El apóstol Pablo nos exhortó a hacernos de todo a todos con el fin de salvar a algunos[6]. Nuestros afiliados tienen mucha experiencia en cuanto a valorar la importancia de integrarse en la cultura local y ser conscientes de los interrogantes, anhelos, sueños y penas de la gente de los lugares donde llevan a cabo su ministerio. Eso los convierte en biblias vivientes de cara a las personas necesitadas y los vuelve más eficaces.
Los integrantes de LFI han probado una amplia gama de métodos para difundir por el mundo el mensaje de Dios, por ejemplo:
Si el Señor les inspira una idea, los animamos a seguirla. Pruébenla. Vean qué tal resulta. Tal vez no sea tan eficaz como esperaban; pero ¿quién sabe?, tal vez sobrepase con mucho sus expectativas. Si no hacen la prueba, nunca lo sabrán.
Como escribió David:
Los pioneros deben tener amplios horizontes para ver lo que nadie más ve; fe para creer lo que nadie más cree; iniciativa para ser los primeros en intentarlo; y valor, ¡agallas para luchar hasta conseguirlo![7]
Dios no conduce a todo el mundo por la misma senda, así que respetamos y valoramos que Él guíe a nuestros colegas a realizar innovadores ministerios y los unja para ello. A veces un método o procedimiento de evangelización puede parecernos un poco extravagante, quizá no sea algo que haríamos nosotros personalmente; pero en múltiples ocasiones hemos sido testigos del maravilloso fruto que han dado ministerios poco convencionales, y estamos agradecidos por la fe y la obediencia que manifestaron nuestros compañeros al llevar a la práctica lo que Dios les mostró.
Claro que lo nuevo no es necesariamente mejor. Algunos de los métodos tradicionales de predicar el mensaje de LFI, cuya utilidad ha quedado demostrada a lo largo del tiempo, siguen siendo muy eficaces, como por ejemplo la distribución de revistas Conéctate y otros productos.
A la población de este vasto mundo hay que presentarle el mensaje de maneras muy diversas. Valoramos la amplia variedad de métodos y enfoques para predicar el Evangelio porque entendemos el valor de cada individuo que necesita oírlo.
LFI desea animar a sus afiliados a probar métodos distintos, aunque estos les exijan más o les resulten muy nuevos. Nunca se sabe el resultado que tendrá una iniciativa si no se experimenta. Si no hacemos caso de las indicaciones del Señor, es posible que desaprovechemos algunos métodos muy fructíferos de predicar el Evangelio.
Consideremos las siguientes dos situaciones hipotéticas: En la primera vemos brotar pequeños fuegos a nuestro alrededor. Están apenas comenzando, no son sino pedacitos encendidos de carbón. Pero como no estamos acostumbrados a ellos, no están en nuestra chimenea ni en nuestro asador, vamos corriendo y los apagamos con agua. Enseguida quedan sofocados los fuegos, nos alegramos de haber resuelto el problema y de tener la situación controlada y volvemos a nuestras actividades. Todo sigue como de costumbre.
En la otra imagen vemos varios equipos que están empezando pequeños fuegos aquí y allá. Al igual que los anteriores, estos al principio no son sin pedacitos encendidos de carbón. Pero como hay personas que se ocupan de esos fuegos y los avivan, al cabo de un rato se convierten en brillantes fogatas repartidas por la campiña, y la gente se congrega alrededor de las llamas para sentir el calor, cantar, alabar al Señor y disfrutar de la camaradería. Progresivamente llegan más personas para disfrutar de la escena, conocer a los componentes del grupo, calentarse con el fuego y participar del banquete preparado en el gigantesco asador.
La moraleja de estas dos imágenes verbales, con los que combaten los fuegos en una y los que los prenden en la otra, está clarísima, ¿no les parece? No le tengamos miedo al fuego de las nuevas ideas y tácticas solo porque nosotros personalmente no las hemos probado, o nadie las ha probado. Sigamos al Señor y veamos qué clase de luz, calor y alimento podemos llevar a los perdidos de nuestra parte del mundo.
2 Timoteo 1:6 dice: «Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti». Así que no confinemos a Dios. Nosotros estamos sujetos a restricciones y limitaciones naturales, pero Dios es capaz de mucho por ganar almas, y siempre se le están ocurriendo ideas y nuevos métodos. Él es espléndido, y Sus pensamientos están por encima de los nuestros, así que ponerse a Su servicio para llevar a cabo la misión es una aventura continua, siempre y cuando estemos dispuestos a ir por donde Él nos indique.
Cuando Dios les muestra que prueben algo nuevo y ustedes se comprometen y entran en acción, se colocan en situación favorable para disfrutar del cumplimiento de las promesas de Dios, una de las cuales es: «Para Dios todo es posible». El estar en sintonía con la voz de Dios y seguir Sus instrucciones los pone en un terreno en el que todo es posible. Puede que a veces haga falta una fe loca para atreverse a obedecer a Dios, pero Él premia esa fe.
Johann Wolfgang von Goethe, escritor, artista y político alemán, dijo: «Mientras uno no se compromete, hay vacilación, la posibilidad de echarse atrás. [Pero] en el momento en que uno se compromete de verdad, interviene también la Providencia. Se producen entonces toda suerte de sucesos favorables que de otra manera nunca hubieran ocurrido. De la decisión emana toda una serie de acontecimientos: surgen en nuestro favor todo tipo de incidentes, encuentros y asistencia material que eran imprevisibles, que nadie hubiera soñado que le pudieran suceder. Todo lo que puedas hacer, o que sueñes con hacer, empréndelo. La audacia encierra en sí genialidad, poder y magia. Empieza ya»[8].
Por supuesto, somos conscientes de que es posible que el Señor no les esté indicando que se dediquen por entero a Su servicio, lo cual probablemente limitará su disponibilidad. Es muy posible que ahora mismo se sientan llamados a estudiar, o que estén cuidando de su anciano padre o su anciana madre, o que tengan varios niños pequeños. Esas también son importantes obligaciones, y criar una familia les da la oportunidad de encaminar a los pequeños hacia Dios.
Si se encuentran con que disponen de muy poco tiempo para misionar y no pueden hacerlo tanto como les gustaría, tengan paciencia, tengan fe, sigan prestando oído a la voz del Señor y acepten seguirlo aunque Él solo les indique que den algunos pasitos. Y si Dios les ha mostrado que hagan algo y ustedes no tienen las dotes, los conocimientos o el tiempo que hacen falta, incluyan a otras personas que los ayuden. Formen un equipo. Así estarán creando oportunidades para otros que quieren colaborar. O bien pueden participar en un proyecto que ya esté en marcha. La Biblia dice en 1 Corintios que hay diversidad de dones, de funciones y de actividades, pero todos somos un cuerpo en Cristo.
Es posible que algunos ministerios tengan fruto evidente y progresos cuantificables, y otros no tanto, pues son de crecimiento lento. Lo importante es que ustedes sean fieles a lo que Dios les haya encomendado. Toma tiempo iniciar, desarrollar y consolidar una obra; no se logra el éxito de la noche a la mañana, y el fruto que permanezca que Él nos manda producir toma tiempo. Pero si trabajan diligentemente y tienen paciencia, es posible que el método o la idea que Dios les inspiró o la puerta que Él les abrió den lugar a una obra hermosa que lo glorifique.
Sobre el valor fundamental que estamos viendo hoy dice: «Cuando Dios indica un camino y nosotros damos los correspondientes pasos para seguirlo, todo se vuelve posible».
Para creer que todo es posible, nos hace falta fe, lo que María llamó fe en que Jesús actúa por medio de nosotros. Ella la describió de la siguiente manera:
Tener fe en nosotros mismos es tener fe en el Señor que está en nosotros. Hace falta humildad para admitir nuestra incapacidad y al mismo tiempo reconocer la capacidad del Señor para hacer cualquier cosa por medio de nosotros.
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»[9]. Se trata de permitir que la fortaleza del Señor se perfeccione en nuestra debilidad[10]. No hay que ponerle limitaciones al poder de Dios, pues para Él no hay nada imposible.
Es una fe apropiadora. Es dejar que el Señor se valga de nosotros como considere conveniente. Es confianza en Jesús, una combinación de confianza en el Señor y Su infalibilidad, y de fe para actuar según esa confianza[11].
La fe es un auténtico poder espiritual. Si están viviendo conforme a la voluntad de Dios y tienen una fe fuerte, pueden hacer cualquier cosa que Él les pida. ¡Sigamos, pues, a Dios y hagamos juntos grandes cosas!
[1] Eclesiastés 9:10.
[2] 1 Corintios 12:4–7,11,12.
[3] Efesios 3:20,21.
[4] 2 Timoteo 1:6.
[5] Mateo 19:26.
[6] 1 Corintios 9:22.
[7] David Brandt Berg, Montañeses, diciembre de 1969.
[8] Cita atribuida a Johann Wolfgang von Goethe y a otros. Según la Goethe Society of North America, se ha podido determinar que parte de la cita es de W. H. Murray y se publicó en The Scottish Himalaya Expedition, 1951, aunque está basada en una traducción de la obra de Goethe.
[9] Filipenses 4:13,
[10] 2 Corintios 12:9.
[11] María Fontaine, entrada en el blog HIM, agosto de 2008.
Leído por Gabriel García Valdivieso. Traducción: Jorge Solá y Antonia López.
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