Jesús, Su vida y mensaje: Milagros (9ª parte)

Enviado por Peter Amsterdam

mayo 23, 2017

Milagros sobre la naturaleza (3ª parte)

[Jesus—His Life and Message: Miracles (Part 9). Nature Miracles (Part 3)]

Los tres evangelios sinópticos[1] narran el episodio en que Jesús apacigua la tempestad que amenazaba la vida de quienes viajaban en la barca con Él y presumiblemente también de quienes navegaban en otras barcas que cruzaban el lago junto a Él. Veamos seguidamente el relato según el evangelio de Marcos[2]:

Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo:

—Pasemos al otro lado.

Una vez despedida la multitud, se lo llevaron tal como estaba en la barca. También había otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron:

—¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos?

Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar:

—¡Calla, enmudece!

Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma. Y les dijo:

—¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro:

—¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?[3]

La mayoría de los comentaristas consideran que esa curiosa frase, «se lo llevaron tal como estaba en la barca», significa que Él ya se encontraba en la barca cuando les propuso que cruzaron el lago. En el evangelio de Marcos se hace referencia a otras barcas que navegaban junto a Él. Quizá Marcos menciona esa particularidad para evidenciar la gran fama y arrastre que tenía Jesús, como muchas veces se aprecia a lo largo de este evangelio[4]. Después de eso no hace alusión a las otras barcas; se presume en todo caso que también se salvaron.

Se nos indica que cuando iban ya atravesando el lago, se levantó una gran tempestad de viento. Lucas escribió:

Se desencadenó una tempestad de viento en el lago, y se anegaban y peligraban[5].

Mateo lo describe así:

Se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca[6].

Darrell Bock explica:

Dada la topografía del Mar de Galilea, una tempestad de tales características podía descender sobre las aguas con rapidez y sin previo aviso; de noche además habría sido muy difícil de prever. El lago está situado en una depresión a unos 200 metros bajo el nivel del mar y rodeado de cerros. Los montes de su ribera oriental son particularmente abruptos. Corrientes de aire frío que bajan precipitadamente por los barrancos y cerros que circundan el lago pueden colisionar con aires cálidos suspendidos sobre el lago y producir una tempestad instantánea en ese contorno reducido[7].

El viento recio generó enormes olas en el lago que causaron que la barca hiciera agua y corriera peligro de naufragar. Jesús, probablemente exhausto tras enseñar todo el día, estaba dormido en la parte posterior de la barca. Sus discípulos, en cambio, se encontraban muy despiertos y preocupados por los efectos de la tormenta, tanto es así que despertaron a Jesús. Algunos de los que viajaban en la barca eran pescadores de profesión —entre ellos Pedro, Andrés, Jacobo y Juan— que tenían experiencia de sobra lidiando con el mal tiempo en el lago. Por eso, que despertaran a Jesús como reacción al peligro, demuestra que estaban en graves apuros.

En Lucas, lo despertaron con estas palabras: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! En Mateo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Y en Marcos: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Por lo visto los discípulos pensaron que estaban al borde de la muerte. El tono y los términos empleados por Marcos pueden interpretarse como una acusación, como si le reclamaran a Jesús: ¿No te incumbe acaso que estamos a punto de morir? No obstante, la frase, como está formulada en griego por Marcos, indica que la pregunta ¿no te importa? revela más bien la expectativa de una respuesta positiva, o sea, que a Jesús evidentemente sí le importaba. Así pues, la exclamación se entiende más bien como una solicitud de ayuda a Jesús[8]. El fraseo en Mateo y Lucas tiene más el tono de una súplica.

Jesús hizo dos cosas en respuesta a la súplica de los discípulos: reprendió el viento y ordenó al mar que se calmara. El efecto de Sus mandatos fue que sobrevino una gran calma. Esto es significativo, por cuanto Jesús dominó el viento y el agua a través de Su palabra. No rezó pidiendo a Dios que apaciguara la tempestad, sino que haciendo uso de Su propia autoridad, mandó a los vientos que se sosegaran. A lo largo del Antiguo Testamento se nos comunica en lenguaje poético que Dios Todopoderoso tiene potestad sobre mares y tempestades.

Con tremendas cosas nos responderás Tú en justicia, Dios de nuestra salvación [...], el que sosiega el estruendo de los mares, el estruendo de sus olas, y el alboroto de las naciones. Por tanto, los habitantes de los confines de la tierra temen ante Tus maravillas[9].

Se tambalean las columnas del cielo, aterradas cuando Él las amenaza. Con Su poder dominó el mar[10].

Él habló y desató el viento de la tempestad, e hizo que se elevaran sus olas.... Pero cuando en su angustia clamaron al SEÑOR, Él los libró de sus aflicciones. Él trae calma a la tempestad, y se apaciguan sus olas. Entonces se alegran porque ellas se aquietan, y Él los guía al puerto que desean[11].

En todos esos tres evangelios, cuando los discípulos despiertan a Jesús, Él responde a sus llamadas con una pregunta:

¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe?[12]

¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?[13]

¿Dónde está vuestra fe?[14]

Jesús amonestó a los discípulos por ser temerosos y faltos de fe, manifestándoles claramente que hubieran debido tener más confianza en Él. Estos reaccionaron con maravilla y temor ante aquel milagro y demostración del poder de Jesús. Se preguntaron entre ellos: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?[15]

A medida que se va desenvolviendo el relato evangélico, los discípulos llegan a entender quién es Jesús. En el evangelio de Marcos, como en los demás, la respuesta a la pregunta quién es Jesús se plantea en numerosas ocasiones, de manera que cualquiera que lea el evangelio esté en condiciones de responderla.

[Jesús] les preguntó:

—Pero ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?

Respondiendo Pedro le dijo:

—¡Tú eres el Cristo![16]

Los espíritus impuros, al verlo, se postraban delante de Él y gritaban:

—¡Tú eres el Hijo de Dios![17]

—¿Eres el Cristo, el Hijo del Bendito? —le preguntó de nuevo el sumo sacerdote.

—Sí, Yo soy —dijo Jesús—. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo[18].

El centurión que estaba frente a Él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo:

—¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios![19]

Al concretar el milagro de calmar el viento y las olas, Jesús demostró a Sus discípulos la autoridad que poseía sobre la naturaleza —algo que solo Dios posee—, con lo cual los llevó a comprender un poquito más quién era Él. Asimismo, mediante ese milagro Jesús manifestó a Sus discípulos que debían tener fe y confiar en que Él era capaz de resguardarlos de las tempestades de esta vida y que en efecto lo haría.

Nosotros, los cristianos, hemos reconocido y creído que Jesús es el Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad. Así y todo, al igual que Sus primeros discípulos, debemos aprender a depositar nuestra confianza en Él cuando enfrentemos las olas, vientos y tempestades de la vida. Tal vez nos convenga recordar que mientras rugía la tormenta, cuando Sus discípulos se amedrentaron, Jesús reposaba y dormía serenamente sin preocuparse de nada, toda vez que tenía el poder de alterar las circunstancias. Cuando estemos nerviosos y miedosos vale recordar que Jesús es capaz de traer la calma en medio de las tempestades que vivimos personalmente: Es menester que acudamos a Él con fe y confianza en que nos ama y nos ampara.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas reciben el apelativo de sinópticos, ya que puestos uno al lado del otro en tres columnas paralelas es fácil examinar sus numerosas similitudes al igual que sus diferencias. Si el lector desea compenetrarse más con el tema puede acceder a este enlace: https://directors.tfionline.com/es/post/jesus-su-vida-y-mensaje-los-cuatro-evangelios/

[2] Los otros dos relatos se hallan en Mateo 8:23–26 y Lucas 8:22–25.

[3] Marcos 4:35–41.

[4] Marcos 1:28, 37, 45; 2:2, 13, 15; 3:7–10, 20, 32; 4:1.

[5] Lucas 8:23.

[6] Mateo 8:24.

[7] Bock, Lucas 1:1–9:50, 761.

[8] Stein, Marcos, 243.

[9] Salmo 65:5–8.

[10] Job 26:11,12 (BLPH).

[11] Salmo 107:25, 28–30 (RVA-2015).

[12] Marcos 4:40 (DHH).

[13] Mateo 8:26 (RVC).

[14] Lucas 8:25.

[15] Marcos 4:41.

[16] Marcos 8:29 (RVA-2015).

[17] Marcos 3:11.

[18] Marcos 14:61–62 (NVI).

[19] Marcos 15:39.

 

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