Enviado por Peter Amsterdam
enero 18, 2022
[Jesus—His Life and Message: Gethsemane (Part 1): Jesus’ Prayer]
Al terminar Su última comida con los discípulos[1], Jesús los llevó «al Monte de los Olivos»[2]. Fue allí donde les dijo: «Todos vosotros os escandalizaréis de Mí esta noche»[3]. Pedro y los demás discípulos le aseguraron que nunca se apartarían de Él.
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a Sus discípulos: «Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro»[4].
El nombre Getsemaní es una combinación de dos palabras hebreas/arameas, Gath-Šmânê, que literalmente significan «prensa de aceite». Es probable que fuera el nombre de un olivar al pie del monte Olivete. El Evangelio de Juan lo describe como «un huerto»[5].
Getsemaní se encontraba dentro de los límites de la gran Jerusalén, por lo que los grupos que habían venido de todo Israel e incluso de más lejos con ocasión de la Pascua acampaban allí por la noche, ya que tenían que permanecer dentro de la ciudad durante la Pascua. En ocasiones anteriores en que Jesús y los discípulos habían ido a Jerusalén, es probable que durmieran en Getsemaní. Por eso Judas sabía que Jesús estaría allí.
Habiendo dicho a Sus discípulos que se sentasen mientras Él iba a rezar, Jesús se separó de la mayoría de ellos, pero no de todos.
Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo»[6].
Otras versiones de la Biblia dicen que Jesús «se fue llenando de indescriptible tristeza y de profunda angustia» (NBV), «comenzó a ponerse triste y muy angustiado» (RVC), «comenzó a afligirse y angustiarse» (NTV).
Es probable que Jesús, al expresar Su profunda emoción, citara el Salmo 42.
¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí? […] Mi alma está abatida en mí[7].
Cierto autor explica: «Mateo no induce a sus lectores a pensar que Jesús estaba turbado como lo estamos todos de vez en cuando. En Getsemaní Él experimentó un sentimiento de turbación muy inusual, que debemos considerar que estaba relacionado no solo con el hecho de que iba a morir, sino de que iba a morir con la clase de muerte que le aguardaba, una muerte reservada a los pecadores. […] Jesús se iba a hacer como un pecador en Su muerte, iba a sufrir la muerte que merece un pecador, y parece que fue eso lo que provocó la tremenda perturbación de espíritu que Mateo relata»[8].
Yendo un poco adelante, se postró sobre Su rostro, orando y diciendo: «Padre Mío, si es posible, pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú»[9].
Tras pedir a esos tres discípulos que estaban con Él que se quedaran allí y velaran con Él, Jesús se retiró «a distancia como de un tiro de piedra», como describe el Evangelio de Lucas[10]. Inclinarse sobre el rostro era una postura de súplica, para presentar una petición u oración. Jesús comenzó Su oración diciendo: «Padre Mío». En el Evangelio de Marcos dice: «¡Abba, Padre!», y en el de Lucas simplemente: «Padre». Todas esas expresiones evidencian la cálida relación que tenía Jesús con el Padre.
Al comenzar Su oración diciendo: «Si es posible», Jesús dejó claro que no deseaba pedir nada que fuera en contra de la voluntad de Su Padre. Más bien le estaba preguntando si era necesario que muriera crucificado. Era una forma horrible y dolorosa de morir, y cualquiera trataría de evitarla si fuera posible.
En el Antiguo Testamento, la copa se suele asociar con el sufrimiento y la ira de Dios.
Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador serán la porción de su copa[11].
¡Despierta, despierta, levántate, Jerusalén, que bebiste de la mano del Señor la copa de Su ira! Porque la copa de aturdimiento bebiste hasta los posos[12].
A lo largo de Su vida, Jesús solo buscó hacer la voluntad del Padre; y aquí una vez más confirma Su deseo de hacer Su voluntad, diciendo: «No sea como Yo quiero, sino como Tú». Por supuesto, eso tuvo un costo. Jesús era el Hijo de Dios, pero también era humano. Sabía que iba a sufrir una muerte horrible y dolorosa, y era natural que tuviera la reacción humana de rezar para que, si fuera posible, pudiera evitarla. Aun así, lo que más le preocupaba era hacer la voluntad de Su Padre.
Volvió luego a Sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: «¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil»[13].
Jesús estuvo orando a poca distancia de los discípulos. Cuando dice que luego volvió con ellos, probablemente se refiere a Pedro, Santiago y Juan, que junto con Jesús se habían alejado del resto de los discípulos. Los tres dormían. En ese momento difícil en que Jesús buscó el apoyo de Sus amigos, ellos lo defraudaron.
Jesús les preguntó si no eran capaces de mantenerse despiertos con Él una hora. Su pregunta les proporcionó una especie de excusa, ya que infirió que no eran capaces de hacerlo, y seguidamente afirmó que, aunque el espíritu está dispuesto, la carne es débil. Ellos antes habían profesado su lealtad y declarado que estaban dispuestos a morir por Él (v. 35); pero cuando fueron puestos a prueba, resultaron estar muy cansados y no tener fuerzas para mantenerse despiertos con Él siquiera una hora. Acto seguido, Jesús los exhortó a velar y orar. Antes les había dicho: «Velad conmigo» (v. 38). Aquí lo repite (v. 41), y añade: «Y orad», sabiendo que solo el Padre podía darles lo que iban a necesitar para afrontar las dificultades que en breve les sobrevendrían.
Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: «Padre Mío, si no puede pasar de Mí esta copa sin que Yo la beba, hágase Tu voluntad»[14].
Jesús se alejó una vez más de los tres discípulos que estaban con Él y se puso a orar a Su Padre. Anteriormente había rezado: «Si es posible, pase de Mí esta copa»[15]; ahora dice: «Si no puede pasar de Mí esta copa sin que Yo la beba, hágase Tu voluntad». Habiéndole pedido antes al Padre que no se la hiciera beber, Jesús ahora entiende que el Padre quiere que beba «esta copa» y se somete a Su voluntad.
Volvió otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras[16].
El Evangelio de Marcos describe de esta manera la segunda vez que Jesús se acercó a los tres discípulos:
Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle[17].
La reacción de los discípulos en Marcos da a entender que estaban avergonzados y no tenían ninguna excusa válida. Sabían que habían defraudado a Jesús.
Entonces se acercó a Sus discípulos y les dijo: «¡Dormid ya y descansad! Ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores»[18].
La primera frase viene traducida de distintas maneras según las biblias. La RVC dice: «Sigan durmiendo y descansando», mientras que la NBLA dice: «¿Todavía están durmiendo y descansando?»[19] Esta es la tercera y última vez que Jesús deja de orar para pedir a los tres discípulos que oren con Él, y una vez más los encuentra durmiendo. Aunque algunas versiones dan a entender que les estaba diciendo que siguieran durmiendo, la interpretación más común es que Jesús esta tercera vez no quería que los discípulos siguieran durmiendo, como tampoco era ese Su deseo las otras dos veces que fue a verlos.
Dijo que había «llegado la hora», o sea, el momento de que lo traicionaran y dispersaran a los discípulos, tal como Él había predicho al anunciar: «De cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar»[20]. Cuatro veces en este capítulo se menciona la traición que Jesús va a sufrir[21]. Él era consciente de que estaba a punto de ser traicionado por uno de los Suyos.
(Continuará.)
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
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[1] Mateo 26:17–20.
[2] Mateo 26:30.
[3] Mateo 26:31.
[4] Mateo 26:36.
[5] Juan 18:1.
[6] Mateo 26:37,38.
[7] Salmo 42:5,6. V. también Salmo 43:5.
[8] Morris, The Gospel According to Matthew, 667.
[9] Mateo 26:39.
[10] Lucas 22:41.
[11] Salmo 11:6.
[12] Isaías 51:17. V. también Ezequiel 23:33,34.
[13] Mateo 26:40,41.
[14] Mateo 26:42.
[15] Mateo 26:39.
[16] Mateo 26:43,44.
[17] Marcos 14:40.
[18] Mateo 26:45.
[19] Mateo 26:45 (NBLA).
[20] Mateo 26:21.
[21] Mateo 26:16,21,23,25.
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