Jesús, Su vida y mensaje: Jesús y los cobradores de impuestos

Enviado por Peter Amsterdam

febrero 25, 2020

[Jesus—His Life and Message: Jesus and the Tax Collectors]

Hay en los evangelios varios pasajes que describen las interacciones de Jesús con los judíos que recaudaban impuestos, considerados de las personas más despreciables de todas. Los tres evangelios sinópticos[1] relatan una comida con cobradores de impuestos a la que asistió Jesús[2]. En esta ocasión nos centraremos en la narración del Evangelio de Marcos, si bien incluiremos algunos detalles tomados de los evangelios de Mateo y Lucas.

El relato comienza así:

[Jesús] volvió a la orilla del mar; y toda la gente venía a Él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: «Sígueme». Y levantándose, lo siguió[3].

(Nota: Por lo general, los comentaristas consideran que Leví y Mateo eran una misma persona que tenía dos nombres, de la misma manera que a Pedro a veces se lo llama Simón.)

Leví era un cobrador de tributos o, más exactamente, un cobrador de peajes. Los tributos y los peajes no eran lo mismo. Los tributos se pagaban sobre la renta y sobre el patrimonio. Los que recaudaban tributos en Israel eran considerados colaboracionistas de los romanos y menospreciados por el pueblo. Muy probablemente Leví era un funcionario de aduanas que estaba sentado en una estación de peaje junto a una ruta comercial muy transitada, como la Vía Maris, que iba de Damasco a Cesarea pasando por Capernaúm. Los cobradores de peajes no solo estaban en los puertos, sino también en los linderos de las ciudades y tetrarquías, todas las cuales imponían aranceles que incrementaban el precio de los productos importados. El dinero recaudado solía ir a parar a las arcas municipales. En los textos judíos se censuraba a los agentes aduaneros y recaudadores de impuestos, y el judío de la calle solía despreciarlos, ya que con frecuencia cobraban de más y aplicaban un suplemento a los ya exorbitantes tributos. Los eruditos coinciden en que los impuestos de la época eran elevados y representaban del 30 al 40 por ciento de los ingresos de las personas si estas pagaban impuestos además de diezmos.

Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y Sus discípulos, porque eran muchos los que lo habían seguido[4].

Por lo visto, Leví decidió ofrecer un banquete para celebrar su llamado al discipulado. Para las comidas normales, los judíos solían sentarse; sin embargo, en las fiestas o cuando asistían invitados ilustres, se reclinaban sobre cojines o alfombras para comer. En tales banquetes, los comensales se recostaban de lado con un cojín debajo del brazo, frente a la mesa en la que se servía la comida. Da la impresión de que Leví era un hombre adinerado, ya que asistieron bastantes personas al banquete, entre ellas numerosos cobradores de impuestos y pecadores, así como Jesús y Sus discípulos.

Cuando los escribas de los fariseos vieron que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a Sus discípulos: «¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?»[5]

La palabra escriba denota una ocupación, no tanto la pertenencia a cierto grupo religioso. Los escribas a los que aquí se alude estaban asociados a los fariseos[6]. Los fariseos se consideraban a sí mismos separados, y nunca habrían asistido a un banquete de esa naturaleza con comensales que fueran recaudadores de impuestos y pecadores ritualmente impuros. Para ellos, comer con tales personas era contaminarse. El mismo concepto se expresa en otros pasajes de los evangelios.

Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este recibe a los pecadores y come con ellos»[7].

Jesús comió en casa de Zaqueo, otro cobrador de impuestos, y «al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a hospedarse en casa de un hombre pecador»[8].

Al preguntar por qué comía Jesús con esas personas, los fariseos no estaban solicitando inocentemente una aclaración ni formulando una pregunta cándida. Se trataba de una acusación en forma de pregunta. Les pareció que aquello era escandaloso. Comer con otras personas era considerado equivalente a declarar que estas eran tus amigos y hermanos[9]. Desde el punto de vista de ellos, lo que Jesús hacía era ritualmente contaminante, pues se saltaba a la torera las leyes sobre la comensalía, que para los fariseos eran importantes. Desde la perspectiva de Jesús, ese acto deliberado de comer con cobradores de peajes y pecadores tenía un significado simbólico: indicaba que Él los estaba invitando al reino de Dios. El proceder de Jesús influyó en Sus discípulos y en la iglesia primitiva, motivándolos a admitir a los considerados impuros o inaceptables: los pobres, lisiados, cojos, ciegos, marginados, cobradores de peajes, gentiles, etc.[10]

Al oír esto Jesús, les dijo: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores»[11].

La razón de ser de los médicos es obviamente prestar asistencia a los enfermos; para ello es indispensable que se relacionen con ellos. Jesús quería dejar bien claro que Su ministerio iba dirigido a los humildes, los perdidos, los pecadores, los inmorales. Así como los médicos se esforzaban por curar a los que tenían dolencias físicas, el propósito de Jesús era la sanación de los que estaban espiritualmente enfermos, ofreciéndoles el perdón de sus pecados.

Jesús declaró que había venido a llamar a los pecadores al arrepentimiento, con lo que dio a entender que tenía un encargo divino y que procedía del Padre, algo que se repite a lo largo de los evangelios.

El que a Mí me recibe, no me recibe a Mí sino al que me envió[12].

Es necesario que […] anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado[13].

Yo de Dios he salido y he venido, pues no he venido de Mí mismo, sino que Él me envió[14].

Jesús fue enviado para concedernos el perdón de nuestros pecados. En la cruz dio Su vida por los cobradores de impuestos y, de hecho, todos los pecadores. Para eso vino a la Tierra.

Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?[15]

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación[16].

En cada uno de los evangelios sinópticos, el encuentro con los escribas de los fariseos viene seguido de otro cuestionamiento por las disparidades entre la conducta de los discípulos de Jesús y la de los discípulos de Juan el Bautista y los discípulos de los fariseos.

Los discípulos de Juan y los de los fariseos estaban ayunando. Entonces fueron y le preguntaron: «¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y Tus discípulos no ayunan?»[17]

En Israel, en aquella época, era bastante común ayunar. En el judaísmo hay dos grandes ayunos: el del Día de la Expiación (conocido como Yom Kipur) y el ayuno nacional por previas calamidades. Sin embargo, en el período veterotestamentario también se practicaba el ayuno individual por otros motivos muy diversos. A menudo estaba asociado a la muerte de un ser querido[18], una enfermedad[19], tiempos difíciles[20], el arrepentimiento[21] o el luto[22]. Casi siempre se hacía como muestra de arrepentimiento y contrición por los pecados cometidos, y como señal externa de abnegación y autohumillación, para mostrarse sumiso a la voluntad de Dios. Los fariseos ayunaban dos veces a la semana, los lunes y jueves, del amanecer al anochecer. El ayuno era considerado un acto de gran piedad. La pregunta sobre por qué no ayunaban los discípulos de Jesús se refería muy posiblemente al ayuno individual, porque es probable que ellos sí ayunaran en los dos grandes días de ayuno, al igual que el resto del país, pero no dos veces a la semana como los fariseos.

Jesús les dijo: «¿Acaso pueden ayunar los que están de bodas mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar»[23].

Al hablar aquí de «los que están de bodas» se refiere a los acompañantes del novio en el casamiento. En otras traducciones de la Biblia dice «los invitados a una boda» (RVC), «los invitados del novio» (NVI) o «los amigos del novio» (PDT). Jesús preguntó si los padrinos de boda, los compañeros del novio, ayunarían mientras su amigo recién casado estuviera con ellos en la fiesta de casamiento. La respuesta es obvia: no, ¡cómo lo iban a hacer! Mientras su amigo recién casado permaneciera con ellos en la fiesta de boda, era lógico que ellos continuaran regocijándose y alegrándose con él. Jesús, el Hijo de Dios, estaba todavía con ellos, por lo que no era ese el momento de ayunar.

Los discípulos de Juan el Bautista imitaban su vida ascética, que incluía ayunos. Estaba bien que ellos ayunaran porque aguardaban la llegada del Mesías prometido. Para ellos el novio todavía no había llegado; pero para los discípulos de Jesús sí. El novio estaba presente, y debían deleitarse en Su presencia. Estaba bien que se regocijaran y dieran gracias.

Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces, en aquellos días, ayunarán[24].

Si bien la boda no era una ocasión oportuna para ayunar, iba a llegar un momento en que sí sería oportuno hacerlo. Lo de que el esposo les será quitado es una alusión a la crucifixión de Jesús. Algunos estudiosos del Nuevo Testamento interpretan este versículo en el sentido de que los discípulos debían ayunar en los pocos días entre la muerte y la resurrección de Jesús, y que el ayuno solo era necesario en ese período. Otros consideran que es conveniente (aunque no un mandamiento) ayunar incluso ahora, ya que la creación todavía no ha sido plenamente restaurada y Jesús aún no ha vuelto para restablecerla del todo. En el libro de los Hechos dice que aún falta para que llegue el tiempo de la restauración.

Es necesario que Él permanezca en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, como Dios lo ha anunciado desde hace siglos por medio de Sus santos profetas[25].

Por tanto, esos estudiosos consideran que es bueno que los cristianos ayunen.

Estamos en ese período en que el esposo nos ha sido quitado. Claro que, aunque esté físicamente lejos de nosotros, espiritualmente está con nosotros cada segundo de cada día. En el Nuevo Testamento no hay ningún mandamiento que diga que los cristianos deban ayunar. La ausencia de mandamiento no significa que los cristianos no ayunen: hay pasajes del Nuevo Testamento en los que se habla de creyentes que ayunaban.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas[26].

Tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto[27].

Ministrando estos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado». Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron[28].

Constituyeron ancianos en cada iglesia y, después de orar y de ayunar, los encomendaron al Señor en quien habían creído[29].

Jesús no mandó ayunar a los creyentes, ni dijo que los que ayunaran serían espiritualmente más fuertes. No obstante, en el Nuevo Testamento hay casos de creyentes que ayunaron[30]. El ayuno es una cuestión de preferencia individual. Es frecuente que los cristianos ayunen como manifestación de arrepentimiento por un pecado grave, o cuando buscan al Señor con relación a una necesidad urgente, por ejemplo de curación o protección. A veces ayunan como expresión de luto, aflicción o lamento; otras veces cuando buscan la orientación del Señor.

Los cristianos debemos glorificar al Señor ya sea que comamos o bebamos, que ayunemos o festejemos. En todo momento debemos regocijarnos por el don de un Salvador que tendió la mano a los que eran considerados los peores pecadores de Su época y les ofreció convertirse en hijos de Dios para siempre.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.

[2] Mateo 9:9–13, Marcos 2:13–17, Lucas 5:27–39.

[3] Marcos 2:13,14.

[4] Marcos 2:15.

[5] Marcos 2:16 (NBLA).

[6] Más información sobre los fariseos en https://directors.tfionline.com/es/post/jesus-su-vida-y-mensaje-gobernantes-y-religiosos/.

[7] Lucas 15:1,2.

[8] Lucas 19:7.

[9] Stein, Mark, 130.

[10] Stein, Mark, 130.

[11] Marcos 2:17.

[12] Marcos 9:37.

[13] Lucas 4:43.

[14] Juan 8:42.

[15] Juan 11:25,26.

[16] Romanos 10:9,10.

[17] Marcos 2:18.

[18] 1 Samuel 31:13; 2 Samuel 1:12.

[19] 2 Samuel 12:16, 21–23.

[20] Esdras 8:23.

[21] Levítico 16; 1 Reyes 21:27; Isaías 58:3–6; Joel 2:12,13.

[22] Ester 4:3; Mateo 6:16.

[23] Marcos 2:19.

[24] Marcos 2:20.

[25] Hechos 3:21 (NVI).

[26] Mateo 6:16.

[27] Mateo 6:17,18.

[28] Hechos 13:2,3.

[29] Hechos 14:23.

[30] Más sobre el ayuno en https://directors.tfionline.com/es/post/disciplinas-espirituales-el-ayuno/.

 

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