Enviado por Peter Amsterdam
septiembre 25, 2018
[Jesus—His Life and Message: Light]
Después de que Jesús reprendió a los de Su generación por buscar una señal y les dijo que no la recibirían[1], habló de la luz en tres breves dichos. Empezó con una referencia a la luz física y luego habló de la luz que hay en nuestro interior.
Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo de una vasija, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz[2].
Este versículo es muy parecido a uno que se encuentra en un capítulo anterior del evangelio de Lucas.
Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz[3].
La lámpara de la que se habla podría haber sido una lámpara con un candelero en su interior, o una lámpara que utilizaba aceite como combustible; es más probable que fuera como la segunda opción. No tendría sentido encender una lámpara y luego ponerla donde la luz no cumpliera su propósito y nadie se beneficiara de ella.
En los evangelios, Jesús y Su mensaje están asociados con la luz.
Y Tú, niño [Jesús], profeta del Altísimo serás llamado […] para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz[4].
Jesús les habló, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»[5].
En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres[6].
Otros pasajes del Nuevo Testamento mencionan la luz refiriéndose a los que creen en Jesús.
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión, la luz con las tinieblas?[7]
Antes ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor; anden como hijos de luz. Porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad[8].
Éste es el mensaje que hemos oído de Él y os anunciamos: Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en Él. Si decimos que tenemos comunión con Él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, Su Hijo, nos limpia de todo pecado.[9]
Jesús y Su mensaje —la Luz— no se deben esconder. Deben ser proclamados ampliamente por medio de Su ministerio, por medio de Sus discípulos y por medio de los creyentes a lo largo del tiempo. Si el mensaje es rechazado por algunos, no es porque es una enseñanza oculta o secreta; es porque después de oír el mensaje, el que lo oyó ha optado por rechazarlo.
Jesús continuó con el segundo dicho:
La lámpara de tu cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando está malo, también tu cuerpo está lleno de oscuridad[10].
Según los conocimientos médicos de la antigüedad, se decía que los ojos no permitían entrar la luz, sino más bien que la gente tenía luz en su interior y esa luz salía de sus ojos, y así podía ver. Lo que dijo Jesús refleja ese antiguo concepto. Los que escuchaban habían entendido que Jesús se refería a los ojos como la fuente de luz que provenía del cuerpo, y que podrían estar sanos o enfermos. Si el ojo está sano, indica que la persona en su interior está llena de luz, que es lo que el ojo emite. Sin embargo, si el ojo no está sano y por lo tanto no emite luz, eso demuestra que la persona está llena de oscuridad.
En la versión Reina-Valera Antigua la traducción de ese versículo dice que el ojo es, o «simple» o «malo». El término griego que se emplea para traducir «simple» también se puede traducir como «completo» o «sano». El término que se traduce como «malo» al emplearse con un significado físico, significa «enfermo» o «ciego»; y cuando se emplea en un sentido ético, significa «malvado», «malo» o «maligno». Jesús empleó un juego de palabras, pues en el Antiguo Testamento el concepto de un ojo malo representaba egoísmo, codicia y rebelión. Por ejemplo, en la versión Reina-Valera Antigua leemos: No comas pan de hombre de mal ojo, ni codicies sus manjares[11]. En la versión RVR 1995 dice: No comas pan con el avaro ni codicies sus manjares. Este es otro ejemplo: Apresúrase a ser rico el hombre de mal ojo; y no conoce que le ha de venir pobreza[12]. Y en la versión RVR 1995 el mismo versículo dice: El avaro se apresura a enriquecerse. En el Antiguo Testamento también se habla del ojo misericordioso como que es generoso: El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente[13]. En la versión NBLH ese versículo se traduce así: El generoso será bendito, porque da de su pan al pobre.
Jesús hablaba del ser interior de una persona, de su condición espiritual. Si el ojo no estaba sano, entonces el ser interior de esa persona era oscuro, sin luz espiritual: moralmente no estaba sana. El ojo sano se entiende como el de alguien que se centra en lo bueno, a quien el Señor ha llenado de luz.
Tú enciendes mi lámpara, oh Señor; mi Dios que alumbra mis tinieblas[14].
Los que rechazaron el mensaje de Jesús fueron los que tenían los ojos —el ser interior— llenos de oscuridad. Entonces, Jesús advirtió:
Cuidado, pues, no sea que la luz que en ti hay no sea luz, sino tinieblas[15].
Afirmó que las cosas que dirigen nuestros pensamientos, vida, toma de decisiones, etc., necesitan salir a la luz; por lo tanto, las personas deben esforzarse al máximo y velar por que la luz en su interior sea verdadera luz, que estén sanas espiritualmente.
Jesús terminó diciendo:
Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor[16].
La luz en el interior de los creyentes resplandecerá como una lámpara encendida. Los que creen en Él y en Sus enseñanzas, sin dureza de corazón, en su interior están sanos espiritualmente, llenos de luz. Resplandecerán con la luz de Jesús de la misma manera que en una habitación oscura una persona destaca cuando una luz brilla sobre ella.
Por lo visto, hay un progreso en esos tres versículos. Jesús es la luz, colocada donde todos puedan ver. La salud espiritual de una persona se determina por su reacción a la luz. Los que aceptan la luz de Jesús serán espiritualmente sanos, y como tales, resplandecerán intensamente y emitirán luz. Reflejarán la luz de Jesús sobre otras personas por la manera en que viven y el amor que manifiestan. Eso contrasta con los que rechazan a Jesús, cuyo ojo es malo y por lo tanto, están llenos de tinieblas. El mensaje es aceptar la luz, creer en Jesús. Los que tengan luz interior pueden ser dirigidos por Dios, tomar las decisiones correctas y ser Su luz para otras personas.
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
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[1] V. Jesús, Su vida y mensaje: Jonás y la reina.
[2] Lucas 11:33.
[3] Lucas 8:16.
[4] Lucas 1:76–79.
[5] Juan 8:12.
[6] Juan 1:4.
[7] 2 Corintios 6:14.
[8] Efesios 5:8-9 (NBLH).
[9] 1 Juan 1:5-7 (RVR 1995).
[10] Lucas 11:34 (NBLH).
[11] Proverbios 23:6 (RVA).
[12] Proverbios 28:22 (RVA).
[13] Proverbios 22:9 (RVR 1960).
[14] Salmo 18:28 (NBLH).
[15] Lucas 11:35 (RVR 1995).
[16] Lucas 11:36 (RVR 1995).
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