¡Da muerte al dragón!
agosto 17, 2015
Enviado por Peter Amsterdam
¡Da muerte al dragón!
[Slay the Dragon!]
Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará[1].
En la vida enfrentamos situaciones y tenemos oportunidades que podrían abrir nuevas puertas de servicio e influencia. A veces nos resulta muy claro que el Señor nos abre una puerta; otras veces, sencillamente es algo que percibimos en el corazón o espíritu. Esa sensación despierta nuestro interés, como si el Señor tratara de llevarnos por un rumbo determinado. A menudo va acompañada de expectativa y emoción positiva que nos llama a que avancemos hacia territorio desconocido.
Después de seguir a Dios por años, muchos de nosotros tenemos mucha experiencia en percibir la guía de Dios y consultar con Él para que confirme Su voluntad. Por lo tanto, tal vez nos sintamos muy seguros de un nuevo plan y estamos a punto de tomar una decisión y de actuar. Todo está preparado; estamos listos para empezar.
Sin embargo, ¿qué sucede? ¿Por qué a veces postergamos una decisión o evitamos dar los primeros pasos necesarios?
En muchos casos, el culpable es el temor. Detesto reconocerlo, pero en mi vida el temor aparece de muchas formas y puede ser paralizador. Cuando reflexiono al respecto, reconozco que a veces tengo miedo de fracasar o de cometer un error o de lo que puede costarme algo en términos de trabajo arduo y sacrificio.
Esos no son los únicos temores que nos frenan. A veces dar el siguiente paso significa pedir algo que necesitamos: el consejo de alguien, ayuda económica, o permiso. En esos casos aflora el temor al rechazo. Incluso si no dedicamos el tiempo para analizar e identificar nuestras emociones y poner en palabras esos temores, están allí y nos frenan. Así pues, ¿qué hacemos al respecto?
La Palabra de Dios dice: «Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente»[2].
Cuando tenemos fe en la bondad de Dios hacia nosotros y creemos que Él nos guía y quiere bendecirnos, estamos en el camino de superar el miedo. Sin embargo, esta victoria sobre el temor no puede ser solo en nuestros pensamientos; no es un asunto meramente filosófico o espiritual. El Señor en muchos casos espera que enfrentemos nuestros temores y que actuemos y vayamos en la dirección que Él guíe; y con tales pasos de obediencia, por muy difícil que sea, el Enemigo será derrotado y venceremos nuestros temores.
Enfrentar nuestros temores les quita su poder. Mark Burnett
David, nuestro fundador, habló acerca del temor en la Carta Ataca:
El temor es un tema muy interesante. Uno no se da cuenta de que en gran medida el miedo es inconsciente hasta que trata de verbalizarlo y analizarlo. Supongo que tener miedo de hablar de los temores es uno de los peores temores que existen, porque confesar que se tiene miedo es poner en evidencia lo más íntimo de la personalidad, lo que se oculta a todo el mundo, aun a las personas más queridas. Es más, uno ni siquiera quiere reconocer interiormente que tiene miedo, pues sería admitir que se tiene cobardía y uno es renuente a confesarse cobarde por temor a quedar al descubierto.
No solo vale la pena hacer frente a los temores, reconocerlos e incluso confesarlos, sino también adoptar una actitud decisiva contra ellos, sobre todo en el poder y Espíritu del Señor y apoyándonos en las promesas de Su Palabra[3].
Debemos afrontar nuestros temores y vencerlos de modo que podamos ser libres para ir en pos del llamado de Dios y Su propósito para nosotros; de modo que tengamos toda la experiencia que Él quiere que tengamos. Judy Blume lo expresó bien cuando dijo:
«Todos debemos enfrentar nuestros temores, estar frente a frente con ellos. Cómo afrontemos nuestros temores determinará a dónde iremos el resto de nuestra vida. Experimentar la aventura o estar limitados por el temor de ella».
Esta es otra buena cita acerca de enfrentar el temor. Es de Rick Warren:
«El mayor fracaso es no intentar. Cuando muera quiero que se escriban cinco palabras en mi lápida: “por lo menos lo intentó”. Para la gloria de Dios. Hay que arriesgarse. Eso es lo que trae abundancia. Eso es lo que causa el éxito en la vida. No temas aventurarte, ahí es donde está el fruto»[4].
A fin de adoptar una postura y enfrentar nuestros temores, podemos dar pasos prácticos. Hablaré brevemente de unos cuantos en este artículo. Es posible que ustedes hayan aprendido otras tácticas que les dan buenos resultados.
Digamos que has escrito un libro y buscas una editorial. Mientras tanto, decidiste comercializar personalmente el libro y visitar librerías y bibliotecas locales. Así pues, tomas 200 ejemplares impresos y sales a presentar tu idea a los gerentes de tiendas y los que tienen autoridad para ayudarte. Sin embargo, sorpresa, no es tan fácil como pensaste que sería pedirles que le den publicidad a tu libro. Es más, es tan difícil que no tienes ni una sola petición, y juegas con la idea de abandonar. Postergas las cosas. Vas a las librerías, pero sales diciendo para tus adentros: «No es el momento adecuado; hoy están demasiado ocupados». Finalmente, sacas los libros del maletero del auto; piensas que tal vez después del año escolar (o vacaciones o verano, o lo que sea) será un mejor momento.
Esa misma situación de posponer algo y que conduce a la inactividad puede aparecer en varias circunstancias. Otros ejemplos tal vez incluyan lo siguiente: quieres pedir un aumento de sueldo, buscas una beca para la universidad, necesitas hablar con un donante para financiar un nuevo aspecto de tu labor misionera, quieres pedir a alguien que salga contigo, quieres que alguien sea tu mentor, quieres que haya más sentido e intimidad en una relación, quieres más responsabilidad en tu lugar de trabajo, etc.
Si tenemos un sueño, esperar no nos ayudará a que se haga realidad. Decirnos a nosotros mismos que mañana será mejor por X razón por lo general es solo una excusa. Tenemos miedo; y en vez de reconocerlo y arriesgarnos a dar un paso hacia ese sueño, nos convencemos de no hacerlo y luego justificamos nuestra falta de acción.
Esperar hasta llegar a tener valor es otra forma de dar largas a un asunto. ¡Las personas más exitosas actúan mientras tienen miedo! Anónimo
La mejor forma de cambiar una situación es hacer algo distinto. Probablemente has escuchado estos dos refranes:
«Si sigues haciendo lo que siempre has hecho, seguirás obteniendo los mismos resultados. La definición de locura es seguir con el mismo comportamiento y esperar resultados diferentes».
Cuando percibimos una insinuación del Espíritu y tenemos una buena idea de que Dios quiere que hagamos algo, debemos dar el primer paso. Dios no puede hacer eso por nosotros. A menudo, cuanto más esperamos, más nerviosos nos ponemos.
La inactividad genera duda y temor. La acción engendra confianza y valor. Si quieres vencer el temor, no te quedes sentado en casa pensando en el tema. Sal y ocúpate. Dale Carnegie
Somos criaturas de costumbres. Nos acostumbramos a hacer las cosas de la manera en que las hacemos. Por lo tanto, es difícil cambiar y nos da miedo; es incómodo.
El crecimiento y el desarrollo requieren algo de incomodidad. Un joven entusiasta del esquí lo expresó así: «Si quieres llegar a esquiar bien, tienes que sentirte cómodo estando incómodo».
[Muchas de las cosas que debemos hacer para alcanzar nuestros objetivos] pueden ser incómodas al principio. ¡Y qué! ¡Hazlo de todos modos! Una forma de superar la incomodidad es simplemente hacer lo que te incomoda[5].
Un aspecto importante de salir del terreno conocido tiene que ver con empezar antes de que te sientas listo. Si esperas hasta que te parezca que estás listo… bueno, sabemos a qué conduce: a aplazar el asunto, la distracción, el perfeccionismo y, lamentablemente, a menudo a la total inactividad. Siendo realistas, tal vez nunca te parezca que estás listo. Así pues, si nos armamos de valor para empezar, aunque no nos parezca que estamos listos, habremos hecho un gran progreso.
Los ganadores son los que se acostumbran a hacer cosas que [a otros] les resulta incómodo hacer. Ed Foreman
Pongamos en práctica el sabio consejo de Napoleon Hill:
«No esperes. Jamás llegará el momento idóneo».
Mientras más pronto nos arriesguemos y soportemos los primeros pasos que son muy incómodos, más rápido pasaremos esa etapa que da miedo y empezaremos a tener mucha más diversión y éxito. Es un ciclo predecible: Decide lo que quieres hacer, ten confianza en la bendición de Dios con respecto a ese asunto, elabora un plan, comprométete a seguir un plan, empieza, hazlo repetidamente, ¡y con el tiempo te saldrá cada vez mejor!
Si esperas a que el tiempo sea perfecto, nunca sembrarás tus semillas. Si tienes miedo de que cada nube traiga lluvia, nunca cosecharás[6].
Wayne Gretzky, un destacado jugador de hockey, dijo: «Fallas el 100% de los tiros que no haces».
Cuando enfrentes algo que te resulta difícil, pregúntate: «¿Qué es lo peor que podría pasar?» Cuando respondas esa pregunta y la encares hasta que tomes la determinación de que puedes enfrentar el peor de los casos, eso aliviará la tensión y te ayudará a hacer frente a tus temores.
Asimismo, si empiezas una nueva actividad o enfrentas un nuevo desafío que hace que te sientas incómodo y con miedo, resulta útil que te des permiso para sentirte incómodo, tropezar y no ser perfecto. Comprende y acepta que no serás bueno en el principio. Es más, es posible que falles al principio, y no pasa nada.
No tiene nada de malo que te sientas incómodo cuando no has aprendido bien algo nuevo, así que sigue con el desafío y di para tus adentros: «Estoy aprendiendo. Está bien. No tiene nada de malo que todavía no me salga muy bien. Mejoraré. Sigo los pasos hacia la grandeza».
Cuando reduces tus expectativas de un éxito inmediato, te resulta más fácil hacer el primer movimiento hacia un nuevo desafío. Con esta actitud, los primeros pasos que nos dan miedo pueden volverse puertas hacia un progreso asombroso.
Se obtiene fuerza, valor y confianza con cada experiencia en la que te detienes y ves el temor frente a frente. […] Debes hacer lo que crees que no puedes hacer. Eleanor Roosevelt
Esta es una historia verídica con la que tal vez todos nos identificamos, narrada por Rory Vaden:
Una vez oí contar este hecho verídico. Una señora quedó atrapada en un edificio en llamas. Se encontraba en el piso 80. Le tenía pánico a las alturas y a los espacios cerrados. Cuando sonó la alarma contra incendios, ella se negó a seguir a sus colegas por las escaleras para evacuar el lugar y ponerse a salvo.
Los bomberos examinaron el edificio y la encontraron escondiéndose debajo de su escritorio, a la espera de la muerte. Mientras los bomberos insistían en que bajara por la escalera, ella gritaba:
—¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo!
Finalmente, un bombero le dijo:
—Está bien. Baje con miedo.
El bombero repitió esa frase mientras ella bajaba los ochenta pisos, hasta que la llevó a un lugar seguro.
En nuestra carrera profesional, todos enfrentamos esos momentos en que sabemos qué hace falta hacer, pero el miedo nos impide avanzar. A fin de sobresalir, debemos desarrollar la costumbre de actuar frente al temor. Está bien tener miedo. Solo hazlo con miedo. Está bien sentirse inseguro, hazlo sintiéndote inseguro. Está bien sentirse incómodo, hazlo sintiéndote incómodo. Simplemente haz algo[7].
Diría que la parte más difícil es dar ese primer paso amedrentador. Persistir es la mayor prueba siguiente. Cuando no somos buenos en algo, nos parece que fallamos mucho. Volvamos a la situación hipotética que mencioné antes, la del libro: Si no tienes experiencia en vender tu propio libro, probablemente al principio no lo harás. Sin embargo, si continúas haciéndolo una y otra vez, y aprendes de los comentarios que otros hacen y de tus propios errores y éxitos, muy pronto lo harás bien, y luego fantástico y al final tendrás éxito.
Haz lo que te da miedo y sigue haciéndolo… esa es la forma más rápida y segura que se ha descubierto para vencer el temor. Dale Carnegie
Probablemente puedes pensar en alguna habilidad o talento que tengas, algo que hagas muy bien, y que cuando comenzabas lo hacías con torpeza, tenías miedo y no eras un experto. Podría tratarse de tu habilidad para testificar y ganar almas o para dar clases de la Biblia, recaudar fondos, hablar en público, tocar algún instrumento, enseñar o cuidar de los niños, dirigir encuentros de carácter profesional, vender un producto o servicio, organizar, concertar citas o hacer llamadas no solicitadas, etc. Sin embargo, llegar a ser capaz y tener confianza empezó con arriesgarse y dar un paso de fe a fin de hacer lo que sea que te daba miedo, una y otra vez. Y eso no es fácil para nadie.
Un nuevo desafío puede ser muy incómodo para nosotros, hasta atemorizante al principio. Sin embargo, si de forma deliberada nos ponemos en esa situación y hacemos lo que nos da miedo una y otra vez, inevitablemente se volverá más fácil y lo haremos mejor. A la larga, ya no tendremos miedo. En esencia, ¡eso es vencer nuestros temores!