Jesús, Su vida y mensaje: La unción en Betania

Enviado por Peter Amsterdam

diciembre 15, 2020

[Jesus—His Life and Message: Anointing at Bethany]

El capítulo 11 de Juan cuenta que Jesús resucitó a Lázaro[1]. A consecuencia de ese milagro, los principales sacerdotes y los fariseos acordaron que había que matar a Jesús y mandaron que cualquiera que supiera Su paradero diera aviso, para poder arrestarlo. Dice que «por eso, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y se quedó allí con Sus discípulos»[2]. El pasaje no aclara cuánto duró Su estancia allí, pero el hecho es que al cabo de un tiempo se puso nuevamente en movimiento.

Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto y a quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con Él[3].

El pueblo de Betania estaba a pocos kilómetros de Jerusalén[4]. Al llegar Jesús, se celebró una cena en Su honor. Marta servía la comida, como en otra ocasión también descrita en los Evangelios[5]. Su hermano, Lázaro, a quien Jesús había resucitado, estaba a la mesa.

María, hermana de Marta y Lázaro, también estaba presente.

Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume[6].

El perfume con el que María ungió los pies de Jesús era caro, porque el nardo, también llamado espicanardo, se extrae de una planta con flores que se da en la cordillera del Himalaya, en Nepal, China y la India, y había que importarlo a Israel. La cantidad de perfume que usó María equivalía a unos 327 gramos, así que fue un gesto bastante costoso.

Por lo general ese aceite se echaba sobre la cabeza; el hecho de que María lo vertiera sobre los pies de Jesús se entiende como un acto de humildad. Ella se puso en el lugar más bajo, ya que comúnmente solo los esclavos/criados de menor categoría se ocupaban de los pies de las personas. Como una muestra más de devoción, con sus cabellos retiró el exceso de aceite de los pies de Jesús. Las mujeres judías nunca se descubrían la cabeza en público, ya que eso era indicativo de una moral laxa. Cierto autor escribe: «María no se detuvo a calcular cuál sería la reacción de los asistentes. Obedeció al impulso de su corazón por su Señor y expresó sus sentimientos con esa hermosa y conmovedora acción»[7].

Dijo uno de Sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios y se les dio a los pobres?»[8]

La pregunta de Judas era legítima. Un denario equivalía al pago por una jornada de trabajo, así que el valor de aquel perfume era casi tanto como el sueldo por todo un año de trabajo. Esa suma podría haber ayudado a bastantes pobres. Sin embargo, el gesto de María debe entenderse en el contexto de que Jesús había resucitado a Lázaro, su hermano, y ella estaba agradecida por tan magnífico regalo[9].

En el siguiente versículo se nos revela el motivo por el que Judas cuestionó el uso de aquel valioso perfume:

Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella[10].

Judas era un ladrón. Se le había confiado el dinero que Jesús y Sus discípulos tenían en común, pero él traicionaba esa confianza robando fondos y usándolos en su propio beneficio. En realidad fue por egoísmo que se opuso a que se vertiera ese perfume costoso sobre los pies de Jesús. Si se hubiera vendido el perfume, él habría tenido acceso al dinero y podría haberse embolsado una parte. Este es el único pasaje de los Evangelios en el que se muestra la falta de integridad de Judas antes de que traicionara a Jesús.

Entonces Jesús dijo: «Déjala, para el día de Mi sepultura ha guardado esto. A los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a Mí no siempre me tendréis»[11].

Jesús intervino inmediatamente en defensa de María. En el libro de Marcos, Jesús la elogia diciendo:

Buena obra me ha hecho. […] Se ha anticipado a ungir Mi cuerpo para la sepultura[12].

Jesús indicó que, si bien siempre habría pobres, Él no siempre estaría, y María había hecho bien al aprovechar la ocasión y realizar ese acto de devoción.

Gran multitud de los judíos supieron entonces que Él estaba allí, y fueron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos[13].

Betania distaba poco más de tres kilómetros de Jerusalén, así que cuando llegó a la capital la noticia de que Jesús, que había resucitado a Lázaro, se encontraba en Betania, bastantes curiosos recorrieron ese pequeño trayecto con la esperanza de ver tanto al hacedor de milagros —Jesús— como a Lázaro.

Ese gentío que fue a ver a Jesús y a Lázaro no pasó inadvertido. En un pasaje anterior de este mismo evangelio, «los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno se enteraba de dónde estaba [Jesús], informara de ello, para prenderlo»[14]. Tenían la intención de matarlo, puesto que el sumo sacerdote Caifás había dicho antes: «Nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca»[15]. Aquí dice que Lázaro también fue incluido en la lista de personas que, según los principales sacerdotes, debían morir.

Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús[16].

Lázaro, al igual que Jesús, estaba en peligro.

Las máximas autoridades religiosas querían eliminar a Lázaro porque el testimonio de su resurrección constituía una contundente validación de Jesús y Su mensaje. Aunque estos pasajes no lo digan, es probable que al resucitar a Lázaro Jesús pusiera en evidencia a los líderes religiosos, y más concretamente a los saduceos. Ellos negaban que los muertos fueran a resucitar, pero aquel hombre había estado cuatro días sepultado y había sido revivido.

El efecto general de la cena de Jesús con María, Marta y Lázaro fue que mucha gente —probablemente de Jerusalén—, al enterarse de que Él estaba en casa de ellos, se desplazó hasta el pueblo de Betania para verlo y ver a Lázaro. Y dice que, a raíz de ello, «muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús»[17].

A partir de este punto, los evangelios se centran en el ministerio final de Jesús en Jerusalén antes de Su arresto, juicio y crucifixión.


Nota

Todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] https://directors.tfionline.com/es/post/jesus-su-vida-y-mensaje-milagros-18-parte/

[2] Juan 11:54.

[3] Juan 12:1,2.

[4] Juan 11:18.

[5] Lucas 10:40.

[6] Juan 12:3.

[7] Morris, El Evangelio según Juan, Vol. 2, 192.

[8] Juan 12:4,5.

[9] V. Juan capítulo 11.

[10] Juan 12:6.

[11] Juan 12:7,8.

[12] Marcos 14:6,8.

[13] Juan 12:9.

[14] Juan 11:57.

[15] Juan 11:50.

[16] Juan 12:10,11.

[17] Juan 12:11.

 

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