La bendición de los recordatorios
julio 12, 2022
Enviado por María Fontaine
La bendición de los recordatorios
[The Blessing of Reminders]
A menudo pienso en que me hacen mucha falta los recordatorios con relación a lo que es esencial en mi vida cristiana. Anteriormente escribí sobre este tema, y no dejo de ver la gran utilidad de esos recordatorios.
Cuando estoy cansada, ocupada o trato de hacer muchas cosas al mismo tiempo, a veces me distraigo y olvido calmarme y sentarme en silencio a los pies de Jesús para que Él me recuerde lo que es verdaderamente importante y que quizá dejo pasar o descuido.
Sin embargo, Jesús, con Su amor y compasión, no se limita a dar esos recordatorios cuando estamos en silencio delante de Él. También nos los señala por otras vías.
En mi caso, Jesús me da algunos de esos recordatorios por medio de otras personas, como Peter o uno de mis compañeros de trabajo que me recuerda los principios espirituales y prácticas que todos valoramos, pero a los que tal vez no siempre les ponemos suficiente atención. Esos recordatorios pueden ser sobre cosas como alabar al Señor frente a las dificultades, confiar en Dios en lo que respecta a mi trabajo, o no estresarme por problemas y desafíos que enfrentan otras personas.
Es posible que no siempre nos siente bien en el momento que nos recuerden la necesidad de volver a hacer hincapié en esas cosas. A menudo hace falta un esfuerzo para volver a poner atención a las cuestiones que tienen prioridad. A veces, también me da un poco de vergüenza tener que reconocer, incluso a mí misma, que algo que ya sabía debe restablecerse como prioridad en algún aspecto de mi vida.
Un problema cuando otros nos ofrecen un recordatorio es que todos somos humanos y a veces tenemos fallas al expresar o recibir esos recordatorios. Si ofrecemos un recordatorio a una persona o alguien nos recuerda algo, siempre debe hacerse con humildad y la suposición de que el que da los recordatorios sinceramente quiere ayudar. El Señor siempre nos guiará de la mejor manera para poner en práctica esos recordatorios si acudimos a Él para que nos dé Su confirmación.
El apóstol Pedro ofreció recordatorios a los creyentes en Asia menor a fin de ayudarlos. Él escribió:
También considero justo, mientras esté en este cuerpo, estimularlos recordándoles estas cosas. […] Además, yo procuraré con diligencia, que en todo tiempo, después de mi partida, ustedes puedan recordar estas cosas. 2 Pedro 1:13, 15 (NBLA)
En 2015 Peter escribió: «Los recordatorios de Dios son un elemento importante de nuestro crecimiento espiritual; pueden ayudarnos a mantenernos activos espiritualmente, sanos y con un buen equilibrio. […] Todos necesitamos recordatorios a fin de que sigamos esforzándonos por ser como Jesús: misericordiosos, amorosos, compasivos, honrados, sufridos, gentiles, buenos, lentos para criticar y generosos para dar ánimo»[1].
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Probablemente habrá veces en que no tengamos a alguien que nos ayude a mantener el rumbo ofreciéndonos recordatorios. En ese caso, la responsabilidad recae en nosotros, a fin de que nos esforcemos para protegernos al encontrar formas de volver a poner atención a principios espirituales importantes a los que necesita afianzarse nuestra vida. Conozco a alguien que tiene en la cocina una pizarra con fines decorativos donde escribe recordatorios edificantes, como por ejemplo versículos de la Biblia, reflexiones motivadoras, o citas sobre aspectos de su vida en los que necesita hacer progresos.
Este es un ejemplo de los recordatorios alentadores que se pueden emplear. Tal vez imaginemos que Jesús nos dice esas cosas. Una de esas frases, o todas juntas, pueden ser recordatorios de lo mucho que significamos para Jesús.
Estoy contigo.
Te fortalezco.
Te respondo.
Te protejo.
Proveo para ti.
Te doy paz.
Te amo. (¡SIEMPRE TE HE AMADO Y SIEMPRE TE AMARÉ!)
Muchísimo depende de cómo veamos los recordatorios. Podemos verlos como una tarea o algo que soportamos a regañadientes mientras nos sentimos culpables de no ser perfectos. No es probable que eso nos dé la motivación que necesitamos para emplear los recordatorios de manera constructiva.
La alternativa es que veamos esas cosas como nuevas oportunidades de perfeccionar nuestras habilidades al volver a centrar la atención en los principios en los que al Señor le encanta ver que progresemos. Cómo las percibimos puede ser fundamental para adquirir más sabiduría a medida que volvemos a aplicar un principio en nuestra vida y relación con Jesús. Si vemos los recordatorios como desafíos para seguir perfeccionando lo que complace a Jesús en nuestra vida, entonces esos recordatorios se convierten en oportunidades para que nos preparemos para el futuro.
Los principios espirituales que se encuentran en la Palabra de Dios, como seguir a Dios, la oración, la alabanza, reposo en el Señor, divulgar Su amor y verdad, dar a otros, tener paciencia, bondad, perdón, compasión, misericordia, servirse mutuamente con amor, y muchos más, mejoran a medida que se ponen en práctica. En muchos casos, puede ser útil volver a examinarlos a fin de mantener actualizada la manera en que los utilizamos con nuevas formas de ponerlos en práctica.
Jesús me dijo:
Aprende del pasado, de sus éxitos y errores;
ilumina tu presente con alegría y transformación;
mira hacia el futuro, a las maravillas que te esperan.
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El Espíritu de Dios puede revelarnos formas de permanecer jóvenes de corazón, sea cual sea nuestra edad. Por ejemplo, darle un nuevo giro a nuestro enfoque de testificación o probar algo que requiere un paso de fe puede dar inspiración a nuestra vida y mantener nuestro corazón y mente incentivados. Y, si tienes la bendición de trabajar con otra persona, pueden animarse mutuamente y recordarse el uno al otro su nuevo plan o compromiso.
Joni Eareckson Tada contó la manera en que una amiga trabajó con otras y eso le dio un nuevo desafío a su testificación. Joni escribió:
Dios le dio a mi amiga Jennifer el deseo de testificar a las camareras. Cada dos semanas, Jennifer y sus amigas cristianas almuerzan juntas. Antes de elegir un restaurante, oran. Una vez que deciden dónde almorzar, se sientan e inician una charla amistosa con la mesera que las atiende. Aprenden su nombre y le piden que les recomienden algo del menú.
Jennifer y sus amigas visitan el mismo restaurante por lo menos cinco veces. Piden al jefe de comedor que las atienda siempre la misma camarera. Después de tantos almuerzos, las mujeres hacen amistad con la mesera. […] Jennifer y sus amigas no solo disfrutan del almuerzo, sino que también se lleva a cabo una actividad de propagación cristiana. De hecho, las meseras son la principal razón para que se reúnan.
No importa a dónde vamos o a quién encontremos, podemos hacer llegar el mensaje de Cristo en nuestra comunidad. No, Jennifer nunca organizará un grupo que se llame «salir a comer para dar el mensaje de Jesús», ni planificará un presupuesto ni imprimirá folletos para ello. Sin embargo, ella seguirá haciendo lo que viene de manera natural: dar testimonio para el Señor[2].
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En este ajetreado mundo puede haber momentos en que toda nuestra atención esté en lo que parece más urgente y que las prioridades a largo plazo queden relegadas a un segundo plano. Sin embargo, el Señor nos ha dado la bendición de los recordatorios para contribuir a que esos principios fundamentales no queden en segundo plano por mucho tiempo.
Independientemente de lo que elija el Señor para señalarles los recordatorios, recíbanlos como los amigos que son; y a su vez, los ayudarán a lograr lo más importante que el Señor les pide que hagan.
[1] Tres recordatorios, publicado en Rincón de los directores en septiembre de 2015.
[2] Be a Witness. Texto devocional, 15 de abril de 2022, de Joni Eareckson Tada.