2 Tesalonicenses: Capítulo 3 (1ª parte)

junio 6, 2023

Enviado por Peter Amsterdam

[2 Thessalonians: Chapter 3 (Part 1)]

El tercer capítulo de la Segunda Epístola a los Tesalonicenses es el último de las cartas que Pablo escribió a los creyentes de Tesalónica.

Por lo demás, hermanos, oren por nosotros para que la palabra del Señor se difunda rápidamente y sea glorificada, así como sucedió también entre ustedes; y que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe[1].

Pablo empieza el capítulo con la frase Por lo demás —en otras traducciones, por último o finalmente—, lo que indica que se dispone a iniciar una nueva sección de la epístola y, en este caso, que se acerca ya al final de la misma. Como lo hizo en su primera epístola a los tesalonicenses, pide a los creyentes que oren por él y sus compañeros[2]. Su petición para que hagan oración por él y sus colegas se da luego de que orara por los tesalonicenses en los dos versículos anteriores:

Y el mismo Señor nuestro Jesucristo, y nuestro Padre Dios quien nos amó y por gracia nos dio eterno consuelo y buena esperanza, anime el corazón de ustedes y los confirme en toda obra y palabra buena[3].

Su primera petición de oración fue para que la Palabra de Dios se difundiera rápidamente. La palabra del Señor se refiere al evangelio que proclamaban Pablo y sus acompañantes[4]. Esta solicitud para que la palabra se divulgue hace eco del Salmo 147:15: Envía su mensaje a la tierra; velozmente corre su palabra. Pablo empleó la frase correr la carrera como metáfora de la misión de difundir el mensaje de Cristo.

¿No saben que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero solo uno lleva el premio? Corran de tal manera que lo obtengan. Y todo aquel que lucha se disciplina en todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; nosotros, en cambio, para una incorruptible. Por eso yo corro así, no como a la ventura; peleo así, no como quien golpea al aire[5].

La segunda petición es para que la palabra del Señor sea glorificada, así como sucedió también entre ustedes. El apóstol muy probablemente se refería a la reciente aceptación y honramiento del evangelio en varias ciudades del Imperio romano. El libro de los Hechos nos dice que la palabra del Señor se difundía por toda la región[6]. La combinación entre correr y ser glorificada indica que Pablo concebía la Palabra de Dios como un corredor que compite en una carrera y gana el premio, por lo cual recibe la gloria.

Pablo prosigue entonces y pide a los tesalonicenses que oren por la seguridad de su equipo, a fin de que seamos librados de hombres perversos y malos[7]. En otras ocasiones solicitó a los creyentes que oraran por él para que Dios lo librara de sus opositores[8]. Dada la fuerte oposición que suscitaba su mensaje, Pablo y sus compañeros sabían que Dios era su única esperanza. Necesitaban protección divina contra gente calificada de perversa y mala. Perverso es lo contrario de «bueno» o «benévolo» y significa sumamente mala en sentido moral. La segunda descripción, malo, escasi sinónimo de perverso. Esas dos palabras sugerían un alto grado de agresión por parte de esas personas. Pablo y sus compañeros experimentaron antagonismo tanto de sus oponentes judíos como de sus persecutores gentiles.

La oposición que enfrentaban Pablo y sus asociados se debía al rechazo del evangelio: porque no es de todos la fe o no todos aceptan la fe. Es probable que aquí la fe aluda a una reacción positiva al mensaje del evangelio; además, ya anteriormente Pablo había descrito en estos términos a quienes rechazaban el mensaje: los que no creyeron a la verdad sino que se complacieron en la injusticia[9].

Pero fiel es el Señor, que los establecerá y los guardará del mal[10].

Habiendo pedido a la iglesia tesalonicense que orara por él y sus compañeros, el apóstol nuevamente centra la atención en los creyentes de la ciudad. Sufrían persecución a manos de los incrédulos. Pablo les recuerda que fiel es el Señor. La fidelidad de Dios está vinculada al resguardo concedido a los tesalonicenses en su sufrimiento. En este versículo se considera al Señor, en Su fidelidad,como protector/patrono de los creyentes que sufren persecución. Otra traducción de este verso reza: Él los fortalecerá y los protegerá (NVI). Dios los establecerá en medio de sus pruebas.

El verbo guardar significa vigilar y defender, lo que expresa que Dios protege a Su pueblo. Pese a que la iglesia tesalonicense no tenía ningún poder social, el Señor estaba con ella. No estaba indefensa, y el mal o —como lo expresan otras versiones— el maligno no podía vencerla.

Tenemos confianza en el Señor en cuanto a ustedes, que hacen y harán lo que les mandamos[11].

Habiendo manifestado confianza en que Dios establecería a los tesalonicenses en medio de su persecución (v. 3), Pablo encomendó al Señor el que los creyentes de la ciudad seguirían siendo obedientes a la instrucción moral impartida por él. Pese a las dificultades que afrontaba la iglesia —la hostilidad y persecución[12], y el rechazo de algunos creyentes a la enseñanza paulina sobre el trabajo (tema que se abordará en los siguientes versículos)— los creyentes continuaron llevando una vida cristiana.

¡El Señor dirija el corazón de ustedes hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo![13]

Pablo presenta enseguida la segunda oración, a modo de deseo, antes de pasar a su enseñanza sobre el trabajo. La oración ruega a Jesús que dirija sus corazones. Como ya lo vimos previamente en 2 Tesalonicenses 2:17 y 1 Tesalonicenses 3:13, el corazón es el núcleo de la vida de los creyentes. El Señor dirige sus corazones y como consecuencia los propósitos de Él se cumplen a través de ellos.

La petición de Pablo consiste en que el Señor dirija los corazones de los creyentes tesalonicenses de tal modo que manifiesten amor y perseverancia, emulando así las virtudes de Dios Padre, que los ama, y de Jesús, que sufrió por ellos. El llamado es, pues, a «actuar como actúa Dios».

Les mandamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente y no conforme a la doctrina que recibieron de parte nuestra[14].

Este versículo marca un cambio de tema cuando Pablo usa la palabra «hermanos» al principio del texto. A estas alturas la instrucción del apóstol no es solo un consejo que la iglesia puede optar por seguir o no, sino una orden. Él repite ese estilo de mandato otras dos veces en este capítulo[15]. La autoridad que sustenta esta orden no proviene de Pablo; se afirma en el nombre del Señor Jesucristo. En su primera epístola a los tesalonicenses, Pablo no tuvo que recalcar que sus enseñanzas tenían el respaldo del Señor; aquí, no obstante, sí consideró importante insistir en ello. Lo que les decía era algo revestido de autoridad y esperaba que la comunidad tesalonicense lo obedeciera.

Pablo instruyó a la iglesia sobre cómo responder a los que andan desordenadamente, los creyentes que llevaban una vida ociosa (NTV). En su primera epístola a la iglesia también había mencionado a los creyentes ociosos: Les rogamos, hermanos, que les llamen la atención a los ociosos[16]. La palabra ocioso empleada aquí no significa perezoso; más bien cataloga a gente indisciplinada que no seguía las reglas de la comunidad. La regla de la que hacían caso omiso era el trabajo. Pablo señaló que el que ande desordenadamente y no conforme a la doctrina es un desobediente. Habían recibido la instrucción de Pablo con respecto al trabajo y habían visto que Pablo y sus compañeros trabajaban; pero no se dieron por enterados.

Pablo exhortó a la iglesia a apartarse de los que se negaban a trabajar. Más adelante en este capítulo instruye a los creyentes para que no traten a la persona como enemigo o como quien está de algún modo excluido de la iglesia. Les dice más bien: «amonéstenlo como a hermano»[17]. Podían seguir siendo miembros de la iglesia, pero estaban sujetos a corrección y disciplina por parte de la comunidad. Habían oído más de una vez la enseñanza de Pablo y, sin embargo, optaron por ser desobedientes, lo que ameritaba que se tomasen medidas más rigurosas.

El distanciamiento social era la medida que la iglesia primitiva aplicaba para corregir a los miembros que no guardaban la enseñanza moral de la fe. Por ejemplo, en Romanos Pablo escribió: Les ruego, hermanos, que se fijen en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que han aprendido, y que se aparten de ellos[18].

Ustedes mismos saben de qué manera deben imitarnos, porque no hemos vivido desordenadamente entre ustedes ni hemos comido de balde el pan de nadie. Más bien, trabajamos arduamente hasta la fatiga, de noche y de día, para no serles gravosos a ninguno de ustedes[19].

En estos versículos Pablo recuerda a la iglesia de Tesalónica el ejemplo que él y su equipo les dio en cuanto al deber que tienen los creyentes de trabajar. Anteriormente, Pablo habló de que la iglesia tesalonicense había llegado a ser imitadora del Señor, de las iglesias de Judea y de los apóstoles. Ahora manifiesta que la iglesia debe imitar la conducta que él y sus colaboradores mantienen con relación al trabajo. Trabajaban con sus propias manos y no eran protegidos o clientes de ningún mecenas, lo que servía de modelo para esos nuevos creyentes.

De ahí pasa a explicarles que él y sus compañeros no constituían una carga para los creyentes de Tesalónica y que pagaron por su propia alimentación (el pan). Pablo y sus colegas se financiaron con su propio trabajo y con las ofrendes que les enviaba la iglesia filipense.

También saben, oh filipenses, que al comienzo del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en cuanto a dar y recibir sino ustedes solos. Porque aun a Tesalónica enviaron para mis necesidades una y otra vez[20].

En 1era a los Corintios Pablo enseñó que recibir apoyo económico a cambio del servicio cristiano era una manera aceptable de proceder, aunque él no hizo uso de ese privilegio.

¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?[21]

¿O solo Bernabé y yo no tenemos derecho a dejar de trabajar?[22]

Si otros participan de este derecho sobre ustedes, ¿no nos corresponde más a nosotros? Sin embargo, nunca usamos de este derecho; más bien, lo soportamos todo para no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo[23].

En otra parte escribió:

El que recibe instrucción en la palabra comparta toda cosa buena con quien le instruye[24].

Los ancianos que dirigen bien sean tenidos por dignos de doble honor, especialmente los que trabajan arduamente en la palabra y en la enseñanza. Porque la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla. Además: «El obrero es digno de su salario»[25].

Habiendo descrito cómo se procuraron sus propias necesidades sin hacerse clientes de los tesalonicenses, Pablo comentó que tenían la autoridad o derecho para pedir apoyo de la iglesia, pero que no hicieron uso de esa autoridad.

No porque no tuviéramos autoridad sino para darles en nuestras personas un ejemplo a imitar[26].

Pablo declaró que él y su equipo se abstuvieron de tener mecenas con el fin de dar un ejemplo que otros pudieran imitar. Él y sus colegas dieron ejemplo a los miembros de la iglesia que vivían desordenadamente y se negaban a trabajar.

(Continuará.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.


[1] 2 Tesalonicenses 3:1,2.

[2] 1 Tesalonicenses 5:25.

[3] 2 Tesalonicenses 2:16,17.

[4] 1 Tesalonicenses 1:8; 4:15.

[5] 1 Corintios 9:24–26. V. también Gálatas 2:2, Filipenses 2:16.

[6] Hechos 13:49.

[7] 2 Tesalonicenses 3:2.

[8] Romanos 15:31.

[9] 2 Tesalonicenses 2:12.

[10] 2 Tesalonicenses 3:3.

[11] 2 Tesalonicenses 3:4.

[12] 2 Tesalonicenses 1:4–7.

[13] 2 Tesalonicenses 3:5.

[14] 2 Tesalonicenses 3:6.

[15] 2 Tesalonicenses 3:10, 12.

[16] 1 Tesalonicenses 5:14 (RVC).

[17] 2 Tesalonicenses 3:15.

[18] Romanos 16:17.

[19] 2 Tesalonicenses 3:7,8.

[20] Filipenses 4:15,16.

[21] 1 Corintios 9:4.

[22] 1 Corintios 9:6.

[23] 1 Corintios 9:12.

[24] Gálatas 6:6.

[25] 1 Timoteo 5:17,18.

[26] 2 Tesalonicenses 3:9.