Recordarle a Dios

mayo 31, 2022

Enviado por María Fontaine

Más sobre el relato de Josafat

En Fe: dar gracias a Dios de antemano —uno de mis últimos artículos—, conté que el relato de Josafat siempre significó mucho para mí. Algo que siempre recordé, aunque solo recordara una cosa de esa historia, fue esa parte de la oración que cito con frecuencia en mis plegarias: «No sé qué hacer, pero en ti pongo los ojos»[1].

Me encanta ese versículo, porque es un excelente ejemplo de la actitud que deberíamos tener al orar en situaciones difíciles. Cuando no sabemos qué hacer o cuál sería la mejor decisión o cuando enfrentamos adversidades, podemos ponerlo todo a los pies de Jesús y mantener en Él la mirada, y confiar en que cuidará de nosotros y nos guiará.

Hace poco, pensaba acerca del resto de la oración que hizo Josafat cuando buscaron al Señor con toda el alma. Miré más de cerca a todos los elementos que la componen. Hay muchos ejemplos de principios espirituales importantes acerca de cómo sobrevivir al enfrentar una calamidad, e incluso cómo prosperar contra todo pronóstico. Es asombroso todo lo que Dios puso en una breve narración. A través de milenios —desde que ocurrió ese hecho—, muchos millones de Sus hijos se han animado con ese relato. Sin importar lo grave de su aprieto, hallaron fuerzas y fe por medio de la historia de Josafat.

En la Biblia se encuentran muchas historias que ilustran principios espirituales para que aprendamos de ellas. Aunque es poco probable que las circunstancias específicas y las acciones concretas se acomoden siempre a lo que hoy enfrentamos, lo que debemos entender y poner en práctica son los principios espirituales. Jesús dijo que enviaría a otro, al Espíritu Santo, para que nos guiara a toda la verdad (Juan 16:13). Esa es una de las maravillas que hace el Espíritu Santo.

Este es un ejemplo de un principio espiritual en el relato de Josafat. En la situación de ellos, se reunieron muchas personas de Judá para ayunar y orar. Se trataba de dar a Dios toda la atención, y esperar que Él les indicara qué hacer. Lo que importa es que nuestra mente, corazón y espíritu estén centrados en Él (Isaías 26:3). Las acciones que nos ayuden a poner nuestro corazón y espíritu en esa situación cumplirán el mismo propósito. En algunos casos, es posible que ayunar y orar sea lo que Jesús nos indique que hagamos, pero otras veces, tal vez Él nos lleve a otros enfoques, entre los que están los momentos en que Él nos diga que nos quedemos quietos, como a veces hizo y quedó registrado en la Biblia. Lo que importa es la posición del corazón. Dios le dijo a Samuel: «El hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón» (1 Samuel 16:7b; NBLA).

En la Biblia, la oración es muy importante, pero variará cómo oramos, cuándo oramos, dónde oramos, o con quién oramos. También es así cuando otros oran por nosotros. Lo importante es que sigamos lo que el Señor nos indica que hagamos en cada situación.

Este es un resumen de los sucesos que enfrentaba Josafat y lo que ocurrió:

El rey Josafat de Judá enfrentaba un ataque coordinado de los ejércitos de tres países vecinos. Esos ejércitos superaban en número al ejército de Josafat, y parecía que Judá enfrentaba la destrucción. Josafat reunió al pueblo para que ayunara y orara. En una hermosa plegaria declaró que dependían completamente del Señor. En consecuencia, el Señor hizo que, en cambio, los tres ejércitos de sus enemigos empezaran a pelear y destruirse entre ellos, y Judá se salvó.

Así pues, ¿qué enseñanzas sacamos de los sucesos milagrosos en el relato de Josafat que pueden ser relevantes para nosotros en la actualidad? Muchas. En primer lugar, cuando enfrentamos dificultades, con sinceridad debemos enfrentar la realidad, como hizo Josafat cuando dijo: «No disponemos de fuerzas contra esta multitud tan grande que viene contra nosotros. No sabemos qué hacer». Sin embargo, hace falta algo más que solo reconocer las dificultades y los problemas insuperables que enfrentamos. Determinar cuál es el dilema también debería ir acompañado de una declaración de dónde está nuestra esperanza para obtener respuestas: «En Ti ponemos nuestros ojos» (2 Crónicas 20:12; RVA-2015).

Cuando estamos preocupados, tenemos estrés, tensión, ira, desesperación u otras emociones negativas que surgen en nuestro interior, podemos mirar el ejemplo de Josafat. En el relato dice que «se dispuso a buscar al Señor» (2 Crónicas 20:3; NBLA). En vez de seguir preocupados, temblando, casi a punto de sufrir un colapso, debemos detenernos y hacer lo que sabemos que nuestro amado Jesús quiere que hagamos. Es una decisión que debemos tomar; podemos seguir cediendo ante el temor o podemos buscar al Señor. Si decidimos poner nuestros ojos en el Señor, no vamos a concentrarnos en nuestros problemas y temores. Eso no significa que el temor no nos atacará, pero a medida que concentramos nuestros pensamientos en el Señor, los temores no pueden vencernos. A través de los años me han llegado relatos de muchos héroes que cuando los alabaron por su intrepidez respondieron diciendo que también tenían bastante temor, pero algo en su interior fue superior al temor y los impulsó a avanzar.

Ahora mira el resto de la bella oración de Josafat, que cuenta las múltiples ocasiones en que Dios lo ayudó a él y a los antepasados de su pueblo. En muchos casos, conviene que contemos los detalles de que nuestro Salvador es grande y que recordemos ejemplos de cómo Dios ha guardado a Sus hijos a través de tantas cosas. Asimismo, no olvides añadir una lista de todo lo que Dios ha hecho por ti en lo personal.

Josafat dijo:

Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres Tú Dios en los cielos? ¿Y no gobiernas Tú sobre todos los reinos de las naciones? En Tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda resistirte. (2 Crónicas 20:6; NBLA).

Podemos hacer lo que hizo Josafat. Para empezar, podemos declarar al Señor lo grande que Él es, y poderoso, y que nadie hay como Dios, y que solo Él puede librarnos. A Dios le complace cuando recordamos quién es Él y que no hay nadie como Él, ¡porque confirma nuestra fe en Dios, tanto en nuestro corazón como en el de los que pueden estar escuchándonos! Esas declaraciones refuerzan nuestra fe. El Señor siempre quiere que lo alabemos y le demos gracias por Su fuerza y poder, incluso si en algunos casos no hay tiempo para enumerar los detalles.

Josafat continúa:

¿No fuiste Tú, oh Dios nuestro, el que echaste a los habitantes de esta tierra delante de Tu pueblo Israel, y la diste para siempre a la descendencia de Tu amigo Abraham? (2 Crónicas 20:7; NBLA).

Josafat recuerda al Señor que, de muchas formas, en el pasado Dios los ha librado de sus enemigos. Recuerda las veces en que Dios estuvo con Su pueblo. Dios siempre cumple Sus promesas. Lo que me impresiona mucho en este pasaje es que fue una plegaria de recordatorio, no solo para las personas que estaban de pie frente a Josafat, sino también para Dios. Josafat le recordaba a Dios por medio de frases como «Señor, Tú dijiste», y «Señor, Tú prometiste».

He descubierto que en mis oraciones es un factor importante recordarle a Dios todo lo que Él ha hecho y dicho. Ahora bien, al recordarle a Dios todo lo que Él ha hecho, sabemos por supuesto que no es porque Dios lo haya olvidado. Dios definitivamente no lo ha olvidado, y Él sabe lo que necesitamos. Sin embargo, a Dios le gusta cuando lo expresamos, porque está feliz cuando Su pueblo recuerda lo que Él ha hecho. Dios sabe que cuando escuchamos esas declaraciones, nuestra fe aumenta, y le damos el honor y la gloria por Sus obras maravillosas.

Estaba pensando en que a algunas personas no les gusta decir «recordarle a Dios». Es posible que les parezca que damos a entender que Dios lo ha olvidado y se le tiene que recordar. Sin embargo, cuando oré acerca de eso, el Señor me hizo ver que en el curso de mi vida, he recordado al Señor las promesas que me ha hecho a mí y a Su pueblo. No fue porque Él no recordaba esas promesas, sino porque al hacerlo, yo las recordaba, ¡y eso me fortalecía! ¡Gloria al Señor!

Escuchen estas asombrosas promesas que nuestro magnífico Dios ha hecho a Sus hijos:

  • «Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar en que Dios cumplirá Su promesa». Hebreos 10:23 (NTV)
  • «Pues Yo te sostengo de tu mano derecha: Yo, el Señor tu Dios. Y te digo: “No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte”».  Isaías 41:13 (NTV)
  • «Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, Él les dará también una salida a fin de que puedan resistir».  1 Corintios 10:13 (NVI)
  • «Hijitos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo».  1 Juan 4:4 (RVR 1995)
  • «El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia». Juan 10:10 (NVI)
  • «Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes». Efesios 6:18 (NTV)
  • «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Tal como está escrito: “Por causa Tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero”.
    Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro».  Romanos 8:35-39 (NBLA)
  • «No temas, porque Yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de Mi justicia».  Isaías 41:10  (NBLA)
  • .«Sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado».  2 Timoteo 1:12 (NVI)
  • «Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos».  Isaías 26:3 (NTV)
  • «Tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos».  Mateo 28:20 (NTV)
  • «Yo le pediré al Padre, y Él les dará otro Abogado Defensor, quien estará con ustedes para siempre. Me refiero al Espíritu Santo, quien guía a toda la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo busca ni lo reconoce; pero ustedes sí lo conocen, porque ahora Él vive con ustedes y después estará en ustedes. No los abandonaré como a huérfanos; vendré a ustedes».  Juan 14:16-18 (NTV)

[1] 2 Crónicas 20:12 (RVA-2015).