La deidad de Jesús (3ª parte)

junio 12, 2018

Enviado por Peter Amsterdam

[The Deity of Jesus (Part 3)]

En los artículos anteriores vimos que Jesús, en calidad de Dios Hijo, comparte la gloria, la honra, el culto y la oración dirigidos a Dios Padre. También posee en común con Dios los atributos de omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia. Junto con estos, Jesús también participa de los nombres de Dios.

El SEÑOR

Cuando Dios habló a Moisés sobre retornar a Egipto para conducir a los israelitas a la libertad, Moisés le dijo a Dios:

—Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo: «El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes». Si ellos me preguntan: «¿Cuál es Su nombre?», ¿qué les responderé?

Dios dijo a Moisés:

—YO SOY EL QUE SOY. —Y añadió—: Así dirás a los hijos de Israel: «YO SOY me ha enviado a ustedes»[1].

Las palabras «YO SOY» traducen el vocablo hebreo YHWH. A estas cuatro letras se las denomina tetragrámaton y se pronuncian Yahweh. Unos 1.100 años después, a partir del tercer siglo a.C., el pueblo judío dejó de pronunciar el nombre Yahweh por considerarlo demasiado sagrado como para expresarlo verbalmente. Cada vez que veían la palabra YHWH, vocalizaban Adonai, que significaba Señor. En la mayoría de las versiones de la Biblia, cuando se emplea Señor en alusión a Dios, se escribe con todas sus letras en mayúscula, SEÑOR, que se refiere a Yahweh.

El Antiguo Testamento expresa claramente que el SEÑOR (YHWH) es el único Dios verdadero.

Así dice el Señor, el Rey de Israel, y Su Redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero y Yo soy el último, y fuera de Mí no hay Dios[2].

Yo soy el Señor, y no hay otro; fuera de Mí no hay ningún Dios[3].

Yo soy Dios, y no hay otro; Yo soy Dios, y no hay ninguno como Yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: «Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré»[4].

La expresión invocar al Señor en el Antiguo Testamento hacía referencia a la oración:

¿Qué daré al SEÑOR por todas Sus bendiciones para conmigo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del SEÑOR[5].

Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor, Tu nombre[6].

Desde el Néguev, Abram regresó por etapas hasta Betel, es decir, hasta el lugar donde había acampado al principio, entre Betel y Hai. En ese lugar había erigido antes un altar, y allí invocó Abram el nombre del Señor[7].

En el libro de los Hechos, cuando Esteban moría lapidado, clamó a Jesús en oración llamándolo Señor.

Apedreaban a Esteban, mientras él invocaba diciendo:

—¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!

Y puesto de rodillas clamó a gran voz:

—¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado![8]

El apóstol Pablo, aludiendo a la salvación, escribió:

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación[9].

Enseguida cita el Antiguo Testamento y agrega: Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo[10]. A lo largo del Nuevo Testamento vemos que Jesús es Señor del mismo modo en que lo es Dios[11].

Palabra del Señor

«La palabra del Señor» es una frase que aparece más de doscientas veces en el Antiguo Testamento. Se refiere a las instrucciones y enseñanzas de Dios, como también a las ocasiones en que habló a los profetas.

Moisés ordenó a los Israelitas, conforme a la palabra del Señor[12].

Cuando se levantó David por la mañana, vino palabra del SEÑOR al profeta Gad, vidente de David[13].

Vino la palabra del SEÑOR al sacerdote Ezequiel[14].

Vino la palabra del Señor al profeta Zacarías[15].

Esta es la palabra del Señor, que vino a Joel hijo de Petuel[16].

A lo largo del Nuevo Testamento se igualan a las enseñanzas de Jesús con la palabra del Señor.

Ellos [Pedro y Juan], habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio[17].

Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos. Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé:

—Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están[18].

Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia[19].

Equivalentemente a la Palabra de Dios, a las enseñanzas de Jesús se las llama la palabra del Señor.

Salvador

Muchos pasajes del Antiguo Testamento catalogan de Salvador a Dios.

Yo soy el SEÑOR tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador[20].

Yo, Yo soy el Señor, fuera de Mí no hay ningún otro salvador[21].

¿Quién lo declaró desde tiempos antiguos? ¿Acaso no lo hice Yo, el Señor? Fuera de Mí no hay otro Dios; Dios justo y Salvador, no hay ningún otro fuera de Mí[22].

Yo, el SEÑOR, soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob[23].

A Jesús también se lo llama Salvador a través del Nuevo Testamento.

Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor[24].

«He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a Mi corazón, quien hará todo lo que Yo quiero». De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel[25].

Nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo[26].

Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al Suyo, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas[27].

En la epístola a Tito, Pablo habla tres veces de Dios nuestro Salvador, una en cada uno de los tres capítulos, y dentro de estos mismos capítulos hace mención de Jesús como nuestro Salvador. En el primer capítulo Pablo escribió sobre la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios, nuestro Salvador[28]. Acto seguido escribe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, nuestro Salvador[29].

En el segundo capítulo Pablo escribió: Aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo[30]. En el capítulo tres alude en una misma oración a Dios nuestro Salvador y a Jesús nuestro Salvador.

Cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por Su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna[31].

El apóstol Pedro calificó reiteradamente a Jesús de Dios y de Salvador:

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra[32].

De esta manera les será concedida ampliamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo[33].

Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén[34].

A Dios se le llama Salvador, y descubrimos que a Jesús se le llama igualmente Salvador.

Rey de reyes y Señor de señores

La Escritura enseña que Dios es el poder supremo y que no hay poder, gloria o majestad superiores a los Suyos.

Tuyos son, oh SEÑOR, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor y la majestad; porque Tuyas son todas las cosas que están en los cielos y en la tierra. Tuyo es el reino, oh SEÑOR, y Tú te enalteces como cabeza sobre todo[35].

Alto sobre todas las naciones es el SEÑOR; sobre los cielos es Su gloria. ¡Quién como el SEÑOR nuestro Dios, el que mora en lo alto![36]

En su calidad de poder supremo, de Dios y Señor de todo, se lo califica de Dios de dioses, Rey de reyes y Señor de señores.

El Señor su Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible[37].

Den gracias al Dios de dioses; Su gran amor perdura para siempre. Den gracias al Señor omnipotente; Su gran amor perdura para siempre[38].

Teniendo a Dios por testigo, el cual da vida a todas las cosas, te encargo que guardes este mandato sin mancha ni reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual Dios a su debido tiempo hará que se cumpla. Al único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, al único inmortal, que vive en luz inaccesible, a quien nadie ha visto ni puede ver, a Él sea el honor y el poder eternamente. Amén[39].

En el Evangelio de Juan leemos que Juan Bautista denominó Cordero de Dios a Jesús.

Al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!»[40] Al siguiente día estaba otra vez Juan, y con él dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: «¡Este es el Cordero de Dios!»[41]

En el libro del Apocalipsis también se alude a Jesús como el Cordero:

Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con Él son llamados, elegidos y fieles[42].

Más adelante en el mismo libro de Apocalipsis leemos lo siguiente acerca de Jesús:

Vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea[43].

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y Su nombre es: La Palabra de Dios[44].

En Su vestidura y en Su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores[45].

Así como Dios es Rey de reyes y Señor de señores, Jesús también lo es.

Jesús, al igual que Su Padre, es Señor, Salvador, Rey de reyes y Señor de señores. Su Palabra, en conjunto con la de Su Padre, es la Palabra del Señor.

(Esta serie concluirá en la cuarta parte.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


[1] Éxodo 3:13,14 (RVA-2015).

[2] Isaías 44:6 (NBLH).

[3] Isaías 45:5 (NVI).

[4] Isaías 46:9,10 (NBLH).

[5] Salmo 116:12,13 (RVA-2015).

[6] Salmo 116:17 (NVI).

[7] Génesis 13:3,4 (NVI).

[8] Hechos 7:59,60 (RVA-2015).

[9] Romanos 10:9,10.

[10] Romanos 10:13.

[11] La palabra griega traducida Señor en el Nuevo Testamento es kurios. Este vocablo griego puede traducirse como Señor o Maestro. También puede referirse al SEÑOR cuando se trata de Dios/Yahweh. Kurios se emplea con ambos sentidos en el Nuevo Testamento al referirse a Jesús. En Juan 4:11 la samaritana llamó señor (kurios) a Jesús. En Filipenses kurios se usa paraexpresar la plena deidad de Jesús en condición de Dios Hijo. En el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10,11).

[12] Números 36:5 (NBLH).

[13] 2 Samuel 24:11 (RVA-2015).

[14] Ezequiel 1:2,3 (RVA-2015).

[15] Zacarías 1:1 (NBLH).

[16] Joel 1:1.

[17] Hechos 8:25.

[18] Hechos 15:35,36.

[19] Hechos 13:48,49.

[20] Isaías 43:3 (RVA-2015).

[21] Isaías 43:11 (NVI).

[22] Isaías 45:21 (NVI).

[23] Isaías 60:16 (RVA-2015).

[24] Lucas 2:11 (RVC).

[25] Hechos 13:22,23.

[26] 1 Juan 4:14.

[27] Filipenses 3:20,21.

[28] Tito 1:2,3.

[29] Tito 1:4.

[30] Tito 2:13.

[31] Tito 3:4–7.

[32] 2 Pedro 1:1 (NVI).

[33] 2 Pedro 1:11 (NBLH).

[34] 2 Pedro 3:18.

[35] 1 Crónicas 29:11 (RVA-2015).

[36] Salmo 113:4,5 (RVA-2015).

[37] Deuteronomio 10:17 (NBLH).

[38] Salmo 136:2,3 (NVI).

[39] 1 Timoteo 6:13–16 (NVI).

[40] Juan 1:29.

[41] Juan 1:35,36.

[42] Apocalipsis 17:14.

[43] Apocalipsis 19:11.

[44] Apocalipsis19:13.

[45] Apocalipsis 19:16.