Revisión del equilibrio de vida, 5ª parte: Comunión espiritual, familia y amigos

Enviado por Peter Amsterdam

noviembre 12, 2019

[Life Balance Check, Part 5: Fellowship, Family, and Friends]

Últimamente he estado reflexionando sobre la gran bendición que ha sido para mí disfrutar de valiosas relaciones humanas. Estamos programados para necesitar a otros, tanto a nuestra familia inmediata como a otras personas con las que tenemos todo tipo de relaciones, tanto de carácter personal como profesional. El trato significativo con otros es un elemento crucial del crecimiento personal, del sentimiento de realización y del bienestar emocional.

Comunión espiritual

Conocemos la importancia de tener compañerismo y comunión espiritual con otros creyentes. Es uno de los fundamentos de nuestra fe cristiana. La Biblia enseña:

Nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros[1].

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía![2]

En su superventas Una vida con propósito, Rick Warren aborda este tema:

Incluso en el entorno perfecto y sin pecado del Edén, Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo». Fuimos creados para vivir en comunidades, hechos para tener comunión con otros, formados para tener familia. Ninguno puede cumplir los propósitos de Dios por sí solo.

La Biblia dice que formamos un solo cuerpo, un edificio bien coordinado, que somos juntamente edificados, miembros del mismo cuerpo, coherederos, un cuerpo unido entre sí, unido por los ligamentos, y que seremos arrebatados juntamente. Ya no operas por tu cuenta.

La comunión bíblica consiste en estar tan comprometidos con los demás como lo estamos con Jesucristo. Dios espera que demos la vida unos por otros. Muchos cristianos que conocen Juan 3:16 no tienen presente el versículo 1 Juan 3:16: «[Jesucristo] puso Su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos». Esa es la clase de amor abnegado que Dios espera que manifestemos a los demás creyentes; quiere que estemos dispuestos a amarlos del mismo modo que Jesús nos ama.

Dios quiere que experimentemos juntos la vida. En la Biblia, esta experiencia compartida se llama comunión[3].

Tener comunión habitual con otros creyentes requiere planificación y algo de esfuerzo, pero el Señor ha enfatizado en la Palabra la importancia de ello para nuestro bienestar espiritual. Si vives en una ciudad en la que no hay afiliados a la Familia o amigos cristianos con los que reunirte, busca alguna iglesia local, casa culto, grupo de pequeño tamaño o grupo de oración hasta encontrar uno con el que te sientas identificado y que satisfaga tu necesidad de compañerismo, aparte de brindarte un espacio de culto y servicio.

Familia

Nuestros familiares suelen ser las personas con las que más tiempo pasamos: nuestro cónyuge, hijos, nietos, padres y otros parientes. Si estás criando hijos o tienes familiares que viven cerca, es lógico que les prestes mucha atención.

Es natural que tu familia pase por diversas fases, por ejemplo la fase de cuando tienes un bebé, de cuando los niños son pequeños, de cuando crecen y se van de casa, y tu manera de satisfacer tus propias necesidades y las de los demás también irá cambiando; pero siempre vale la pena hacer el esfuerzo extra de programar y reservar tiempo para fortalecer los vínculos con la familia. Cuando trabajas mucho y estás pensando y orando sobre las necesidades de tus hijos, cómo ayudarlos y apoyarlos en cada etapa de su vida y todas las dinámicas que intervienen en el proceso de sacar adelante una familia, esos ratos de conversación y apoyo mutuo con otros miembros de tu familia pueden ser muy motivadores y provechosos.

Si bien ahora mismo no vivo cerca de mis hijos y nietos, en los últimos años he podido visitarlos de vez en cuando y asistir a ciertos acontecimientos importantes de su vida, lo cual ha sido una bendición y un aliento para mí. Disfruté mucho compartiendo con ellos esas experiencias, ya que tuvimos el privilegio de celebrar juntos y dar a esos hechos la importancia que se merecían, aparte de regocijarnos por las victorias, progresos y logros de todos. Esas ocasiones en familia pueden ser una fuente de gran alegría y servir para establecer lazos y crear recuerdos que duren toda la vida. Pueden darte la oportunidad de orar con ellos, o hacerte ver algún aspecto de su vida por el que luego puedes orar frecuentemente en tus ratos privados de oración. Y si ayudas a sostener en oración la carga de un familiar durante un período difícil, cuando llegue la respuesta la dicha que sentirás será maravillosa.

Amigos

Es evidente que necesitamos la compañía de nuestra familia; pero con eso no basta. También podemos desarrollarnos como personas y hallar alegría con amigos, grupos religiosos, grupos de trabajo, labores de voluntariado, clubes o reuniones de personas con intereses similares. El hecho de interactuar con personas variadas le da color a nuestra vida y nos aporta nuevas experiencias, nuevos intereses y más oportunidades de aprender y ampliar nuestros horizontes.

He pensado repetidamente en lo importante y valioso que es tener amigos, aunque no sea más que un par de buenos amigos. Yo le estoy muy agradecido al Señor por tener excelentes amigos, algunos desde hace más de veinte años, y otros desde hace cuarenta. A algunos los veo con frecuencia, a otros como una vez al año. Reunirse con ellos es siempre una bendición, ya que todos estamos más o menos en sintonía y tenemos en común bastantes vivencias, creencias y experiencias. Considero que esos viejos amigos son uno de los mayores regalos que me ha hecho el Señor. (Por supuesto, María, mi esposa, es mi mejor amiga y el mayor regalo de todos.)

Para sentirnos satisfechos con nuestra vida, es importante que tengamos amigos. Vale la pena invertir en amistades de calidad, ya que en algún momento pueden salvarnos la vida. El tener a alguien con quien hablar y que ore por ti hará que no te sientas solo, sobre todo si te sientes abrumado y sobrecargado en el trabajo o en tu vida personal o familiar. No es solo cuestión de comunión y apoyo espiritual; también necesitamos ayuda en las cosas de la vida y amistades. Es algo muy bello e importante.

La Biblia dice:

En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia[4].

Mejor son dos que uno, pues reciben mejor paga por su trabajo. Porque si caen, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del que está solo! Cuando caiga no habrá otro que lo levante. A uno que prevalece contra otro, dos lo resisten, pues cordón de tres dobleces no se rompe pronto[5].

Un autor anónimo escribió:

Un amigo es alguien que te conoce bien, entiende de dónde vienes, acepta la persona en que te has convertido y, aun así, con delicadeza, te permite crecer.

Hacer nuevas amistades

Entiendo que hablar de amigos puede ser un tema triste para algunos que viven en una situación aislada, lejos de sus buenos amigos de toda la vida. Hay, sin embargo, distintos medios a los que pueden recurrir para disfrutar del compañerismo y los ratos con amigos que necesitan. No tienen por qué encontrarse con ellos en persona. Aunque es estupendo reunirse físicamente con los amigos, si eso no es posible disponen, como bien saben, del teléfono, los chats de video, las redes sociales y otros medios que pueden utilizar —por lo general gratuitamente— para sentirse como si estuvieran cerca aunque estén lejos y que les pueden servir para contarse sus sentimientos, orar juntos o simplemente mantenerse en contacto. En este mundo tan avanzado técnicamente, en la mayoría de los casos son pocas las barreras que pueden impedirnos disfrutar, hasta cierto punto, del contacto con los amigos.

Habiendo dicho esto, también está la opción de hacer nuevas amistades. Soy consciente de que eso presenta una gran dificultad, y es que a la mayoría les gusta tener como amigos a personas con la misma experiencia vital, a las que conocieron preferiblemente hace mucho, por ejemplo en el trabajo, en la universidad, en algún ambiente deportivo o, en nuestro caso, que tengan la misma fe cristiana y hayan tenido vivencias similares. Pero hay que pensar que todos nuestros amigos fueron, en algún momento, extraños para nosotros, hasta que los conocimos y comenzamos a cultivar una relación personal con ellos.

Muchos se encuentran en una situación en que sus nuevos amigos no han tenido las mismas vivencias y quizá no tienen la misma fe religiosa. Sin embargo, eso no quita que esas nuevas amistades puedan ser significativas y confortadoras, y que aporten ciertos beneficios que las viejas no pueden aportar.

En los últimos siete años he tenido la bendición de hacer amigos que, a pesar de no ser cristianos, se han vuelto buenos amigos. Lamentablemente, algunos no están interesados en el cristianismo, por experiencias no demasiado positivas que han tenido; pero saben que yo soy cristiano practicante y que mi fe constituye una parte vital de mí. Cuando estoy con ellos, procuro comportarme con amor, atención, generosidad y amabilidad y les digo que oro por ellos. De vez en cuando me consultan asuntos personales, lo que me da la oportunidad de pasarles sabios consejos y hablarles del Señor. Mi esperanza y oración es que con el tiempo se abran a conocer más al Señor y lo reciban. Pese a que no son cristianos, yo valoro la amistad que tengo con ellos y me beneficio de ella.

Si te sientes aislado o solo, conviene que te tomes la molestia de acercarte a otras personas y cultivar nuevas amistades. Zig Ziglar dijo: «Si sales a buscar amigos, verás que andan muy escasos. Si sales a ser un amigo, los encontrarás en todas partes»[6]. Aunque tomará tiempo y con ellos nunca tendrás exactamente la misma relación que tienes con quienes han sido tus amigos durante decenios, las nuevas amistades, a su manera, también pueden ser una bendición.

Ser un amigo

He hablado de la dicha que nos proporciona la amistad. Pero claro, no debemos pensar únicamente en nuestro propio beneficio. A veces nos hace falta ofrecer nuestra amistad a otra persona. A veces el Señor nos conduce a alguien que necesita nuestra compañía, que lo escuchemos, que nos interesemos. Por lo general las amistades son mutuamente provechosas; pero también hay ocasiones en que pueden exigir pequeños sacrificios. Tal vez la otra persona necesita tu amistad más que tú la suya. Tal vez su personalidad no es la que más te agrada. Aun así, es posible que el Señor te esté llamando a hacerte amigo de ella, por mucho que no sea la clase de persona con la que más te gusta estar.

Con el auge de las redes sociales, la gente está cada vez más conectada; no obstante, hay una epidemia de soledad y aislamiento. La gente está olvidándose de cómo hablarse. Reunirse con alguien cara a cara casi se ha vuelto un arte perdido. La madre Teresa dijo en cierta ocasión: «La mayor enfermedad hoy día no es la lepra, el cáncer ni la tuberculosis, sino la sensación de que nadie te quiere, nadie se preocupa por ti, y todos te abandonan»[7].

Tal vez te sientes un poco solo o te gustaría que tu vida fuera de otra manera; pero piensa que siempre habrá alguien que te necesite. Acércate a otros, ofréceles tu amistad. La Biblia dice: «El hombre que tiene amigos debe ser amistoso»[8]. Sacrifícate por ellos, dedícales tiempo.

María y yo rogamos que, si te falta compañía, camaradería, amistad, interactuar con otras personas y pasar tiempo con ellas, el Señor te conduzca a puertas abiertas y supla todo lo que te falta. Te animo a dar el primer paso para acercarte a los demás. Verás que el Señor, a cambio, satisfará tus necesidades.


[1] Romanos 12:5 (RVR 95).

[2] Salmo 133:1 (RVR 95).

[3] Rick Warren, Una vida con propósito (Vida, 2012).

[4] Proverbios 17:17 (RVR 95).

[5] Eclesiastés 4:9,10,12 (RVR 95).

[6] https://www.goodreads.com/quotes/62894-if-you-go-out-looking-for-friends-you-re-going-to

[7] Philippa Perry, «Loneliness is killing us», The Guardian, 17 de febrero de 2014.

[8] Proverbios 18:24 (RVR 95).

 

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