Revisión del equilibrio de vida, 1ª parte: Ratos de comunión con el Señor

Enviado por Peter Amsterdam

agosto 20, 2019

[Life Balance Check, Part 1: Time with the Lord]

Todos sabemos que es de capital importancia dedicarle tiempo al Señor; pero como estamos tan familiarizados con conceptos como el de los «ratos de Palabra», las «devociones» y los «momentos de oración», lamentablemente pueden volverse clichés. A causa de esa familiaridad, se vuelve aún más necesario hacer una autoevaluación o revisión de cómo estamos cuidando nuestra salud espiritual. Si te interesa lograr un equilibrio de vida holístico, los ratos de comunión con el Señor son cruciales.

Estamos invitados

La Biblia dice: «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros».  Santiago 4:8 (RVR 1995)

Dios está libre. Está a la espera de que nosotros demos el paso de acercarnos a Él. Nos hace una invitación, pero la cuestión es: ¿La aceptaremos? Fíjate en la siguiente anécdota:

Imaginándose que recibiera una llamada telefónica del Presidente para ir a desayunar a la Casa Blanca, Jean Fleming describió cuál no sería su incredulidad y asombro si le dispensaran tal honor. Seguidamente trazó un paralelo entre su reacción si le hicieran esa invitación y lo que podría pasar si nos tomáramos en serio el mandamiento de las Escrituras de pasar todos los días un rato a solas con Dios.

«El Rey del universo nos ha invitado a todos a reunirnos con Él cada mañana antes de desayunar  —explicó—. Nos ha dicho: “Quiero juntarme contigo y contarte lo que estoy pensando, Mis planes e intenciones. Quiero saber lo que te preocupa para disponer de los recursos del Cielo. Y luego podemos desayunar juntos”».

Quienes no aprovechan la oportunidad de comunicarse con Dios se pierden «todo el paquete» de designios divinos, dijo Fleming[1].

Yo no quiero perderme «todo el paquete» de designios divinos, y estoy seguro de que tú tampoco. Por eso es importante que acudamos al Señor y evaluemos nuestros ratos con Él. Es posible que, en distintos momentos, el énfasis esté en un aspecto o en otro, como la oración, nuestra alimentación espiritual o la meditación. Eso puede cambiar de mes en mes. El Señor sabe lo que va a suceder en nuestra vida; por eso tenemos que consultar con Él frecuentemente. Es más, lo mismo se aplica a los demás puntos del equilibrio de vida. Como a lo largo de nuestra vida nuestra situación cambia, no sirve eso de determinar en cierto momento lo que necesitamos —en el aspecto espiritual y en nuestra comunión con el Señor— y luego seguir indefinidamente con el mismo plan. La vida es muy variable, siempre está cambiando. Continuamente surgen nuevos factores, y para funcionar de la mejor manera posible tenemos que ajustarnos a ellos.

Algo que puede cambiar a lo largo del tiempo es la forma en que cada uno recibe el alimento espiritual que precisa. A veces nuestras necesidades quedan atendidas en comunidad, cuando vamos a la iglesia o estamos con el cuerpo de creyentes o un grupo de oración. Otras veces, cuando estamos a solas con el Señor en nuestro rincón tranquilo de oración, y tenemos comunión con Él y nos habla en profecía. Quizás seguimos asiduamente ciertos podcast o lo que publica un pastor, leemos cierto libro devocional o escuchamos una biblia grabada. El caso es que nuestras necesidades van cambiando, y conviene entender eso y hacer los ajustes que correspondan.

Estas son algunas preguntas que viene bien hacerse:

Si reflexionas sobre estas preguntas, creo que el resultado será que querrás acercarte al Señor y dedicar tiempo a la oración y a la lectura de la Palabra y de textos devocionales, sabiendo que separado de Él nada puedes hacer. Al mismo tiempo harás un balance de tu vida, evaluarás tu grado de obediencia y te asegurarás de que no tienes pecados que no has reconocido o confesado.

Percepción del tiempo

A menudo se menciona el tiempo. A veces nos cuesta encontrar tiempo para todo lo que tenemos que hacer. Sin embargo, quizá lo que necesitamos es modificar nuestra percepción del tiempo y nuestra relación con él. El siguiente fragmento caló hondo en mí y me hizo reflexionar sobre mi concepto del tiempo, ya que con frecuencia me da la impresión de que no me alcanza.

En Los viajes de Gulliver, el clásico de Jonathan Swift, al llegar Gulliver a Liliput los habitantes del país, viendo su reloj de bolsillo, se imaginan que debe de ser el dios de Gulliver. A fin de cuentas, él les ha dicho que nunca hace nada sin consultarlo.

¿Es el reloj tu dios? Creo que no hay aspecto de nuestra vida tan profundamente contaminado por una cosmovisión secular como nuestro concepto del tiempo. Decimos que el tiempo es un regalo de Dios, pero la mayoría de las veces lo tratamos más como una porra que como un regalo: lo perseguimos y, cuando lo alcanzamos, nos aporrea. Ese concepto del tiempo es contrario a la cosmovisión cristiana.

Porque creemos en la providencia divina, podemos afirmar que disponemos de suficiente tiempo y así aceptar [cada] día como un regalo.

La oración y la meditación en la Palabra de Dios deben estar incluidas en nuestro horario. El hecho de tener a Dios y Su Palabra en primer plano en nuestra mente nos ayudará a desarrollar el concepto bíblico de tiempo.

La próxima vez que mires el reloj, acuérdate de quién es tu Dios y de que te ha dado providencialmente todo el tiempo que necesitas[2].

La vida no es fácil

A veces percibo la presencia de Dios en mi vida y siento paz. Eso es una maravilla. Pero no siempre es así. A todos nos invaden ocasionalmente emociones negativas: miedo, remordimiento, pesar, ira, rencor. Cuando eso sucede, es fácil que experimentemos un bajón y nos recriminemos, lo cual nos deja con una sensación horrible. Claro que puede ser una señal de que necesitamos pasar más tiempo con el Señor en meditación y comunión más profundas. También puede ser una buena ocasión para hacer una revisión espiritual más a fondo, entendiendo que esos síntomas pueden ser indicativos de que algo no anda bien en nosotros.

Por otra parte, la vida es difícil. No hay vuelta que darle. Vivimos en un mundo de pecado y es una lucha. El siguiente consejo me resultó consolador, ya que me recordó que es inevitable tener batallas y dificultades, que a veces la vida es simplemente dura, y que en vez de desanimarnos y autocriticarnos, podemos reconocer que así son las cosas, sacudirnos el malestar y zambullirnos en una sesión de profunda comunión con el Señor.

Nada te prepara para el desgaste emocional que supone el pastorado: te deja dolorido o, peor aún, insensibilizado, o desesperado, o ardiendo de ira. Por eso tantos buenos pastores y pastoras han ido a parar a cunetas morales o siguen en la brecha con una sonrisa postiza y el alma fundida. En el pastorado, cantidad de cosas pueden consumir tus emociones y energías, tu mismísima alma y espíritu, casi a diario. Entonces, ¿qué se puede hacer?

No es algo que se arregle en un dos por tres. Mi supervivencia emocional ha dependido de un modo de vivir que me protege, fortalece y repone emocionalmente. La inversión más estratégica consiste en pasar ratos con Dios. Pero no cualquier rato; tienen que ser momentos que me conmuevan al nivel del corazón y del alma. Todos los días procuro estar un rato derramando mi corazón delante de Él y escuchándolo hacer lo mismo conmigo. Pocos han pasado por los altibajos emocionales de David, y si lees atentamente los Salmos verás que él le expresaba a Dios sus emociones con una candidez apabullante. Aprender a orar como él me ha hecho bien[3].

No te desanimes

Un aspecto de nuestra espiritualidad y relación con el Señor que es importante evaluar es qué tal andamos en cuanto a alabanza y gratitud, hasta qué punto vivimos agradecidos. Tanto si nuestra vida marcha bien como si estamos pasando dificultades y aprietos, eso no debería afectar nuestra actitud agradecida para con Dios por habernos salvado y por la esperanza que abrigamos acerca de la magnífica vida que nos espera en el futuro.

Todos pasamos por épocas en que las cosas no andan bien, y es fácil dejar que eso dicte nuestro nivel de alabanza y gratitud. Pero hay bendiciones como la vida, el Cielo y la salvación que permanecen inalterables, ya sea que estemos enfermos o saludables, que seamos pobres o ricos, que nuestros hijos vayan por mal o por buen camino. Sabemos que, como reza el dicho, «al final todo estará bien, y si ahora no está bien, es que no es el final», porque tenemos la esperanza de nuestra salvación en Cristo.

No nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.  2 Corintios 4:16–18 (NVI)

Estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios.  Romanos 8:38 (NTV)

Capacidad de asombro

Si centramos nuestros pensamientos en Dios, en todo lo que Él es y hace y en Su plan maestro, adquiriremos una mayor capacidad de asombro ante el Señor y Su presencia en nuestra vida. Tal como escribió Mark Batterson en su libro Primitivo:

Cuando perdemos nuestra capacidad de asombro, lo que perdemos realmente es nuestra alma. Nuestra falta de asombro no es más que una falta de amor. […] Lo mejor que podemos hacer por Dios es aceptar lo que Él hace por nosotros[4].

Mark habla de volver a las «raíces primitivas» del cristianismo, una de las cuales es una sensación permanente de asombro. Eso me llamó la atención, pues no es algo en lo que pensemos todos los días, enredados como solemos estar en las minucias de los problemas de la vida. Pero cuando pasamos a un plano que está por encima de lo pasajero, nos llenamos de asombro y nos maravillamos de Dios, de todo lo hermoso que ha creado a nuestro alrededor, del milagro de la vida, de todas las personas bellas que forman parte de nuestra existencia y del plan supremo que Él nos ha trazado para el futuro.

Cuando tenemos esa capacidad de asombro, todo se tiñe de luminosa esperanza. Si nos centramos en lo que hay que centrarse, y vivimos y andamos cerca de Dios, nos llenaremos de asombro y gratitud. Haremos espacio para el Espíritu Santo y lo dejaremos obrar en nosotros, y eso se manifestará por medio de los frutos del Espíritu y plenitud de alegría y paz.


[1] Joni B. Hannigan, «NavPress author tells seminary women of honor to spend time alone with God», Baptist Press, 1 de marzo de 2001.

[2] Mark Earley, «Worldview and the Clock», BreakPoint, 3 de agosto de 2003.

[3] James Emery White, «Survival Skills: What you need to minister with your spirit intact», Leadership Journal, 27 de julio de 2009.

[4] Mark Batterson, Primitivo: Buscando el espíritu perdido del cristianismo (Vida, 2013).

 

Copyright © 2024 The Family International. Política de privacidad Normas de cookies