Enviado por María Fontaine
agosto 14, 2021
[“My Sheep Hear My Voice…”]
Esta vida es un magnífico conjunto de experiencias, diseñada por nuestro Creador para que lleguemos a ser una manifestación de Su amor. Se puede aprender muchísimo, no solo de nuestras propias experiencias, sino también de la vida de otros, si tenemos la suficiente sensatez como para buscar todo lo que el Señor quiere revelarnos. Esa es una razón por la que me encantan los testimonios que describen diversas formas y métodos que el Señor aprovecha para que cada uno de nosotros llegue a tener una relación con Él.
El Señor puso en mi camino un artículo en Internet acerca de un hombre que se llama Mike en el que cuenta cómo encontró a Jesús. Quedé muy conmovida, como habitualmente me pasa con los relatos de la salvación de alguien, y quiero contarles la historia de él. Lo que destacó para mí en su relato fue la importancia que tuvo la parte que desempeñó cada persona a fin de llevarlo a conocer al Señor.
El hombre de este relato que quiero contar tiene ahora más de 70 años. Ha sido pastor por muchos años. Él y su esposa tienen varios sitios web para que personas de otras religiones o creencias aprendan sobre el Señor.
Mike no siempre estuvo convencido de que Jesús es el camino. En realidad, de joven al principio se adentró profundamente en la religión hindú.
De niño había sido católico, al igual que sus padres, y había sido monaguillo. Había asistido a un colegio católico; respetaba y admiraba a los sacerdotes y monjas por su ejemplo de humildad, entrega, amor sacrificado y bondad. Sin embargo, lo que faltaba en su vida era saber cómo tener una relación personal con Jesús.
A los 17 años, según sus palabras, «había tenido suficiente de la iglesia». Se convirtió en un músico de rock, y se metió en todo lo que va con ese estilo de vida. A los 18 años, tuvo una experiencia cercana a la muerte. Al darse cuenta de que su vida estuvo a punto de terminar, empezó seriamente a reflexionar sobre el sentido de la vida, incluso dejó la universidad para ir en búsqueda de la verdad. Eso fue al principio de la revolución de «Jesus People» (y también de nuestros inicios).
En 1969, un amigo le presentó a un gurú de la India. Al poco tiempo, se convirtió en uno de sus seguidores. Para él, eso no representó simplemente un nuevo concepto que le interesaba superficialmente; en cambio, se concentró completamente, casi con obsesión, en aprender todo lo posible. Ese estilo de vida se anunciaba como una manera de «tomar conciencia de que eres dios». Buscaba la verdad y estaba dispuesto a probar lo que fuera para encontrarla.
Sus intentos por alcanzar esa meta lo consumían. A diario —desde las 3:30 de la madrugada hasta más o menos las 5 de la tarde—, meditaba, cantaba mantras y leía escrituras hindúes. Incluso empezó un ashram, una comunidad, con otras personas que estaban dispuestas a dedicar todo su tiempo a esa religión, renunciando a todos los intereses mundanos y posesiones.
Durante ese período de tiempo, le pareció que hacía progresos para acercarse a la conciencia-dios que buscaba. Las cosas iban bien. Mientras tanto, Dios obraba entre bastidores para hacer que ocurrieran algunos sucesos importantes a fin de que se cumpliera Su promesa en Jeremías 29:13: Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
Mike daba clases de yoga a centenares de estudiantes en varias universidades, y como tenía dotes de mando, ellos lo seguían como su gurú. Mike creía que ese era su llamamiento, y que no solo debía encontrar a Dios para él, sino para ayudar a otros a hacer lo mismo.
Un periodista de un periódico se enteró de lo que pasaba y decidió hacer un artículo de fondo y una entrevista con Mike y los jóvenes que asistían a sus clases con el objetivo de «aprender el camino que conduce hacia Dios». Mike esperaba que esa publicidad le trajera más alumnos a quienes él podría ayudar, y estaba entusiasmado.
Entre muchas personas que leyeron el artículo, había un pequeño grupo de personas muy importantes. Eran miembros de una cadena de oración las 24 horas. Creían y practicaban el ayuno y la oración. Después de poner el artículo en su tablero de anuncios, empezaron a orar, sabiendo que Dios quería salvar a Mike y a los jóvenes que él, sin querer, llevaba por un camino equivocado.
En ese tiempo, Mike recibió una carta de un amigo de la universidad, Larry, quien le dijo que había nacido de nuevo. Mike quedó perplejo y un poco desorientado, ya que ese amigo había dejado la universidad junto con él a fin de estudiar yoga y religiones orientales. El concepto que Larry presentaba a Mike le era completamente ajeno: que Dios y el Espíritu Santo entraran en ti desde afuera y dirigieran tu vida.
En las religiones orientales, a fin de encontrar a Dios, se supone que la persona mira hacia adentro, y «la esencia de la divinidad» despierta desde dentro de ella. Sin embargo, Larry habló de un Dios que entraría a quienes lo recibieran y que habitaría en su corazón. Larry le dijo a Mike que si pedía a Jesús que entrara en su corazón, el Espíritu Santo entraría en él, y que espiritualmente renacería; el Espíritu de Dios viviría en él. Para Mike, eso era inquietante, ya que había dedicado tanto tiempo y esfuerzo a un sistema de creencias completamente opuesto.
Sin embargo, Mike buscaba la verdad. Después de pasar muchas horas reflexionando sobre la carta de su amigo, tomó una decisión importante. Aunque todavía daba cuatro clases de yoga a la semana y continuaba con las prácticas hindúes., decidió dedicar un día completo a orar solo a Jesús y a leer únicamente la Biblia, y dejar de lado todo lo demás.
Su oración fue algo así: «Jesús, hoy es Tu día. Si de verdad eres el Salvador del mundo, como dicen muchas personas, te ruego que me des una señal reconocible, innegable, de que en realidad eres el Mesías, el Salvador, Señor de todo».
No fue una oración que hizo a la ligera. Mike era consciente de que dar ese paso podría cambiar drásticamente su vida y todo lo que creía. Sin embargo, pasó el día leyendo el Evangelio de Juan y el Apocalipsis. Durante el día, fiel a ese compromiso, oraba solo a Jesús, pidiéndole que le diera una señal.
Después preparó la clase de yoga que ya tenía programada, sin haber recibido todavía la señal que había pedido.
Sin que él lo supiera, al otro lado de la ciudad un joven que se llamaba Kent —uno de los miembros del grupo de oración de 24 horas que había estado orando por Mike— entraba a una lavandería para lavar su ropa. Sin embargo, Kent tuvo la clara impresión de que ese no era el momento adecuado para lavar la ropa. En vez de eso, tuvo el impulso de volver a su auto y conducir. Estuvo conduciendo, siguiendo las indicaciones del Espíritu Santo que lo impulsaba a ir hacia la izquierda, a la derecha, etc. De repente, vio a alguien de pie al lado del camino. Normalmente, se oponía con firmeza a llevar a alguien que hacía autostop. Sin embargo, le pareció que el Espíritu Santo le decía que llevara a esa persona en su auto.
Cuando Mike abrió la puerta para entrar en la camioneta de Kent, lo primero que vio fue un cuadro de Jesús pegado con cinta adhesiva en el techo interior de la camioneta. ¡Esa era la señal para él! Antes de que terminara el viaje, Mike había encontrado su nuevo hogar en el Cielo y una vida que vale la pena vivir con la ayuda de sus dos nuevos amigos: Kent y Jesús.
En muchos casos, Dios se vale de Sus hijos, y también de muchos sucesos aparentemente al azar, lo que incluyó el mundo de las drogas en el caso de Mike (¿y tal vez en el tuyo también?) para crear un deseo de encontrar el sentido de la vida. Dios obrará por medio de toda circunstancia en la vida de las personas a fin de que los que estén en una búsqueda se acerquen a Él.
Me encantan esos recordatorios de cómo Dios en muchos casos obra de manera inesperada, lo que a nosotros nos parecen caminos inescrutables, a fin de llegar al corazón de alguien. Desde nuestra concepción hasta nuestra salvación, el Señor constantemente moldea nuestra vida, arregla situaciones que nos acerquen a Él y nos prepara para el llamamiento que nos ofrece para nuestro futuro.
Algo que me conmovió de la historia de Mike es que no hay nadie que esté tan inmerso en otra religión u otra manera de pensar, sea lo que sea, a quien Jesús no pueda llegar si esa persona desea conocer la verdad.
El Señor conoce el corazón de cada persona. Puede valerse de todo —lo malo, lo bueno y lo que está en medio— para dirigir a las personas en su camino hacia Él.
Pensemos en Larry, el amigo de Mike que le escribió acerca de la necesidad de nacer de nuevo. Es posible que para escribir esa carta hiciera falta mucho tiempo y esfuerzo, y que el diablo le diera muchas razones «válidas» para no hacerlo. Sin embargo, Larry escuchó la voz del Espíritu Santo, y quedó comprobado que eso fue una gran motivación para que Mike buscara la verdad acerca de Jesús.
Y luego el grupo de oración de 24 horas, que tuvo un papel importante para liberar a Mike de las cadenas que lo mantenían atado. Esos guerreros de oración sabían que Dios podría romper esas cadenas y librarlo.
Y luego Dios se valió de Kent, un miembro de ese grupo de oración, que poco antes se había convertido y que venía del mundo del yoga. Dios pidió a Kent que hiciera algunas locuras que para él en ese momento no tenían sentido; sin embargo, Dios aprovechó esas cosas para lograr estupendos resultados.
Además, hizo falta que Kent estuviera dispuesto a hacer seguimiento a su nuevo converso y asistiera a la clase de yoga de Mike para apoyarlo mientras daba testimonio de lo que había pasado. Me imagino que Mike se sintió fortalecido en sus convicciones cuando su nuevo amigo estaba junto a él y lo apoyaba en oración mientras contaba a todos sus alumnos que sin querer los había inducido a error y que había descubierto que no hay otro camino hacia Dios excepto por Jesucristo. Luego anunció que ya no daría las clases y que también cerraba su ashram.
La historia no termina, ¡continúa! Mike cuenta que dejar el estilo de vida yoga y testificar públicamente acerca del cambio en su corazón en respuesta a las peticiones del grupo de oración hizo que también muchos otros de sus alumnos aceptaran a Jesús.
En el Cielo entenderemos completamente el impacto que tuvo en muchas personas su decisión transformadora. La primera ola de sus alumnos que se convirtieron fue seguida por la de los que esos alumnos guiaron al Señor, y así sucesivamente va en aumento, impulsada por la fuerza del amor de Dios. ¿Y quién sabe? ¡Es posible que el Cielo sea solo el comienzo!
Otro punto que me llamó la atención fue cuando Mike y su nuevo amigo Kent empezaron a hacer la oración de salvación. Mike tenía muchas preguntas. Kent, quien estaba en el proceso de dirigirlo en la oración de salvación, guiado por el Espíritu Santo, le dijo: «No te preocupes. Solo acepta a Jesús. Luego, lo comprenderás».
Claro, no quiero dar a entender que el Señor dirá lo mismo a todos cuando testifiquen. Sin embargo, ese principio es muy importante; y en algunos casos, es probable que eso sea lo que el Señor quiere que digamos. En otros momentos, tal vez tengamos que responder a las preguntas de la persona y explicar más lo que es la salvación. Tenemos que seguir a Jesús, hacer lo que Él nos indique en el momento, y confiar en que el Señor se encargará de los resultados. Luego, Jesús hará lo que no podemos hacer. ¡Alabado sea el Señor!
Si escuchan todo el testimonio de Mike Shreve en YouTube, creo que será una bendición para ustedes. Para mí fue un gran recordatorio de las asombrosas obras de Dios y del trabajo importante que Él nos ha pedido que hagamos[1].
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 1 Corintios 3:6-8 (RVR 1995)
[1] My Spiritual Journey (Mi camino espiritual), Mike Shreve
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