Disciplinas espirituales: El ayuno

Enviado por Peter Amsterdam

marzo 18, 2014

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[The Spiritual Disciplines: Fasting]

La disciplina espiritual del ayuno es una que para mucha gente resulta difícil. Como muchos de nosotros, yo he ayunado varias veces, pero de eso hace años, incluso decenios. No he sido muy entusiasta de hacer ayunos; no obstante, luego de estudiar el tema el año pasado, resolví volver a intentarlo y me alegro de haberlo hecho. Durante el pasado año generalmente ayuné un día a la semana y además hice un ayuno de tres días. No soy ningún experto, pero estoy muy contento por lo que estoy aprendiendo y experimentando en ese sentido, pues he descubierto que es muy gratificador espiritualmente.

El ayuno del que trataremos en este artículo se limitará a la abstinencia de alimentos como está descrito en la Biblia. Este principio de abstinencia puede aplicarse a otras cosas aparte de la comida —por ejemplo, la televisión y otros medios de entretenimiento, la navegación recreativa por Internet, las redes sociales, el consumo de alcohol o el habla— con miras a enfocarse en asuntos espirituales. En el presente artículo, sin embargo, nos concentraremos en la abstinencia de alimentos.

Tanto en la época del Antiguo como del Nuevo Testamento, y en general durante muchos siglos de cristianismo, el ayuno era bastante habitual. La Biblia presenta distintos tipos de ayuno, que difieren entre sí según las comidas o el agua que se ingieren.

Tipos de ayuno

Un ayuno normal se refiere a aquel en que la persona se abstiene de todo alimento, mas no de agua. Es probable que cuando Jesús ayunó 40 días poco antes de emprender Su misión, se abstuvo de alimentos pero no de agua. Lucas nos dice: No comió nada en aquellos días, pasados los cuales tuvo hambre.[1] Mateo escribió: Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.[2] En ningún caso se menciona que Jesús tuvo sed, pero sí que no comió nada. Puesto que normalmente el cuerpo humano no puede funcionar más de tres días sin agua, es de suponer que en ese periodo tomó agua.[3]

El ayuno parcial atañe a aquel en que no se consumen ciertos tipos de alimentos, similar al que Daniel y sus tres compañeros solicitaron al jefe de la guardia: Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber.[4] Según esta definición, Juan el Bautista también se adhirió a un ayuno parcial, toda vez que limitó sus alimentos. Su comida era langostas y miel silvestre.[5] A lo largo de la historia del cristianismo, los creyentes se dedicaron a realizar ayunos parciales, tomando cantidades mucho más reducidas de alimentos o limitándose a consumir comidas simples.

Existen los denominados ayunos absolutos, durante los cuales no se consume ni alimento ni agua. Ester imploró a los judíos de toda Susa: Ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día.[6] Saúl, conocido posteriormente como el apóstol Pablo, observó también un ayuno absoluto luego de su encuentro con el Cristo resucitado.

Estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.[7]

La Biblia también habla de dos ayunos sobrenaturales. El escritor Donald Whitney lo explica así:

Existen dos casos de ello. Luego de su encuentro con Dios en el Monte Sinaí, Moisés escribió: «Estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua» (Deuteronomio 9:9). De I Reyes 19:8 se desprende que Elías pudo haber hecho lo mismo cuando se trasladó hasta el sitio donde Moisés realizó su ayuno milagroso: «Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con esa comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios». Para efectuar esos ayunos hizo falta la intervención sobrenatural de Dios en los procesos corporales. Por lo tanto, no son repetibles de no mediar un llamado explícito del Señor y Su provisión milagrosa.[8]

Si bien en la actualidad han habido cristianos que ayunaron durante cuarenta días, podría decirse que practicaron ayunos normales, en los cuales consumieron líquidos, contrastando con el ayuno sobrenatural practicado por Moisés y posiblemente por Elías.

La Escritura también se refiere a los ayunos congregacionales o asamblearios,[9] en los cuales los creyentes ayunan juntos con un fin determinado, y a los ayunos nacionales[10] en los que todo el país o todo el pueblo se abstiene de alimentos. El foco de este artículo serán los ayunos particulares o personales, a los que Jesús hizo alusión cuando dijo:

Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para no mostrar a los demás que estás ayunando, sino a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.[11]

En su mayoría, quienes practican hoy en día la disciplina espiritual del ayuno se abstienen de comida, pero no de agua —es decir, hacen un ayuno normal— y muchos lo hacen a solas, sin que se enteren otras personas —el ayuno particular—.

No hay en el Nuevo Testamento ningún mandamiento explícito que ordene ayunar a los cristianos; no es un requisito específico. Jesús, no obstante, aludió al ayuno dejando entrever cierta expectativa de que los creyentes lo practicaran. En el versículo citado anteriormente, Él dice: Cuando ayunes no pongas cara de circunstancias y cuando ayunes hazlo en secreto. Al referirse a la oración usó un lenguaje parecido:

«Cuando ores, no seas como los hipócritas […]. Tú, cuando ores […], ora a tu Padre que está en secreto […]. Y al orar no uséis vanas repeticiones, como los gentiles[…]».[12]

Empleó los mismos términos cuando habló de ayudar a los necesitados:

«Por eso, cuando socorras a algún necesitado, no lo pregones a bombo y platillo [...]. Cuando socorras a un necesitado, hazlo de modo que ni siquiera tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha».[13]

La frase cuando socorras implica que lo harás a veces.

Richard Foster lo expresó de la siguiente manera:

Hay en ello una suposición casi inconsciente de que la dadivosidad, la oración y el ayuno son todos elementos integrales de la devoción cristiana. No tenemos motivo para excluir el ayuno del grueso de la enseñanza [de Jesús] como tampoco excluiríamos la dadivosidad o la oración… Dicho esto, sin embargo, debemos comprender que esas palabras no constituyen un mandamiento. Jesús estaba dando instrucción sobre el ejercicio adecuado de un uso y una costumbre de Su época. No pronunció una sola palabra en el sentido de si era correcto practicarlo o si era una costumbre que debía continuarse. Por eso, aunque Jesús no dijo: «Si ayunas», tampoco dijo «Debes ayunar». Simplemente expresó: «Cuando ayunes».[14]

Cuando los discípulos de Juan Bautista preguntaron a Jesús por qué Sus discípulos no ayunaban, siendo que ellos y los fariseos sí lo hacían, Él les respondió:

—¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.[15]

Mientras Jesús estaba con ellos era época de fiesta y no de abstinencia.[16] Sin embargo, llegaría el momento en que Él se ausentaría; entonces Sus discípulos sí ayunarían. Si bien no hay mención de que Sus discípulos ayunaran mientras Él estaba con ellos, sí nos enteramos más adelante de que la Iglesia Primitiva ayunó después de Su ascensión.[17]

Nótese que cuando Jesús habló de dar dádivas a los necesitados en secreto, hacer plegarias en secreto y ayunar en secreto, se nos promete una recompensa.

Cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.[18] Tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.[19] Tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.[20]

A pesar de que el ayuno no es un mandato en el Nuevo Testamento, se trata de una disciplina espiritual que está al alcance de quienes deseen emplearla con el ánimo de emular a Jesús y crecer en devoción a Dios. Como ocurre con todas las disciplinas espirituales, el ayuno no es un medio de hacer méritos ante Dios ni de granjearse Su favor. No ayunamos con la intención de impresionar a Dios ni de conseguir lo queremos en algún asunto de nuestro interés ni de obtener Su aceptación. El amor y aceptación divinos ya se nos concedieron gracias al sacrificio de Jesús en la cruz.

Donald Whitney presentó ejemplos de distintas situaciones dentro del Antiguo Testamento que demuestran en qué momentos y por qué razones conviene ayunar. Aquí las expongo brevemente.

Para dar ímpetu a la oración

Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos.[21]

Volví mi rostro a Dios, el Señor, buscándolo en oración y ruego, en ayuno, ropas ásperas y ceniza.[22]

Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y Él nos fue propicio.[23]

Arthur Wallis escribió en su libro God’s Chosen Fast (El ayuno preferido por Dios):

El ayuno está calculado para conferir una nota de urgencia e importunidad a nuestras oraciones y dar fuerza a nuestras súplicas en la corte celestial. La persona que acompaña con ayuno sus oraciones notifica al cielo que está pidiendo en serio y con fervor [...]. No solo eso, sino que se expresa ese fervor mediante un acto dispuesto por Dios. Se está valiendo de un medio que Dios estableció para hacer oír Su voz en los cielos.[24]

Cuando se busca la guía divina

El ayuno puede ser eficaz cuando buscamos la voluntad de Dios antes de tomar decisiones o cuando le pedimos orientación. Un ejemplo de ello es el caso de los hijos de Israel que buscaron al Señor con oración y ayuno cuando querían averiguar si era voluntad de Él seguir peleando luego de sufrir devastadoras pérdidas durante dos días seguidos.

Todos los Israelitas y todo el pueblo subieron y vinieron a Betel y lloraron; y permanecieron allí delante del Señor y ayunaron ese día hasta la noche. Y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante del Señor. Los Israelitas consultaron al Señor [...], y Finees preguntó: «¿Volveré a salir otra vez a combatir contra los hijos de mi hermano Benjamín, o desistiré?» Y el Señor respondió: «Suban, porque mañana lo entregaré en tu mano».[25]

En épocas de profunda pena

Hay varios ejemplos bíblicos de ayuno y oración en respuesta al dolor sufrido por la muerte de una persona.[26] El ayuno también puede representar una reacción a la pena y remordimiento que se siente por el pecado, ya que es capaz de comunicar el dolor que albergamos por haber pecado contra el Señor. El ayuno no reporta el perdón de pecados, toda vez que el perdón es un regalo que obtenemos a través de la salvación. De todas maneras se nos exhorta a confesar nuestros pecados al Señor. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.[27] Ayunar no nos hace más dignos de perdón, pero sí puede expresar la pena y las confesiones que quizá no podamos comunicar con nuestras palabras.[28]

Cuando se busca liberación o protección

En todo el Antiguo Testamento figuran ejemplos de personas que hacían ayuno acompañado de oración cuando precisaban protección y liberación. En varias de esas ocasiones se realizaron ayunos congregacionales o a escala nacional, durante los cuales quienes corrían peligro imploraban protección al Señor.

Vinieron algunos y dieron aviso a Josafat: «Viene contra ti una gran multitud de más allá del mar, de Aram, y ya están en Hazezon Tamar, es decir, En Gadi». Josafat tuvo miedo y se dispuso a buscar al Señor, y proclamó ayuno en todo Judá. Y Judá se reunió para buscar ayuda del Señor; aun de todas las ciudades de Judá vinieron para buscar al Señor.[29]

Allí, junto al río Ahava, proclamé [Esdras] un ayuno para humillarnos delante de nuestro Dios y solicitar de Él un buen viaje para nosotros, para nuestros niños y para todos nuestros bienes. Pues tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendieran del enemigo en el camino, ya que le habíamos dicho al rey: «La mano de nuestro Dios está, para bien, sobre todos los que lo buscan; pero Su poder y Su furor contra todos los que lo abandonan». Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y Él nos fue propicio.[30]

Otro ejemplo es el de Ester que pide a los judíos de Susa que ayunen y recen antes de arriesgarse a morir por presentarse ante el rey sin previo aviso.[31]

Vemos también un episodio en que el Rey David ayuna y ora porque el pueblo hablaba con odiosidad contra él y le lanzaba acusaciones. Según parece, ayunó por un buen tiempo, pues dice que su cuerpo flaqueaba y languidecía por falta de alimento.

Señor, Dios mío, actúa en mi favor honrando Tu nombre; por Tu bondadoso amor, sálvame. Yo soy un pobre y desvalido, tengo desgarrado el corazón. Mis rodillas flaquean por el ayuno, mi cuerpo languidece privado de alimento.[32]

Cuando eres objeto de chismes, de falsas acusaciones, descrédito o persecución a causa de tu fe, puedes recurrir al Señor en oración y ayuno para pedir auxilio y liberación.

Para humillarse ante Dios

El ayuno puede ser una expresión física de humildad delante del Señor. David dijo en los Salmos: Me vestí con ropas ásperas; afligí con ayuno mi alma.[33] No nos es posible llegar a ser humildes por esfuerzo propio; no obstante, ayunando manifestamos al Señor que dependemos de Él y que sin Él somos débiles. Cuando ayunamos, tomamos conciencia de lo rápido que nos afecta la falta de alimento. Muchas veces nos sentimos fuertes y autosuficientes, por lo que puede ser una lección de humildad darnos cuenta de lo frágiles que somos realmente.

Para vencer la tentación y consagrarse al Señor

Quizá hay momentos en que enfrentamos tentaciones y necesitamos mayor fortaleza para superarlas. O a lo mejor tenemos algún pecado asediante que no logramos derrotar. Tal vez nos veamos frente a una decisión que nos reportará beneficios, pero que al mismo tiempo nos pondrá en una situación en que dedicaremos menos tiempo al Señor o nos expondrá a tentaciones. En momentos así el ayuno puede ayudarnos a vencer la tentación o renovar nuestra consagración al Señor. Jesús ayunó en el preámbulo de Su misión. Durante ese periodo superó todas las tentaciones que enfrentó. A raíz de ello fue investido del poder de Dios.[34]

Para expresar amor y reverencia a Dios

El ayuno se puede practicar para rendir devoción a Dios, como expresión del amor que sentimos por Él, en señal de gratitud por todo lo que ha hecho por nosotros y como acto de adoración y alabanza. Se puede hacer con el ánimo demostrarle que Él es más importante para ti que comer, que estás dispuesto a hacer de lado el placer e incluso la necesidad de alimentos con tal de fijar la atención en Él y manifestarle que te nutres en Su presencia.

Cuando se ayuna…

Como ya lo mencionamos anteriormente, no hay ningún precepto concreto que nos inste a ayunar; el ayuno es un asunto privado entre el Señor y tú. El acto de ayunar no te acarrea ningún mérito; no está concebido como baza para negociar con Dios ni como garantía de que Él contestará tus oraciones. Sin embargo, al igual que las otras disciplinas espirituales, te predispone para recibir bendiciones de Dios.

Si decides ayunar es aconsejable empezar por abstenerte de una comida o quizá de dos. Tal vez sea mejor no empezar tratando de ayunar por periodos de tres días o más. Se puede comenzar, por ejemplo, privándose primero del almuerzo, y la próxima vez absteniéndose del almuerzo y de la cena. Así uno entra en el ayuno justo después de comer y lo concluye con el desayuno del día siguiente, lo que significa que ayunó durante 24 horas. Con el tiempo se puede aumentar el grado: empezar a ayunar después de la cena y saltarse el desayuno, el almuerzo y la comida del día siguiente, rompiendo la abstinencia con el desayuno de la mañana después. En ese caso se trata de un ayuno de 36 horas, que puede resultar muy conveniente para quienes opten por ayunar con regularidad. Naturalmente que el ayuno tiene distintas variantes. Existen diversas maneras de empezar y de ir adquiriendo práctica. De modo que si decides hacerlo puedes experimentar con las distintas opciones para ver cuál te acomoda mejor.

Los ayunos más largos, de tres, cinco, diez y más días requieren un mayor conocimiento en cuanto al provecho que se espera sacar de ello, cómo mantenerse hidratado y las mejores fórmulas para concluirlo sin hacer daño al organismo. Si estás pensando en hacer un ayuno más largo, al final de este artículo enumeramos diversos sitios web que ofrecen conocimientos y consejos relevantes que conviene leer y seguir. Las personas que sufren de diabetes, de trastornos de salud en los que influye la dieta, las embarazadas o lactantes, los enfermos, débiles o convalecientes o quienes sufren de cualquier otra afección, probablemente no deben ayunar; en caso de que lo deseen, deben consultar antes con un médico. También debes informarte con un doctor en caso de que estés tomando medicamentos fuertes y pienses hacer un ayuno. Si abrigas cualquier duda con respecto a tu salud o si ayunar presenta algún riesgo para ti, asesórate de un médico. Los niños no deben abstenerse de comidas, aunque sí pueden privarse de comer postres o golosinas por un tiempo.

Tal vez no te sea posible privarte de una serie consecutiva de comidas por razones de trabajo, de salud u obligaciones familiares. En ese caso, otra opción puede ser saltarse una comida y quizá dedicar el tiempo que hubieras pasado ingiriéndola a orar, leer o por qué no, testificar. Otra posibilidad es que si en el trabajo sueles salir a comer, o si acudes a comer a restaurantes con cierta regularidad, resuelvas abstenerte de una comida a la semana y donar el dinero ahorrado para socorrer a algún necesitado.

Puede que ayunar te parezca un paso enorme; para mí lo fue. No obstante, a partir de mi vivencia puedo decir que me alegro de haber dado ese paso. Para mí practicar esta disciplina espiritual ha sido enriquecedor. No necesariamente puedo decir que los ayunos que he hecho hayan derivado en alguna bendición o compensación concretas, pero no es por eso que ayuno. No ayuno porque pretenda conseguir algo del Señor; lo hago porque lo amo y ese es un medio de expresarle ese amor y de que Él es primordial en mi vida. Cualquier bendición o resultado que obtenga es colateral y está completamente en manos del Señor. Cuando ayuno o practico cualquiera de las disciplinas espirituales me estoy comprometiendo a vivir de conformidad con la Palabra y naturaleza divinas. Mi deseo es hacer lo que pueda para parecerme más a Jesús, tener una relación más estrecha con Dios, esforzarme por vivir más en armonía con Su voluntad. Encuentro que eso de por sí es gratificador. Terminaré con una frase de Donald Whitney que expresa lo que he experimentado desde que comencé a ayunar.

Como todas las disciplinas espirituales, ayunar iza la vela del alma con la esperanza de experimentar los vientos de gracia del Espíritu de Dios. Pero el ayuno también añade una dimensión singular a tu vida espiritual y te ayuda a crecer en semejanza a Cristo.[35]

Enseguida algunos sitios web que informan sobre los aspectos físicos del ayuno y romper el ayuno:

http://ayunando.com/

http://www.ihopkc.org/about/fasting-guidelines-and-information/

http://viralchrist.com/spiritual-growth/prayer/1163-the-most-important-part-of-fasting-is-how-to-break-it


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos citados proceden de la Santa Biblia, versión Reina-Valera, revisión de 1995 (RVR 95), © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados.


[1] Lucas 4:2.

[2] Mateo 4:2.

[3] Whitney, Donald S., Spiritual Disciplines for the Christian Life (Colorado Springs: Navpress, 1991), 161.

[4] Daniel 1:12.

[5] Mateo 3:4.

[6] Ester 4:16.

[7] Hechos 9:9.

[8] Whitney, Spiritual Disciplines, 162.

[9] ¡Toquen la trompeta en Sión! Decreten un ayuno, convoquen una asamblea; congreguen al pueblo, santifiquen la asamblea, reúnan a los ancianos, junten a los niños, incluso a los que aún maman; salga de la alcoba el esposo y la esposa de su lecho nupcial (Joel 2:15,16, BLPH).

[10] Atemorizado, Josafat decidió consultar al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá. Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del Señor (2 Crónicas 20:3,4, NVI). V. también Nehemías 9:1, Ester 4:16 y Jonás 3:5-8.

[11] Mateo 6:17,18 (RVC).

[12] Mateo 6:5-7.

[13] Mateo 6:2, 3 (BLPH).

[14] Foster, Richard J., Celebration of Discipline (New York: HarperOne, 1998), 52–53.

[15] Mateo 9:15.

[16] Foster, Celebration of Discipline, 53.

[17] Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado». Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron (Hechos 13:2,3, NVI).

[18] Mateo 6:3,4.

[19] Mateo 6:6

[20] Mateo 6:17, 18.

[21] Nehemías 1:4.

[22] Daniel 9:3.

[23] Esdras 8:23.

[24] Wallis, Arthur, God’s Chosen Fast (Fort Washington, PA: Christian Literature Crusade, 1968), 42, tal como lo citó Donald S. Whitney en Spiritual Disciplines for the Christian Life (Colorado Springs: Navpress, 1991), 166.

[25] Jueces 20:26-28.

[26] 1 Samuel 31:12, 13; 2 Samuel 1:11,12; Jueces 20:25, 26.

[27] Juan 1:9.

[28] Whitney, Spiritual Disciplines, 169.

[29] 2 Crónicas 20:2-4 (NBLH).

[30] Esdras 8:21-23.

[31] Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, ayunad por mí y no comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo y mis doncellas ayunaremos, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca (Ester 4:16).

[32] Salmo 109:21, 22, 24 (BLPH).

[33] Salmo 35:13.

[34] Whitney, Spiritual Disciplines, 175.

[35] Whitney, Spiritual Disciplines, 180.

 

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