Disciplinas espirituales: Adoración, 2ª parte

Enviado por Peter Amsterdam

mayo 20, 2014

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[The Spiritual Disciplines: Worship (Part 2)]

¡Dios es digno de honra!

En este segundo artículo sobre la adoración —en el marco de las disciplinas espirituales— abordaremos algunos conceptos bíblicos que les pueden ser de ayuda en sus momentos de devoción.

Los siguientes pasajes tratan sobre diversos aspectos de Dios. Revelan por qué merece Él que le rindamos culto y le expresemos amor, lo que puede ayudarlos al meditar al respecto. No aparecen en ningún orden particular, y en lugar de estar encadenadas entre sí, cada sección es un tema aparte y se sostiene sola. Además de los que presentamos aquí, existen muchos otros aspectos de Dios y Su naturaleza que nos motivan a alabarlo. Ustedes mismos los pueden descubrir leyendo y estudiando Su Palabra.

Buena parte de lo escrito aquí lo resumí a partir del libro de Wayne Grudem Teología sistemática,[1] en el quecubre, entre otros temas, la naturaleza y personalidad de Dios. (En la serie Lo esencial: Naturaleza y personalidad de Dios encontrarán una explicación más amplia de estos temas.) Ruego que los siguientes pasajes compilados les proporcionen claros ejemplos de conceptos bíblicos que puedan contemplar durante sus ratos de adoración.

La grandeza de Dios

Dios es infinito; nosotros, en cambio, somos seres finitos. Él, por lo tanto, es infinitamente mayor que nosotros. Somos incapaces de comprender la grandeza de Dios, ya que es imposible alcanzar un conocimiento pleno de ella. Su entendimiento es inconmensurable, y Sus caminos y pensamientos están muy por encima de los nuestros. Sus riquezas, sabiduría, conocimiento y juicios son insondables e inescrutables; de ahí que todos ellos escapan nuestro pleno entendimiento.

El Señor es grande, digno de alabanza, es insondable Su grandeza.[2] Grande es el Señor nuestro, y mucho Su poder, y Su entendimiento es infinito.[3] Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos y Mis pensamientos, más que vuestros pensamientos.[4] ¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás a la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos: ¿qué harás? Es más profunda que el seol: ¿cómo la conocerás? En longitud sobrepasa a la tierra, y es más ancha que el mar.[5] ¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos!, porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿o quién fue Su consejero? porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos.[6]

Cuando habló de las proezas divinas durante la creación del mundo, dijo que aquellos actos eran apenas un leve susurro de Su poder, nada más que los bordes o contornos de Sus obras. «¡Estas cosas no son más que los bordes del camino, apenas el leve susurro que oímos de Él! Pero el trueno de Su poder, ¿quién podrá comprenderlo?[7]

Dada nuestra finitud, jamás podremos comprender a cabalidad todos los caminos de Dios o Su magnificencia. Tampoco llegaremos a saber nunca todo lo que sabe Dios. Eso nos ayuda a entender que solo Dios es Dios. Siempre será infinitamente mayor que nosotros, y por ser parte de Su creación le debemos culto y adoración.

Conocer a Dios

Nunca llegaremos a concebir todo lo que es Dios ni todo lo que sabe o hace. Así y todo, Él se nos ha revelado de tal manera que hemos llegado a conocer al propio Dios y entablado relación con Él.

Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que Yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a Mí me agrada —afirma el Señor—.[8]  Y esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.[9] Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en Su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.[10]

Dios es al mismo tiempo infinito y personal, de manera que no estamos condicionados a conocer simples datos sobre Dios: lo conocemos personalmente y sostenemos una relación personal con Él. Si bien Dios carece de toda limitación y es inmensamente mayor que todo lo que existe, es a la vez un ser personal que interactúa con nosotros individualmente y con quien podemos identificarnos como persona. Le hablamos y Él nos habla. Comulgamos con Él, tenemos interrelación con Él, responde a nuestras oraciones y mora dentro de nosotros.[11] Gozamos de esa relación con Dios gracias a Su regalo de salvación mediante la muerte y resurrección de Jesús, una de las razones primordiales por las que lo adoramos.

Ver a Dios

La Escritura expresa claramente que Dios es Espíritu y que está fuera de vista de los seres humanos. Nadie lo ha visto jamás, o sea su verdadera esencia y todo lo que entraña. Si bien en distintos momentos se ha hecho visible —lo que se conoce como teofanía—, nadie lo ha visto nunca tal como es.

El bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible y a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. A Él sea la honra y el imperio sempiterno.[12] Nadie ha visto jamás a Dios.[13]

Ahora bien, aunque ningún hombre ha visto a Dios, Jesús —el Hijo de Dios— ha visto al Padre y lo ha dado a conocer.

Todo aquel que oye al Padre y aprende de Él, viene a Mí. No que alguien haya visto al Padre; solo Aquel que viene de Dios, Ese ha visto al Padre.[14] A Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer.[15] El que me ha visto a Mí ha visto al Padre.[16]

Al ver a Jesús —la segunda persona de la Trinidad, el Hijo de Dios— vemos al Padre. Vemos a Jesús en las páginas de la Escritura. Oímos las palabras que habló, Sus enseñanzas; lo apreciamos interactuando con la gente; percibimos el amor, misericordia, compasión, sabiduría y poder que tenía y la unión de que gozaba con el Padre. Jesús anduvo por la Tierra y en Él advertimos la imagen visible del Dios invisible. Existía junto al Padre antes que se creara nada y por medio de Su encarnación entendemos cómo es Dios.

Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia, porque al Padre agradó que en Él habitara toda la plenitud.[17]

Dios se reveló a Sí mismo en Su Hijo, el cual vino a la Tierra a mezclarse con nosotros posibilitando que estableciéramos una eterna relación con Dios. Debido al don gratuito de la salvación, tendremos el privilegio y la gran alegría de contemplarlo cara a cara. Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido.[18] Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como Él es.[19] No habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en ella, Sus siervos lo servirán, verán Su rostro y Su nombre estará en sus frentes.[20]

Dios se ha dado a conocer en Su Hijo, y en Él vemos al Padre. Llegará el momento en que veremos a Dios. Todo esto es posible, porque Jesús ofrendó Su vida por nosotros, lo que hace que Él y el Padre sean digno de nuestra veneración.

Conocimiento de Dios

La Escritura nos dice que Dios es perfecto en conocimiento y todo lo sabe; por ende, es omnisciente o tiene conocimiento de todas las cosas.

¿Has conocido tú las diferencias de las nubes, las maravillas del que es perfecto en sabiduría?[21] Mayor que nuestro corazón es Dios, y Él sabe todas las cosas.[22]

Dios conoce todas las cosas reales, es decir que tiene conocimiento de todo lo que existe y todo lo que sucede. Ninguna cosa creada escapa a Su vista.

Ninguna criatura se le oculta a Dios; todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel ante quien debemos rendir cuentas.[23] Porque Él observa hasta los confines de la tierra y ve cuanto hay bajo los cielos.[24] ¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin que el Padre lo permita.[25]

Dios también conoce el futuro, todo lo que habrá de suceder. Yo soy Dios, y no hay nadie igual a Mí. Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo.[26] Conoce nuestros actos y nuestros pensamientos, sabe lo que vamos a decir antes que lo digamos y cuánto viviremos antes aun de que hayamos nacido. Oh Señor, Tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aun antes de que haya palabra en mi boca, Oh, Señor Tú ya la sabes toda.[27] Tus ojos vieron mi embrión, y en Tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos.[28]

Verdadero y fiel

Toda la sabiduría y las palabras de Dios son verdaderas y constituyen el criterio para determinar la verdad. Él es el Dios verdadero, el Dios real, y cualquier otra cosa que la gente considere Dios es falsa.

Pero el Señor es el Dios verdadero; Él es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante Su enojo tiembla la tierra, y las naciones son impotentes ante Su indignación. Así les dirán: «Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perecerán de la tierra y de debajo de los cielos».[29] Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.[30] Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en Su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.[31]

Todo lo que Dios sabe y piensa es verdad y la correcta concepción de la realidad. Él nunca se equivoca en Su percepción o comprensión del mundo, y es perfecto en sabiduría.[32] Dios siempre habla la verdad; no miente.[33] Dado que Dios no miente y es digno de confianza y cumplidor, siempre hace lo que prometió y podemos fiarnos de que nunca faltará a Sus promesas.

Él es la Roca; su obra es perfecta y todos Sus caminos son justos. Dios es fiel y sin maldad, es justo y recto.[34] Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. ¿Acaso dice y no hace? ¿Acaso promete y no cumple?[35]

Nuestro Dios es fiel y veraz, y siempre podemos confiar en Él. Merece que lo adoremos.

Su poder

Dios es omnipotente o todopoderoso. Es capaz de cumplir toda Su santa voluntad. Tiene la facultad de hacer lo que decida.

Yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para Mí?[36] Tú hiciste el cielo y la tierra con Tu gran poder y con Tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para Ti.[37] Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.[38]

El Señor se llama Todopoderoso: «Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».[39] El vocablo griego traducido a nuestra lengua como Todopoderoso es pantokrator, y significa el que tiene dominio sobre todas las cosas, el que todo lo gobierna. Su poder es infinito, Sus posibilidades ilimitadas; incluso es capaz de hacer más de lo que ha hecho hasta ahora. Por ejemplo, se nos dice que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.[40] Eso estaba dentro de Su poder, mas no lo hizo. Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca.[41]

Nada es imposible para Dios. Mirándolos Jesús, les dijo: para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.[42] Dios hasta puede optar por encarnarse, nacer de una virgen y redimir a la humanidad, que fue exactamente lo que hizo.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Porque nada hay imposible para Dios.[43]

El infinito poder de Dios hizo posible que recibiéramos la salvación, algo por lo que continuamente debemos venerarlo.

El Sustentador

Dios no solo creó el mundo, sino que lo sustenta, ya que toda la creación depende de Él para su existencia y funcionamiento.

En Su mano está el alma de todo viviente y el hálito de todo el género humano.[44] Él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas… porque en Él vivimos, nos movemos y somos.[45]

La Escritura nos enseña que todas las cosas fueron creadas por Cristo y que Él sustenta el Universo y todo tiene en Él su consistencia.

En Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten.[46] Él, que es el resplandor de Su gloria, la imagen misma de Su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder.[47]

El universo y todo lo que hay en él continúa tal como lo conocemos, gracias a que Dios es nuestro sustentador; por eso, merece nuestra adoración.

Redentor y Salvador

Dios es nuestro Salvador y Redentor. Gracias a Su plan salvífico, nosotros que somos indignos hemos obtenido Su gracia y Su misericordia.

Yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor.[48] Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.[49] Habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen.[50] Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de Su amado Hijo, en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados.[51] Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados en Su sangre, por Él seremos salvos de la ira, porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por Su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.[52]

Gracias al amor, misericordia, compasión y gracia de Dios hemos entablado una relación eterna con Él. Hemos sido redimidos, salvados y adoptados como hijos. En profunda gratitud y amor por este inmenso favor debemos tribut[ar] al Señor la gloria debida a Su nombre; ador[ar]al Señor en la majestad de la santidad.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos proceden de la Santa Biblia, versión Reina-Valera 95 (RVR 95), © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados.


[1] Grudem, Wayne: Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica, Vida, 2007.

[2] Salmo 145:3 (BLPH).

[3] Salmo 147:5.

[4] Isaías 55:9.

[5] Job 11:7–9.

[6] Romanos 11:33–34,36.

[7] Job 26:14.

[8] Jeremías 9:23,24 (NVI).

[9] Juan 17:3.

[10] 1 Juan 5:20.

[11] El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él (Juan 14:23).

[12] 1 Timoteo 6:15,16.

[13] 1 Juan 4:12.

[14] Juan 6:45,46.

[15] Juan 1:18.

[16] Juan 14:9.

[17] Colosenses 1:15–19.

[18] 1 Corintios 13:12.

[19] 1 Juan 3:2.

[20] Apocalipsis 22:3–4.

[21] Job 37:16.

[22] 1 Juan 3:20.

[23] Hebreos 4:13 (BLPH).

[24] Job 28:24.

[25] Mateo 10:29 (DHH).

[26] Isaías 46:9,10 (NVI).

[27] Salmo 139:1–4 (NBLH).

[28] Salmo 139:16 (NBLH).

[29] Jeremías 10:10–11 (NBLH).

[30] Juan 17:3.

[31] 1 Juan 5:20.

[32] Job 37:16.

[33] En la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, prometió esta vida desde antes del principio de los siglos... (Tito 1:2)

[34] Deuteronomio 32:4 (BLPH).

[35] Números 23:19.

[36] Jeremías 32:27 (NBLH)

[37] Jeremías 32:17.

[38] Efesios 3:20.

[39] Apocalipsis 1:8. (NVI).

[40] Mateo 3:9.

[41] Salmo 115:3 (NVI).

[42] Mateo 19:26 (RV60).

[43] Lucas 1:34,35,37 (RV60).

[44] Job 12:10.

[45] Hechos 17:25, 28.

[46] Colosenses 1:16,17.

[47] Hebreos 1:3.

[48] Isaías 49:26 (NBLH).

[49] Gálatas 4:4,5.

[50] Hebreos 5:9.

[51] Colosenses 1:13,14.

[52] Romanos 5:8–11.

 

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