Enviado por Peter Amsterdam
junio 27, 2017
[Jesus—His Life and Message: Miracles (Part 12). Casting Out Demons (Part 2)]
En los Evangelios sinópticos[1] se mencionan diversas oportunidades en que Jesús echó fuera demonios. Los exorcismos constituyeron una parte importante de Su ministerio de «pregonar libertad a los cautivos y […] poner en libertad a los oprimidos»[2]. Los Evangelios contienen varias frases generales que muestran que Jesús expulsó demonios en muchos lugares y ocasiones.
Predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios[3].
Sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios[4].
Le llevaron muchos endemoniados, y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos[5].
Libró a hombres, mujeres y niños de las ataduras de Satanás[6]. Además dio a Sus discípulos autoridad sobre los demonios.
Llamando a Sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus impuros, para que los echaran fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia[7].
El primero de los dos exorcismos que estudiaremos en esta serie figura en los tres Evangelios sinópticos. En cada caso, el pasaje está situado justo después del de la transfiguración de Jesús, ocasión en que Él tomó a tres de Sus discípulos, se los llevó a un monte, y allí una luz radiante emanó de Su cuerpo[8]. Los demás discípulos se quedaron abajo. Cuando Jesús y los que lo acompañaban volvieron a donde ellos estaban, «vieron una gran multitud que los rodeaba, y a unos escribas que discutían con ellos. Enseguida, cuando toda la multitud vio a Jesús, quedó sorprendida, y corriendo hacia Él, lo saludaban. “¿Qué discuten con ellos?”, les preguntó. Y uno de la multitud le respondió: “Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo, y siempre que se apodera de él, lo derriba, y echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo. Dije a Tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no pudieron”»[9]. A pesar de haber expulsado demonios con éxito en otras situaciones, esta vez, por algún motivo, no lo habían conseguido.
Teniendo en cuenta la descripción de los síntomas del muchacho, muchos biblistas consideran que padecía epilepsia. Sin embargo, por lo que el padre dice a continuación nos enteramos de que el demonio «muchas veces lo arroja al fuego o al agua, para matarlo»[10], lo cual ya excede los efectos de la epilepsia.
Jesús les responde:
¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo[11].
Aquí Jesús se dirige tanto a los discípulos como a la muchedumbre. Expresa exasperación ante su falta de fe. No está claro si se refiere a la falta de fe del padre o de los discípulos. Justo antes de esto se ha transfigurado en la montaña, y Pedro, Jacobo y Juan no han sabido entender la significación de ese hecho; ahora, al bajar, se encuentra con que los otros nueve discípulos han sido incapaces de expulsar un demonio, aunque ya lo habían hecho en otras ocasiones.
Jesús manda que le traigan al muchacho.
Se lo trajeron, y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, que cayó al suelo revolcándose y echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?» Él dijo: «Desde niño. Y muchas veces lo arroja al fuego o al agua, para matarlo»[12].
Triste situación. El muchacho ha padecido esa aflicción desde su infancia, y el demonio se ha propuesto matarlo quemándolo o ahogándolo. Al ver a Jesús, el espíritu malo se pone violento; pero a diferencia de otros exorcismos realizados por Jesús, en que el demonio habló o gritó[13], en este caso el demonio no dice nada, probablemente porque una de las maneras en que se manifestaba la posesión era por la mudez. La cantidad de tiempo que ha sufrido el muchacho esta aflicción y los efectos de la posesión muestran lo fuerte que es este demonio en particular. Por otra parte también queda en evidencia la superioridad de la autoridad espiritual de Jesús.
El padre le dice a Jesús:
Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos[14].
Es posible que, como los discípulos no han sido capaces de expulsar al demonio, el padre no esté seguro de que Jesús vaya a poder. Por eso dice: «Si puedes, ayúdanos». Las primeras palabras de la respuesta de Jesús, «¿Cómo que “si puedes”?»[15], muestran Su sorpresa ante el hecho de que el padre piense que pudiera no ser capaz. A continuación dice: «Para quien cree, todo es posible». Emplea una hipérbole con valor enfático: lo de «todo» es una exageración con la que hace hincapié en la importancia de tener fe.
El padre lo capta:
Inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: «Creo; ayuda mi incredulidad»[16].
El padre no tiene mucha fe, pero le pide a Jesús que le ayude a tener la suficiente para que su hijo se cure.
Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu impuro, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, Yo te mando que salgas de él y no entres más en él»[17].
El hecho de que Jesús se ponga en acción al ver acercarse a la muchedumbre parece indicar que prefiere que la curación del muchacho no llame mucho la atención. Lo mismo ocurre en numerosas otras curaciones[18]. Para mandarle al demonio que se vaya, Jesús se dirige a él y le da dos órdenes: que salga del chico y que nunca vuelva a entrar en él. Al incluir la orden de que nunca más entre en él, Jesús está indicando que cabe la posibilidad de que un demonio vuelva a entrar en una persona que ha sido exorcizada. En otro pasaje de los Evangelios dice: «Cuando el espíritu impuro sale del hombre, anda por lugares secos buscando reposo, pero no lo halla. Entonces dice: “Volveré a mi casa, de donde salí”. Cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entran y habitan allí; y el estado final de aquel hombre viene a ser peor que el primero»[19].
Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndolo con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: «Está muerto». Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo enderezó; y se levantó[20].
Aunque al parecer el demonio no ha hecho caso de las órdenes de los discípulos para que saliera, cuando Jesús se lo manda se ve obligado a obedecer. Algunos comentaristas de la Biblia piensan que tal vez el muchacho llegó a morir y Jesús lo resucitó, dado que el texto es similar al del pasaje en que Jesús sana a la hija de Jairo:
Tomándola de la mano, clamó diciendo: «¡Muchacha, levántate!»[21]
Sin embargo, la mayoría considera que el chico probablemente se desvaneció a consecuencia de aquella terrible experiencia, teniendo en cuenta que dice: «Él quedó como muerto».
Cuando Jesús entró en la casa, Sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Jesús les respondió: «Estos demonios no salen sino con oración»[22].
Antes en el Evangelio de Marcos, así como en el de Lucas, dice que después que Jesús dio a los discípulos autoridad para expulsar demonios, ellos «echaban fuera muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban»[23]. «Regresaron los setenta con gozo, diciendo: “¡Señor, hasta los demonios se nos sujetan en Tu nombre!”»[24]. Jesús había conferido a Sus discípulos autoridad para expulsar demonios en Su nombre. En las instrucciones que previamente les había dado no dijo nada de que tuvieran que orar; para expulsarlos bastaba con que les dieran una orden con la autoridad de Su nombre. Ninguna de las veces en que los discípulos echaron fuera demonios hay mención alguna de que oraran antes del exorcismo.
Los discípulos están sorprendidos de no haber podido expulsar a este, y no entienden el motivo. Jesús aclara que en algunos casos no basta con dar una orden al demonio con la autoridad de Su nombre, sino que es preciso invocar la ayuda de Dios mediante la oración. (La versión Reina-Valera 1995 añade: «y ayuno», dando a entender que para expulsar algunos demonios hace falta oración y también ayuno. Si bien las palabras «y ayuno» figuran en muchos de los primeros manuscritos griegos, no están en algunos de los más antiguos e importantes. Dado el contexto que acabamos de explicar —que hasta ese momento los discípulos de Jesús no habían recibido instrucciones de orar para expulsar demonios, y lo habían hecho sin orar específicamente—, da la impresión de que aquí se quería enfatizar que Jesús les indicó que oraran, y es menos probable que Él les dijera que debían ayunar.)
El tiempo que pasaron los discípulos con Jesús fue su período de formación. Fue únicamente después de la ascensión de Jesús a los cielos y después que ellos se llenaron del Espíritu Santo que llegaron a estar más plenamente capacitados para el ministerio de divulgar el evangelio por todo el Imperio romano y más allá.
A continuación presento varios posibles motivos por los que no lograron echar fuera a ese demonio a pesar de haber expulsado a otros:
Cierto autor escribe:
Este es el único pasaje [del Evangelio] de Marcos en el que claramente los discípulos son retratados como impotentes, como incapaces de hacer algo para lo que Jesús les ha conferido poder. Sin embargo, cuesta dudar que esa falta de poder no esté de alguna manera relacionada con una falta de comprensión o de fe. En este caso, no saben que en realidad no pueden utilizar como se les antoje el poder para exorcizar que les ha sido dado. Jesús les informa que han fallado porque ese tipo de exorcismo requiere oración. El poder se imparte como consecuencia de la comunión con el Todopoderoso. No es que, sin esa comunión, resida intrínseca y continuamente en los discípulos[25].
Otros opinan que Jesús está explicando que hay casos más difíciles de posesión demoniaca; que dado que existe una jerarquía de demonios, unos son más fuertes que otros. Ninguno era demasiado fuerte para Jesús, pero este era más fuerte que otros a los que los discípulos se habían enfrentado hasta ese momento. Con demonios así de fuertes, hace falta oración y también ordenarles que se vayan en el nombre de Jesús.
Por otra parte, otros interpretan que fue por la poca (aunque creciente) fe de los discípulos. En el Evangelio de Mateo dice:
Se acercaron entonces los discípulos a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?» Jesús les dijo: «Por vuestra poca fe. De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible»[26].
Jesús se refirió con frecuencia a la «poca fe» de los discípulos[27], probablemente para estimularlos a tener más. Cabe mencionar que, cuando habla de tener una fe capaz de mover montañas, de nuevo está hiperbolizando, afirmando que la fe en Dios puede hacer que sucedan cosas aparentemente imposibles.
A mi modo de ver, lo que Jesús pretende enseñar parece contener elementos de las cuatro interpretaciones: (1) Es probable que unos demonios tengan más poder que otros y que, por tanto, haga falta oración para expulsarlos. (2) También es posible que los discípulos se hubieran vuelto demasiado confiados y seguros de su capacidad, puesto que ya habían logrado derrotar a algunos demonios. (3) Como eran, en cierto sentido, aprendices de Jesús y estaban en su etapa de formación, su fe, a pesar de ir creciendo, no resultó ser suficiente en este caso. (4) El poder para expulsar demonios procede de Dios, no residía en los propios discípulos.
El último punto es la principal enseñanza. Si bien este demonio en particular es demasiado fuerte para los discípulos, Jesús maneja fácilmente la situación y lo expulsa. La capacidad de Jesús es muy superior a la de Sus discípulos, ya que aunque estos echan fuera demonios utilizando la autoridad del nombre de Jesús, Él lo hace utilizando Su propia autoridad, la de Dios.
Una de las finalidades de los Evangelios era y es demostrar que Jesús era más que un simple ser humano. Es cierto que era humano, pero también era Dios, y como tal tenía poderes muy superiores a los de cualquier persona, incluidos Sus discípulos. Aunque les había conferido un poder maravilloso para obrar milagros y echar fuera demonios, el que Él tenía como Hijo de Dios era muy superior.
(Continuaremos con este tema en Expulsiones de demonios, 3ª parte.)
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
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[1] Mateo, Marcos y Lucas.
[2] Lucas 4:18.
[3] Marcos 1:39.
[4] Marcos 1:34.
[5] Mateo 8:16.
[6] Hombre: Mateo 9:32,33. Mujer: Marcos 16:9. Niña: Mateo 15:22–28. Niño: Mateo 17:15–20.
[7] Mateo 10:1. También Marcos 3:14,15.
[8] Mateo 17:1–9; Marcos 9:2–8; Lucas 9:28–36.
[9] Marcos 9:14–18 (NBLH).
[10] Marcos 9:22.
[11] Marcos 9:19.
[12] Marcos 9:20–22.
[13] «¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios» (Marcos 1:24).
«Los espíritus impuros, al verlo, se postraban delante de Él y gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero Él los reprendía para que no lo descubrieran» (Marcos 3:11,12).
V. también Marcos 5:7,9,10.
[14] Marcos 9:22.
[15] Marcos 9:23 (RVC).
[16] Marcos 9:24.
[17] Marcos 9:25.
[18] Marcos 1:38–44, 3:11,12, 7:36, 8:26.
[19] Mateo 12:43–45.
[20] Marcos 9:26,27.
[21] Lucas 8:54.
[22] Marcos 9:28,29 (RVC).
[23] Marcos 6:13.
[24] Lucas 10:17.
[25] Witherington, The Gospel of Mark, 265–66.
[26] Mateo 17:19,20.
[27] Mateo 6:30, 8:26, 14:31, 16:8.
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