El Credo (5ª parte)

Enviado por Peter Amsterdam

abril 28, 2020

[The Creed (Part 5)]

(Los puntos presentados en este artículo se han tomado del libro The Creed, de Luke Timothy Johnson[1].)

Tras declarar la divinidad de Jesús como Hijo de Dios, el cual es «de la misma naturaleza que el Padre», el Credo presenta el aspecto humano de Jesús y ciertos sucesos de Su vida: la manera en que murió, Su resurrección, Su ascensión al Cielo y lo que vendrá después.

Por nosotros y por nuestra salvación

El Credo dice: «Que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo».

El Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, el cual es de la misma naturaleza que el Padre, asumió la naturaleza humana con toda la plenitud de la divinidad.

En Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad[2].

¿Para qué vino? Para salvar a la humanidad. Lo que está diciendo, entonces, es que Dios, Creador de todo lo visible e invisible, envío a Su Hijo, el cual también es Dios, y lo introdujo en la historia humana por el bien de los seres humanos. El Credo pone de relieve el profundo amor e interés por la humanidad que manifestó Dios con Jesucristo.

También da a entender que había algo en los seres humanos que hizo necesario que Dios se encarnara y entrara en este mundo para salvar a la humanidad. En el libro del Génesis se afirma que toda la creación, incluida la humanidad, es buena.

Vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera[3].

En el Nuevo Testamento dice que toda la creación de Dios sigue siendo buena.

Todo lo que Dios creó es bueno y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias[4].

No obstante, el apóstol Pablo explica que, como los seres humanos desobedecimos a Dios, el pecado entró en el mundo y desvirtuó todo lo que era bueno[5].

Dios entró en nuestro mundo porque los seres humanos pecamos. Los seres humanos no nos merecemos la atención y los cuidados de Dios: si somos objeto de ellos es únicamente por Su amor, misericordia y gracia.

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él[6].

La gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres[7].

Dios […] nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito Suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos[8].

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. Pero Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros[9].

Por nuestra salvación

Cuando los primeros cristianos hablaban de la salvación, se referían a una experiencia real que habían vivido, no a algo que solo se materializaría plenamente en el futuro. Ellos ya estaban salvados en el presente.

Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación[10].

Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)[11].

El Nuevo Testamento enseña que la salvación transforma la vida de las personas y les da:

Libertad:

El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad[12].

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud[13].

Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados[14].

Valentía y seguridad:

Viendo la valentía de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se admiraban; y les reconocían que habían estado con Jesús[15].

Ya que este nuevo camino nos da tal confianza, podemos ser muy valientes[16].

Cristo Jesús, nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en Él[17].

Paz:

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo[18].

El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo[19].

La paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo[20].

Gozo:

Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas[21].

¿Qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios?[22]

Gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de Su gloria os gocéis con gran alegría[23].

Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en Él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso[24].

Fe, esperanza y amor:

Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo[25].

Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor[26].

La salvación no solo cambia la vida de los creyentes; también les da vida eterna. El Nuevo Testamento dice que viviremos eternamente con Dios.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna[27].

El que oye Mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida[28].

Esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él tenga vida eterna; y Yo lo resucitaré en el día final[29].

La idea es que la vida eterna no consiste únicamente en la que tendremos con Dios después de la muerte. Incluye también nuestra vida actual, por el hecho de que se nos ha hecho partícipes de la propia vida de Dios.

Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que Él nos hizo: la vida eterna[30].

Este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en Su Hijo[31].

De cierto, de cierto os digo: El que oye Mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna[32].

Este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en Su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida[33].

Otro aspecto importante de la salvación es el perdón de los pecados. En otras palabras, el que Dios elimine todo lo que impide la plena reconciliación entre Él y los seres humanos. El Hijo de Dios murió en la cruz para que nuestros pecados pudieran ser perdonados.

¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo![34]

Primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras[35].

Gracia y paz sean a vosotros, de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a Sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre[36].

[El Padre] nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de Su amado Hijo, en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados[37].

Jesucristo […] es el testigo fiel de estas cosas, el primero en resucitar de los muertos y el gobernante de todos los reyes del mundo. Toda la gloria sea al que nos ama y nos ha libertado de nuestros pecados al derramar Su sangre por nosotros. Él ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para Dios, Su Padre. ¡A Él sea toda la gloria y el poder por siempre y para siempre! Amén[38].

Bajó del cielo

El Evangelio de Juan dice que Jesús bajó del Cielo y también ascendió al Cielo. Por supuesto, el Cielo no es un lugar físico, así que no es posible precisar su ubicación. Sin embargo, los autores del Credo emplearon el lenguaje del Evangelio de Juan, en el que Jesús habla de descender y subir.

He descendido del cielo, no para hacer Mi voluntad, sino la voluntad del que me envió[39].

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo[40].

Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo[41].

El Evangelio de Juan dice asimismo que Jesús es el Verbo de Dios que vino físicamente al mundo. Al hacerlo, rompió la barrera entre Creador y creación, entrando en el mundo de la carne y luego volviendo a Dios.

En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios[42].

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre[43].

El apóstol Pablo escribió:

Cristo Jesús […], siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres[44].

La Epístola a los Hebreos alude a la venida de Jesús al mundo:

Cuando Cristo vino al mundo, le dijo a Dios: «No quisiste sacrificios de animales ni ofrendas por el pecado. Pero me has dado un cuerpo para ofrecer»[45].

Dice asimismo:

En estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo[46].

Vemos a Jesús, quien por poco tiempo fue hecho menor que los ángeles[47].

En esa clase de lenguaje, que se encuentra por todo el Nuevo Testamento, se inspiraron los autores del Credo al decir que Jesús bajó del Cielo. Jesús, siendo Dios, asumió la forma y semejanza de un hombre, vino al mundo y es heredero de todo, aunque por poco tiempo fue hecho inferior a los ángeles. «Por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo.»

(Continuará en la sexta parte.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


[1] The Creed—What Christians Believe and Why It Matters (Nueva York: Doubleday, 2003).

[2] Colosenses 2:9.

[3] Génesis 1:31. V. también Génesis 1:10,12,18,21,25.

[4] 1 Timoteo 4:4.

[5] Romanos 1:18–32.

[6] Juan 3:16,17.

[7] Tito 2:11 (NBLA).

[8] 2 Timoteo 1:8,9.

[9] Romanos 5:7,8.

[10] Romanos 10:10.

[11] Efesios 2:4,5.

[12] 2 Corintios 3:17. V. también Gálatas 5:1,13.

[13] Gálatas 5:1.

[14] Gálatas 5:13.

[15] Hechos 4:13.

[16] 2 Corintios 3:12 (NTV).

[17] Efesios 3:11,12.

[18] Romanos 5:1.

[19] Romanos 14:17. V. también 1 Corintios 7:15.

[20] Colosenses 3:15.

[21] Santiago 1:2.

[22] 1 Tesalonicenses 3:9.

[23] 1 Pedro 4:13.

[24] 1 Pedro 1:8.

[25] 1 Tesalonicenses 1:2,3.

[26] 1 Corintios 13:13.

[27] Juan 3:36.

[28] Juan 5:24.

[29] Juan 6:40.

[30] 1 Juan 2:24,25.

[31] 1 Juan 5:11.

[32] Juan 5:24.

[33] 1 Juan 5:11,12.

[34] Juan 1:29.

[35] 1 Corintios 15:3.

[36] Gálatas 1:3,4.

[37] Colosenses 1:13,14.

[38] Apocalipsis 1:5,6 (NTV).

[39] Juan 6:38.

[40] Juan 6:51.

[41] Juan 3:13.

[42] Juan 1:1.

[43] Juan 1:14.

[44] Filipenses 2:5–7.

[45] Hebreos 10:5 (NTV).

[46] Hebreos 1:2.

[47] Hebreos 2:9 (RVA-2015).

 

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