La deidad de Jesús (2ª parte)

Enviado por Peter Amsterdam

junio 5, 2018

[The Deity of Jesus (Part 2)]

En la primera parte de esta serie vimos que la gloria y el honor tributados a Jesús en el Nuevo Testamento coinciden con los dirigidos a Dios Padre. Adoramos y amamos a Jesús, le elevamos plegarias y le obedecemos del mismo modo en que lo hacemos en nuestra devoción a Dios.

El presente artículo se centrará en aquellos atributos de Dios que son incomunicables, lo que en teología significa que solo Dios los posee. Existen muchos atributos divinos de los que participamos nosotros los seres humanos, aunque no con absoluta plenitud, como los posee Dios. Por ejemplo, Dios es amor. Si bien nuestra esencia no es el amor en el mismo sentido en que lo es para Dios, sí amamos a nuestros semejantes, por lo que compartimos un atisbo de ese atributo. No obstante, hay tres atributos omni que son de propiedad exclusiva de Dios: la omnipotencia (Dios es todopoderoso), la omnipresencia (Dios está presente en todas partes) y la omnisciencia (Dios lo sabe todo). Nosotros, en calidad de seres humanos, no poseemos dichos atributos. Jesús, en cambio, sí los posee.

Omnipotencia[1]

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento aluden a Dios como todopoderoso y capaz de hacer cualquier cosa que esté en consonancia con Su naturaleza. Dios no puede mentir, no puede ser tentado a pecar ni tampoco puede negarse a Sí mismo, ya que esos actos son contrarios a Su naturaleza. Tampoco puede hacer cosas lógicamente imposibles, como la cuadratura del círculo o que dos más dos sean cinco. Resultan lógicamente imposibles, pues se opondrían a las leyes invariables que Él ha establecido. Sin embargo, Dios sí es capaz de hacer todo lo que sea lógica o realmente posible. Posee ilimitada autoridad y poder infinito, y puede hacer todo lo que opte por hacer.

La Escritura se refiere una y otra vez a Su poder omnipotente. He aquí algunos ejemplos:

Yo soy el Señor, el Dios de toda la humanidad. ¿Acaso hay algo que me sea difícil?[2]

El Señor hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos sus abismos[3].

El Altísimo hace lo que Él quiere con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra[4].

Reconozco que Tú todo lo puedes y que no hay plan que te sea irrealizable[5].

Vemos la máxima expresión del poder de Dios en Su acto de creación.

Yo soy el Señor, que ha hecho todas las cosas, Yo solo desplegué los cielos y expandí la tierra[6].

Que toda la tierra venere al Señor, que lo respeten los que moran en el mundo, porque habló y todo fue hecho, Él dio la orden y todo existió[7].

¡Ah, Señor!, Tú hiciste el cielo y la tierra con Tu gran poder y con Tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti[8].

¡Solo Tú eres el Señor! Tú has hecho los cielos, y los cielos de los cielos con todas sus estrellas. Tú das vida a todo lo creado: la tierra y el mar con todo lo que hay en ellos[9].

Jesús les dijo: Para Dios todo es posible[10].

Por supuesto que la natividad de Jesús fue otra expresión de la omnipotencia de Dios. María, madre de Jesús, concibió un niño sin intervención de un padre humano.

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando comprometida María, Su madre, con José, antes que vivieran juntos se halló que había concebido del Espíritu Santo[11].

El poder ilimitado de Dios se hizo manifiesto al resucitar a Jesús de entre los muertos:

La extraordinaria grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la acción de Su fuerza poderosa. Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a Su derecha en los lugares celestiales[12].

La omnipotencia de Jesús se evidencia en Sus milagros, toda vez que tenía potestad para sanar a los enfermos, aplacar tormentas, caminar sobre las aguas y revivir a los muertos. Si bien se nos dice que Dios Padre levantó a Jesús de entre los muertos, Jesús declaró:

Yo pongo Mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de Mi Padre[13].

El Padre otorgó a Jesús la autoridad para volver a tomar Su vida.

Ciertamente les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por Su propia cuenta, sino solamente lo que ve que Su padre hace, porque cualquier cosa que hace el padre, la hace también el hijo. Pues el padre ama al hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes que estas le mostrará, que los dejará a ustedes asombrados. Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes a Él le place[14].

A lo largo del Nuevo Testamento leemos acerca del poder y la autoridad que tenía Jesús:

Jesús se acercó y les habló diciendo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra»[15].

El apóstol Pedro escribió sobre Jesús: quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a Él están sujetos ángeles, autoridades y poderes[16].

El apóstol Pablo escribió:

Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia, porque al Padre agradó que en Él habitara toda la plenitud[17].

Jesús, al igual que Su Padre, es omnipotente.

Omnipresencia[18]

La Escritura nos enseña que Dios está presente en todas partes, que tiene la facultad de estar en todas partes al mismo tiempo y que Su presencia engloba el universo entero. Como tal, está libre de toda limitación de espacio y distancia.

¿Acaso podrá alguien ocultarse en escondrijos para que yo no lo vea?, dice el Señor. ¿Acaso no lleno Yo el cielo y la tierra?, dice el Señor[19].

¿A dónde me iré de Tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de Tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás Tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí Tú estás. Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará Tu mano y me asirá Tu diestra[20].

David se pregunta retóricamente si existe algún lugar al que uno pueda huir de la presencia de Dios, y la respuesta es no. Dios no está limitado por el espacio, ya que si uno se va al Cielo o al Seol —indicativos de lugares fuera del espacio físico— Dios está allí. Su presencia está en todo lugar, en todo momento.

Leemos que Dios se hace presente a personas particulares:

Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones[21].

Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: «Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados[22].

Asimismo está en todas partes y presente en toda situación simultáneamente:

El Señor mira desde los cielos; Él ve a todos los hijos de los hombres. Desde el lugar de Su morada Él observa a todos los habitantes de la tierra[23].

Lo mismo se dice de Jesús. Cuando anduvo en la Tierra Su presencia terrenal estaba circunscrita al lugar en que se encontraba Su cuerpo físico; sin embargo, aun en esas circunstancias, vemos alusiones a Su omnipresencia. Algunos exégetas bíblicos escriben que durante su tránsito por la Tierra no ejerció a plenitud Su poder de omnipresencia, pero sí manifestó su capacidad de actuar en lugares que distaban de Su ubicación física. Por ejemplo, sanó al siervo del centurión romano sin desplazarse físicamente a la casa del centurión para curar al hombre[24]. De igual manera expulsó a distancia a un demonio de la hija de la mujer sirofenicia[25]. Cuando se encontró por primera vez con Natanael, dijo:

—¡Aquí está un verdadero israelita en quien no hay engaño!

Le dijo Natanael:

—¿De dónde me conoces?

Jesús le respondió:

—Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi[26].

Jesús prometió a Sus discípulos que después de Su ascensión al cielo seguiría estando con ellos.

Donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos[27].

Dijo también:

Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo[28].

El que Jesús esté presente en todas partes, donde sea que dos o tres creyentes se congreguen, o que esté con todos los creyentes de la Tierra hasta el día del arrebatamiento, implica omnipresencia.

El apóstol Pablo aludió repetidamente a que Cristo habita dentro de los creyentes.

¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes?[29]

Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí[30].

[Ruego que] por fe Cristo habite en sus corazones[31].

Cristo en ustedes, la esperanza de gloria[32].

La presencia de Jesús está en todas partes y de manera más impresionante dentro de nosotros los que creemos. Como el Padre es omnipresente, asimismo es Jesús.

Omnisciencia[33]

Dios no solo es todo poderoso y está presente en todas partes, sino que también es omnisciente: todo lo sabe. La Escritura expresa este concepto en versículos como estos:

Grande es el Señor nuestro, y mucho Su poder, y Su entendimiento es infinito[34].

Él conoce los secretos del corazón[35].

Él sabe todas las cosas[36].

Él observa hasta los confines de la tierra y ve cuanto hay bajo los cielos[37].

No hay cosa creada que no sea manifiesta en Su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta[38].

Aún no está la palabra en mi lengua, y Tú, oh Señor, ya la sabes toda[39].

El Señor es el Dios eterno y Él creó los confines de la tierra. El Señor no desfallece, ni se fatiga con cansancio; ¡no hay quien alcance a comprender Su entendimiento![40]

Yo soy Dios, y no hay ningún otro, Yo soy Dios, y no hay nadie igual a Mí. Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo[41].

¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos!, porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue Su consejero? ¿Quién le dio a Él primero, para que le fuera recompensado?, porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén[42].

A lo largo de los Evangelios y las Epístolas leemos que Jesús exhibía omnisciencia. Sabía cosas que no habría podido saber por medios naturales, como por ejemplo que Lázaro había muerto antes de tener noticia de su fallecimiento[43]. Sabía que la samaritana que le dio de beber en el pozo se había casado cinco veces, pese a que la acababa de conocer[44]. Habló de sucesos del futuro antes que aconteciesen. Por ejemplo, anunció que Judas Iscariote lo traicionaría[45]. Le dijo a Pedro que lo negaría tres veces; Pedro protestó que jamás lo haría y, sin embargo, lo hizo[46]. Jesús sabía de antemano que sería apresado y crucificado[47].

Jesús también sabía que antes que pasara una generación, Roma destruiría el templo.

Al salir Jesús del templo, le dijo uno de Sus discípulos:

—Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!

Jesús, respondiendo, le dijo:

—¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada[48].

De cierto os digo que no pasará esta generación sin que todo esto acontezca[49].

En cuestión de 35 años los soldados romanos arrasaron completamente con el templo.

Igualmente leemos que Jesús conocía los pensamientos de la gente:

Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo:

—¿Por qué piensan mal en sus corazones?[50]

Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban: «¿Por qué habla este así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?»

En ese mismo instante supo Jesús en Su Espíritu que esto era lo que estaban pensando.

―¿Por qué razonan así? —les dijo[51].

En dos ocasiones hacia el final del Evangelio de Juan leemos que Sus discípulos entendieron que Jesús lo sabía todo.

Ahora entendemos que sabes todas las cosas y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios[52].

Le dijo la tercera vez

—Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?

Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió:

—Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te quiero[53].

Así como el Padre es omnipotente, omnipresente y omnisciente, Jesús lo es igualmente.

(Continuará en la tercera parte.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión


[1] Para más información sobre la omnipotencia de Dios, véase la serie Lo esencial.

[2] Jeremías 32:27 (RVC).

[3] Salmo 135:6 (NVI).

[4] Daniel 4:35 (RVC).

[5] Job 42:2 (RVA-2015).

[6] Isaías 44:24 (NVI).

[7] Salmo 33:8,9 (BLPH).

[8] Jeremías 32:17.

[9] Nehemías 9:6 (NVI).

[10] Mateo 19:26.

[11] Mateo 1:18.

[12] Efesios 1:19,20.

[13] Juan 10:17,18.

[14] Juan 5:19–21.

[15] Mateo 28:18.

[16] 1 Pedro 3:22.

[17] Colosenses 1:15–19.

[18] Para más información sobre la omnipresencia de Dios, véase la serie Lo esencial.

[19] Jeremías 23:24 (RVA-2015).

[20] Salmo 139:7–10.

[21] Salmo 46:1.

[22] Isaías 57:15.

[23] Salmo 33:13,14 (NBLH).

[24] Mateo 8:5–9, 13.

[25] Marcos 7:25–30.

[26] Juan 1:47,48.

[27] Mateo 18:20.

[28] Mateo 28:19,20.

[29] 2 Corintios 13:5.

[30] Gálatas 2:20.

[31] Efesios 3:17 (NVI).

[32] Colosenses 1:27 (NVI).

[33] Para más información sobre la omnisciencia de Dios, véase la serie Lo esencial.

[34] Salmo 147:5.

[35] Salmo 44:21.

[36] 1 Juan 3:20.

[37] Job 28:24.

[38] Hebreos 4:13.

[39] Salmo 139:4 (RVA-2015).

[40] Isaías 40:28 (RVC).

[41] Isaías 46:9,10 (NVI).

[42] Romanos 11:33,36.

[43] Juan 11:11–15.

[44] Juan 4:16–18.

[45] Mateo 26:20–25.

[46] Mateo 26:34,35,69–74.

[47] Mateo 16:21.

[48] Marcos 13:1,2.

[49] Marcos 13:30.

[50] Mateo 9:4 (RVA-2015).

[51] Marcos 2:6–8. V. también Lucas 6:8.

[52] Juan 16:30.

[53] Juan 21:17.

 

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