Jesús, Su vida y mensaje: El juicio final ante el Hijo del hombre

Enviado por Peter Amsterdam

marzo 23, 2021

[Jesus—His Life and Message: Final Judgment by the Son of Man]

En los dos artículos anteriores de esta serie, titulados La venida del Hijo del hombre (1ª y 2ª parte), estudiamos el capítulo 24 de Mateo, parte del cual trata de los acontecimientos del tiempo del fin y el regreso de Jesús. En la última sección de Mateo 24 (versículos 45–51) y en los versículos 1–30 de Mateo 25 se refieren tres parábolas: la del siervo fiel y el infiel (Mateo 24:45–51, Lucas 12:39,40)[1]; la de las diez vírgenes (Mateo 25:1–13)[2]; y la del rey y los administradores (Mateo 25:14–30, Lucas 19:11–27)[3]. Esas parábolas ya las estudiamos en la serie Parábolas de Jesús, por lo que no las incluimos aquí. Después de esas parábolas, en Mateo 25:31–46, se describe el juicio final ante Jesús, el Hijo del hombre.

Cuando el Hijo del hombre venga en Su gloria y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en Su trono de gloria[4].

La vida terrena de Jesús fue, en muchos sentidos, una vida de humildad y servicio. Sin embargo, llegará el día en que regresará con poder y majestad, acompañado de Sus ángeles. Otros pasajes de los evangelios también mencionan que volverá en compañía de ángeles.

El Hijo del hombre vendrá en la gloria de Su Padre, con Sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras[5].

Enviará el Hijo del hombre a Sus ángeles, y recogerán de Su Reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen maldad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes[6].

Jesús continúa hablando del día en que «venga en Su gloria»:

Serán reunidas delante de Él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a Su derecha y los cabritos a Su izquierda[7].

El hecho de que Jesús diga que «todas las naciones» serán reunidas muestra que se refiere al juicio final de todas las personas. En Israel, las ovejas y las cabras eran los animales domésticos pequeños más corrientes, y las ovejas se consideraban mejores que las cabras. Ovejas y cabras solían pacer juntas; sin embargo, por ser las cabras más sensibles al frío, generalmente de noche las recogían en un lugar resguardado. La imagen del pastor que separa las ovejas de las cabras aludía a una práctica frecuente en Israel en aquel tiempo.

No se explica por qué las ovejas son valoradas positivamente y las cabras negativamente. Al separar las ovejas de las cabras, aquellas reciben una sentencia favorable, y estas son juzgadas desfavorablemente. El lado derecho solía considerarse el lado preferido. El mayor honor que podía conceder un gobernante a una persona era el de sentarse a su derecha, mientras que el costado izquierdo se asociaba con un mal augurio.

Entonces el Rey dirá a los de Su derecha: «Venid, benditos de Mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme»[8].

El versículo 31 decía que el Hijo del hombre «se sentará en Su trono de gloria». Aquí lo llama «el Rey». Será Él quien emita veredicto sobre los que comparezcan ante Él. En el Evangelio de Juan se nos explica que el Padre le ha conferido a Jesús esa autoridad.

Como el Padre tiene vida en Sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en Sí mismo; y, además, le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre[9].

Jesús comienza por dirigirse a los que están a Su derecha, los benditos del Padre. La bendición de los que están a la derecha consiste en que heredarán el reino. Cuadra con lo que Jesús ya había dicho en un pasaje anterior de este evangelio:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos[10].

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos[11].

En otro pasaje Jesús ya se había referido al futuro, cuando dijo a Sus discípulos:

De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de Su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel[12].

Seguidamente, Jesús enumera algunas cosas que hacen a lo largo de su vida los benditos de Su Padre: dan de comer a los hambrientos y de beber a los sedientos, acogen al forastero, visten al que está desnudo y visitan a los enfermos y a los presos. La misma lista se repite cuatro veces en este capítulo (versículos 34–46). Con esa repetición se enfatiza que esas actividades deberían entenderse como directrices de discipulado para los creyentes. La vida de un cristiano debería exhibir pruebas de que Dios obra en él y a través de él, y esos actos de bondad son un reflejo del amor y la benevolencia del Señor. «No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles»[13].

Entonces los justos le responderán diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?»[14]

Las ovejas, ahora llamadas «los justos», se sorprenden de que hayan realizado esos actos encomiables. Repasan la lista de acciones que Jesús menciona y preguntan cuándo las hicieron. Está claro que no realizaron esos gestos de bondad con la intención de obtener un premio, sino por amor, de conformidad con las enseñanzas de Jesús.

Respondiendo el Rey, les dirá: «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos Mis hermanos más pequeños, a Mí lo hicisteis»[15].

La respuesta de Jesús comienza por las palabras: «De cierto os digo»,que recalcan la importancia y seriedad de lo que va a decir. Su ministerio se centró en los pobres, los necesitados, los marginados, los «más pequeños». En otros pasajes de los evangelios hallamos ejemplos de las personas a las que atendió: «Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio»[16]. «El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor»[17].

Entonces dirá también a los de la izquierda: «Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles»[18].

Tras elogiar a los que han vivido con arreglo a las enseñanzas de Jesús, el Rey se dirige a «los de la izquierda». A los de la derecha les hizo una invitación y les dijo: «Venid», pero los de la izquierda escuchan lo contrario: «Apartaos de Mí». Se los llama «malditos». Estos que son rechazados son sentenciados al fuego preparado para el diablo y sus ángeles.

En el libro del Apocalipsis hay una visión del lago de fuego al que son arrojados el Diablo, la bestia y el falso profeta.

El diablo, que los engañaba, fue lanzado en el lago de fuego y azufre donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos[19].

El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego[20].

En el Evangelio de Mateo hay otras referencias al fuego del infierno:

Yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga “Necio” a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga “Fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego[21].

Si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti: mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego[22].

Si bien la versión RVR95 usa en estos versículos la expresión «infierno de fuego», otras versiones dicen «fuego del infierno», «fuego eterno» o «fuego de la gehena».

Jesús habla del «diablo y sus ángeles». Se refiere a los ángeles caídos que ayudan a Satanás. En el Nuevo Testamento hay otras menciones de los ángeles caídos.

Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio[23].

Hubo una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. Luchaban el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él[24].

Jesús continúa:

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis[25].

Jesús enumera las mismas situaciones y acciones que cuando elogió a los que estaban a Su derecha, pero esta vez en sentido negativo. Estas personas han estado tan ocupadas pensando en sí mismas y en sus propios asuntos que no han prestado la menor atención al sufrimiento ajeno. Lo asombroso es que Jesús dice que, al no hacer esas cosas por los demás, no las hicieron por Él.

Entonces también ellos le responderán diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te servimos?» Entonces les responderá diciendo: «De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a Mí lo hicisteis»[26].

Estas personas se quedan tan sorprendidas como las del primer grupo, ya que no recuerdan ninguna ocasión en que Jesús necesitara comida, agua o algún otro tipo de ayuda y ellos se la negaran. No eran conscientes de que, al desatender a los necesitados, lo habían desatendido a Él. Cierto autor escribe: «Merece la pena observar que no dice que su condena se deba a la comisión de algún crimen horrible, sino al hecho de que no hicieron lo que debían hacer. Los pecados de omisión pueden ser muy graves»[27].

Irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna[28].

Los comentaristas tienen distintas opiniones sobre el castigo eterno. Según la interpretación de algunos, es un castigo que durará para siempre, y una persona asignada al infierno será castigada eternamente. Otros entienden que se trata de un castigo con relación a la era venidera. Según esta interpretación, no es castigo continuo y sin fin, sino uno que tiene consecuencias eternas: la pérdida de la vida eterna y la destrucción por el fuego. En cualquier caso, hay una separación permanente de Dios.

La idea de que alguien quede permanentemente separado de Dios y de Su bondad y amor es muy triste y perturbadora. Desde luego debería motivarnos a difundir la buena nueva del evangelio entre todas las personas que podamos, para que ellas también puedan pasar la eternidad en presencia de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.


Nota

Todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] https://directors.tfionline.com/es/post/parabolas-de-jesus-el-siervo-fiel-y-el-infiel/

[2] https://directors.tfionline.com/es/post/parabolas-de-jesus-las-diez-virgenes/

[3] https://directors.tfionline.com/es/post/parabolas-de-jesus-el-rey-y-los-administradores/

[4] Mateo 25:31.

[5] Mateo 16:27.

[6] Mateo 13:41,42. V. también Mateo 24:30,31.

[7] Mateo 25:32,33.

[8] Mateo 25:34–36.

[9] Juan 5:26,27.

[10] Mateo 5:3.

[11] Mateo 5:10.

[12] Mateo 19:28.

[13] Hebreos 13:2.

[14] Mateo 25:37–39.

[15] Mateo 25:40.

[16] Mateo 11:4,5.

[17] Lucas 4:18,19.

[18] Mateo 25:41.

[19] Apocalipsis 20:10.

[20] Apocalipsis 20:15.

[21] Mateo 5:22.

[22] Mateo 18:8,9.

[23] 2 Pedro 2:4.

[24] Apocalipsis 12:7–9.

[25] Mateo 25:42,43.

[26] Mateo 25:44,45.

[27] Morris, The Gospel According to Matthew, 641.

[28] Mateo 25:46.

 

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