Jesús, Su vida y mensaje: Tres incidentes

octubre 6, 2020

Enviado por Peter Amsterdam

[Jesus—His Life and Message: Three Incidents]

En los evangelios hay bastantes versículos que refieren incidentes de la vida de Jesús o declaraciones Suyas y que están hasta cierto punto sueltos, en el sentido de que no guardan relación con el texto precedente o subsiguiente. En el marco de esta serie, tengo la intención de estudiar de vez en cuando esos pasajes inconexos. También me he dado cuenta de que, al escribir esta serie, a veces no he incluido en los temas que he tratado versículos que hubiera debido incluir. Por tanto, cuando sea necesario, ahondaré en esas declaraciones o pasajes sueltos que hubiera debido incluir en artículos anteriores. Esa es una de esas ocasiones.

Marcos 6:14–16

En Marcos 6:12,13 consta que los discípulos de Jesús, «saliendo, predicaban que los hombres se arrepintieran. Y echaban fuera muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban». Seguidamente nos enteramos de que, a raíz del éxito del ministerio de los discípulos, el nombre de Jesús se hizo célebre.

El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho famoso. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso tiene poder para realizar milagros»[1].

Este rey Herodes es Herodes Antipas, nacido en el año 20 a. C., hijo de Herodes el Grande y su esposa samaritana, Maltace. Gobernó en Galilea y Perea (una región situada al este del río Jordán). Se convirtió en tetrarca a los 16 años, en el año 4 a. C. El título de tetrarca significa «gobernador de una cuarta parte». En los evangelios se lo llama tanto «rey Herodes» como «Herodes el tetrarca»[2]. El emperador romano no le dio oficialmente el título de rey, y cuando Herodes se trasladó a Roma para solicitarle tal rango al emperador, fue despojado de su tetrarquía. El hecho de que en las Escrituras se le llame rey es reflejo de una denominación popular, no oficial.

Los discípulos de Jesús habían hecho varios viajes misioneros dentro de la tetrarquía de Herodes, en Galilea y en Perea; y como expulsaban demonios y curaban enfermos en el nombre de Jesús, ese nombre se había vuelto bastante conocido para la gente de la región y su gobernante. A raíz de la fama y popularidad de Jesús, «algunos decían: “Juan el Bautista ha resucitado, y por eso tiene poder para realizar milagros”»[3].

Entre Jesús y Juan el Bautista había muchas similitudes. Ambos tenían más o menos la misma edad, ambos eran predicadores itinerantes, y ambos predicaron un mensaje de arrepentimiento y de advenimiento del reino de Dios. Ambos fueron muy populares, y por estos versículos da la impresión de que Juan tuvo «poder para realizar milagros». No obstante, la dificultad que presenta esa frase es que cuesta entender cómo es posible que la gente confundiera a Jesús con Juan el Bautista, siendo ambos contemporáneos. Ambos fueron conocidos y se comunicaron por medio de sus discípulos, y no hubiera debido haber confusión alguna sobre quién era quién. Cierto autor explica: «Probablemente lo que se propone a la imaginación es que, de la misma manera que el espíritu de Elías reposó sobre Eliseo (2 Reyes 2:1–15), el espíritu de Juan el Bautista había descendido sobre Jesús»[4].

Otros decían: «Es Elías.» Y otros: «Es un profeta, como los profetas antiguos»[5].

Al decir que Jesús era Elías, la gente se refería a un pasaje del libro de Malaquías que profetiza:

«Yo envío Mi mensajero para que prepare el camino delante de Mí. Y vendrá súbitamente a Su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros, ya viene», ha dicho el Señor de los ejércitos[6].

Yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del Señor, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que Yo venga y castigue la tierra con maldición[7].

Al decir: «Es un profeta, como los profetas antiguos», querían decir que era un siervo de Dios, un profeta como los del Antiguo Testamento, que eran portavoces de Dios.

Solo eso ya habría sido motivo suficiente para que mataran a Jesús, de la misma manera que fue suficiente para detener y posteriormente matar a Juan el Bautista[8].

Jesús predice Su muerte

En Marcos 9:30–32, Jesús habla en privado con Sus discípulos sobre lo que le aguarda en un futuro no muy distante.

Saliendo de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiera, pues enseñaba a Sus discípulos, y les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y lo matarán; pero, después de muerto, resucitará al tercer día». Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle[9].

Jesús y Sus discípulos estaban viajando de nuevo y se encontraban en Galilea, en el norte de Israel. En aquel momento Él buscaba privacidad, con el fin de pasar algunos ratos con Sus discípulos libres de interrupciones y enseñarles sin que hubiera otras personas presentes. Como ellos iban a ser los más afectados por Su arresto, muerte y resurrección, estuvo un tiempo preparándolos para lo que venía y para su futuro ministerio como apóstoles Suyos.

La frase que dice que «enseñaba a Sus discípulos» da a entender que no se limitó a anunciarles que lo iban a matar, sino que se molestó en explicarles lo que decían las Escrituras sobre lo que le iba a suceder; no solo sobre Su detención y muerte, sino también sobre Su resurrección. Jesús declaró confiadamente que resucitaría «al tercer día». Es posible que se refiriera a ciertos versículos del libro de Isaías como estos:

Él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre Él el castigo, y por Sus llagas fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el Señor cargó en Él el pecado de todos nosotros[10].

Derramó Su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo Él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores[11].

Dice que Sus discípulos «no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle». Ellos entendían las palabras de Jesús, pero no les cabía en la cabeza qué necesidad había de que entregara Su vida. Jesús, sin embargo, sabía lo que le aguardaba en Jerusalén. Sabía que Su muerte era parte integral de Su misión y que, aunque muriera, resucitaría. Aunque a Sus discípulos les tomó tiempo entender y aceptar esta enseñanza, era necesario que la oyeran en preparación para el día en que se cumpliera.

Jesús predice otra vez Su muerte

En Marcos 10:32–34, Jesús vuelve a hablar con Sus discípulos de la proximidad de Su muerte. En esta ocasión, se estaba dirigiendo por última vez a Jerusalén.

Iban por el camino subiendo a Jerusalén. Jesús iba delante, y ellos, asombrados, lo seguían con miedo. Entonces, volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer: «Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles. Se burlarán de Él, lo azotarán, lo escupirán y lo matarán; pero al tercer día resucitará»[12].

En este viaje, Jesús tomó aparte a los discípulos para explicarles en privado lo que le iba a suceder cuando llegaran a Jerusalén. En este evangelio hay otros pasajes en que enseña a Sus discípulos en privado.

Sin parábolas no les hablaba; aunque a Sus discípulos se lo explicaba todo en privado[13].

Cuando Él entró en casa, Sus discípulos le preguntaron aparte: «¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?» Y les dijo: «Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno»[14].

Jesús solo anunció lo que le iba a suceder a Sus discípulos. Fue muy claro y directo al revelarles lo que le esperaba. Lo arrestarían, lo llevarían ante los líderes religiosos judíos y sería declarado culpable. Lo condenarían a muerte y sería ejecutado por los gentiles, los romanos, que ostentaban el poder, los cuales se burlarían de Él, lo azotarían, le escupirían y lo matarían. Jesús sabía lo que le aguardaba y lo encaró con valentía. También procuró preparar a Sus discípulos para ello. Los otros evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) también explican que Jesús iba a sufrir y morir y que resucitaría al tercer día[15].

Está claro que Jesús sabía que iba a sufrir. No obstante, por obediencia a Su Padre y amor a nosotros, se sacrificó y entregó Su vida para que nosotros vivamos para siempre.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Marcos 6:14 (NVI).

[2] Mateo 14:1. Lucas 3:1, 19; 9:7. Hechos 13:1.

[3] Marcos 6:14 (NVI).

[4] R. T. France, The Gospel of Mark (Grand Rapids: Eerdmans, 2002), 253.

[5] Marcos 6:15.

[6] Malaquías 3:1.

[7] Malaquías 4:5,6.

[8] Mateo 14:1–11.

[9] Marcos 9:30–32.

[10] Isaías 53:5,6.

[11] Isaías 53:12.

[12] Marcos 10:32–34.

[13] Marcos 4:34.

[14] Marcos 9:28,29. V. también Marcos 7.

[15] Mateo 17:22,23; 20:18,19. Lucas 9:21,22.