Lo esencial: La Trinidad (Primera parte)

mayo 17, 2011

Enviado por Peter Amsterdam

En los dos primeros artículos de la serie Lo esencial vimos que el Nuevo Testamento revela la deidad de Jesús, que Jesús es Dios.

Al leer los versículos que se citan en dichas secciones, queda claro que aparte de Jesús —Dios Hijo— también está el Padre que es Dios, ya que Jesús le reza al Padre, hace la voluntad del Padre, etc. Adicionalmente, la Biblia hace mención del Espíritu Santo, que también es Dios.

Un Dios, tres Personas

Alguien que no conoce mucho del tema podría llevarse la impresión de que el cristianismo venera a tres Dioses —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—. Pero no es así. Los cristianos creen que hay un solo Dios. La doctrina que explica el concepto de cómo el Padre, Hijo y Espíritu Santo constituyen un solo Dios se denomina la doctrina de la Trinidad.

Dicha doctrina explica que Dios siempre ha existido como tres personas que conforman un solo ser. Es un concepto muy distinto al del humano, que existe como una sola persona en un solo ser: somos unipersonales. Dios existe como ser tripersonal —tres personas, cada una distinta de la otra: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—, y sin embargo es un solo ser. Si bien Dios es tripersonal, cada una de las personas que lo conforman es en su totalidad Dios, y tiene todos los atributos y la esencia integral de Dios. (Abordamos en mayor detalle el tema de los atributos de Dios en otros artículos de esta misma serie titulados Naturaleza y personalidad de Dios.)

El teólogo Louis Berkhof escribió que la palabra «persona» es una expresión imperfecta del concepto, pues se trata de un vocablo que en la actualidad denota a un individuo racional y uno moral. El filósofo cristiano Kenneth Samples concuerda con ello. Dice: «Las tres personas de la Trinidad no deben entenderse como tres partes o fracciones de Dios. Cada persona es plenamente divina y posee todo el ser de Dios… el término «persona» en referencia a la Trinidad se emplea en un sentido único y no debe entenderse como si se refiriera a una entidad o ser aparte, pues ello dividiría la esencia divina».[1]

Nuestra experiencia como seres humanos es que donde hay una persona, hay también una esencia individual. Cada persona que conocemos constituye una entidad bien diferenciada y separada en la cual la naturaleza humana se manifiesta de manera individualizada. Mientras que en Dios no se da la figura de tres individuos que existen de manera paralela y a la vez separada el uno del otro. Más bien, se trata de un ser divino, de una sola esencia con tres distinciones personales de ser.

Otra manera de explicarlo sería que en el ser de Dios, las tres Personas diferenciadas tienen relación interpersonal. Se comunican e interactúan unas con otras. En las escrituras, vemos que el Padre se dirige al Hijo en segunda persona:

Tú eres Mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo.[2]

También vemos que el Hijo se refiere al Padre en tercera persona, dejando en claro que hay entre ellos comunicación:

Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace.[3]

Hay un ejemplo en que el Hijo se refiere a sí mismo (Yo), y a la vez hace la diferenciación entre Su persona y las del Padre y el Espíritu Santo.

Cuando venga el Consolador, que Yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él testificará acerca de Mí.[4]

Por ende, Dios, que es tripersonal, interactúa y tiene una relación personal entre las diferentes Personas que lo conforman.

A mí en particular me gusta la manera en que lo describe William Lane Craig en una de sus disertaciones:

De la misma manera en que en mí, como ser, habita un centro de conciencia al que denomino yo, Dios es un ser en el que cohabitan tres centros de conciencia. Dios es un ser con tres centros de conciencia, tres «yoes». Es decir, que el Ser de Dios contiene tres identidades.[5]

El concepto de tres personas en un Dios no es algo que estuviese claramente establecido en el Antiguo Testamento, si bien hay versículos del Antiguo Testamento que infieren que hay más de una persona en Dios. La noción de las tres personas en un solo Dios quedó clara en el Nuevo Testamento a raíz de la vida, muerte y resurrección de Jesús, y el derramamiento del Espíritu Santo sobre los creyentes. Los seguidores de Jesús llegaron a entender que Él era Dios, pero lo consideraban un ser separado de Dios, y también entendían que el Espíritu Santo era Dios, pero que era a su vez un ser separado del Padre y del Hijo. De modo que fue en épocas del Nuevo Testamento que se develó y reveló la verdad de la Trinidad.

El desarrollo y la articulación de esta doctrina se llevaron a cabo de manera progresiva en la historia de la iglesia primitiva. Entraremos en mayores detalles en el siguiente artículo sobre este tema. Si bien la palabra trinidad per se no aparece en el texto bíblico, las Escrituras revelan la doctrina y la palabra trinidad expresa el concepto.

Concepto de la Trinidad en el Antiguo Testamento

Si bien el Antiguo Testamento no revela que Dios es un ser trino, algunos pasajes del Antiguo Testamento se expresan de una manera que sugiere que Dios es más de una Persona.

Y dijo [Dios]: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza».[6]

Y dijo [Dios]: «El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal».[7]

«Será mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos».[8]

Entonces oí la voz del Señor que decía:

—¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?[9]

En los siguientes versículos —tomados también del Antiguo Testamento— quien habla es Dios Padre o Dios Hijo, y se refieren ya sea el uno al otro o al Espíritu, dando a entender una vez más que las personas de la divinidad son varias.

¿Quién ha subido a los cielos y descendido de ellos? ¿Quién puede atrapar el viento en Su puño o envolver el mar en Su manto? ¿Quién ha establecido los límites de la tierra? ¿Quién conoce Su nombre o el de Su hijo? Ciertamente tú lo sabes.[10]

Honren al Hijo para que no se enoje y perezcan en el camino, pues puede inflamarse de repente Su ira. ¡Cuán bienaventurados son todos los que en Él se refugian![11]

«Acérquense a Mí, escuchen esto: desde el principio no he hablado en secreto, desde el momento en que sucedió, allí estaba Yo. Y ahora me ha enviado el Señor Dios, y Su Espíritu».[12]

El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ungió el Señor; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos.[13]

Uno de los grandes pasajes de la Torá —los cinco libros de Moisés, que corresponden a los primeros cinco libros del Antiguo Testamento cristiano—, y que resulta fundamental para el judaísmo es el siguiente:

Oye, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor.[14]

El judaísmo es una religión a monoteísta que cree en la existencia de un solo Dios. Esta creencia, en términos generales, era exclusiva de Israel en los tiempos del Antiguo Testamento, en que prácticamente todas las demás culturas de la zona eran politeístas, incluidas todas las que fueron vecinas de Israel a lo largo de la historia hasta los tiempos de Cristo.

El cristianismo también es una religión monoteísta. Los cristianos creen que solo existe un Dios y al igual que los judíos, se basan en el versículo «El Señor nuestro Dios es el único Señor». Sin embargo, a diferencia del judaísmo, los cristianos creen en un Dios tripersonal: tres personas en un mismo Ser.

Agustín y la lógica trinitaria

Agustín (354-430 AD), una de las principales figuras del cristianismo de la parte occidental del Imperio Romano, considerado también el escritor cristiano más importante junto con el apóstol Pablo, resumió la lógica fundamental de la trinidad en siete declaraciones breves:

  1. El Padre es Dios.
  2. El Hijo es Dios.
  3. El Espíritu Santo es Dios.
  4. El Padre no es el Hijo.
  5. El Hijo no es el Espíritu Santo.
  6. El Espíritu Santo no es el Padre.
  7. Hay un solo Dios.

Las tres primeras declaraciones expresan que cada miembro de la Trinidad es Dios. Las tres segundas afirman que cada miembro de la Trinidad es diferente del otro. Y la última declara que solo existe un Dios.

Aunque tal vez todo esto sea un poco difícil de comprender, si nos basamos en las siete premisas de Agustín, queda claro que la Biblia expone los argumentos para confirmar la doctrina de la Trinidad: tres personas como un solo Dios.

El Padre es Dios.

Los siguientes versículos expresan que el Padre es Dios:

Tú eres mi Padre, mi Dios, la roca de mi salvación.[15]

Tú, Señor, eres nuestro Padre; ¡Tu nombre ha sido siempre «nuestro Redentor»![16]

Ustedes deben orar así: «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea Tu nombre».[17]

Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.[18]

Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Éste es Mi Hijo amado; estoy muy complacido con Él.[19]

El capítulo 17 de Juan es una oración que Jesús ora al Padre, y que demuestra que Él considera que el Padre es Dios.

El Hijo es Dios.

Los siguientes versículos expresan que Jesús es Dios:

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio.  Por medio de Él todas las cosas fueron creadas; sin Él, nada de lo creado llegó a existir.[20]

Jesús les dijo:

—Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡Yo soy![21]

Él [Jesús/el Hijo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Él es anterior a todas las cosas, que por medio de Él forman un todo coherente. Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero. Porque a Dios le agradó habitar en Él con toda Su plenitud y, por medio de Él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz.[22]

Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo.[23]

Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de Su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de Él hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es, y el que sostiene todas las cosas con Su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas.[24]

A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.[25]

El Espíritu Santo es Dios.

Los siguientes versículos expresan que el Espíritu Santo es Dios:

En el libro de Hechos, Pedro dice que mentirle al Espíritu Santo es mentirle a Dios.

—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres sino a Dios![26]

El Salmo 139 afirma que el Espíritu Santo es omnipresente, característica exclusiva de Dios.

¿A dónde podría alejarme de Tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de Tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás Tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí Tu mano me guiaría, me sostendría tu mano derecha.[27]

1 Corintios 2 muestra que el Espíritu Santo es omnisciente, que todo lo sabe, otro atributo exclusivo de Dios.

Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de Su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.[28]

Este versículo afirma que tal como el ser humano es el único capaz de saber lo que ocurre en su interior —su mente y su espíritu—, que es el único capaz de conocer su diálogo interior, de igual manera, Dios es el único que conoce Sus propios pensamientos. Con ello demuestra que el Espíritu de Dios es Dios, ya que el Espíritu de Dios comprende los pensamientos de Dios.

El siguiente versículo prueba que el Espíritu Santo estaba presente desde antes de la creación del mundo, y que tenía algún papel:

La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas.[29]

El siguiente versículo muestra que el Espíritu Santo obra, de la mano con Jesús, en nuestra vida como cristianos.

Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.[30]

Jesús les dijo a Sus discípulos que:

El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.[31]

Tres personas distintas

En 2 Corintios, Pablo detalla las personas de la Trinidad de tal manera que queda claro que se trata de personas diferentes entre sí:

Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.[32]

Justo antes de ascender al cielo, Jesús manda a los discípulos a que bauticen en el nombre de cada una de las personas de la trinidad, demostrando así que las consideraba a todas como iguales, es decir, que a Sus ojos todas eran Dios.

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.[33]

La forma en que se refieren los autores del Nuevo Testamento al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo demuestra su diferenciación, que eran distintos el uno del otro y que interactuaban en maneras que demuestran que no se trata de la misma persona. Por ejemplo, Jesús le pide al Padre que envíe al Espíritu Santo, lo cual demuestra que se trata de tres Personas que interactúan.

Y Yo le pediré al Padre, y Él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.[34]

Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.[35]

Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y Él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre Él. Y una voz del cielo decía: «Éste es Mi Hijo amado; estoy muy complacido con Él».[36]

Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en Él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.[37]

Estos versículos ayudan a aclarar que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son diferentes entre sí.

Un Dios

La última declaración de Agustín es: Hay un solo Dios.

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, además del propio Jesús, afirman que hay un solo Dios.

Uno de los maestros de la ley se acercó y los oyó discutiendo. Al ver lo bien que Jesús les había contestado, le preguntó:

—De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?

—El más importante es: Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor —contestó Jesús.[38]

Así todos los pueblos de la tierra sabrán que el Señor es Dios, y que no hay otro.[39]

Yo soy el Señor, y no hay otro; fuera de Mí no hay ningún Dios.[40]

Fuera de Mí no hay otro Dios; Dios justo y Salvador, no hay ningún otro fuera de Mí. Vuelvan a Mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque Yo soy Dios, y no hay ningún otro.[41]

¿Es acaso Dios solo Dios de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Sí, también es Dios de los gentiles, pues no hay más que un solo Dios. Él justificará por la fe a los que están circuncidados y, mediante esa misma fe, a los que no lo están.[42]

De modo que, en cuanto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es absolutamente nada, y que hay un solo Dios.[43]

¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan.[44]

Las declaraciones de Agustín, basadas en las Escrituras, dejan en claro que Dios es tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que son distintas entre sí y que solo hay un Dios.

Si bien sus afirmaciones quizás expliquen la lógica fundamental de la Trinidad, eso no las hace necesariamente comprensibles. En realidad, el concepto de Padre, Hijo y Espíritu Santo como un solo Dios es imposible para nosotros, como humanos, de entender plenamente. No hay cosa similar en nuestro mundo. Es algo que escapa completamente a nuestra experiencia. Puede ser desconcertante pero por otra parte concuerda con nuestra creencia de que existe un Dios todopoderoso y omnisciente. A medida que se nos revela, tiene sentido que comprender algunos aspectos de su identidad sobrepase a nuestra experiencia y entendimiento humanos. Por eso, si sientes que no alcanzas a comprenderlo del todo, no te preocupes. Lo importante es saber que Dios es uno solo, que a ese Dios lo conforman tres Personas, que Dios te ama y que Jesús murió por tu salvación, y que el Espíritu Santo está siempre a tu lado, como ayudante y consejero.

Refiriéndose a la Trinidad, el teólogo A. W. Tozer afirmó: «La doctrina de la Trinidad… es verdad para el corazón. El hecho de que no se la pueda explicar de manera satisfactoria, en lugar de desacreditarla, la favorece. Una verdad de esa envergadura tenía que transmitírsenos mediante revelación; nadie podría habérsela imaginado».[45]

Los apóstoles y discípulos —que eran todos judíos y que habían creído toda la vida en que existía un solo Dios, y para quienes era blasfemia creer en cualquier cosa que contradijera esa afirmación— llegaron a entender, especialmente después de Su resurrección, que Jesús, ese hombre al que llegaron a conocer y con quien convivieron, era Dios. Sabían que no era Dios Padre, sino que era Dios. Tras la ascensión de Jesús al cielo y una vez que el Espíritu Santo descendió poderosamente sobre ellos en Pentecostés, esos mismos hombres llegaron a considerar al Espíritu Santo como Dios, no obstante les quedaba claro que el Espíritu no era ni el Padre ni el Hijo.

Los escritores del Nuevo Testamento entendieron, aceptaron y escribieron en términos de un solo Dios, y de las tres personas distintas de la Divinidad Suprema. La iglesia primitiva lo creyó, y los cristianos de la actualidad lo creen también. Se trata de una doctrina que está a la raíz de nuestra fe.

En la próxima parte abordaremos otros aspectos de la Trinidad.


Notas

A menos que se indique lo contrario, todas las escrituras proceden de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional con copyright © 1999, por Bíblica. Utilizada con permiso. Todos los derechos reservados. Otras versiones citadas con frecuencia son la versión Reina-Valera (RVR1960), la Traducción en Lenguaje Actual (TLA) © 1999, por United Bible Societies y la Biblia de las Américas (LBLA) © 1986, 1995 y 1997 por The Lockman Foundation.


Bibliografía

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[1] Kenneth Samples, What the Trinity Is and Isn’t—Part 1, (Lo que es y no es la Trinidad, primera parte), 2007.

[2] Marcos 1:11.

[3] Juan 5:20.

[4] Juan 15:26.

[5] William Lane Craig, The Doctrine of the Trinity 1 (La doctrina de la Trinidad), Defenders Series Lecture .

[6] Génesis 1:26.

[7] Génesis 3:22.

[8] Génesis 11:7.

[9] Isaías 6:8.

[10] Proverbios 30:4. (NIV/NBL)

[11] Salmo 2:12 (NBL)

[12] Isaías 48:16. (NBL)

[13] Isaías 61:1.

[14] Deuteronomio 6:4.

[15] Salmo 89:26.

[16] Isaías 63:16.

[17] Mateo 6:9.

[18] Efesios 4:6.

[19] 2 Pedro 1:17.

[20] Juan 1:1–3.

[21] Juan 8:58.

[22] Colosenses 1:15–20.

[23] Colosenses 2:9.

[24] Hebreos 1:1–3.

[25] Juan 1:18.

[26] Hechos 5:3–4.

[27] Salmo 139:7–10.

[28] 1 Corintios 2:10–11.

[29] Génesis 1:2.

[30] 1 Corintios 6:11.

[31] Juan 14:26.

[32] 2 Corintios 13:14.

[33] Mateo 28:19.

[34] Juan 14:16–17.

[35] Mateo11:27.

[36] Mateo 3:16–17.

[37] Juan 7:39.

[38] Marcos 12:28–29.

[39] 1 Reyes 8:60.

[40] Isaías 45:5.

[41] Isaías 45:21–22.

[42] Romanos 3:29–30.

[43] 1 Corintios 8:4.

[44] Santiago 2:19.

[45] Tozer, A. W., The Knowledge of the Holy, (El conocimiento del Altísimo) NY: HarperCollins, 1961. p.18.