Lo esencial: Naturaleza y personalidad de Dios

Enviado por Peter Amsterdam

junio 26, 2012

Conclusión

(En Lo esencial: Introducción se puede consultar un preámbulo y una explicación de toda esta colección de artículos.)

Al analizar la naturaleza y personalidad de Dios, se comprueba que tiene muchos atributos, que hacen de Él lo que es. No es que Dios sea parcialmente justo y parcialmente misericordioso, o que unas veces sea paciente y otras iracundo. Sus atributos conforman Su esencia. Él no está dividido en partes. En todo momento es la suma de todos Sus atributos. Lo que es determina lo que hace, y Sus actos se basan en Su esencia. Es infinitamente pleno y perfecto en cada uno de Sus atributos, y dichos atributos perfectos armonizan completamente entre sí. Todo lo que Dios hace es coherente con todos Sus atributos.

Los atributos de Dios: iguales y coherentes

Hay ocasiones en las Escrituras en que se hace más hincapié en un atributo divino que en otro. Sin duda que en el Antiguo Testamento la santidad, la justicia y la ira de Dios ocupan un lugar más prominente, aunque también son evidentes Su amor, misericordia, paciencia, omnisciencia y poder. En el Nuevo Testamento destacan el amor y la gracia, aunque también se hace patente Su ira.

El Dios del Antiguo Testamento y el del Nuevo son el mismo. En ambos períodos es infinitamente justo, santo, amoroso y misericordioso. Todo lo que hizo es complemente coherente con todos Sus atributos. Los creyentes del Antiguo Testamento vivieron dentro del marco de la alianza que Dios hizo con Israel, en la que predominaba la ley dada a través de Moisés. Desde la muerte y resurrección de Jesús y la concesión del Espíritu Santo a los creyentes del Nuevo Testamento, estos viven bajo un nuevo pacto. Son pactos distintos con el mismo Dios. Si bien las Escrituras pueden haber subrayado en diferentes momentos ciertos aspectos de la naturaleza divina, eso no invalida los demás rasgos de la misma.

Tanto el antiguo como el nuevo pacto —y las acciones de Dios en ambas eras— se basan en la plenitud del Ser divino. La santidad, justicia, amor, misericordia, gracia, paciencia, ira, aseidad, eternidad, inmutabilidad, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia y todos los demás atributos de Dios se entrelazan a lo largo de ambos períodos testamentarios, pues Sus acciones se basan en Su Ser; y Su ser, la esencia de Dios, viene definido por Sus atributos.

Algunos teólogos han argumentado que el amor es el atributo divino más importante o predominante, y que todos los demás se basan en el amor de Dios. Otros sostienen que Su santidad, Su justicia o algún otro atributo son lo más más importante de Su Ser. La mayoría de los teólogos no comparten esas posturas. Si un atributo fuera más importante o dominante cabría la posibilidad de que algunas de las acciones de Dios no fueran coherentes con Su naturaleza divina, de que prescindiera de cierto atributo en favor de otro y actuara de forma contraria a alguno de ellos. Eso significaría que la naturaleza de Dios podría cambiar, que podría actuar de manera injusta, que podría tener una conducta poco amorosa o poco santa, lo que a la luz de las Escrituras es imposible.

Si bien la Biblia dice específicamente que Dios es amor, no afirma que sea solamente amor. Las Escrituras también mencionan que es espíritu, que es luz y que es fuego consumidor, pero en ningún caso dicen que sea únicamente una de esas cosas.

El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor[1].

Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él[2].

Este es el mensaje que hemos oído de Él y os anunciamos: «Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en Él»[3].

Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren[4].

Nuestro Dios es fuego consumidor[5].

Al describirse ante Moisés, Dios dijo ser clemente, compasivo, paciente, amoroso, fiel, perdonador, justo e íntegro.

Pasando delante de él, [el Señor] proclamó: «El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene Su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable»[6].

El Ser divino es la unión de todos Sus atributos. Ninguno está separado de los demás ni es más importante que el resto. Todos ellos conforman la esencia de Dios.

Conocer, entender, adorar

Conocer la naturaleza y personalidad de Dios nos ayuda a entenderlo. Aunque huelga decir que no nos es posible conocerlo todo acerca de Él, sí podemos saber lo que Él nos ha revelado por medio de la Escritura, lo cual muestra que es digno de todo el honor, el respeto, la alabanza y la adoración. Es el Dios imponente de las Escrituras.

Oh Señor, entre los dioses, ¿quién es como Tú: glorioso en santidad, imponente en esplendor, autor de grandes maravillas?[7]

Sea alabado Su nombre grandioso e imponente: ¡Él es santo! Rey poderoso, que amas la justicia: Tú has establecido la equidad y has actuado en Jacob con justicia y rectitud. Exalten al Señor nuestro Dios; adórenlo ante el estrado de Sus pies: ¡Él es santo![8]

Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guardas el pacto y tienes misericordia de los que te aman y observan Tus mandamientos[9].

Él pagó el rescate completo por Su pueblo y les ha garantizado para siempre el pacto que hizo con ellos. ¡Qué santo e imponente es Su nombre![10]

Los cuidados que nos prodiga Dios, y nuestra fe en Él

El Creador de todas las cosas, que tiene poder para dar vida a la creación con Su sola voz, que lo sabe todo, que es desde siempre y para siempre, que es infinito en todo Su Ser, no es una entidad lejana que no preste atención al mundo y todo lo que hay en él. Todo lo contrario. Él tiene cualidades de persona. Eso significa que traba relación con nosotros. Nos ama, tiene trato con nosotros. Nos escucha, nos cuida y responde a nuestras oraciones. Entró en nuestro mundo y murió por nosotros para que pudiéramos vivir con Él para siempre.

Se preocupa por Sus criaturas, en particular por los seres humanos. Los hizo a Su imagen; ha hecho alianzas con ellos; establece relaciones con ellos. Los ama, se preocupa por ellos, obra en favor de ellos y se complace en ellos. A pesar de que las criaturas que fueron hechas a Su imagen pecaron al apartarse de Su voluntad, Dios no las abandonó ni las rechazó. Su pródigo amor encontró la forma de perdonar a la humanidad sus pecados y reconciliarla con Él. Jesús sufrió y murió precisamente por nuestros pecados. En un acto personal de profundo amor por quienes había creado, el Dios misericordioso, amoroso y clemente concibió el plan de la redención.

La santidad, rectitud, justicia y constancia de Dios son los atributos que proporcionan un fundamento a nuestra fe y confianza en Él. Él es inmutable, es la Roca, la torre fuerte en la que estamos a salvo. El hecho de que es infinitamente santo nos da la certeza de que jamás se portará con nosotros de una manera que no sea santa. Dado que es infinitamente recto y justo, sabemos que siempre nos tratará con equidad. Y como es constante en Su naturaleza y personalidad, podemos estar seguros de que siempre será amoroso, misericordioso y paciente con nosotros.

Su omnisciencia y omnipotencia engendran fe en que lo que prometió en Su Palabra se cumplirá, pues Él tiene poder para cumplirlo. Cuando oramos por nosotros o por otras personas, cuando imponemos las manos a los enfermos, cuando le pedimos algo, podemos hacerlo con fe, sabiendo que el Todopoderoso puede hacer cualquier cosa que sea conforme a Su voluntad y propósito.

El ser conscientes de la unidad de Sus atributos, de la armonía que existe entre ellos, puede generar en nosotros una actitud de mayor confianza cuando no logramos entender algunas cosas que suceden a nuestro alrededor. La certeza de que Dios es santo y justo y de que, aunque es paciente, detesta el mal y juzgará a quienes obran mal, nos da la seguridad de que las injusticias de este mundo no quedarán impunes, de que la venganza le corresponde a Él. El tener un concepto equilibrado de Sus atributos nos puede servir de guía en nuestra vida, nuestras decisiones y nuestro trato con los demás. Aunque debemos, al igual que Él, detestar el mal, el pecado y la injusticia, también debemos ser amorosos, amables, misericordiosos y pacientes con los demás.

El hecho de saber que Dios es un espíritu no creado, que Su esencia es única y diferente de la de cualquier otro ser, que Él creó todas las cosas, lo sabe todo y lo puede todo, puede ayudarnos a aceptar que hay ciertos aspectos de Él que escapan a nuestro conocimiento y comprensión. No conocemos todos Sus pensamientos y formas de actuar, y no siempre tenemos respuestas para cada interrogante que nos planteamos acerca de Él. Sin embargo, dado que Él es fiel a Su naturaleza, podemos tener la plena confianza de que actuará conforme a ella. Aunque no lo entendamos todo de Él ni sepamos por qué obra de determinada manera, nos ha revelado Su esencia, Su naturaleza y personalidad, Sus atributos, Su poder y Su capacidad, y sabemos que eso es lo que Dios es y siempre será, lo cual nos puede infundir fe para confiar en Él aunque no comprendamos plenamente Sus acciones.

Conocer más a fondo la naturaleza y personalidad de Dios y lo imponente que es puede y debe motivarnos a amarlo, alabarlo, y adorarlo. Él es quien creó el universo, quien hizo el hermoso mundo en que vivimos. Nos ama y se interesa por nosotros, tanto que quiere que pasemos con Él la eternidad, y ha hecho eso posible por medio del regalo más grandioso y amoroso que podría haber: el de la salvación.

¡Dios es maravilloso! Nos ama profundamente. Se interesa por cada persona. Se preocupa por ti personalmente. Es estupendo saber que ha posibilitado que pasemos la eternidad a Su lado y nos ha encomendado que lo demos a conocer a otras personas, que les hablemos de Su amor y de la prodigiosa salvación que está a disposición de todos.


Notas

A menos que se indique otra cosa, los versículos citados proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso. También se citan versículos de la Nueva Versión Internacional (NVI) y de la Nueva Traducción Viviente (NTV).


Bibliografía general de todos los artículos de la serie Naturaleza y personalidad de Dios

Barth, Karl: The Doctrine of God, tomo 2, partes 1 y 2, Hendrickson Publishers, Peabody, 2010.

Berkhof, Louis: Teología sistemática, Libros Desafío, 1998.

Cottrell, Jack: What the Bible Says About God the Creator, Wipf and Stock Publishers, Eugene, 1983.

Craig, William Lane: The Doctrine of Christ, charla de la serie Defenders.

Garrett, Jr., James Leo: Teología sistemática, bíblica, histórica, evangélica, tomo I, Mundo Hispano, 2007.

Grudem, Wayne: Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica, Vida, 2007.

Lewis, Gordon R., y Demarest, Bruce A.: Integrative Theology, Zondervan, Grand Rapids, 1996.

Miley, John: Systematic Theology, Hunt and Eaton, Nueva York, 1892.

Milne, Bruce:  Conocerán la verdad, un manual para la fe cristiana, Ediciones Puma, 2009.

Mueller, Juan Theodore: Christian Dogmatics, A Handbook of Doctrinal Theology for Pastors, Teachers, and Laymen, Concordia Publishing House, St. Louis, 1934.

Ott, Ludwig: Manual de teología dogmática, Editorial Herder, Barcelona, 1966.

Packer, J. I.: The Attributes of God 1 and 2, serie de charlas.

Williams, J. Rodman: Renewal Theology, Systematic Theology from a Charismatic Perspective, Zondervan, Grand Rapids, 1996.


[1] 1 Juan 4:8.

[2] 1 Juan 4:16.

[3] 1 Juan 1:5.

[4] Juan 4:24.

[5] Hebreos 12:29.

[6] Éxodo 34:6,7 (NVI).

[7] Éxodo 15:11 (NTV).

[8] Salmo 99:3–5 (NVI).

[9] Nehemías 1:5.

[10] Salmo 111:9 (NTV).

Traducción: Felipe Mathews y Jorge Solá.

 

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