Enviado por Peter Amsterdam
marzo 7, 2017
[Jesus—His Life and Message: The Son of Man]
A lo largo de los cuatro Evangelios, Jesús emplea numerosas veces el término «Hijo del hombre». Dado que lo usa con frecuencia, conviene entender su procedencia y significado. Tal es el propósito de este artículo.
Jesús utilizó esa expresión para aludir a Su origen celestial, Su misión terrenal y Su futuro regreso. Aparte del nombre Jesús, es el término más usado en los Evangelios para referirse a Él. Jesús lo empleó 81 veces para aludir indirectamente a Sí mismo (30 veces en Mateo, 14 en Marcos, 24 en Lucas y 13 en Juan). También aparece otras 4 veces en el resto del Nuevo Testamento. En Hechos 7:56, Esteban, justo antes de su martirio, dice: «Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios». Hebreos 2:6[1] cita el Salmo 8:4 y lo aplica a Jesús; y en Apocalipsis 1:13 y 14:14 se habla de uno «semejante al Hijo del hombre», en clara referencia al Jesús resucitado y glorificado[2]. En los Evangelios, el término solo aparece en boca de Jesús, salvo en Juan 12:34, donde la gente le repite a Jesús lo que acaba de decir y le pregunta a quién se refiere, y en Lucas 24:7, donde el ángel cita palabras de Jesús.
Durante siglos, los estudiosos de la Biblia han escrito comentarios sobre ese título de Jesús. Cierto autor escribió: «Es el título que más se investiga, y la literatura sobre el tema es extensísima, por decir lo menos»[3]. Si bien existen distintas opiniones sobre su significado, en este artículo me centraré en la definición considerada por muchos maestros como la más exacta. Quien esté interesado en conocer las muchas otras interpretaciones que hay puede investigarlas en Internet y en la literatura impresa.
La expresión «Hijo del hombre» (en griego huios tou anthropou) es traducción del término arameo bas nasha y del hebreo ben adam. En el Antiguo Testamento, el término aparece en los Salmos, en Ezequiel y en Daniel. El Salmo 80:17 es un pasaje en que la expresión «hijo del hombre» es sinónima de «ser humano»:
Sea Tu mano sobre el varón de Tu diestra, sobre el hijo de hombre que para Ti afirmaste.
En Ezequiel el término aparece 93 veces. Dios lo emplea como tratamiento al dirigirse a Ezequiel, como en este ejemplo:
Tú, hijo de hombre, tómate un adobe, ponlo delante de ti y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén[4].
Entre los estudiosos hay consenso sobre el hecho de que el uso del título en los Evangelios no deriva de su uso en los Salmos o en Ezequiel, sino de su uso en el libro de Daniel. En Daniel 7:13,14 dice:
Miraba yo en la visión de la noche, y vi que con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre; vino hasta el Anciano de días, y lo hicieron acercarse delante de Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieran; Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y Su reino es uno que nunca será destruido.
En este pasaje, la expresión «uno como un hijo de hombre», con el significado de «ser humano», no se emplea como título. Sin embargo, esos versículos constituyen el mejor contexto para entender el uso que Jesús en los Evangelios le dio al término, como título y forma de referirse a Sí mismo, dado que muchas veces dijo cosas que guardan cierta semejanza con Daniel 7:13,14, como:
Verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria[5].
Veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo[6].
Cuando el Hijo del hombre venga en Su gloria y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en Su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos[7].
Hay otros pasajes de los Evangelios que muestran que Jesús conocía bien Daniel 7. Por ejemplo, Daniel 7:18 reza:
Los santos del Altísimo recibirán el reino y poseerán el reino para siempre, por los siglos de los siglos[8].
Daniel 7:27 dice:
Que el reino, el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo sean dados al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios lo servirán y obedecerán.
Algunas cosas que dijo Jesús hacen pensar en los anteriores versículos:
No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino[9].
De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de Su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel[10].
Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en Mis pruebas. Yo, pues, os asigno un Reino, como Mi Padre me lo asignó a Mí, para que comáis y bebáis a Mi mesa en Mi Reino y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel[11].
A pesar de que en Daniel 7:13 la expresión «hijo de hombre» no tiene valor de título, da la impresión de que Jesús la empleó para aludir indirectamente a Su mesianidad. Teniendo en cuenta que en Daniel no se usa para referirse al Mesías, ¿cómo es que Jesús la empleó para referirse a Sí mismo, a menudo de una manera poco clara? Quizá porque en la Palestina del siglo I era muy peligroso declararse el Mesías. Los judíos de la época de Jesús se imaginaban al Mesías que había de venir como un libertador, que derrotaría a los romanos y liberaría su país. Cualquiera que pretendiera ser el Mesías se constituía, por tanto, en una amenaza política para Roma.
Aunque el propio Jesús no adoptó un enfoque político, si hubiera declarado públicamente ser el Mesías Sus paisanos judíos y también los funcionarios romanos habrían interpretado el hecho como un desafío a la autoridad de Roma. Por consiguiente, a la mayor parte de la población Él no le reveló Su mesianidad. Cuando les preguntó a Sus discípulos quién creían ellos que Él era, «Pedro le dijo: “Tú eres el Cristo”. Pero [Jesús] les mandó que no dijeran esto de Él a nadie»[12]. ¿Por qué? Probablemente porque era peligroso.
Cuando se llamaba a Sí mismo en público «el Hijo del hombre», los oyentes debían de entender que se refería indirectamente a Sí mismo. Por ejemplo, cuando dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar Su cabeza»[13], la gente debía de entender que quería decir: «No tengo donde recostar Mi cabeza». Una vez que Sus discípulos cayeron en la cuenta de que Él era el Mesías, debieron de comprender asimismo que «el Hijo del hombre» era un título mesiánico, por varias cosas que les dijo Él en privado y que indicaban a qué se refería con ese título. (Más abajo se explica esto con mayor detalle.) En cambio, los que no formaban parte de ese círculo interno debían de entender esa expresión como una circunlocución para decir «yo», sin relacionarla con el hecho de que Jesús fuera el Mesías.
Es interesante notar que, aunque son muchísimas las ocasiones en que Jesús se llamó a Sí mismo «el Hijo del hombre»[14], solo en once pasajes acepta que se le dé el título de Cristo (Mesías). Veamos algunos ejemplos:
El sumo sacerdote le dijo: «Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si eres Tú el Cristo, el Hijo de Dios». Jesús le dijo: «Tú lo has dicho»[15].
Él les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Respondiendo Pedro, le dijo: «Tú eres el Cristo»[16].
Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado[17].
Le dijo la mujer: «Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando Él venga nos declarará todas las cosas». Jesús le dijo: «Yo soy, el que habla contigo»[18].
En los Hechos de los Apóstoles y en las Epístolas el título «Hijo de hombre» se emplea apenas un puñado de veces, frente a las más de 450 en que se utiliza el de «Cristo». Este último se usa tan a menudo que ha llegado a ser parte del nombre de Jesús en la forma «Jesucristo»[19]. Como el título «Hijo de hombre» fue utilizado exclusivamente por Jesús para referirse a Sí mismo, nunca se convirtió en un nombre por el que otras personas se refirieran a Él; por consiguiente, no desempeñó papel alguno en las declaraciones doctrinales de la iglesia primitiva, a diferencia de «Cristo», «Señor» o «Hijo de Dios». Salvo unas pocas excepciones, fue utilizado únicamente por el propio Jesús.
A lo largo de los Evangelios, Jesús lo utilizó de diversas maneras, con frecuencia al hablar de ciertos temas concretos, como los siguientes:
En el Evangelio de Marcos, Jesús se llama a Sí mismo el Hijo del hombre al hablar de Su autoridad para perdonar pecados y Su señorío sobre el sábado.
Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—…[20]
El Hijo del hombre es Señor aun del sábado[21].
En principio tal autoridad le correspondería solo a Dios o a alguien autorizado por Él[22].
En Marcos, Jesús también habla del inminente sufrimiento, muerte y resurrección del Hijo del hombre, explicando lo que ha de suceder conforme a las Escrituras:
Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días[23].
Mientras descendían del monte, les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos[24].
Enseñaba a Sus discípulos, y les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y lo matarán; pero, después de muerto, resucitará al tercer día»[25].
Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles[26].
El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por todos[27].
Hay pasajes en Marcos que hablan de un futuro regreso del Hijo del hombre para reunir a Sus escogidos y rechazar a los que se hayan avergonzado de Jesús.
Verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria[28].
El que se avergüence de Mí y de Mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de Su Padre con los santos ángeles[29].
En Mateo dice que el Hijo del hombre vendrá inesperadamente y también que juzgará a todas las personas.
Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre[30].
No entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre[31].
También vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis[32].
El Hijo del hombre vendrá en la gloria de Su Padre, con Sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras[33].
En el Evangelio de Lucas hay pasajes similares en los que se menciona al Hijo del hombre con referencia al regreso de Jesús.
En Juan hay referencias a la pasión y resurrección de Jesús bastante similares a las de los otros Evangelios. Él emplea también el término de otras maneras que los demás evangelistas. Por ejemplo, lo usa con la palabra levantado, que puede entenderse como «levantado en la cruz» o «exaltado».
Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna[34].
Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que Yo soy y que nada hago por Mí mismo, sino que, según me enseñó el Padre, así hablo[35].
Le respondió la gente: «Nosotros hemos oído que, según la Ley, el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices Tú que es necesario que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?»[36]
Juan habla también de la glorificación del Hijo del hombre.
Jesús les respondió diciendo: «Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado»[37].
Entonces, cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en Él»[38].
El Hijo del hombre tiene autoridad para juzgar y dar vida eterna; descendió del Cielo y volvió a ascender a él.
[El Padre] le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre[39].
Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre, porque a este señaló Dios, el Padre[40].
Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre[41].
En el Evangelio de Juan, el título de «Hijo del hombre» se considera equivalente al de «Hijo de Dios». Alude a Su divinidad, preexistencia, origen celestial, autoridad divina y gloria.
Jesús empleó el título de «Hijo de hombre» para referirse a Sí mismo hasta que llegó el momento de revelar más públicamente que Él era el Mesías. Era un término que le permitía dar a entender a Sus seguidores Su misión y Su exaltada posición como Hijo de Dios, y al mismo tiempo presentarse humildemente, en vez de autodenominarse Mesías o Hijo de Dios, lo cual le habría acarreado problemas mucho antes en Su vida pública. Tras Su resurrección y ascensión al Cielo, mantener en secreto Su identidad ya no tenía sentido, así que no había necesidad de llamarlo Hijo del hombre. Sus discípulos lo llamaron entonces Señor, Cristo (Mesías) o Hijo de Dios.
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
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[1] Dios no puso el mundo venidero, del cual estamos hablando, bajo la autoridad de los ángeles. Como alguien testificó en cierto lugar: «¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que lo tengas en cuenta? Lo hiciste un poco menor que los ángeles; lo coronaste de gloria y de honra, y lo pusiste sobre las obras de Tus manos; todo lo sujetaste debajo de sus pies». Así que, si Dios puso todas las cosas debajo de sus pies, entonces no dejó nada que no esté sujeto a él. Sin embargo, todavía no vemos que todas las cosas le estén sujetas. Lo que sí vemos es que Jesús, que fue hecho un poco menor que los ángeles, está coronado de gloria y de honra, a causa de la muerte que sufrió. Dios, en Su bondad, quiso que Jesús experimentara la muerte para el bien de todos (Hebreos 2:5–9 [RVC]).
[2] James C. DeYoung, en Elwell, Baker Encyclopedia of the Bible, 1983–1984.
[3] Stein, The Method and Message of Jesus’ Teachings, 136.
[4] Ezequiel 4:1.
[5] Marcos 13:26.
[6] Marcos 14:62.
[7] Mateo 25:31,32.
[8] NBLH.
[9] Lucas 12:32.
[10] Mateo 19:28.
[11] Lucas 22:28–30.
[12] Marcos 8:29,30.
[13] Mateo 8:20.
[14] Stein, The Method and Message of Jesus’ Teachings, 148.
[15] Mateo 26:63,64. (También Marcos 14:61,62.)
[16] Marcos 8:29. (También Lucas 9:20,21.)
[17] Juan 17:3.
[18] Juan 4:25,26. (Otros pasajes son Mateo 23:10; 24:5; Marcos 9:41.)
[19] Stein, The Method and Message of Jesus’ Teachings, 148.
[20] Marcos 2:10.
[21] Marcos 2:28.
[22] I. H. Marshall, «Son of Man», en Green y McKnight, Dictionary of Jesus and the Gospels, 775–781.
[23] Marcos 8:31.
[24] Marcos 9:9.
[25] Marcos 9:31.
[26] Marcos 10:33.
[27] Marcos 10:45.
[28] Marcos 13:26.
[29] Marcos 8:38.
[30] Mateo 24:37.
[31] Mateo 24:39.
[32] Mateo 24:44.
[33] Mateo 16:27.
[34] Juan 3:14,15.
[35] Juan 8:28.
[36] Juan 12:34.
[37] Juan 12:23.
[38] Juan 13:31.
[39] Juan 5:27.
[40] Juan 6:27.
[41] Juan 3:13.
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