Por espejo, oscuramente

Enviado por María Fontaine

diciembre 13, 2014

«Algunos pensamos: “¡Si yo hubiera estado allí! Me habría apresurado a ayudar a ese Niño. Habría lavado Su ropa de cama. ¡Alegremente habría acompañado a los pastores a ver al Señor en el pesebre!” Sí, lo haríamos. Decimos eso porque sabemos lo grande que es Cristo, pero si hubiéramos estado allí en aquella época, no habríamos sido mejores que los habitantes de Belén. […] ¿Por qué no lo hacemos ahora? En nuestro prójimo tenemos a Cristo».  Martín Lutero

La Biblia nos dice que vemos por espejo, oscuramente. Eso hace referencia a nuestra capacidad limitada para entender completamente las realidades espirituales del Cielo. Sin embargo, creo que nuestra percepción limitada de las realidades espirituales también afecta nuestra capacidad de entender plenamente el corazón de otras personas que conocemos en este mundo y que vemos ahora en nuestra vida cotidiana. En muchos casos, no vemos a otros como Jesús los ve. Tampoco los vemos como los amados del Señor, por quienes Él habría pagado cualquier precio, aunque se tratara de una sola persona. Jesús ve en ellos el hermoso espíritu que Él ha creado y ve lo que pueden llegar a ser por medio de Él.

Muchas veces vemos a las personas y nos fijamos en los defectos —en cosas como la ira, el egoísmo, el orgullo o una aparente falta de motivación— en vez de la tristeza, el sufrimiento y la desesperanza que combaten. Vemos la apariencia exterior, que parece desafiante, rebelde, en vez de la gran necesidad de una persona perdida y solitaria que anhela esperanza y el apoyo que podríamos ofrecerle. En muchos casos, no notamos la chispa eterna de vida, esa parte de Dios que arde en su interior con la misma certeza que brilla en nuestro corazón.

Cuando pensemos en el humilde establo de Belén, recordemos que actualmente hay multitudes de establos donde viven incontables personas. Por medio de ti, Cristo —el niño—, puede estar allí y hacer brillar Su luz en esa oscuridad.

Jesús quiere que veamos lo que hay debajo de circunstancias, situaciones y apariencias externas, a fin de que veamos el corazón de quien quiere conocer la verdad. Quiere que veamos a esas personas con los ojos del Espíritu, como seres humanos inestimables por quienes Él murió y que anhela bendecir con Su paz y salvación. Nos pide que nos acerquemos a quienes tienen tristeza, depresión y desesperanza, de modo que Él haga brillar Su vida y amor en el corazón de ellos.

Jesús se dirigió a nosotros y nos hizo entrar a Su reino. María vio más allá de las circunstancias del establo a fin de ver las promesas del ángel y el regalo de Dios para la humanidad que se hacía realidad delante de sus ojos. ¡La multitud de ángeles vio la realidad detrás del humilde principio del Hijo de Dios en la Tierra y los cielos no pudieron contener su regocijo!

Dejemos que Su brillo alumbre nuestra percepción terrenal oscura, de modo que veamos a los que Él nos pide que amemos y cuidemos. Jesús vio más allá de nuestro caparazón de humanidad y se acercó para llevarnos al esplendor de Su Espíritu. ¿Pondrás atención? ¿Y luego irás a atender y darás como nos enseñó aquel bebé, el Hijo de Dios que se hizo carne? ¿Haremos menos que aquel que lo dio todo por nosotros?

 

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