
1 Corintios: Capítulo 11 (versículos 17–34)
junio 18, 2025
Enviado por Peter Amsterdam

1 Corintios: Capítulo 11 (versículos 17–34)
[1 Corinthians: Chapter 11 (verses 17–34)]
En la segunda mitad del capítulo 11, Pablo aborda otra cuestión relativa al culto colectivo, en este caso sobre la práctica de la Cena del Señor por parte de los corintios.
Al darles las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos, ya que sus reuniones traen más perjuicio que beneficio (1 Corintios 11:17).
Aunque antes Pablo había comenzado con palabras elogiosas, en este caso afirma que no puede elogiarlos. No tiene motivos para hacerlo. Su reprimenda a los corintios en este asunto se centraba en las prácticas relacionadas con sus reuniones y el culto público. Pablo no los condena totalmente, pues antes los había elogiado por seguir muchas de sus enseñanzas sobre el culto (1 Corintios 11:2). Sin embargo, su evaluación en este caso fue que el perjuicio que causaban sus horas de culto superaba el beneficio derivado de ellas.
¿Qué prácticas podrían generar una condena así? Los corintios corrompían uno de los actos más sagrados del culto cristiano: la Cena del Señor. No habían dado la debida consideración al honor de Cristo, ni se habían honrado unos a otros en la celebración de la Cena del Señor.
En primer lugar, oigo decir que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y hasta cierto punto lo creo (1 Corintios 11:18).
Pablo comienza su argumento con en primer lugar; sin embargo, nunca pasa al segundo o tercer asunto. Esto debe entenderse en el sentido de que lo más importante es la forma en que aquello era cierto. Además añade las palabras oigo decir. Pablo no menciona quién era su fuente, pero anteriormente en esta misma epístola dice que algunos de la familia de Cloé le habían informado de asuntos similares (1 Corintios 1:10-12). Aunque no podía estar seguro, Pablo conocía la iglesia lo suficientemente bien como para creer que los informes eran ciertos, al menos hasta cierto punto.
Pablo ya había abordado el tema de las divisiones entre los corintios en los capítulos 1-4. Aquí su crítica se centra en las divisiones que había cuando los corintios formaron su iglesia. La principal preocupación de Pablo era que esas divisiones perjudicaban el culto público.
Porque es preciso que haya entre ustedes hasta partidismos, para que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados (1 Corintios 11:19 RVA-2015).
Hay dos interpretaciones diferentes de este versículo. En una interpretación, algunas divisiones pueden ser necesarias porque la iglesia contiene tanto verdaderos creyentes como algunos falsos fieles. Visto desde esa perspectiva, Pablo está de acuerdo en que a veces es necesario que los verdaderos creyentes establezcan diferencias con las falsas enseñanzas de los demás para que quede claro quién tiene la aprobación de Dios. Esa interpretación encuentra apoyo en el hecho de que la palabra partidismos, traducida en la NVI como divisiones, no tiene esa acepción.
Por otra parte, Pablo no dice claramente que aprueba esas diferencias. Puede que lo dijera sarcásticamente, interpretando las diferencias como parte de las divisiones. Las divisiones son claramente negativas, y las diferencias (o partidismos) también pueden serlo. De ahí su comentario, no puedo elogiarlos (v. 17).
Las diferencias pecaminosas podrían explicar por qué la iglesia permitía que algunos de sus fieles pasaran hambre, como señala Pablo más adelante. Es posible que los pobres no fueran considerados «aprobados», y tal vez hasta fueran contados como «prescindibles».
Cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor (1 Corintios 11:20).
Pablo ahora aborda el tema principal que lo preocupa. Cuando los corintios cristianos se reunían para celebrar la Cena del Señor, las divisiones eran tan disgregadoras que no podía llamarse Cena del Señor. (Aunque el término Cena del Señor se usa comúnmente hoy en día para la práctica de la comunión, este versículo es el único que contiene esa frase en el Nuevo Testamento).
Porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan (1 Corintios 11:21).
Pablo describe el informe que había recibido. Al disponerse a comer, lo hacían sin esperar a los demás. La frase cada uno se adelanta puede traducirse como «cada uno toma su propia cena». La intención de Pablo puede haber sido identificar la «propia cena» de cada uno para explicar por qué no era la «Cena del Señor». Algunos de los creyentes corintios habían perdido el sentido unificador de la Cena del Señor y en su lugar se centraban principalmente en sí mismos. Otros se emborrachaban en lo que debía ser una celebración del sacrificio del Señor por los creyentes.
¿Acaso no tienen casas donde comer y beber? ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Voy a elogiarlos por esto? ¡Claro que no! (1 Corintios 11:22).
Pablo los corrige haciéndoles algunas preguntas. Primero les preguntaba si no tenían casas donde pudieran comer y beber sus comidas. Con esto Pablo puede haber querido decir: «Si esto es lo que hacen en la Cena del Señor, entonces quédense en casa». Se oponía a que los pobres fueran discriminados. Los corintios hacían distinciones sociales entre ricos y pobres durante las reuniones para la Cena del Señor. Aquello inquietaba profundamente a Pablo, y expresó enérgicamente su oposición a ello.
En segundo lugar, Pablo aborda lo erróneo de esa práctica preguntando a quienes humillaban a los pobres si despreciaban a la iglesia de Dios. La Iglesia está formada por personas de todas las clases sociales y etnias, que son iguales a los ojos de Dios. Cuando los creyentes impiden que los pobres del pueblo de Dios participen en la Cena del Señor, menosprecian la santidad de la ceremonia. Dado que los pobres son una parte esencial de la comunidad eclesial, no se puede discriminar a los pobres sin despreciar a la Iglesia.
En tercer lugar, Pablo pregunta si los fieles ricos pretenden humillar a los que no tienen nada. En la época de Pablo, los ricos solían humillar y menospreciar a los pobres. Sin embargo Jesús enseñó que en el reino de Dios los pobres son bienaventurados (Lucas 6:20-21). También advirtió a los ricos de las dificultades que acompañaban a su condición social (Marcos 10:25). En Corinto, a los pobres, que ya no tenían nada en términos mundanos, sus correligionarios también les robaron su sentido de la dignidad, y para colmo en la Cena del Señor. Con sarcasmo, Pablo les pregunta si creen que debería elogiarlos por su comportamiento. Luego responde a sus propias preguntas decididamente: «¡No, no lo haré!»
Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo: «Esto es Mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de Mí» (1 Corintios 11:23–24).
Pablo procede entonces a recordar a los corintios las enseñanzas sobre la Cena del Señor que él mismo les había transmitido. La expresión «les transmití» era un término utilizado por los rabinos de la época de Pablo para referirse a la transmisión oficial y sagrada de las tradiciones religiosas. Este pasaje contrasta con el elogio anterior de Pablo a los corintios por seguir las enseñanzas que él les había «transmitido» (1 Corintios 11:2). En cuanto a la Cena del Señor, ya conocían la forma correcta de celebrarla, pero no habían puesto en práctica la enseñanza como era debido.
No aceptar aquellas enseñanzas de Pablo era preocupante, puesto que él no había inventado la Cena del Señor, sino que había transmitido lo que había recibido del Señor. No precisó la forma concreta en que recibió la enseñanza del Señor. La pudo haber recibido directamente de otros apóstoles (Gálatas 1:18), o sobrenaturalmente de Cristo mismo durante sus primeros años en Arabia (Gálatas 1:15-17).
Pablo procede a explicar en términos sencillos cómo observar correctamente la Cena del Señor relatando cómo la había llevado a cabo Jesús la noche en que fue traicionado. Utilizó cuatro puntos para describir la partición del pan: Jesús tomó el pan, dio gracias, lo partió y proclamó: «Esto es Mi cuerpo, entregado por ustedes».
El término «pan» también puede traducirse como «hogaza». Es probable que Jesús utilizara una sola hogaza de pan para simbolizar la unidad de los que participaban. Dio gracias y partió el pan. Los anfitriones solían partir el pan para sus invitados, como vemos que hizo Jesús cuando alimentó a los cinco mil (Marcos 6:41, Juan 6:11). Luego habló a Sus discípulos sobre el simbolismo del pan.
Pablo resumió a Jesús aludiendo a tres cosas. Primero: Esto es Mi cuerpo. Esta frase ha suscitado cierta controversia a lo largo de la historia de la Iglesia. La tradición católica romana ha interpretado este pasaje de manera literal: que durante la comunión, el pan y el vino se transforman en sustancia física para convertirse en el cuerpo y la sangre reales de Cristo. Este punto de vista se llama «transubstanciación».
La concepción luterana de la «consubstanciación» sostiene que el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes en el pan y el vino, pero que las sustancias físicas de éstos no cambian. La mayoría de los protestantes sostienen que Cristo está espiritualmente presente durante la comunión, y que los elementos de la Cena del Señor son símbolos de su cuerpo y su sangre. Si bien ni este pasaje ni los relatos del Evangelio aclaran esta cuestión, Jesús nos asegura que «donde dos o tres se reúnen en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos» (Mateo 18:20).
En segundo lugar cita la frase entregado por ustedes. Cristo sufrió y murió en la cruz por los demás. Su expiación por nuestros pecados se ofrece a todos y está al alcance de cualquiera que acuda a Él con fe y arrepentimiento (1 Juan 1:9-2:2). Sin embargo en estas palabras de la Cena del Señor, Jesús dijo que entregó Su vida por un grupo particular de personas: Sus seguidores. Su sufrimiento expió sólo los pecados de aquellos que creen en Él como Señor y Salvador.
Tercero, hagan esto en memoria de Mí. La Cena del Señor (comunión) fue ordenada como un acto en el que el pueblo de Dios debía recordar la muerte y resurrección de Jesús. La última cena que Jesús compartió con los apóstoles se enmarcó en el contexto de la traición, detención y muerte inminente de Cristo1. Al partir y recibir el pan, recordamos los sufrimientos de Cristo por nosotros.
Este llamamiento a la memoria se produce una vez más en relación con la sangre de Cristo en el siguiente versículo del mismo pasaje.
De la misma manera, tomó la copa después de cenar y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; hagan esto cada vez que beban de ella en memoria de Mí» (1 Corintios 11:25).
Pablo se centra ahora en la copa, señalando que Jesús la tomó de la misma manera, lo que indica que Jesús bendijo la copa por separado. A continuación repite lo que Jesús dijo al hablar del pan: Hagan esto... en memoria de Mí. De este modo Pablo subraya que el recuerdo y la reverencia a Cristo ocupan un lugar central en la ceremonia de la Cena del Señor.
El relato de Pablo de las palabras de Jesús es muy similar al de Lucas, que también se refiere a la copa como el nuevo pacto en Mi sangre (Lucas 22:17-20). La expresión «nuevo pacto» procede de Jeremías 31:31, donde este describe el nuevo pacto que Dios concertaría con el resto de Su pueblo, un pacto basado en el perdón de los pecados y con la ley de Dios escrita en el corazón del pueblo. El Nuevo Testamento toma su nombre de este nuevo pacto establecido por la vida, muerte y resurrección de Jesús. Esto pone de manifiesto que el nuevo pacto que tuvo lugar a través del ministerio de Cristo fue el cumplimiento de la promesa.
Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga (1 Corintios 11:26).
¿Por qué deben centrarse en Cristo los actos de comer y beber en la Cena del Señor? Porque cada vez que la iglesia participa en ella, los cristianos proclaman la muerte del Señor hasta que Él regrese. Cuando los no creyentes ven a la iglesia participando en la comunión en recuerdo del sacrificio que Jesús hizo al dar Su vida por nosotros, se proclama el mensaje del Evangelio. La expresión «la muerte del Señor» representa la totalidad del ministerio salvífico de Cristo en favor de la Iglesia: Su vida, muerte, resurrección y ascensión.
Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor (1 Corintios 11:27).
Al participar de la Cena del Señor de manera indigna, se peca contra el cuerpo y la sangre del Señor. Participar en la Cena del Señor de manera indigna se ha interpretado tradicionalmente como participar en la comunión teniendo un pecado no confesado. Hay un sentido en el que todos participamos de la comunión indignamente, ya que ninguno de nosotros puede ser completamente digno, y es importante para los creyentes confesar sus pecados y así prepararse para el culto. Pero el enfoque de Pablo aquí era mucho más estrecho. La indignidad que tenía en mente era participar en la Cena del Señor de una manera que no muestra la unidad de la iglesia en Cristo.
Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su propia condena (1 Corintios 11:28–29).
Para evitar ofensas, antes de participar en la comunión, los creyentes deben examinarse a sí mismos y examinar sus motivos y acciones para tener certeza de que están en consonancia con las enseñanzas del Señor. El motivo de tomarse tiempo para el autoexamen es que la participación sin respeto y reconocimiento del sacrificio de Cristo acarrea condena.
Pablo dio esta instrucción para corregir un problema específico. En general la ceremonia de la comunión debe ser un momento de celebración en el que los creyentes se centran en el sacrificio de Cristo por nosotros, la unidad de los creyentes y la predicación del Evangelio. La atención debe centrarse en Cristo y en los demás, no en uno mismo. Es en la preparación para la Cena del Señor cuando los individuos deben volver su atención hacia dentro para así asegurar que están participando de ella de manera digna.
Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, incluso varios han muerto (1 Corintios 11:30).
Pablo continuó resaltando la seriedad de incumplir la Cena del Señor señalando el escarmiento que muchos corintios experimentaban en forma de debilidad y enfermedades, y en algunos casos la muerte. Las enfermedades y la muerte no siempre son consecuencia de pecados personales, y llegan tanto a los creyentes como a los no creyentes por muchas razones2. Sin embargo en esta situación, Pablo se refiere al castigo del Señor.
Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo (1 Corintios 11:31–32).
Pablo añadió que si los corintios se examinaran a sí mismos antes de la Cena del Señor y cambiaran sus acciones, Dios no los disciplinaría con la enfermedad y la muerte. Procede a recordar a los corintios que ni siquiera los que han sido castigados por sus acciones están condenados, sino que el Señor disciplina a los que ama (Hebreos 12:5-11). Dios disciplina a la Iglesia para que los verdaderos creyentes tomen nota y vuelvan a Cristo arrepentidos, y no sean condenados con el mundo.
Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que las reuniones de ustedes no resulten dignas de condenación. Los demás asuntos los arreglaré cuando los visite (1 Corintios 11:33–34).
Pablo termina con una recapitulación y da algunas instrucciones finales, dirigiéndose a ellos como hermanos. La primera parte de su consejo, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros, sugiere que la Cena del Señor en el contexto corintio se celebraba en forma de comida. Pablo está señalando que la Cena del Señor debe ser una comida compartida en la que todos participen por igual. Si algunos llegaban temprano, debían esperar hasta que los demás llegaran antes de comer. En lugar de que los ricos comieran primero y los pobres se quedaran sin comer, todos los participantes debían comer al mismo tiempo. Así se honraría a los pobres y, por tanto, a Cristo.
En segundo lugar, para eliminar cualquier justificación para no esperar a los demás, Pablo añadió que cualquiera que tuviera hambre debía comer en su casa. No reprendía a los pobres por acudir hambrientos a la Cena del Señor; no podían evitarlo. Aquellos con suficientes recursos debían comer en casa para que todos comieran juntos cuando se celebraba la Cena del Señor.
Pablo aborda aspectos vitales del significado de la Cena del Señor y la manera en que los creyentes deben participar en ella. La observancia de la comunión es una proclamación de la muerte del Señor y de Su sacrificio por nuestra redención, y debe observarse con reverencia y adoración. Pablo también destacó la unidad que la ceremonia de la comunión debía representar entre la iglesia como cuerpo de Cristo. Sin embargo al parecer sabía que los corintios necesitaban más instrucción sobre el tema, que prometió impartirles en su siguiente visita.
Nota
A menos que se indique otra cosa, todas los versículos de la Biblia proceden de la Nueva Versión Internacional, © Biblica, Inc., 2022. Utilizados con permiso.
1 Ver Mateo 26:17–29; Marcos 14:12–25; Lucas 22:7–20.
2 Ver Job 2:1–7; Juan 9:2–3; Romanos 8:36.
© La Familia Internacional, 2025. Política de privacidad Normas de cookies