El joven de las sonrisas

diciembre 8, 2018

Enviado por María Fontaine

[Smiles Man]

Acababa de despedirme del médico, había pagado la cuenta y salía apresuradamente de la clínica. No quería dejar esperando a la persona que me llevaría en auto. ¡El Señor me detuvo repentinamente! De inmediato supe la razón. ¡Había olvidado algo!

Esa mañana había orado: «Señor, ayúdame a estar más al tanto de lo que me rodea cuando estoy afuera. Ayúdame a siempre buscar oportunidades de animar a alguien, ya sea con una sonrisa, al decirle “Dios te bendiga”, darle un folleto, o sostener una conversación edificante. No dejes que siga mi camino como un robot; ayúdame a darme cuenta de que a mi alrededor siempre hay personas que sufren, personas que te interesan. Ayúdame a no enfrascarme tanto en mis asuntos, sino a buscar algo que tal vez quieras que yo haga».

Volví a la sala de espera. Solo había una persona allí. Un joven de poco más de treinta años, que parecía distraído.

Me di cuenta de que debía ser la persona a la que el Señor quería que le diera esos momentos de atención, pero al no tener alguna idea específica de lo que iba a decirle, me acerqué y le dije:

—Hola. ¿Cómo estás?

Ninguna respuesta. Continué:

—Seguro que tienes una sonrisa admirable.

Silencio nuevamente. Casi podía adivinar lo que pensaba: «¿Y a usted qué le importa?» Insistí:

—Me encantaría ver tu sonrisa.

Para entonces, probablemente aquel joven pensaba que yo era una loca de remate. Tengo edad para ser su abuela; y tal vez él creía que era senilidad lo que yo tenía. Por lo visto, decidió seguirme la corriente y respondió, aunque no estaba dispuesto a sonreír.

—Nunca sonrío a menos que vea una comedia —explicó, y dijo los nombres de dos programas.

El que estuviera dispuesto a darme aquel detalle personal me dio la oportunidad de decirle algo acerca de mí. Comenté:

—Sí. La vida puede ser bastante difícil y es bueno tener algo que nos alegre a veces. Yo he descubierto algo que me hace sonreír. Cuando no me siento bien por la mañana e incluso me resulta difícil empezar el día, estoy tratando de adquirir la costumbre de levantarme, mirarme al espejo y obligarme a sonreír.

 »A veces tengo que reírme de mí misma. Me he quedado sorprendida al ver que hace una gran diferencia. En realidad, al hacerlo se ve a una persona feliz que te sonríe. Es de lo más asombroso. Es interesante que mi estado de ánimo puede cambiar cuando sonrío; no solo hace que me vea mucho mejor, sino que también me siento mucho mejor. Y luego, incluso más sorprendente que eso, me motiva a sonreír a otras personas durante el día, puesto que empecé bien al levantarme con una sonrisa.

»Es sorprendente, de una sonrisa se obtienen muchos beneficios. No cuesta mucho, es solo un pequeño esfuerzo para salir del letargo. Puede tener una influencia decisiva para la gente. Además, te hace sentir que has hecho algo bueno para alguien, y que incluso tal vez esa persona quiera hacerlo con otros. A lo mejor te gustaría intentarlo».

Terminé diciendo:

—Dios te bendiga.

Y me sorprendí cuando él respondió:

 —Que Dios la bendiga también.

Así que pensé que él había aceptado lo que dije.

Me despedí y salí del edificio. Todavía no había llegado la persona que me iba a llevar. Llegué a la conclusión de que el Señor había dispuesto aquel tiempo adicional para que yo hablara con aquel joven. Mientras esperaba afuera de la clínica, el joven salió, me dijo algo acerca de dar vuelta a su auto. Cuando el joven volvió, repetí una vez más:

—¡Que tengas un buen día! ¡Y sigue sonriendo!

Esta vez, sonrió al responderme:

—¡Usted también!»

De repente pensé: «¡Ay! No le he dado un folleto. ¿Por qué no se me ocurrió?» Saqué uno de mi bolso y volví a entrar a la clínica. Me di cuenta de que él acababa de entrar a su cita con el médico.

De camino a casa, conté a mi amigo lo que me había pasado. Añadí: «Si me hubiera detenido a analizarlo, probablemente no le habría dicho eso. Insistir tanto en que sonriera se aparta un poco de la norma, por decir lo menos. ¿Quién se quedaría sentado sonriendo a la nada cuando no hay nadie a quien sonreírle y no hay razón para sonreír? ¿Y si había muerto un familiar de él? ¿Y si le habían extraído todos los dientes incisivos? Pensé en cuál habría sido el testimonio que di. Podría haber hecho lo que en muchos casos hago cuando tengo oportunidad de hablar unos momentos con alguien. Me acerco a la persona, le ofrezco un folleto y le digo que es algo que tal vez le agrade. O le digo que es un pequeño regalo o alguna frase parecida. Pero todo lo que había hecho era decirle que sonriera y no le dejé un mensaje acerca de Jesús».

Más tarde pedí a Jesús que me hablara acerca de ese encuentro. Aunque fue un pequeño detalle para animar a alguien a sonreír, me pareció que debió haber sido importante porque fue una respuesta a mi oración de esa mañana. Además, había sentido la misma emoción espiritual que cuando tengo oportunidad de hablar acerca de Jesús.

Esto es lo que dijo el Señor:

Ese joven tuvo un vínculo conmigo cuando era adolescente. Sin embargo, ha tenido muchos problemas en su vida que se han acumulado. Son pesos que lleva y ya no le parece que hay motivación para seguir intentando.

Además de los entretenimientos, no hay mucho que le dé felicidad perceptible. Por esa razón dijo que solo sonríe cuando ve una comedia. Solo encuentra algo de luz y diversión cuando deja atrás su vida y se esconde en el mundo de la fantasía. Es su único descanso de la monotonía de una vida que no lleva a ningún lado. ¿Así que por qué sonreír? No hay razón para sonreír.

No ha encontrado respuestas en la religión, y ya no le interesa. Por eso no te dije que le hablaras en particular acerca de Mí ni que le dieras un folleto. Lo que le dijiste fue lo que Yo sabía que él necesitaba. No busca con afán ni anhela una esperanza. Y si así fuera, ahora mismo no trataría de buscarla en las iglesias y la religión. Lo que dijiste fue exactamente lo que lo haría salir de su rutina, captaría su atención y le daría oportunidad de dejar de pensar en sí mismo y en su malestar.

Sonreír, de la manera en que le presentaste el tema, fue algo en lo que él no había pensado. Fue absurdo que una anciana se le acercara y le dijera algo tan atípico. Cuando conseguiste que te prestara atención al hacerle ese comentario acerca de su sonrisa y que tal vez él debería sonreír, le recordó algo que su abuela a menudo le decía cuando era niño. Ella hacía comentarios acerca de la sonrisa de él y de que debería sonreír, porque podía abrir muchas puertas y corazones.

Cuando te vio alejarte, en ese mismo momento vio un reflejo de sí mismo en la ventana y eso lo hizo sonreír; recordó lo que le habías dicho acerca del espejo. Cuando sonrió, algo en su interior empezó a cambiar. Por esa razón fue a cambiar el auto de sitio, aunque no era tan necesario. Quería ver si tal vez tú estabas allí y le decías algo más. No lo desilusionaste, aunque pensaste que lo que le decías era insistir en el mismo tema. Has sido la primera persona en mucho tiempo que ha llegado a su corazón y ha encendido una luz.

A veces una testificación se entrega como un sermón, o un folleto, o una revelación profunda. Pero otras veces, más de las que imaginas, llega de manera inesperada, porque eso es lo que alguien necesita. A veces empieza con una palabra o una mirada, o algo que no considerarías forzosamente un testimonio, pero aun así crea una conexión espiritual. Eso es lo que pasó entre tú y ese joven. Fue una etapa en un proceso que a la larga lo llevará a encontrar su camino hacia Mí.

A veces, situaciones parecidas ocurren varias veces con la misma persona. Otras veces, es una serie de encuentros con distintas personas. Sin embargo, cada encuentro incluye a alguien que destaca del resto y capta su atención, como lo que hiciste al animarlo a sonreír; o quizá podría ser algo como la chispa en los ojos de una persona.

A él le daré más de estos encuentros, hasta que su curiosidad sea tan grande que estará listo para recibir una testificación directa. Entonces se dará cuenta de que esto es lo que los encuentros tienen en común. Esta fue una pieza del rompecabezas, un paso en su camino.

Si hubieras empezado a hablar de que tiene una gran necesidad de Jesús y le hubieras entregado un folleto, eso no habría dado un buen resultado con él. Ya tiene una conexión conmigo; lo que pasa es que está oculta en este momento. Ese encuentro no fue algo sin importancia. ¡Fue vital! Muchos de Mis seguidores ni siquiera se dan cuenta cuando han sido un testimonio, que ocurrió casi sin que lo notaran, porque me permitieron que dirigiera el camino.

Hay muchas personas que requieren una especie de señal, algo que destaque para ellos y que les llame la atención. Es posible que no parezca importante para la persona que lo dice, pero cumple su propósito porque está acompañado de Mi Espíritu que resplandece. Las palabras son solo la carnada inicial que hizo que te mirara y te escuchara. Al hacerlo, vio algo que le recordó tiempos más felices.

Ahora está en Mis manos preparar el siguiente paso para él. También te elegí para que llevaras a cabo esta tarea porque sé que orarás por él. Y esas oraciones serán una gran parte en el cambio que tendrá. Soy muy paciente, porque esas cosas deben ser sus propias decisiones. Mi objetivo es obrar en cada persona de la manera que más lo necesita. En su caso, necesita un acercamiento más gradual.

Independientemente de lo que te inspire a dar, confía en que es algo integral en el panorama completo para que esa persona se acerque a Mis brazos de forma que tal vez no entiendas totalmente. Acostúmbrate a ser abierta a Mí, y te indicaré qué hacer. Luego, deja que me encargue de arreglar el resto. Soy el coordinador, el director, el que arregla lo que ayudará a Mis hijos de la manera que más necesitan. Tengo la perspectiva general de cada corazón y sé lo que dirigirá suavemente a cada uno hacia lo que necesita. Así pues, sea lo que sea que te inspire a hacer, incluso si en el momento parece que no tiene sentido, confía en Mí, en que es parte del proceso que ayudará a los que pongo en contacto contigo. Hay veces en que lo que parece más improbable para ayudar a alguien puede ser lo que necesita para llevarlo a dar el siguiente paso.

P.D.: Ahora, cuando sonrío frente al espejo en la mañana, oro por ese joven, para que también aprenda a sonreír, y que en Jesús encuentre la verdadera alegría.