Jesús, Su vida y mensaje: El complot de los fariseos
noviembre 10, 2020
Enviado por Peter Amsterdam
Jesús, Su vida y mensaje: El complot de los fariseos
[Jesus—His Life and Message: The Pharisees Plot]
El evangelio de Juan nos describe una reunión privada de los dirigentes judíos que deliberaron sobre qué hacer con Jesús, en la que decidieron cuál iba a ser su plan de acción. Ya vimos que poco antes Jesús había resucitado a Lázaro de los muertos[1] y que «muchos de los judíos que habían ido para acompañar a María y vieron lo que había hecho Jesús, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho»[2]. A continuación, veremos cómo reaccionaron los dirigentes judíos.
Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el Concilio, y dijeron: «¿Qué haremos?, pues este hombre hace muchas señales. Si lo dejamos así, todos creerán en Él, y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación»[3].
Jesús estaba adquiriendo mucha popularidad entre el pueblo, porque curaba a los enfermos y había resucitado a Lázaro de los muertos. Como su creciente celebridad amenazaba la posición de esos hombres como líderes religiosos de Israel, se reunieron para hablar de lo que podían hacer para acabar con ese problema.
El texto no especifica si al decir «Concilio» se refería al sanedrín completo —a los 71 integrantes, con el sumo sacerdote como presidente— o si se trató de una reunión informal de algunos de ellos nada más. El caso es que se reunió un grupo para ver qué podían hacer con Jesús, dado que el éxito de Su ministerio suponía una amenaza al poder religioso y político que ostentaban ellos hasta ese momento. A lo largo de este evangelio se lee que se habían enfrentado a Él, habían puesto en duda Sus enseñanzas, y habían intentado descreditarlo, pero no lo habían conseguido. Él seguía enseñando Su doctrina, haciendo milagros, y lo último había sido que resucitó a Lázaro de los muertos. Ellos reconocían que Jesús había hecho milagros, pero en vez de aceptarlo y abrazar Sus enseñanzas, les preocupaba que Su popularidad llevara aparejadas repercusiones a manos de los romanos.
Los sumos sacerdotes y los fariseos claramente tenían mucho interés en preservar el statu quo, ya que ellos, al formar parte del sanedrín, ostentaban poder y disfrutaban de privilegios dentro del estado. Les convenía acabar con el ministerio de Jesús, para evitar que Su influencia pusiera en entredicho la posición de ellos ante Roma.
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni os dais cuenta de que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca»[4].
José Caifás era yerno de Anás, quien había sido el anterior sumo sacerdote. Caifás fue sumo sacerdote desde el año 18 al 36 de nuestra era, por lo que cuando dice que «era sumo sacerdote aquel año» se refiere al año en que murió Jesús.
Caifás, dirigiéndose de manera muy condescendiente a los miembros del sanedrín les dijo: «Vosotros no sabéis nada», dando a entenderque él sí sabía lo que ellos ignoraban. Y luego prosiguió, señalando que les convenía que muriera un único chivo expiatorio, Jesús, en vez de dejar que se perdiera toda la nación. El autor Leon Morris escribe:
En realidad, ni a Caifás ni a los demás les preocupaba gran cosa el concepto abstracto del bien y del mal, ni la nación en su conjunto. El caso era que se cernía una amenaza sobre la posición de la clase privilegiada, y la acción que él proponía tenía por objeto salvar a dicha clase[5].
Otro autor hace la siguiente observación:
Los guardianes de las sagradas tradiciones de Israel habían quedado reducidos a meros funcionarios políticos. […] Para ese entonces, el bien consistía en evitar problemas y conservar las riendas del poder[6].
En este punto el evangelista se desvía momentáneamente del relato para aportar una observación sobre la afirmación de Caifás:
Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos[7].
En ese momento en particular Caifás profetizó que la muerte-sacrificio de Jesús sería por los judíos y también por los gentiles que vendrían a Él de todo el mundo. Eso no quiere decir que se considerara profeta a Caifás, sino que en esa ocasión particular profetizó, es decir, Dios habló por su boca[8].
Dice que Jesús iba a «morir por la nación». Ahora bien, eso no debe entenderse en el sentido de que con Su muerte liberaría a Israel de la opresión de Roma, sino que iba a «morir por la nación» en el sentido de redimirla, es decir que «daría Su vida por Sus ovejas».
El buen pastor su vida da por las ovejas[9].
Pongo Mi vida por las ovejas[10].
La muerte de Jesús fue una muerte vicaria. Y murió, no ya por el pueblo de Israel únicamente, sino por «los hijos de Dios que estaban dispersos».
Habiendo dejado esto claro, el evangelista vuelve a la escena de la reunión en que discuten qué medidas deberían tomar acerca de Jesús, y nos cuenta la conclusión a la que llegaron.
Así que desde aquel día acordaron matarlo[11].
Los integrantes del Concilio, incluyendo el sumo sacerdote, Caifás, se pusieron de acuerdo en que convenía que Jesús muriera. Y a continuación se pusieron a tramar cómo llevar a la práctica su designio.
Ya anteriormente, en ese mismo evangelio, leemos que algunos habían llegado a la conclusión de que Jesús debía morir.
Por esto los judíos aún más intentaban matarlo, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era Su propio Padre, haciéndose igual a Dios[12].
No quería andar en Judea, porque los judíos intentaban matarlo[13].
Pero ahora intentáis matarme a Mí, que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios. No hizo esto Abraham[14].
Sin embargo, esta vez era diferente, porque el sumo sacerdote y como mínimo varios integrantes del sanedrín se pusieron de acuerdo de manera semioficial en que había que matar a Jesús, por lo que a partir de ese momento Él corría un peligro muy real. El evangelio de Mateo también deja eso claro:
Entonces los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote, llamado Caifás, y se confabularon para prender con engaño a Jesús, y matarlo[15].
Por eso, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y se quedó allí con Sus discípulos[16].
No dice cómo fue que Jesús se enteró de que el Concilio planeaba matarlo, sino simplemente que, a partir de ese momento, tomó medidas de seguridad. En este caso lo que hizo fue irse a la ciudad de Efraín. No se sabe dónde exactamente quedaba ese pueblo, pero se piensa que estaba situado al noreste de Jerusalén. Lo único que sabemos es que en Efraín Jesús estaba más seguro que en Jerusalén.
La afirmación de que Jesús «ya no andaba abiertamente entre los judíos» indica que no se quedó en los alrededores de Jerusalén. Es parecida a otras declaraciones del evangelio de Juan según las cuales en varias ocasiones Jesús tuvo que tomar medidas para salvar la vida y evitar que lo detuviesen.
Después de esto andaba Jesús en Galilea, pues no quería andar en Judea, porque los judíos intentaban matarlo[17].
Tomaron entonces piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del Templo y, atravesando por en medio de ellos, se fue[18].
Intentaron otra vez prenderlo, pero Él se escapó de sus manos[19].
Yéndose a la ciudad de Efraín con Sus discípulos, Jesús se ponía a salvo, por lo menos por un tiempo.
Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
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[1] Juan 11:1–46. V. también Jesús, Su vida y mensaje: Milagros (18ª parte). Resucitaciones (4ª parte).
[2] Juan 11:45,46.
[3] Juan 11:47,48.
[4] Juan 11:49,50.
[5] Morris, El evangelio según Juan, Vol. 2, 181.
[6] Milne, The Message of John, 173.
[7] Juan 11:51,52.
[8] Michaels, The Gospel of John, 652.
[9] Juan 10:11.
[10] Juan 10:15.
[11] Juan 11:53.
[12] Juan 5:18.
[13] Juan 7:1.
[14] Juan 8:40.
[15] Mateo 26:3,4.
[16] Juan 11:54.
[17] Juan 7:1.
[18] Juan 8:59.
[19] Juan 10:39.