1 Corintios: Capítulo 4 (versículos 6-14)
agosto 20, 2024
Enviado por Peter Amsterdam
1 Corintios: Capítulo 4 (versículos 6-14)
En esta sección de su Epístola a los Corintios Pablo habló contra el espíritu de rivalidad que había llevado a algunos creyentes a creerse superiores a otros.
Hermanos, todo esto lo he aplicado a mí y a Apolos como ejemplo por causa de ustedes, para que aprendan en nosotros a no pasar más allá de lo que está escrito, y para que no estén inflados de soberbia, favoreciendo al uno contra el otro[1].
Pablo explica por qué se puso a sí mismo y a Apolos como ejemplos de liderazgo de la iglesia. Si bien sus palabras iban dirigidas a los líderes divisivos de Corinto, optó por suavizar su reproche aplicándose a sí mismo y a Apolos los principios de su mensaje. La mayoría de los exégetas (comentaristas) dice que Pablo se situó a sí mismo y a Apolos como ejemplo con el ánimo de no causar una reacción airada de parte de los corintios acerca de lo que les decía sobre el liderazgo.
Pablo concentra la atención en el modo en que él y Apolos habían trabajado juntos. Su humildad y el hecho de que no alardeaban ni establecían comparaciones entre ellos demuestra que el ministerio es Cristocéntrico. El apóstol desea que los creyentes no se inflen de soberbia, es decir que no hagan ostentación de sí mismos en desmedro de otros. A Pablo le preocupa el esfuerzo intencionado de los corintios por distinguirse unos de otros. Eso es lo que está desmembrando la comunidad. Los corintios no deben ensoberbecerse unos contra otros basándose en los dones que han recibido.
Pablo alude a la Escritura cuando les advierte no pasar más allá de lo que está escrito. Los corintios debían aprender de Pablo y Apolos a no ir más allá de lo que dice la Escritura (lo que está escrito).
Pues, ¿quién te concede alguna distinción? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?[2]
Al plantear estas tres preguntas, Pablo va al quid de la cuestión que afecta a la iglesia de Corinto. Primero pregunta quién los distingue de los demás. ¿Qué los hace tan excepcionales por sobre los demás? ¿Qué cualidades poseen que otros creyentes no tienen? ¿Qué les da derecho a juzgar a sus dirigentes? Ellos no se diferencian de otros creyentes; todos son destacados a los ojos de Dios.
Enseguida les pregunta qué no han recibido. ¿Qué cualidades o aptitudes tiene cualquiera de ellos que no les fueron concedidas por Dios? La respuesta, claro está, es ninguna: todo buen don se nos otorga como dádiva de Dios, incluidos nuestros talentos y cualidades particulares[3].
Luego los interpela planteándoles que si lo único bueno que hay en ellos es lo obsequiado por Dios, ¿cómo es que se jactan de ello? ¿Cómo pueden enaltecerse y considerar sus opiniones superiores a las de otros creyentes cuando el bien que hay en ellos no provino de sí mismos sino de la gracia de Dios?
Ya están saciados; ya se enriquecieron; sin nosotros llegaron a reinar. ¡Ojalá reinaran, para que nosotros reináramos también con ustedes![4]
A partir de este versículo y hasta el 13 Pablo se expresa con sarcasmo. Demuestra la enorme diferencia que existe entre el camino de la cruz —al cual se adhieren Pablo y los apóstoles— y el de aquellas personas de la iglesia de Corinto que se consideran superiores espiritualmente. El adverbio ya se usa para expresar algo con contundencia y claridad y ayuda a marcar la pauta y la tónica de lo que Pablo se apresta a decir. Al emplear la frase «sin nosotros» Pablo indica que los «espirituales» dicen poseer algo de lo que carecen los apóstoles. Se conducen como si la cruz no importara.
Pablo les habla como si fuera su padre y los considera sus amados hijos. Espera que le respondan como lo hace un hijo con un padre. Sabe que la relación que goza con ellos es profunda y personal y que él ejerce suficiente autoridad sobre ellos no solamente para que lo escuchen, sino también para que obedezcan el llamado que les hace a imitarlo.
Expresa un deseo que no se cumplirá. Si llegan a reinar, ojalá él reine con ellos. Pablo sabe que vendrá el tiempo en que la gente se saciará, se enriquecerá y reinará con Dios. Era preciso que los corintios entendieran que dicha gloria no llegaría sino hasta la venida de Cristo y que en nada está vinculada a la noción secular que ellos tenían de la gloria.
Porque considero que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha exhibido en último lugar, como a condenados a muerte; porque hemos llegado a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres[5].
Dios ha exhibido o presentado a los apóstoles como criminales sentenciados a muerte. En la época de Pablo era frecuente que a los condenados a muerte se los exhibiera en el anfiteatro para entretener al pueblo. Aquí Pablo no centra la atención en sí mismo, sino en todos los apóstoles. Enaltece el sufrimiento de ellos y considera que así han llevado una vida digna de elogio para Dios.
Nosotros somos insensatos por causa de Cristo; ustedes son sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles; ustedes fuertes. Ustedes son distinguidos, pero nosotros despreciados[6].
Para ser insensatos o tontos por Cristo hay que tener un firme compromiso con el evangelio. Sus seguidores deben vivir de tal modo que su fidelidad a Cristo predomine por sobre toda sabiduría o aclamación mundana. Se los insta a priorizar su fidelidad con Cristo por sobre la sabiduría del mundo y a abrazar la humildad, el sacrificio y el servicio. Ser insensatos por Cristo es decidirse por adoptar la humildad, la abnegación y el servicio en honor al evangelio, aun cuando vaya a contrapelo de las expectativas del mundo.
Hasta la hora presente sufrimos hambre y sed, nos falta ropa, andamos heridos de golpes y sin dónde morar. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos[7].
Pablo introduce una lista de padecimientos con la frase hasta la hora presente. De ese modo les recuerda a los corintios que las cosas no han cambiado en su vida desde que se separó de ellos. Su sufrimiento no es una fase temporal que los apóstoles superarán una vez que crezcan espiritualmente. Al contrario, en el momento mismo en que Pablo escribía, él y otros de ellos experimentaban sufrimientos por causa de Cristo.
Posteriormente elabora una lista de sufrimientos relativos a su vida de apóstol: la persecución, los golpes, la falta de comida y agua, no tener una morada fija. Al hacerlo describe las cosas que lo distinguen de los honorables ciudadanos de Corinto, que no sufren golpes ni tienen que trabajar con sus propias manos.
Pablo habla de sus experiencias de vida ofreciendo a los corintios un ejemplo a seguir. Toma como modelo las enseñanzas de Cristo. El sufrir «hambre y sed» probablemente era reflejo de la experiencia vivida en sus viajes mientras difundía el evangelio y soportaba cárcel y encierro.
Jesús habló de discípulos que pasaban hambre[8]. Luego de discípulos odiados, discriminados y denostados por la sociedad[9], precisamente lo que Pablo y los apóstoles experimentaban en ese entonces. La locución falta de ropa no se encuentra en ninguna otra parte del Nuevo Testamento. Los calificados de «sabios» muy probablemente andaban bien vestidos, en consonancia con su posición social. La expresión «heridos de golpes» seguramente alude al daño corporal infligido por las muchedumbres o en la cárcel.
«Sin dónde morar» era el estado en que se hallaban muchos de los misioneros, ya que viajaban continuamente. La frase también tiene el significado de vagabundo, persona que se desplaza de un lugar a otro sin domicilio permanente. Pablo señala esta circunstancia como un aspecto que los creyentes de Corinto debieran imitar de él.
Pablo dice enseguida que él y los apóstoles trabajan con sus propias manos. Esa probablemente era su experiencia como persona que dedicaba gran parte de su tiempo a la enseñanza y la predicación, muchas veces hasta bien entrada la noche, pero que además tenía un trabajo diurno que lo mantenía ocupado. Porque se acuerdan, hermanos, de nuestro arduo trabajo y fatiga; que trabajando de día y de noche para no ser gravosos a ninguno de ustedes les predicamos el evangelio de Dios[10].
Cuando somos insultados, bendecimos; cuando somos perseguidos, lo soportamos; cuando somos difamados, procuramos ser amistosos. Hemos venido a ser hasta ahora como el desperdicio del mundo, el desecho de todos[11].
Pablo hace eco de lo que Pedro escribió sobre Jesús: Cuando lo maldecían, Él no respondía con maldición. Cuando padecía, no amenazaba sino que se encomendaba al que juzga con justicia[12]. Ante los ultrajes y la mofa, el cristiano reacciona bendiciendo; dice algo bueno. Respondían a la persecución aguantando, no contraatacando. Pedro y Pablo seguían la enseñanza del Señor que advertía que los discípulos de Cristo serían perseguidos y que en su perseverancia alcanzarían la vida[13].
Difamar quiere decir levantar falsas acusaciones contra alguien, ante lo cual, dice Pablo, debemos responder con gentileza y bondad. Manifiesta que cuando a los apóstoles se los difamaba, ellos seguían hablando con veracidad acerca de Cristo, tratando a otros con gentileza, a pesar de que sus antagonistas distorsionaban adrede su mensaje.
La frase como el desperdicio del mundo, el desecho de todos no aparece sino una vez en el Nuevo Testamento, en este pasaje. Las palabras conllevan el sentido de algo que se raspa o se expele. Pablo quiere que los corintios comprendan que no deben contar con que una vida consagrada al servicio de Dios traerá aparejadas riquezas o renombre a los ojos del mundo.
No les escribo esto para avergonzarlos, sino para amonestarlos como a mis hijos amados[14].
La epístola de Pablo resultó ser bastante severa para los corintios. Aun así, Pablo se mostró considerado con ellos como un padre con sus hijos. Se dirigió a ellos como hermanos y hermanas[15], mas aquí insiste en que el propósito de sus escritos es advertirles como un padre lo haría con sus hijos. Los padres a veces tienen que aleccionar fuertemente a sus hijos, pero lo hacen porque los aman. Pablo quería asegurarse de que los corintios entendieran esto y mantuvieran su vínculo con él.
Les explicó que no había escrito esas cosas para «avergonzarlos». Quería aclararles que su intención no era hacerlos sentir menospreciados ni rebajarlos delante de sus compañeros. Lo hacía con el ánimo de hacerles ver que su «pertenencia» estaba asegurada, pese a que «en Cristo» esta se percibirá en aspectos que el mundo no reconoce.
(Continuará.)
Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.
[1] 1 Corintios 4:6.
[2] 1 Corintios 4:7.
[3] Santiago 1:17.
[4] 1 Corintios 4:8.
[5] 1 Corintios 4:9.
[6] 1 Corintios 4:10.
[7] 1 Corintios 4:11,12.
[8] Lucas 6:21.
[9] Lucas 6:22.
[10] 1 Tesalonicenses 2:9. V. también 1 Tesalonicenses 4:11 y 2 Tesalonicenses 3:6–10.
[11] 1 Corintios 4:12,13.
[12] 1 Pedro 2:23.
[13] Lucas 21:12–19.
[14] 1 Corintios 4:14.
[15] 1 Corintios 1:10, 26; 2:1; 3:1; 4:6.