Disciplinas espirituales: Llevar un diario

Enviado por Peter Amsterdam

agosto 19, 2014

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[The Spiritual Disciplines: Journaling]

¿Te detienes con frecuencia a reflexionar sobre tu relación con Dios? ¿Hay momentos en que evalúas el vigor y la solidez de tu vida espiritual, los avances que has logrado en ella y tu desarrollo como discípulo de Jesús? ¿Meditas sobre lo que el Señor te ha mostrado o hablado en los últimos meses y eres capaz de decir si has cumplido las instrucciones que te dio? ¿Llevas un registro de las oraciones que Él respondió?

La mayoría tenemos bastante mala memoria, pues los hechos de hoy se suman a la plétora de recuerdos de ayer y del año pasado, que gradualmente se van perdiendo en los recovecos de la mente. A medida que pasan las semanas, meses y años, se vuelve cada vez más difícil recordar otra cosa que los sucesos más destacados. Lo que escribimos nos puede permitir rememorar nuestro recorrido por la vida de una forma significativa.

Si nos hemos comprometido a crecer espiritualmente, a volvernos más como Cristo y a ser más piadosos, la disciplina de llevar un diario puede resultarnos útil. Sirve para guardar un registro de detalles importantes de nuestra vida y desarrollo espiritual y de la evolución de nuestra relación con el Señor. Como toda disciplina espiritual, llevar un buen diario requiere dedicación y tiempo; pero vale la pena, dado que puede incrementar la eficacia de algunas de las otras disciplinas a las que nos hayamos comprometido[1].

¿En qué consiste llevar un diario?

Como disciplina espiritual, llevar un diario consiste en guardar un registro de nuestras interacciones con Dios. Puede incluir oraciones, peticiones de oración, preguntas y Sus respuestas. Uno si quiere puede anotar sus pensamientos y su interpretación de los pasajes de las Escrituras que ha estado leyendo, o lo que está aprendiendo con lo que lee, estudia o vive. Uno puede dejar constancia de los temas sobre los que le ha hablado el Señor. Puede apuntar detallitos, formas en que Dios le he manifestado Su amor a lo largo del día o de la semana. Puede anotar sus reflexiones devocionales. Viene bien para apuntar los progresos que uno ha hecho en las disciplinas espirituales que practica o en la consecución de cualquier objetivo espiritual al que aspire, pues ese registro puede ayudarlo a sentirse responsable de alcanzar las metas que se ha fijado. Sirve para ver hacia dónde va nuestra relación con Dios y constituye un cuaderno de bitácora de las incidencias de nuestra vida con Él, de cómo Él nos ha ido guiando y cómo hemos ido creciendo.

Un diario espiritual no debe confundirse con una enumeración de lo que nos ocurre cada día, aunque puede incluir descripciones de algunos sucesos. Esa clase de diario se centra más en la vida interior, en las experiencias espirituales que uno tiene, en lo que aprende en su relación con Dios y con Su Palabra y la aplicación de las Escrituras. No solo sirve de registro, sino también para reflexionar más a fondo sobre cómo obra el Señor en nuestra vida. Es donde podemos plasmar pensamientos y sentimientos sobre nuestras experiencias, cómo las interpretamos, cómo reaccionamos, su efecto en nosotros y lo que nos enseñan. Es donde anotamos nuestros interrogantes sobre los motivos por los que nos suceden ciertas cosas a nosotros o a los demás. Es estupendo para registrar las incidencias de nuestra relación con Dios, para ver Su intervención en nuestra vida y cómo se vale de nosotros en Su reino.

Con mucha frecuencia no sabemos bien cómo reaccionar ante lo que nos sucede o lo que sufren nuestros seres queridos, y terminamos cuestionando cómo es que el Señor no nos da respuestas o soluciones. Puede que pase bastante tiempo hasta que esos asuntos se resuelvan en el futuro, y llegado ese momento, es posible que ni nos demos cuenta. Sin embargo, si hemos puesto por escrito en nuestro diario nuestros pensamientos y preguntas, es más fácil que reconozcamos que Dios en efecto se encargó de resolver las situaciones que nos preocupaban.

Un diario es un intercambio entre nuestro auténtico ser y el Dios de la verdad. Al escribirlo, descubrimos cómo somos en realidad y sentimos la aceptación de quien nos ama incondicionalmente. Llevar un diario se convierte en una disciplina espiritual cuando nos valemos del lápiz y el papel para reforzar nuestra fe en Dios. […] Un diario puede ser una importante herramienta para volver más profunda nuestra vida espiritual, porque por su propia naturaleza nos conduce a más revelaciones sobre quiénes somos y quién es Dios en nuestra vida[2].

Beneficios de llevar un diario

Un beneficio fundamental de la disciplina de llevar un diario es que nos motiva a retirarnos con regularidad de nuestra agitada vida cotidiana para entrar a la presencia de Dios. Nos exige hacer un balance de nuestras vivencias y tratar de verlas con cierta perspectiva. El hacernos tiempo no solo para vivir, sino para pensar en nuestra vida en el contexto de nuestra relación con Dios y nuestra fe nos sirve para comprender más a fondo nuestras experiencias y reacciones y asimilar cómo está obrando el Señor en nuestra vida.

El diario es un registro de nuestros pensamientos y descubrimientos espirituales. Nos permite analizar nuestras experiencias desde cierta distancia y aprender de ellas, en vez de tan solo reaccionar en el momento. Eso contribuye a aclarar nuestras ideas y sentimientos.

Un diario de lo que hemos vivido y aprendido nos permite adquirir mayor conciencia de la presencia de Dios y de lo que nos ha enseñado a lo largo del tiempo. También sirve de recordatorio de lo que Dios nos ha dicho, de las veces en que nos ha dado orientación, ha acudido en nuestro auxilio, nos ha respondido o ha resuelto situaciones complicadas. Tal registro puede reforzar nuestra fe en que hará lo mismo en el presente y en el futuro.

A mí me ha servido especialmente para reconocer la presencia de Dios en mi vida. Se me olvidan con mucha facilidad las oraciones que ha respondido y las veces en que ha resuelto problemas que me acuciaban. Cuando repaso mi diario me doy cuenta de lo presente que está Dios, de cómo me cuida y participa en mi vida.

El hacer anotaciones frecuentes en un diario y dejar constancia de nuestras reacciones ante las experiencias que hemos tenido puede conducirnos a una introspección más profunda, en la que dejemos que el Espíritu Santo nos muestre aspectos en los que estamos pecando o en los que tenemos que mejorar. Un diario nos permite observar patrones de conducta que de otra manera no notaríamos. Repasar lo que escribimos tres, seis o doce meses antes nos permite analizar con mayor objetividad lo que ocurrió, identificar más fácilmente los objetivos alcanzados y los avances realizados en un área determinada y decidir en qué aspectos queremos concentrarnos. Puede impulsarnos a hacer los progresos que nos hemos propuesto en nuestra relación con Dios.

Un diario es un buen lugar donde apuntar los pasajes de las Escrituras que hemos leído y en los que estamos meditando. Eso hace que nuestros pensamientos cristalicen y además queden registrados, lo cual realza el efecto de lo que leemos y estudiamos para alimentar nuestro espíritu. El hacer anotaciones en el diario durante nuestros ratos de lectura nos lleva a adoptar una actitud expectante y receptiva, magnífico estado para recibir los mensajes, instrucciones o enseñanzas que Dios quiera comunicarnos.

En un diario podemos dirigirnos al Señor y sincerarnos con Él y con nosotros mismos. Sirve para que nos desahoguemos, confesemos nuestros temores, frustraciones, inseguridades y disgustos, y también apuntemos nuestros triunfos, metas y oraciones, todo el espectro de emociones y pensamientos. Es un medio de comunicarle esas cosas a Dios en el momento en que las estamos viviendo, y nos permite reconsiderar situaciones, si es preciso, para reflexionar más sobre ellas y aprender.

Un diario nos permite llevar un registro de las oraciones específicas que Dios ha respondido, las cuales se olvidan fácilmente si no se anotan. Él contesta muchísimas oraciones a lo largo de nuestra vida, de las que nosotros recordamos comparativamente muy pocas. El poder repasar las maravillas que ha hecho Dios en el transcurso de los años en respuesta a nuestras oraciones puede inspirarnos gratitud y admiración, y es un hermoso testimonio de Su presencia en nuestra vida. Puede infundirnos más fe para acudir a Él una y otra vez en momentos de angustia.

Si apuntamos en el diario nuestros objetivos espirituales y los releemos frecuentemente, podemos ir evaluando los progresos que logramos en esas áreas. Puede servir para recordarnos lo que nos hemos comprometido a hacer con el fin de volvernos más como Cristo. Nos puede ayudar a sentirnos responsables de priorizar y alcanzar nuestras metas espirituales.

Así describe una persona los beneficios de llevar un diario:

Al principio me costó. Me sentía cohibido. Temía perder el diario o que alguien fisgara en él y viera lo que había anotado. Pero poco a poco aquella cohibición fue desvaneciéndose y comencé a escribir en el diario cada vez más pensamientos de los que inundaban mi espíritu. En él quedaron registradas palabras que describían mis sentimientos, mi temor y mi sensación de debilidad, mis esperanzas y mis descubrimientos sobre el rumbo por el que Cristo me estaba guiando. Cuando me sentía vacío o derrotado, también hablaba de ello en mi diario. Poco a poco fui comprendiendo que el diario me estaba ayudando a asumir una parte enorme de mi personalidad interior sobre la cual jamás había sido totalmente sincero. Los miedos y las luchas indefinidos dejaron de tener cabida en mí; afloraron y pude hacerles frente[3].

Formas de llevar un diario

La mejor forma de llevar un diario es una que te resulte práctica. A algunos les gusta tener un libro de tapas duras y hojas en blanco o pautadas; otros optan por un cuaderno de espiral; otros escriben en hojas sueltas de una agenda de anillas, que no les cuesta nada llevar consigo y colocar en la agenda al final del día. Muchos prefieren guardar su diario en la computadora o en un dispositivo móvil, quizá con la posibilidad de imprimir páginas más adelante y colocarlas en un archivador. Se pueden emplear varios métodos, según las circunstancias. Algunos que usan dispositivos electrónicos durante el día prefieren escribir su diario a mano, porque así les resulta más fácil aislarse del mundo y establecer conexión con el Señor.

Algunos escriben en su diario todos los días, otros cada pocos días, otros una vez a la semana. No hay norma alguna sobre cuánto es necesario escribir. No obstante, si has comenzado un diario y has visto que te da flojera, o sabes que tienes tendencia a dejar las cosas para otro día, considera la posibilidad de comprometerte a escribir como mínimo una frase al día. Si haces eso, es probable que esa frase conduzca a otra y que termines escribiendo un párrafo o dos.

Tu diario es algo íntimo. Es para que te comuniques contigo mismo y con Dios de una manera segura y privada, sin preocuparte por lo que otros puedan pensar de tus pensamientos y sentimientos. Es para que escribas lo que hay en tu corazón y en tu mente, la realidad, la verdad. Puedes ser franco contigo mismo y con el Señor. No tengas miedo de apuntar lo que de veras sientes y piensas, tus temores, inquietudes y preocupaciones. El poner esas cosas por escrito delante del Señor puede ayudarte y liberarte, pues sabes que Él te ama.

Tal como sucede con las demás disciplinas espirituales, para beneficiarte a largo plazo de llevar un diario tienes que comprometerte a no dejar de hacerlo cuando pase la novedad, como indudablemente ocurrirá. Los beneficios de llevar un diario son el premio que alcanzan los que perseveran. Muchas personas atestiguan que su diario se ha convertido en un medio adicional de comunicarse con el Señor, de conocerse más a fondo, de crecer espiritualmente y de fortalecer su relación con Dios.


[1] Diversas partes de este artículo se inspiran en Spiritual Disciplines for the Christian Life, de Donald S. Whitney(Colorado Springs: Navpress, 1991).

[2] Anne Broyles, Journaling: A Spiritual Journey (Nashville, EE. UU.: Upper Room Publishers, 1995), 11.

[3] Gordon MacDonald, Ponga orden en su mundo interior (Grupo Nelson, 2006), 126.

 

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