Pentálogo de la buena salud y estado físico

junio 24, 2014

Enviado por Peter Amsterdam

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Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente[1].

Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo[2]. Dios nos ha encargado que cuidemos de él constante y adecuadamente. Se nos manda glorificar a Dios en nuestro cuerpo[3], pues hemos sido comprados por precio. Jesús pagó un alto precio para hacernos Suyos. Por eso debemos hacer los esfuerzos necesarios para cuidar de nuestra salud.

Nuestra salud es importante. Eso lo sabemos. No se trata de un concepto novedoso. Afecta nuestra forma de vida, nuestras labores, nuestras relaciones, nuestra capacidad de mantenernos, proveer para nuestra familia y servir a la comunidad.

Hacer lo que esté a nuestro alcance por cuidar de nuestra salud es un reto constante para María y para mí. Me imagino que lo mismo les pasa a ustedes. En vista de ello, se me ocurrió que un breve repaso de algunos principios importantes para una buena salud y condición física les resultarán útiles. Los resumí en cinco elementos clave, aunque dependiendo de su situación y necesidades particulares de salud, es probable que presten más atención a algunos que a otros.

Debo admitir también que no soy ninguna autoridad en materia de salud y estado físico. No soy médico ni entrenador personal. Los cinco elementos que cubro son breves sugerencias relacionadas con los principios que en general se consideran fundamentales para la buena salud y condición física. Sin embargo, sugiero que acudan al Señor para saber cuál debe ser la prioridad en cada caso particular, dependiendo de su edad y estado general de salud y situación clínica. También les recomiendo que consulten con su médico antes de embarcarse en algún cambio importante de dieta o rutina de salud. Cuando de temas relacionados con la salud se trata, siempre habrá polémicas y opiniones divergentes. Como siempre, deben tomar sus decisiones basándose en lo que le da resultado a cada uno, según su organismo y considerando sus circunstancias y necesidades.

El Señor nos mandó amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos[4]. Mediten en eso: debemos amarnos a nosotros mismos. Cuidar de nuestro organismo y salud es un aspecto natural de amarnos a nosotros mismos y apreciar el don de la vida que Dios nos ha dado.

Si se parecen a mí, tal vez se sientan tentados a pensar que no pueden darse el lujo de sintonizar con estos principios, ya sea porque es demasiado costoso o lleva demasiado tiempo. Puede resultar una lucha invertir tiempo y espacio en el cuidado de la propia salud. A veces a mí me pasa lo mismo. Pero en última instancia, esforzarse por conservar la buena salud puede impedir un colapso, que puede ser mucho más costoso y causarnos muchos más problemas. Si uno se enferma —sobre todo en el caso de una enfermedad crónica— es posible que le cueste mucho más a la larga, ya sea en términos de tratamiento o tiempo de recuperación.

Bien, echemos un vistazo, entonces, a los cinco puntos de nuestra fórmula para conservar la buena salud y estado físico.

Número 1: Tomar decisiones que conduzcan a la buena salud

Una de las claves para conservar la buena salud y un estado físico adecuado es los alimentos que decidimos ingerir. La Biblia dice:

«Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios»[5].

En las últimas décadas han salido muchas dietas y filosofías sobre la alimentación que han adquirido mucha popularidad. Sin embargo, luego de investigaciones adicionales, algunas de las recomendaciones sobre alimentos saludables han sufrido importantes cambios. Inicialmente hubo mucho hincapié en dietas bajas en grasas, y eso tuvo como consecuencia que la gente pasó a ingerir mucha más azúcar, granos y alimentos procesados (pan, pastas, etc.). En general eso no ha tenido buenos resultados.

Para tomar decisiones que conduzcan a una alimentación balanceada que en términos generales promueva una buena salud, mayormente debe uno atenerse a lo siguiente:

  • Tomar una amplia variedad de alimentos reales, ya sea preparados por uno mismo o por otra persona. Eso implica evitar los alimentos procesados, o aquellos que ya vienen preparados en una caja o listos para meter en el microondas.
  • Evitar el azúcar, el sirope de maíz con alto contenido de fructosa y los edulcorantes artificiales.
  • Comer bastantes frutas y verduras frescas y de una variedad de colores.
  • Tomar aceites saludables que contengan omega-3, tales como los que se encuentran en el pescado, las nueces, semillas, paltas, y aceites extra vírgenes de oliva y coco.
  • Además, proteger el sistema inmunológico mediante una flora intestinal saludable evitando el uso excesivo o innecesario de antibióticos y siguiendo una dieta balanceada que sea baja en azúcar y granos refinados (harina blanca, arroz blanco); eso incluye los pro bióticos naturales (buenas bacterias) tales como el yogur casero sin endulzar y otros alimentos fermentados.
  • También es vitalmente importante beber bastante agua pura y de buena calidad, que idealmente no debe contener cloruro ni fluoruro. Para un adulto de talla media que viva en un clima moderado, una cantidad adecuada es aproximadamente ocho vasos de 200 ml cada uno.
  • Limitar la ingesta de cafeína y alcohol. Y claro está, no fumar.

Número 2: Mantener un peso adecuado

Si eres de los que se ven obligados a luchar contra el exceso de peso o la obesidad, ya sabes que es una dura batalla. Yo tengo que prestar atención a mi peso; si no lo hago, empiezo a aumentar kilos.

El sobrepeso es un problema de gran alcance. Según un reciente informe de la BBC, la obesidad se ha cuadruplicado desde 1980[6].

El sobrepeso o la obesidad son un factor central de riesgo de contraer enfermedades como:

  • Enfermedades cardiovasculares (principalmente infartos y accidentes vasculares)
  • Diabetes
  • Desórdenes músculo-esqueléticos (especialmente la osteoartritis, enfermedad degenerativa incapacitante de las articulaciones)
  • Y algunos tipos de cáncer.

En general el sobrepeso y la obesidad (y los desórdenes relacionados con esas condiciones) se pueden prevenir. Revertir esas condiciones no es fácil, pero por la gracia de Dios y con Su ayuda, es posible. La Biblia nos promete: «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos»[7].

El punto número tres es de los que me aventuro a decir que a todos nos cuesta...

Número 3: Ejercicio periódico

Otra de las cosas que toca hacer para mantenerse en buen peso es el ejercicio, si bien ese no es el único beneficio que tiene. También contribuye a la buena salud de otras formas.

Ejercicio:

  • Incrementa la energía.
  • Mejora la fuerza, tono y resistencia muscular.
  • Contribuye al buen ánimo, reduce el estrés, la ansiedad y la depresión.
  • Hace a uno verse y sentirse más joven.
  • Reduce la grasa corporal y fortalece los huesos.
  • Proporciona agudeza mental y aumento de productividad y estimula la creatividad.
  • Contribuye al descanso profundo.
  • Propicia la intimidad y las relaciones.
  • Mejora la respuesta inmunológica.
  • Aumenta la movilidad articular.
  • Mejora la postura.
  • Trata y previene más de 40 enfermedades crónicas[8].

Debo admitir que es difícil hacer ejercicio periódicamente. Todos tenemos montones de excusas. Algo que ayuda es encontrarle gratificación al tipo de ejercicio que se haga —si es posible— de modo que sea algo que uno hace con ilusión y con ganas. Lo mejor es que el ejercicio sea divertido.

Otra cosa que lo facilita es contar con un compañero/a con quien hacer ejercicio. Sé que eso no es siempre posible, pero cuando lo es, además de disfrutarse más haciéndolo en compañía, también sirve de registro de nuestra constancia.

La clave es mantenerse activo, moverse, y hacerlo con frecuencia. «Según la Clínica Mayo, estar sentado es el nuevo tabaquismo. Estar sentado más de tres o cuatro horas a la vez ahora equivale a fumarse hasta un paquete y medio de cigarrillos al DÍA»[9].

El tipo y la intensidad del ejercicio por hacer es algo puramente personal, dependiendo de la edad, preferencias, disponibilidad de oportunidades y estado físico o limitaciones que se tengan. En todo caso, un programa de ejercicio equilibrado debería incluir, en tanto que sea posible, las siguientes actividades:

  • Ejercicio aeróbico: caminar rápido, trotar, correr, bailar, kick boxing u otros deportes.
  • Entrenamiento de intervalos de alta intensidad dos o tres veces por semana, lo que podría incluir actividades como las carreras cortas, subir escaleras, uso de una elíptica con fuerte resistencia, etc. El principio del entrenamiento por intervalos es el de alcanzar el máximo de esfuerzo (en el que el pulso cardíaco llega a nivel anaeróbico) durante 20 a 30 segundos, seguido de 90 segundos de recuperación. Se repite ese ciclo tres o cuatro veces.
  • Entrenamiento de resistencia para aumentar masa muscular.
  • Ejercicios para el fortalecimiento del torso, tales como balanceos, cuclillas, abdominales, etc.
  • Ejercicios diarios de elongación, hechos lentamente y con cuidado, sin llegar al umbral de dolor.

Es fácil olvidarse que es importante hacer ejercicio al aire libre, siempre que se pueda. El contacto del sol con la piel es la única forma de asegurarnos de asimilar suficiente vitamina D, que es esencial para la buena salud.

Pasemos al punto cuatro, que es:

Número 4: Minimizar el estrés

El estrés nos sobreviene como resultado de muchas y diversas preocupaciones, entre ellas, las enfermedades, los dolores crónicos, problemas económicos, asuntos laborales, conflictos con la pareja, situaciones relacionadas con los hijos... La lista es interminable.

El estrés crónico prolongado se considera la causa raíz de muchas dolencias graves.

«Si no se trata, el estrés intenso recurrente podría convertirse en una condición crónica, que puede acarrear graves problemas de salud, entre ellos, la ansiedad, el insomnio, dolores musculares, alta presión arterial y un sistema inmunológico debilitado. Los estudios muestran que el estrés hasta puede contribuir al desarrollo de enfermedades importantes, como el infarto, la depresión y la obesidad, o bien, exacerbar enfermedades existentes»[10].

Reducir el estrés al que nos vemos sometidos puede lograrse de diferentes formas. Cada uno debe descubrir lo que le da resultado a él particularmente. Yo suelo sentirme estresado cuando me impongo demasiada presión, cuando estoy demasiado ocupado o tengo demasiadas reuniones y obligaciones. Cuando eso ocurre y me siento exasperado, trato de hacer un esfuerzo por reducir la velocidad, descansar y distenderme más, y tomar más tiempo con el Señor. Naturalmente, la fe reduce el estrés y proporciona serenidad en el corazón, la mente, el cuerpo y el espíritu.

El hecho es que es preciso que tomemos conciencia de que el estrés crónico no es saludable; no se trata de una medalla al mérito ni un símbolo de que vivimos una vida sacrificada. Para mantenernos con buena salud y fuertes el mayor tiempo posible, tenemos que vigilar y minimizar el estrés.

A continuación les dejo dos promesas alentadoras de la Biblia que a mí me resulta beneficioso invocar cuando me siento estresado:

«Encomienda al Señor tus afanes, y Él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga» (Salmo 55:22).

«No temas, porque Yo estoy contigo; no te angusties, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con Mi diestra victoriosa» (Isaías 41:10).

Otro aspecto clave para reducir el estrés es dormir lo suficiente, lo que normalmente se considera entre siete y nueve horas al día. La pérdida crónica de sueño puede acelerar la aparición o aumentar la severidad de enfermedades relacionadas con la tercera edad, tales como la diabetes tipo 2, alta presión arterial, obesidad y pérdida de memoria. No dormir suficiente puede acarrear también inflamaciones crónicas, confusión mental, mala memoria, reacciones retardadas, niveles más altos de estrés, debilidad del sistema inmunológico y comer en exceso, lo que lleva a la obesidad.

Por eso, si tienes por costumbre mantenerte despierto trabajando o estudiando, o incluso realizando actividades recreativas, tales como mirar televisión, valdría la pena echar un vistazo a tu horario y ver cómo puedes cultivar el hábito de dormir bien y en cantidad suficiente. La Palabra nos ofrece promesas reconfortantes acerca del sueño y el descanso, que podemos invocar, entre ellas: «¡Bendito sea el Señor, que conforme a Sus promesas ha dado descanso a Su pueblo»[11]. Y Proverbios 3:24 dice: «Te acostarás y dormirás tranquilo».

Y el último punto es…

Número 5: Disfrutar de la vida, ser feliz y adoptar un enfoque positivo

Les recomiendo que guarden la fe, que acentúen lo positivo y celebren sus victorias. Como nos instruye el siguiente versículo de Filipenses:

«Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio»[12].

A continuación les dejo un artículo titulado «La felicidad es la clave de una vida longeva»:

Un profesor de la Universidad Erasmus de Rotterdam señaló: La felicidad no sana, pero previene las enfermedades.

Después de revisar 30 estudios realizados en todo el mundo durante periodos que iban de uno a sesenta años, el profesor holandés afirmó que los efectos de la felicidad en la longevidad eran comparables a la diferencia entre fumar y no fumar.

La inclinación especial por sentirse bien —añadió— podría extender la vida entre 7,5 y 10 años.

Las personas felices son más propensas a vigilar su peso, son más perceptivas de los síntomas de enfermedad, suelen ser más moderadas con al tabaquismo y la bebida, y en general viven más saludablemente.

Además son más activas y abiertas al mundo, tienen mayor confianza en sí mismas, toman decisiones más atinadas y cultivan más relaciones sociales[13].

Sugiero que se tomen el tiempo para orar acerca de su situación particular y estado de salud para ver si el Señor les indica que deben mejorar en alguno de esos aspectos. No obstante, les ruego que eviten posturas extremistas. Es mejor hacer ajustes más manejables y factibles de mantener que tratar de embarcarse en un reacondicionamiento radical de su actual estándar de salud y estado físico. Comiencen por hacer cambios graduales y paulatinos; no propicien su propio fracaso intentando ponerse metas excesivas. Cualquier mejoría vale la pena y debe celebrarse como un triunfo.

Para cerrar, repasemos los cinco puntos esenciales para la buena salud y estado físico:

  1. Tomar decisiones saludables.
  2. Mantener un peso adecuado.
  3. Hacer ejercicio periódicamente.
  4. Minimizar el estrés.
  5. Disfrutar de la vida, ser feliz y adoptar un enfoque positivo.

Por último les dejo unas líneas de la primera parte del libro de Rick Warren, The Daniel Plan:

La salud no se limita a un simple programa. Proviene de reconocer y emplear el poder de Dios en nuestra vida y tratar nuestro cuerpo y mente con el cuidado que Él dispuso que les diéramos.

Dios provee los medios para que lleguemos a donde nos quiere llevar. Nos dota de lo que necesitamos para realizar la labor a la que nos llama. No necesita de nuestra fortaleza y fuerza de voluntad, pero sí requiere nuestro compromiso. Desea que vivamos una vida plena que incluya una fe vibrante, un cuerpo vibrante y una mente vibrante. Pero debemos depender de Jesús.

Las decisiones poco saludables nos han dejado a muchos sin la energía mental, física o espiritual para ir en pos del propósito por el que Dios nos puso en este planeta... Pero nunca es demasiado tarde.

Es preciso que creamos que podemos alcanzar una buena salud aunque aún no la veamos. Hebreos 11:1 dice: «La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve».

…Nunca alcanzaremos una salud óptima sin prestar atención a las dimensiones espirituales de nuestra vida. […] [La clave] yace no en autosugestionarse sino en reposar en la gracia de Dios para que pueda hacer por medio de nosotros lo que se propone[14].

Gozar de buena salud y mantener un plan integral de ejercicio, manejo del peso, decisiones atinadas en cuanto a alimentación y un estilo de vida equilibrado es más de lo que podemos lograr a punta de fuerza de voluntad y disciplina. Necesitamos las fuerzas y la perseverancia que solo puede darnos el Señor y está más que deseoso de hacerlo. Filipenses 4:13 nos promete:

«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Aunque te parezca imposible establecer y mantener una forma de vida saludable en términos generales, no es imposible con la ayuda de Dios. Jesús dijo: «Para los hombres es imposible, mas para Dios todo es posible»[15].

Por eso les recomiendo que acudan al Señor y den lugar a que Sus fuerzas les den la fortaleza, inspiración y perseverancia que necesitan. Ya nos ayudó a cada uno de nosotros a tomar muchas decisiones acertadas y todavía está ansioso de obrar en nosotros para que podamos continuar progresando.

«El que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús»[16].

¡Eso es estupendo! ¡Alabado sea el Señor!


[1] 3 Juan 2. Salvo indicación contraria, todos los versículos corresponden a la Nueva Versión Internacional.

[2] 1 Corintios 3:16–17.

[3] 1 Corintios 6:19–20.

[4] Mateo 22:39.

[5] 1 Corintios 10:31.

[6] Obesity quadruples to nearly one billion in developing world, BBC News, 2 de enero de 2014, al que se accedió el 12 de junio de 2014.

[7] Gálatas 6:9.

[8] Esta lista se basa en una que aparece en el libro de Rick Warren, The Daniel Plan: 40 Days to a Healthier Life (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2013), 41.

[9] Ibid., 163, basado en el siguiente artículo: James Vlashos, Is Sitting a Lethal Activity? The New York Times, 14 de abril de 2011.

[10] Alexandra Sifferlin, The Most Stressed-Out Generation? Young Adults, TIME, 7 de febrero de 2013, al que se accedió el 12 de junio de 2014.

[11] 1 Reyes 8:56.

[12] Filipenses 4:8.

[13] Happiness is key to longer life, AFP, 14 de agosto de 2008.

[14] Warren, Daniel Plan, 33–34, 52.

[15] Mateo 19:26.

[16] Filipenses 1:6.

Traducción: Felipe Mathews y Antonia López.