Enviado por Peter Amsterdam
agosto 30, 2011
(Se puede ver una introducción y explicación de toda esta colección de artículos en Lo esencial: Introducción.)
En Juan 4, Jesús se dirige a la samaritana a la que conoció junto a un pozo y le dice:
Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren[1].
Jesús dijo que Dios es espíritu. Y dado que Dios no fue creado, puede decirse que es un espíritu increado. El hecho de que no fue creado lo distingue en esencia y en existencia de todo lo creado. No está hecho de nada creado; no está constituido por materia. No es simplemente energía, ni aire, ni espacio, pues todas esas son cosas creadas. Tiene una existencia diferente. Existe de una manera marcadamente distinta de todo lo creado, incluidos los ángeles y los espíritus humanos. Los seres humanos somos seres corpóreos dotados de espíritu, mientras que los ángeles son seres inmateriales e incorpóreos. De todos modos, ambos son seres creados, lo cual los hace diferentes de Dios.
Dios ha existido eternamente como espíritu. Su existencia es muy superior a cualquier otra cosa que conozcamos, a cualquier otra cosa que exista. Es «el ser por encima del cual nada mayor se puede imaginar»[2]. Tanto es así que todos los demás seres llegaron a existir por medio de Él. Es el origen de todos los seres, de toda la vida.
Wayne Grudem escribió: «Podemos preguntar por qué el ser de Dios es así. ¿Por qué Dios es espíritu? Todo lo que podemos decir es que esta es la mejor y más excelente forma de existencia. Es una existencia muy superior a todo lo que conocemos. Es fascinante meditar en este hecho»[3].
En vista de que Dios es un ser tan distinto, tan superior a nosotros, nos resulta imposible entender la totalidad de Su esencia o existencia.
Dios es invisible. No se le puede ver.
El único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible y a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. A Él sea la honra y el imperio sempiterno. Amén[4].
A Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer[5].
No que alguien haya visto al Padre; solo aquel que viene de Dios, ese ha visto al Padre[6].
Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y Su amor se ha perfeccionado en nosotros[7].
Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén[8].
Al leer los anteriores versículos, automáticamente surge la pregunta: «Y ¿qué hay de los relatos del Antiguo Testamento en los que se habla de personas que vieron a Dios?» Por ejemplo, Moisés en el monte Sinaí.
Dijo Moisés: «Te ruego que me muestres Tu gloria». El Señor le respondió: «Yo haré pasar toda Mi bondad delante de tu rostro y pronunciaré el nombre del Señor delante de ti, pues tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente.
»Pero no podrás ver Mi rostro —añadió—, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo». Luego dijo el Señor: «Aquí hay un lugar junto a Mí. Tú estarás sobre la peña, y cuando pase Mi gloria, Yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con Mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré Mi mano y verás Mis espaldas, pero no se verá Mi rostro»[9].
Hubo otras ocasiones en el Antiguo Testamento en que Dios se apareció a diversas personas, como a Abraham, a los israelitas cuando estaban en el desierto y a los ancianos de Israel.
El Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda, a la hora de más calor. Alzó los ojos y vio a tres varones que estaban junto a él. Al verlos salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, se postró en tierra y dijo: «Señor, si he hallado gracia en Tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a Tu siervo»[10].
El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche[11].
Subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, junto con setenta de los ancianos de Israel, y vieron al Dios de Israel. Debajo de Sus pies había como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Pero no extendió Su mano contra los príncipes de los hijos de Israel: ellos vieron a Dios, comieron y bebieron[12].
Claramente hubo ocasiones en que Dios se mostró a la gente de manera visible. Lo que vieron es lo que se llama una teofanía, una manifestación visible de la divinidad. Presenciar una teofanía no es lo mismo que ver la plena o auténtica esencia y existencia de Dios.
David Berg lo explicó de la siguiente manera:
Moisés quería ver a Dios, ¡así que Dios dijo que le permitiría ver Su espalda! (Éxodo 33.23). Lo que Dios quería decir, por supuesto, era «¡lo mínimo imprescindible de Mí, lo mínimo que te puedo mostrar, la parte más humilde de Mí que tal vez pudiera aproximarse a ser vista, entendida o captada de alguna forma!»[13]
Dios tiene Sus medios de manifestarse. Es lo que los teólogos llaman «teofanías», manifestaciones corpóreas de Dios, representaciones visibles, físicas o materiales de Su Persona[14].
Las personas que vieron a Dios en los relatos del Antiguo Testamento advirtieron una forma externa o manifestación de la divinidad, una teofanía, no la plenitud de Su ser o Su esencia. No es que vieran todo lo que Dios es, puesto que nadie puede verlo y seguir viviendo[15].
Por supuesto, Jesús es Dios, y Él anduvo por la Tierra y fue visto por muchas personas que no por ello dejaron de vivir. Vieron a Dios Hijo encarnado, o sea, percibieron a Dios en carne humana, que no es lo mismo que ver la plenitud de Dios en toda Su gloria. Pedro, Jacobo y Juan vieron a Jesús transfigurarse en un monte, pero eso tampoco significa que vieron a Dios en Su plenitud, puesto que según las Escrituras nadie puede verlo y seguir viviendo. Aun así, con lo que vieron se quedaron pasmados.
Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto. Allí se transfiguró delante de ellos, y resplandeció Su rostro como el sol, y Sus vestidos se hicieron blancos como la luz[16].
Pedro dijo a Jesús: «¡Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí! Hagamos tres enramadas: una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que hablaba, pues estaban asustados[17].
Como Dios es un ser con características de persona, que nos ama y quiere que lo conozcamos y lo amemos, ha revelado a la humanidad por medio de Su Palabra ciertos rasgos Suyos. Para darnos a conocer cómo es Él, habló de Sí mismo empleando términos que nos resultaran comprensibles. Por consiguiente, cuando se comunicó con Abraham, Moisés y los profetas utilizó palabra que ellos entendían y un lenguaje descriptivo que les era familiar.
Entre otras cosas, recurrió al uso de lo que se conoce como antropomorfismos. Un antropomorfismo es la atribución de una cualidad humana a un ente no humano. El vocablo proviene de dos palabras griegas, que significan la una hombre y la otra forma. Con relación a Dios, el antropomorfismo consiste en atribuirle experiencias y características humanas, tanto físicas como emocionales.
Por ejemplo, aunque Dios es espíritu y no tiene cuerpo físico, la Biblia habla de Su rostro, ojos, diestra, oído, boca, nariz, labios, lengua, brazo, mano, pies, voz, etc.[18] También se le describe con términos relacionados con experiencias humanas, como pastor, esposo, guerrero, juez, rey, marido, etc.[19] Se menciona que participa en acciones humanas como ver, oír, sentarse, andar, silbar, reposar, oler, y también saber, escoger y castigar[20].
Se le atribuyen emociones propias de los seres humanos. Se dice que ama, aborrece, tiene contentamiento, se ríe, se arrepiente, tiene celos, se llena de furor, se goza, etc.[21]
Hay también analogías que establecen un parecido entre Dios y cosas creadas que no son humanas; por ejemplo, lo comparan con un león, el Sol, un cordero, una roca, una torre, un escudo, etc.[22]
Los antropomorfismos, así como las analogías, son recursos que Dios inspiró a los autores de la Biblia para expresar conceptos como las características de Dios y nuestra relación con Él. Aunque en realidad Dios no tenga manos, pies, oídos ni ojos, ese lenguaje constituye una buena base para hacerse una idea de cómo es Él y cómo se relaciona con nosotros.
El teólogo Jack Cottrell afirmó que ese lenguaje «se considera una expresión de la condescendiente bondad de Dios, que se describe con términos humanos para que entendamos mejor lo que nos dice»[23].
J. I. Packer compara la forma en que Dios se dirige a nosotros con las explicaciones que daría a su hijito de dos años un hombre dotado de una mente como la de Einstein. El lenguaje empleado es simple para que el niño lo entienda. La explicación completa probablemente sería mucho más compleja[24]. Por ejemplo, la Biblia dice que Dios es amor. Sabemos lo que es el amor por nuestra experiencia humana, y por lo tanto así adquirimos una comprensión conceptual de un aspecto de Dios. El amor se origina en Dios, es uno de Sus atributos, y nosotros —criaturas Suyas hechas a Su imagen—, tenemos la capacidad de amar; no obstante, debemos tener presente que el amor que Dios es resulta infinitamente superior al concepto de amor que tenemos nosotros. Expresar un atributo de Dios, como el amor, en términos humanos sirve de punto de referencia, pero de ninguna manera explica plenamente lo que significa que Dios sea amor. La totalidad del amor de Dios está por encima de cualquier amor que nosotros pudiéramos concebir; pero el hecho de que el amor signifique algo para nosotros y entendamos hasta cierto punto lo que es nos permite hacernos una idea de cómo es Dios, mediante términos que nos resultan comprensibles.
Dios es espíritu, y es también un ser con características de persona, aparte de ser el Dios viviente. Posee las cualidades de una persona: conciencia de sí mismo, raciocinio, autodeterminación, inteligencia, conocimiento y voluntad. Y como los seres humanos, que estamos hechos a imagen de Dios, también somos personas, una de las vías más fáciles para nosotros de conceptualizar a Dios es emplear lenguaje antropomórfico. Para describir Su naturaleza y personalidad, Dios utilizó recursos lingüísticos que revelan Sus características de persona y nos ayudan a asociarlo con conceptos que nos son familiares.
Un escritor lo expresa de la siguiente manera: «Los autores de las Escrituras sabían perfectamente que Dios no tiene un cuerpo físico, pero también dan testimonio de que se relaciona con nosotros en un ámbito totalmente personal: contempla a los seres humanos, quiere acercarse a ellos y aconsejarlos; en ese sentido tiene ojos, manos y pies. Prescindir de antropomorfismos significaría no retratar a Dios tal como es en realidad: un ser vivo con características de persona»[25].
Dios optó por revelarse a la humanidad mediante lo que dijo a los autores de la Biblia y por medio de ellos. Empleó un lenguaje y estilo que ellos entendieran y también nosotros, los que vendríamos después de ellos. Se reveló como un Dios viviente que tiene características de persona, es espíritu y es invisible. En los siguientes artículos de esta serie continuaremos examinando lo que ha revelado sobre Sí mismo.
A menos que se indique otra cosa, los versículos citados proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso. También se citan versículos de la Biblia de Jerusalén (JER), la Biblia de Nuestro Pueblo (BNP) y la Nueva Versión Internacional (NVI).
Barth, Karl: The Doctrine of the Word of God, Vol.1 Part 2, Hendrickson Publishers, Peabody, 2010.
Berkhof, Louis: Teología sistemática, Libros Desafío, 1998.
Cottrell, Jack: What the Bible Says About God the Creator, Wipf and Stock Publishers, Eugene, 1996.
Craig, William Lane: The Doctrine of Christ, charla de la serie Defenders.
Garrett, Jr., James Leo: Teología sistemática, bíblica, histórica, evangélica, tomo I, Mundo Hispano, 2007.
Grudem, Wayne: Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica, Vida, 2007.
Kreeft, Peter, y Tacelli, Ronald K.: Handbook of Christian Apologetics, InterVarsity Press, Downers Grove, 1994.
Lewis, Gordon R., y Demarest, Bruce A.: Integrative Theology, Zondervan, Grand Rapids, 1996.
Milne, Bruce: Conocerán la verdad, un manual para la fe cristiana, Ediciones Puma, 2009.
Mueller, John Theodore: Christian Dogmatics, A Handbook of Doctrinal Theology for Pastors, Teachers, and Laymen, Concordia Publishing House, St. Louis, 1934.
Ott, Ludwig, Fundamentals of Catholic Dogma, Tan Books and Publishers, Inc., Rockford, 1960.
Packer, J. I.: The Attributes of God 1 and 2 (charlas).
Williams, J. Rodman: Renewal Theology, Systematic Theology from a Charismatic Perspective, Zondervan, Grand Rapids, 1996.
[1] Juan 4:24.
[2] Anselmo de Canterbury, Proslogion, capítulo 2.
[3] Grudem, Wayne: Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica, Vida, 2007, p. 193.
[4] 1 Timoteo 6:16.
[5] Juan 1:18.
[6] Juan 6:46.
[7] 1 Juan 4:12.
[8] 1 Timoteo 1:17.
[9] Éxodo 33:18–23.
[10] Génesis 18:1–3.
[11] Éxodo 13:21.
[12] Éxodo 24:9–11.
[13] Berg, David Brandt: El talismán, enero de 1979, 1369:29.
[14] Berg, David Brandt: ¡Alienígenas!, julio de 1970, 2977:24.
[15] Éxodo 33:20.
[16] Mateo 17:1,2.
[17] Marcos 9:5,6.
[18] Rostro: El Señor es justo y ama la justicia, el hombre recto verá Su rostro (Salmo 11:7).
Ojos: El Señor está en Su santo templo; el Señor tiene en el cielo Su trono; Sus ojos observan, Sus párpados examinan a los hijos de los hombres (Salmo 11:4).
Diestra: Ahora conozco que el Señor salva a Su ungido; lo atenderá desde Sus santos cielos con la potencia salvadora de Su diestra (Salmo 20:6).
Oído: He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha endurecido Su oído para oír (Isaías 59:1).
Boca: Nunca me separé del mandamiento de Sus labios, sino que guardé las palabras de Su boca más que mi comida (Job 23:12).
Nariz: Humo subió de Su nariz y de Su boca fuego consumidor; carbones fueron por Él encendidos (Salmo 18:8).
Labios: ¡Ah, quién diera que Dios hablara, que abriera para ti Sus labios! (Job 11:5).
Lengua: ¡He aquí que el nombre del Señor viene de lejos! Su rostro viene encendido con llamas de fuego devorador; Sus labios, llenos de ira y Su lengua como fuego que consume (Isaías 30:27).
Brazo: ¡Que caiga sobre ellos temblor y espanto! Ante la grandeza de Tu brazo enmudezcan como una piedra, hasta que haya pasado Tu pueblo, oh Señor, hasta que haya pasado este pueblo que Tú rescataste (Éxodo 15:16).
Mano: El Señor respondió a Moisés: «¿Acaso se ha acortado la mano del Señor? Ahora verás si se cumple Mi palabra, o no» (Números 11:23).
Pies: El Señor ha dicho: «El cielo es Mi trono y la tierra el estrado de Mis pies. ¿Dónde está la casa que me habréis de edificar? ¿Dónde el lugar de Mi reposo?» (Isaías 66:1).
Voz: …si escuchas fielmente la voz del Señor, tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que Yo te ordeno hoy (Deuteronomio 15:5).
[19] Pastor: El Señor es mi pastor, nada me faltará (Salmo 23:1).
Esposo: Como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo (Isaías 62:5).
Guerrero: El Señor es un guerrero. ¡El Señor es Su nombre! (Éxodo 15:3).
Juez: El Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro Rey. ¡Él mismo nos salvará! (Isaías 33:22).
Rey: El Señor es el Dios verdadero: Él es el Dios vivo y el Rey eterno (Jeremías 10:10).
Marido: Tu marido es tu Hacedor («Señor de los ejércitos» es Su nombre). Él es tu Redentor, el Santo de Israel, el que será llamado «Dios de toda la tierra» (Isaías 54:5).
[20] Ver: A la parte seca llamó Dios «Tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «Mares». Y vio Dios que era bueno (Génesis 1:10).
Oír: Dios oyó el gemido de ellos y se acordó de Su pacto con Abraham, Isaac y Jacob (Génesis 2:24).
Sentarse: El Señor se sienta para siempre, afianza para el juicio Su trono (Salmo 9:7, JER).
Andar: Andaré entre vosotros: seré vuestro Dios y vosotros seréis Mi pueblo (Levítico 26:12).
Silbar: Acontecerá que aquel día silbará el Señor al tábano que está en el fin de los ríos de Egipto y a la abeja que está en la tierra de Asiria (Isaías 7:18).
Reposar: El séptimo día concluyó Dios la obra que hizo, y reposó el séptimo día de todo cuanto había hecho (Génesis 2:2).
Oler: El Señor olió el aroma agradable y se dijo: «No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre. Sí, el corazón del hombre se pervierte desde la juventud; pero no volveré a matar a los vivientes como acabo de hacerlo» (Génesis 8:21, BNP).
Saber: Descenderé ahora y veré si han consumado su obra según el clamor que ha llegado hasta Mí; y si no, lo sabré (Génesis 18:21).
Escoger: Tú eres pueblo santo para el Señor, tu Dios; el Señor, tu Dios, te ha escogido para que le seas un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra (Deuteronomio 7:6).
Castigar: Como castiga el hombre a su hijo, así el Señor, tu Dios, te castiga (Deuteronomio 8:5).
[21] Amor: De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16).
Aborrecimiento: …ni te levantarás estatua, lo cual aborrece el Señor, tu Dios (Deuteronomio 16:22).
Contentamiento: El Señor tiene contentamiento en Su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación (Salmo 149:4).
Risa: Tú, Señor, te reirás de ellos; te burlarás de todas las naciones (Salmo 59:8).
Arrepentimiento: Se arrepintió el Señor de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón (Génesis 6:6).
Celos: No te inclinarás a [las imágenes] ni las honrarás, porque Yo soy el Señor, tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen (Éxodo 20:5).
Furor: Se encendió entonces contra Israel el furor del Señor, quien los entregó en manos de salteadores que los despojaron, y los vendió en manos de sus enemigos de alrededor, a los cuales no pudieron ya hacerles frente (Jueces 2:14).
Gozo: El Señor, tu Dios, te hará prosperar en toda la obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia y en el fruto de tu tierra, para bien; porque el Señor volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres (Deuteronomio 30:9).
[22] León: El Señor me habló de esta manera: «Como al león o al cachorro de león que ruge sobre la presa no lo espantan las voces de una cuadrilla de pastores que se reúne contra él, ni se acobarda por el tropel de ellos, así el Señor de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte Sion y sobre su collado» (Isaías 31:4).
Sol: Sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria dará el Señor. No quitará el bien a los que andan en integridad (Salmo 84:11).
Cordero: Angustiado él, y afligido, no abrió Su boca; como un cordero fue llevado al matadero; como una oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, no abrió Su boca (Isaías 53:7).
Roca: Él es la Roca, Sus obras son perfectas, y todos Sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo (Deuteronomio 32:4, NVI).
Torre: Fuerte torre es el nombre del Señor; a ella corre el justo y se siente seguro (Proverbios 18:10).
Escudo: Tú, Señor, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza (Salmo 3:3).
[23] Cottrell, Jack: What the Bible Says About God the Creator, Wipf and Stock Publishers, Eugene, 1996, p. 288.
[24] Packer, J. I.: Creation, Evolution and Problems, charla 15, «The Attributes of God, Part 2».
[25] Williams, J. Rodman: Renewal Theology, Systematic Theology from a Charismatic Perspective, Zondervan, Grand Rapids, 1996, libro 1, p. 51.
Traducción: Jorge Solá.
Revisión: Gabriel García V. y Felipe Mathews.
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