
Vivir como discípulos, 2ª parte: Amar a Dios con todo nuestro ser
septiembre 1, 2025
Enviado por Peter Amsterdam

Vivir como discípulos, 2ª parte: Amar a Dios con todo nuestro ser
[The Life of Discipleship, Part 2: Loving God with Our Whole Being]
¿Cómo podemos expresar nuestro amor a Dios y qué clase de respuesta espera Él de nosotros, Sus hijos, que hemos nacido en Su reino a raíz del sacrificio de Jesús en la cruz? En el Evangelio de Lucas, Jesús nos enseña: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» (Lucas 10:27 NVI).
En la versión de Mateo de este incidente dice que un abogado (un experto en las leyes del Antiguo Testamento) le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley?» Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas» (Mateo 22:36–40).
El mandamiento de amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente que Jesús cita en este pasaje se encuentra en Deuteronomio 6:5, versículo que pretende sintetizar el concepto de devoción total a Dios. En las narraciones de este incidente que hay en los Evangelios de Lucas y Marcos se añade otra dimensión: la de amar al Señor con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30).
Jesús deja bien claro que «de estos dos mandamientos» [amar a Dios y amar al prójimo] «dependen toda la Ley y los Profetas». En la versión de Marcos, el escriba responde diciendo:
Bien, Maestro […]; amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
Viendo que el escriba había respondido sabiamente, Jesús le dijo: «No estás lejos del reino de Dios» (Marcos 12:32–34).
Veamos qué significa amar al Señor con todo nuestro corazón, alma, mente, fuerzas y entendimiento, y cómo podemos expresar en mayor medida nuestro amor a Dios a través de cada aspecto de nuestra vida y nuestro ser. Todo parte de nuestra relación con Dios, que debe ser nuestra relación más cercana e íntima, tal como señalan los siguientes extractos de un artículo.
Dios quiere que lo amemos con todo nuestro ser y de todas las formas posibles. El propio Hijo de Dios nos enseñó a amar a Dios Padre con todo nuestro ser al decir que ese es el primero y más importante de todos los mandamientos (Mateo 22:37,38). Dios quiere que lo amemos por encima de todas las cosas y más que a ningún otro ser. No basta con profesarle un afecto tibio, a medias, apático. Él desea nuestra devoción total. […] Quiere disfrutar de una relación íntima de amor con nosotros. Nuestro amor por Él es en respuesta a Su amor divino por nosotros (1 Juan 4:19). […]
Tal vez uno de los ejemplos más puros de amor a Dios que hay en la Biblia es el de una mujer anónima que ungió los pies del Señor con perfume (Lucas 7:36–50). Tan agradecida estaba por el hecho de que Cristo hubiera perdonado sus muchos pecados que derramó su amor rindiéndole un culto extravagante y expresándole devoción absoluta. Esa mujer apreciaba el verdadero valor de su Salvador y, con humilde gratitud, sacrificio y servidumbre, amó y adoró a Jesús con sus lágrimas, su cabello, sus besos y su precioso frasco de perfume. Amó a Dios con todo su ser y todo lo que podía ofrecerle. Got Questions[1]
Amarlo con todo
Los cristianos debemos amar a Dios con todo nuestro ser, esto es, con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Se nos insta a profesarle un amor copioso, profundo y completo, a amarlo con todo. Se nos invita a tener una relación íntima y personal con Él, que siendo un ser relacional, busca relacionarse con nosotros.
La hermosa relación que tenía Dios con Adán y Eva en el huerto del Edén sufrió menoscabo cuando ellos optaron por pecar. Una vez que el pecado entró en el mundo, Dios —que es santo— ya no podía tener la misma relación personal con los seres humanos. Él quiere recomponer la relación que se quebró a raíz del pecado y que volvamos a gozar del trato que teníamos con Él.
Tanto le apasiona a Dios tener una relación con nosotros que envió a Su único Hijo, Jesús, para que sacrificara Su vida muriendo en la cruz y así cerrara la brecha que existía entre Él y la humanidad (Juan 3:16). Ya ves cuánto nos ama. Nos quiere tanto que busca activamente la manera de relacionarse con nosotros. Y nos pide que, al relacionarnos con Él, lo amemos con la misma pasión. Tal como dice un versículo: «Nosotros lo amamos a Él porque Él nos amó primero» (1 Juan 4:19).
Para expresar Su profundo amor por nosotros, Dios en la Biblia empleó un lenguaje y unas imágenes que nos representan como si estuviéramos casados con Él. Dijo: «El que te hizo es tu esposo; Su nombre es el Señor Todopoderoso» (Isaías 54:5 CST); y «como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo» (Isaías 62:5). Estas metáforas matrimoniales reflejan la unión de corazón, mente y espíritu que Él desea tener con cada uno de nosotros.
El amor que le tenemos concita en nosotros el deseo de acercarnos a Él (Santiago 4:8), de forjar una profunda relación con Él y esforzarnos por consolidar esa relación y emularlo cada vez más. Para ello, nos comprometemos a comunicarnos asiduamente con Él por medio de la oración, la alabanza y la adoración, a leer y estudiar Su Palabra, y a modelar nuestra vida sobre la base de Su voluntad y los principios de Su Palabra. Procuramos que nuestro amor por Él vaya en aumento, aplicando a ello nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Los siguientes fragmentos de artículos aportan claridad sobre lo que esto significa y cómo se manifiesta.
Con todo nuestro corazón
La verdad más asombrosa del universo es que nuestro Creador quiere estar con nosotros. Él nos creó para amarnos, y ansía que correspondamos a ese amor. Dice: «Lo que pido de vosotros es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos» (Oseas 6:6 CST). ¿No sientes palpitar la pasión de Dios por ti en este versículo?
Dios te ama profundamente y desea que tú también lo ames. Como Su anhelo es que lo conozcas y le dediques tiempo, aprender a amarlo y a dejarte amar por Él debería ser tu mayor objetivo en la vida. No hay nada que se le acerque en importancia. Jesús dijo que era el mayor mandamiento. […]
Dios quiere todo tu ser, no una parte de tu vida. Pide todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y todas tus fuerzas. No le interesan los compromisos a medias, la obediencia parcial y las sobras de tu tiempo y dinero. Desea tu plena devoción. […] Quiere que le entregues tu amor sincero y verdadero […], que es la respuesta natural ante Su asombroso amor y misericordia. Rick Warren[2]
Con toda nuestra alma y todas nuestras fuerzas
¿Qué significa amar a Dios con toda nuestra alma? La palabra hebrea para decir «alma» es néfesh. Significa «vida» y también «alma». Dicho de otro modo, debemos amar a Dios cada instante de nuestra vida. Incluye el concepto de que debemos amarlo hasta el punto de dar nuestra vida por Él. Sin duda, no basta con amarlo un día a la semana. Yeshua es el Amante de nuestra alma. Nos amó hasta el extremo de sacrificar Su vida por nosotros. Dios amó tanto al mundo (a cada alma) que estuvo dispuesto a entregar a Su único Hijo por obtener nuestra salvación. Habiéndosenos perdonado mucho, podemos amar mucho (v. Lucas 7:47). Amémoslo, por la gracia de Dios, con toda nuestra vida. Él es nuestra vida (Deuteronomio 30:20a).
Amar a Dios con todas nuestras fuerzas o energías, meod, es amarlo con todo el ánimo, amarlo al máximo. Se ha dicho que meod acentúa el grado superlativo de compromiso total con el Señor. Jamie Lash[3]
Con toda nuestra mente
Amar a Dios con toda nuestra mente es amarlo con nuestro intelecto, amarlo resuelta y comprometidamente. Los fariseos y los líderes religiosos que se enfrentaron a Jesús no hacían eso. Amaban a Dios de palabra y con sus rituales, pero no con todo su ser. Si lo hubieran amado con su mente, le habrían dado prioridad y preeminencia. Le habrían prestado obediencia absoluta.
En otro pasaje, Jesús se lo dejó bien claro a Sus discípulos al decir: «Si me aman, obedezcan Mis mandamientos» (Juan 14:15). La obediencia exige una decisión mental, una determinación. […] Si activas tu voluntad y la pones en marcha, es decir, si amas a Dios con toda tu mente, todas las demás formas de amarlo vendrán por sí solas. Dr. Michael Youssef[4]
Una parte fundamental de nuestro discipulado consiste en amar a Dios de todo corazón, tanto que estemos dispuestos a ajustar nuestra vida a los principios contenidos en Su Palabra, cumpliendo así Sus mandamientos. Aspiramos a seguir el ejemplo de Jesús y volvernos más como Él. Deseamos vivir de una manera que honre a Dios, basada en el conocimiento que tenemos de Su Palabra, reverenciándolo, conscientes de Su continua presencia en nosotros.
Al decirnos que lo sigamos, nos está pidiendo que lo amemos hasta el punto de anteponerlo a todo lo demás en nuestra escala de prioridades, colocándonos donde nos corresponde con relación a Él, que es el soberano de todos. Tomamos la decisión de centrar nuestra vida en Su amor, de caminar a la luz de Su amor y compartirlo con los demás. En resumen, procuramos vivir de una manera que le agrade.
En 1 Juan dice:
Recibiremos de Él todo lo que le pidamos, porque obedecemos Sus mandamientos, y hacemos las cosas que le son agradables. Este es Su mandamiento: Que creamos en el nombre de Su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como Dios nos lo ha mandado. El que obedece Sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él (1 Juan 3:22–24).
Si comprendemos el principio de amar a Dios con todo nuestro ser, andar en pos de Él y seguir lo que dice Su palabra, contaremos con una guía para las decisiones vitales que frecuentemente debemos tomar. El principio básico es que Dios —nuestro Creador, nuestro Salvador y el Espíritu que mora en nosotros— nos pide y se merece nuestro amor y el primer lugar en nuestra vida. Ese es el punto de partida del discipulado. Amar a Dios es el fundamento de la vida de un discípulo. Nuestro amor por Cristo, que entregó Su vida por nosotros, nos constriñe, nos insta, nos impulsa y nos urge a amarlo y adorarlo fervientemente, de todo corazón (2 Corintios 5:14), y a cultivar una estrecha relación con Él.
Reflexiones
Amar a Dios de todo corazón es dedicarle todo nuestro ser, incluidos nuestros afectos, pensamientos y acciones, priorizando Su voluntad y procurando complacerlo por encima de todo. C. S. Lewis
Quienes aman a Dios no pueden dejar de pensar en Él, respirar por Él, aspirar a Él y hablar de Él, y desearían, si fuera posible, grabar en el pecho de todas las personas del mundo el santo y sagrado nombre de Jesús. S. Francisco de Sales
El mandamiento más importante […] es estimar a Dios y Su reino por encima de todo. Eso es lo que significa amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Es tenerlo en gran estima, apreciarlo, apreciar a los Suyos, protegerlo y ayudarlo en Sus propósitos. Dallas Willard
Qué dice la Biblia
«El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él» (Juan 14:23).
«Reconoce que el Señor tu Dios es el único Dios, el Dios fiel, que cumple Su pacto por mil generaciones y muestra Su fiel amor a quienes lo aman y obedecen Sus mandamientos» (Deuteronomio 7:9 NVI).
«Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Romanos 8:38,39).
Oración de gratitud por el amor de Dios
Amado Dios, quiero expresarte mi sentido agradecimiento por concedernos el increíble regalo de Tu Hijo Jesucristo, un sacrificio altruista del que me considero indigna. Aun así, Él se entregó voluntariamente para salvarnos de nuestros pecados. […] No puedo evitar repetir las palabras del Salmo 106:1: «¡Aleluya! Den gracias al Señor porque Él es bueno; Su gran amor perdura para siempre». Tu amor incondicional no deja de sorprenderme. Siempre te agradeceré Tu infinita gracia y compasión. Me deleito en el resplandor de Tu amor. Gracias por darnos a Jesús, gracias por Tu amor inquebrantable y gracias por cada una de las bendiciones que nos has concedido[5].
Traducción: Esteban.
[1] «What does the Bible say about how to love God?», GotQuestions.org, https://www.gotquestions.org/how-to-love-God.html
[2] Rick Warren, Una vida con propósito: ¿Para qué estoy aquí en la Tierra? (Vida, 2012).
[3] Jamie Lash, «You Shall Love», Jewish Jewels, 1 de febrero de 2022, https://www.jewishjewels.org/news-letters/you-shall-love/.
[4] Dr. Michael Youssef, «Loving God with All Your Mind», Leading the Way, 2 de mayo de 2023, https://ca.ltw.org/read/my-devotional/loving-god-with-all-your-mind/.
[5] Everlasting Winter, «Rejoicing in God's Love: A Prayer of Gratitude», 26 de diciembre de 2023, https://www.talkjesus.com/threads/rejoicing-in-gods-love-a-prayer-of-gratitude.79690/.