Nunca se sabe

diciembre 9, 2017

Enviado por María Fontaine

[You Just Never Know]

Una Navidad, Peter y yo estábamos de viaje y debíamos quedarnos en un hotel unos días. Llegamos temprano y nos dijeron que nuestra habitación no estaba lista todavía. Estábamos muy cansados y nos desanimamos. Pensamos que tendríamos que esperar unas dos horas. De repente, como si nos leyera el pensamiento, la encantadora joven que nos atendía dijo: «Pero otra habitación sí está lista, si la quieren. La habitación es mejor, pero puedo dársela por el precio más bajo».

Huelga decir que aceptamos de inmediato. Le dimos las gracias efusivamente; y sabíamos que el Señor nos había dado una señal de Su amor.

Antes de salir de nuestra casa, tuve la idea de imprimir unas tarjetas sencillas en papel de colores. Al frente puse «Feliz Navidad». Luego, seleccioné unas diez frases de Navidad y las puse en el interior, una frase en cada tarjeta. Así tenía una variedad de tarjetas y podía dar a las personas el mensaje que el Señor me indicaba que les diera. Algunas frases tenían un mensaje un poco más directo acerca de que Jesús es el sentido de la Navidad. Otras, daban un mensaje más general acerca de manifestar amor e interés por el prójimo. Hice una buena cantidad de tarjetas variadas con la idea de regalarlas.

Antes de irnos del hotel fui a la oficina con dos de esas tarjetas y se las ofrecí a la joven que nos había ayudado tanto, diciéndole: «Lisa, estas frases me hacen pensar en usted y en lo amable que ha sido con nosotros» (también nos había permitido dejar la habitación un poco más tarde, sin cargo adicional).

Estos son los dos mensajes que le di:

Es Navidad cada vez que entregas el amor de Dios. […] Sí, es Navidad cada vez que sonríes a tu hermano y le ofreces ayuda.  Anónimo

No solo en las Navidades,
sino cada día del año,
la alegría que a otros das
vuelve siempre a tu regazo.

John Greenleaf Whittier

De inmediato abrió las tarjetas y las leyó. Me sorprendí, pues se levantó de su silla en la recepción, salió de detrás del mostrador y me abrazó. Aunque yo era una persona desconocida, me dio un fuerte abrazo, afectuoso y sincero. Me dijo: «¡Muchísimas gracias!» Me sorprendí, pues no esperaba esa respuesta tan efusiva. El Señor había preparado el camino dándole exactamente lo que ella necesitaba escuchar.

Cuando llegué a casa, como me encanta testificar de cualquier manera posible, quise saber más de Lisa y la razón por la que el Señor había concertado aquel breve encuentro que por lo visto le dejó una gran impresión. Pregunté a Jesús y dijo en profecía:

Nunca sabes, al ver a las personas, lo que hay en lo más íntimo de su ser. Lisa no estaba con su familia en esa época especial. Este año, nuevamente el hotel necesitaba que ella trabajara en los días festivos. Así pues, de nuevo decidió no ir de visita a su casa. Se sentía sola.

Aunque tiene algunos amigos, extraña a sus viejos amigos de su ciudad natal. Y en ocasiones como la Navidad, llegan subrepticiamente los recuerdos de su infancia y adolescencia, cuando su fe fue una fuente principal de fortaleza. Desde que se mudó lejos de casa y de todos sus amigos cristianos, no ha logrado volver a conectarse con su fe donde vive ahora. Todavía me ama, pero está muy ocupada y el tiempo ha transcurrido. Sin embargo, en Navidad los recuerdos la hacen pensar en cómo desea sentirse en su actual situación.

Nunca quiso dejar su gran fe. Sucedió y no ha sabido cómo reavivarla. Fue el momento perfecto que Yo elegí para motivarla con esas pocas palabras de ánimo que le dio una persona que no conoce. Mi plan es que vea que puedo ser su ancla y fundamento de modo que, esté donde esté, sepa que estoy con ella, que soy su fuerza, escudo y fuente de todo lo que necesita a fin de ayudar a los demás, ya sea que esté rodeada de personas con fe o que esté sola.

A veces hace falta dar pasos o pasar etapas en el proceso de crecimiento, y tú has desempeñado un papel importante en una de esas etapas.

Esos recuerdos la hicieron reflexionar. Lisa sintió un poco de culpa porque transcurrió otro año sin que tendiera la mano a otros como anteriormente lo había hecho. Al estar sola, no había tenido la valentía ni la emoción que había tenido en el pasado.

Quiso hacer algo. Decidió que esta Navidad intentaría llevar un poco de luz a alguien. Por esa razón cuando vio que estabas cansada y que necesitabas ayuda, se esforzó por ayudarte.

Le pareció correcto tratar de manifestar Mi amor al hacer algo que no era su deber, solo porque se preocupó. La invadió la inspiración y la satisfacción, al ver que por lo menos había hecho lo que estaba en sus manos para manifestar Mi amor.

Esa fue la razón por la que quedó tan conmovida cuando le diste esos mensajes de Navidad. Lo que hiciste le hizo ver que de algún modo habías sentido lo que había en su corazón. Se sintió menos sola. La animó y eso le comunicó que no estaba lejos de Mí; más bien, que Yo velo por ella. Sintió que Yo la entendía. Esa experiencia le confirmó Mi presencia.

María: Seguí pensando en Lisa y oré por ella. El Señor me indicó que le escribiera esta breve nota:

Apreciada Lisa:

Desde que volvimos a casa la he recordado. Quiero volver a agradecerle su amabilidad con nosotros, dos viajeros cansados. Definitivamente, tomamos su preocupación por nosotros como una señal del espíritu afectuoso y solidario que tiene usted, y como una indicación de que nuestro querido Jesús cuida de nosotros en todo lo que necesitamos. En este caso, ¡usted fue Su representante!

Me llamó la atención su respuesta llena de entusiasmo cuando le entregué las sencillas tarjetas de Navidad. Pensé que tal vez se debió a que extrañaba su hogar y amigos, al no poder estar con ellos en Navidad. ¿Quizá recordó las Navidades de años anteriores, cuando le parecía que tenía más fe en Jesús? ¿Tal vez deseaba que de nuevo fuera así?

Bueno, Lisa, si le parece que ha perdido algo de sus primeros años, puede recuperarlo al decidir que a diario vivirá su fe. No tiene que ser forzosamente de la misma manera que lo hizo cuando era más joven. Hay muchas otras maneras de expresar el amor por Jesús, tanto a través de alabanzas dirigidas a Él como al dar Su amor a los demás.

Es posible que conozca estas palabras de Jesús: «Tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron».

Los que estaban con Jesús le preguntaron cómo y cuándo habían hecho esas cosas. Les respondió: «Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, Mis hermanos, ¡me lo hicieron a Mí!» (Mateo 25:35, 36, 40; NTV).

A medida que servimos y atendemos a los demás, servimos y atendemos a Jesús. Esa es la misión que nos ha dado a quienes lo conocemos. Es algo que todos podemos hacer de una u otra forma.

Es posible que lo que podemos hacer sea muy poco a nuestros ojos, pero para los beneficiarios, significa mucho, al igual que la hospitalidad que nos brindó, cuando llegamos agotados y se esforzó por atendernos más allá del deber. Cuando se hace algo amablemente a fin de ayudar a alguien que tiene una necesidad, para esa persona puede ser una señal de que hay un Dios que se preocupa por ella, pues ha sentido Su amor a través de nosotros.

Que el nuevo año sea para usted de felicidad y alegría, a medida que da el amor de Dios al prójimo. ¡Él la necesita!

Con el amor de Jesús.

María: Lisa no es la única persona que está sola en Navidad. No es la única que reflexiona al recordar años anteriores. No todos se ponen sentimentales en la Navidad, pero en esta época del año muchos recuerdan de dónde vienen y a dónde se dirigen.

Ya sea que alguien se acerque al Señor por primera vez o que quiera reconectarse con Él, podemos ser el enlace para ellos, si estamos dispuestos. Todos tienen esa necesidad que solo puede satisfacer quien nos ama incondicionalmente, que puede llenar los espacios vacíos de nuestro corazón hasta que estén rebosantes, el que siempre está presente cuando necesitamos ayuda para enfrentar los desafíos de la vida.

Tiende la mano con amor, compasión y oración. El Señor te ayudará a discernir cuáles son las necesidades de los demás. Te inspirará comunicándote algo que puedes hacer o decir a fin de indicarles el camino hacia Él. Luego, el Señor seguirá obrando en su vida, responderá a sus preguntas y les dará la motivación que necesitan a fin de que se acerquen más a Él. Nunca se sabe lo importante que puede ser tu fidelidad en esas cosas aparentemente pequeñas.