Vivir como discípulos, 3ª parte: Permanecer en Cristo

septiembre 16, 2025

Enviado por Peter Amsterdam

[The Life of Discipleship, Part 3: Abiding in Christ]

Un aspecto importante de nuestro discipulado es permanecer en Cristo. Incluye amar a Dios con todo nuestro ser, estudiar y perseverar en Su Palabra, alinear nuestra vida con los principios que en ella se exponen y seguir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús.

En Su discurso de despedida un día antes de morir, Jesús habló a Sus discípulos de la necesidad de permanecer en Él y de las bendiciones y beneficios de hacerlo. Expresó la importancia de cultivar una estrecha relación con Él e hizo hincapié en que eso nos hace dar fruto. Los discípulos deberían llevar fruto, pues eso glorifica a Dios, tal como explica Jesús en Juan 15:

Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Así como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en Mí. Yo soy la vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de Mí ustedes nada pueden hacer. En esto es glorificado Mi Padre: en que lleven mucho fruto, y sean así Mis discípulos (Juan 15:4,5; Juan 15:8).

Seguidamente, Jesús pone de relieve la relación entre amarlo y guardar Sus mandamientos, y las bendiciones y alegría que trae aparejadas el hecho de permanecer en Él.

Así como el Padre me ha amado, así también Yo los he amado a ustedes; permanezcan en Mi amor. Si obedecen Mis mandamientos, permanecerán en Mi amor; así como Yo he obedecido los mandamientos de Mi Padre, y permanezco en Su amor. Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo (Juan 15:9–11).

El que me ama obedecerá Mi palabra y Mi Padre lo amará; vendremos a él y haremos nuestra morada en él (Juan 14:23 NVI).

Jesús estableció una clara relación entre nuestro amor por Él y nuestra obediencia a Sus enseñanzas al decir: «Si me aman, obedezcan Mis mandamientos» (Juan 14:15). El término griego traducido como obedecer en este pasaje significa atender cuidadosamente, observar. En otras palabras, si amamos a Jesús observaremos, cumpliremos y seguiremos lo que Él nos ha enseñado, y aplicaremos esos principios. Nuestro amor por Jesús se manifiesta cuando obedecemos Sus palabras, las ponemos en práctica y modelamos nuestra vida según esos principios.

El Evangelio de Juan indica que permanecer en las palabras de Jesús es un factor decisivo en lo tocante al discipulado. Jesús mismo dijo: «Si ustedes permanecen en Mi palabra, serán verdaderamente Mis discípulos» (Juan 8:31). Por supuesto, no es nada fácil poner en práctica algunas de las enseñanzas más difíciles de Jesús, como «el que no carga su cruz y me sigue no puede ser Mi discípulo» (Lucas 14:27 NVI), seguida unos versículos más adelante por «cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser Mi discípulo» (Lucas 14:33).

En estos versículos, Jesús expone el principio espiritual de que atender al llamado de Dios, seguirlo y hacer Su voluntad tiene preeminencia sobre todo lo demás. Jesús nos pide que le entreguemos toda nuestra vida, que en lo que respecta a nuestra salvación confiemos tan solo en Él y que lo sigamos como discípulos. Cuando dice: «Sígueme», la senda por la que te pide que lo sigas es la del discipulado. Es una senda individual, distinta para cada seguidor Suyo. El principio básico es que un discípulo se subordina a Dios, le demuestra más lealtad a Él que a nadie, y lo ama y sigue con todo su corazón, alma y mente.

El Señor no nos llama a todos a las mismas formas de servicio, a las mismas manifestaciones de discipulado, ni pide los mismos compromisos o sacrificios a todos Sus hijos. A lo largo de la Historia, ha habido muchas personas que hicieron grandes obras para el Señor en diversas situaciones: en misiones del extranjero, en el gobierno, en los negocios, desde una posición adinerada, algunos enfermos en cama, en situación de pobreza y en circunstancias físicamente extremas, algunos dando clase en un aula, otros mundialmente famosos y muchos de forma anónima. Lo que tienen en común todos los testimonios de compromiso y discipulado cristiano que nos inspiran y motivan es el amor a Jesús de cada una de esas personas y su fidelidad al llamado del Señor.

Como sea que el Señor nos llame a seguirlo y servirlo, permanecer en Jesús es cultivar continuamente una relación duradera con Él. Jesús mandó a Sus discípulos que permanecieran en Él, que hicieran que Sus palabras permanecieran en ellos y que obedecieran Sus enseñanzas. Si hacemos eso, permaneceremos en Su amor, daremos fruto y tendremos permanentemente Su gozo en nosotros como discípulos Suyos.

Más que un cafecito

Jesús dijo que debemos permanecer en Él, porque separados de Él no podemos hacer nada (Juan 15:4,5). Muchos estamos dispuestos a tomarnos un cafecito con Jesús, pero permanecer en Él es mucho más que hacerle una breve visita. En el original en griego, permanecer significa morar, perseverar. […] Si permanecemos en presencia de Dios, Él nos va revelando cada vez más Sus pensamientos. Nos revela más de Sí mismo, Sus planes y Sus propósitos para nosotros. […]

Lo prioritario es nuestra vida [debe ser] ponernos a Su disposición. Cuando dejamos a un lado las distracciones ­­—que tanto pueden ser nuestro trabajo como perder el tiempo con futilidades (por ejemplo, pasarnos horas frente al televisor)—, Él nos da mayor poder espiritual. Cuando andamos delante del Señor, Él nos robustece espiritualmente. Como escribió Isaías: «Los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan» (Isaías 40:31).  K. A. Paul[1]

Establecer conexión

J. C. Ryle describe permanecer en Cristo como «el hábito de cultivar una comunión constante y estrecha con Él». Así como en un injerto hay que pegar artificialmente las ramas al pie con cinta adhesiva hasta que las células se unen y se adhieren a la vid, estos hábitos pueden parecernos artificiales al principio.

Sin embargo, si nos centramos en el propósito de esos hábitos —permanecer y perseverar en Cristo como nuestra fuente de vida— y no en los hábitos en sí, veremos que pueden ayudarnos a desarrollar un vínculo de por vida con Cristo que con el tiempo se va volviendo más natural.

Enumeraré algunos de esos hábitos:

  • Conectarnos con Dios dejando que nos hable a través de Su Palabra.
  • Disfrutar de comunión con Él respondiendo a Su Palabra mediante la oración.
  • Repetir verdades del Evangelio que nos recuerdan Su gran amor por nosotros.
  • Desarrollar una conciencia permanente de nuestra necesidad de Él en toda situación.
  • Confiar en Él cuando tenemos la tentación de buscar nuestra propia solución a los problemas.
  • Someternos a Él en obediencia, ya sea absteniéndonos de pecar o buscando lo que es justo, cuando Su camino parece diferir del nuestro.
  • Perseverar pacientemente en compañía de los santos con los ojos puestos en nuestro Salvador mientras corremos la carrera (Hebreos 12:1,2).  Vera Christian[2]

Permanecer en Su Palabra

Un componente importante de permanecer en Jesús es leer, estudiar y memorizar Su Palabra y meditar en ella. Dios se nos revela en la Biblia. Las páginas de la Biblia nos enseñan quién es Él y nos hablan de Su amor por la humanidad y Su plan para salvarnos. En ellas Dios expresa Su amor por nosotros y explica cómo podemos relacionarnos con Él aun siendo imperfectos y finitos. La Biblia presenta las enseñanzas de Jesús, describe cómo dio ejemplo de amor y nos invita a nacer de nuevo y convertirnos en hijos de Dios merced al sacrificio que hizo por nosotros.

Cuanto más permanecemos en Su Palabra y dejamos que esta permanezca en nosotros, más aprendemos y mejor entendemos cómo vivir en armonía con Su voluntad y de una manera que refleje Su amor. El tiempo que dedicamos cada día a leer la Biblia y otros textos devocionales nos abre a dejar que nos hable a través de lo que leemos, a recibir Sus instrucciones, Su guía y Su ayuda para superar los problemas y dificultades de la vida. Su Palabra nos recuerda el código moral que debemos seguir y nos proporciona orientación cuando nos enfrentamos a una decisión.

Cuando permanecemos en Su Palabra nos volvemos más conscientes del valor que Él otorga a cada persona y el amor y compasión que siente por cada ser humano. A medida que asimilamos la verdad contenida en la Palabra y la aplicamos a diario, vamos anclando nuestra vida en Él. Nos volvemos como el hombre de la parábola de Jesús que fue prudente y construyó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia, soplaron los vientos y azotaron aquella casa, pero no se derrumbó, porque estaba cimentada en la roca. Jesús resumió así el mensaje de la parábola: «Todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca» (Mateo 7:24–27 NVI).

Dedicar todos los días un rato a leer lo que Dios nos ha dicho en Su Palabra nos permite conservar el rumbo en medio del torrente de datos e información que nos inunda a diario. Agudiza nuestra capacidad espiritual de discernir la verdad de la mentira. Hace que nos resulte más fácil tener nuestro corazón centrado en lo que es importante para vivir conforme a Su voluntad. Nos ayuda a sobrellevar y superar todo lo que la vida nos depara.

Hacernos un tiempo para leer y estudiar la Palabra de Dios a diario no es fácil. Requiere autodisciplina. Pero la lectura frecuente de las Escrituras y la comunión asidua con Dios vigorizan nuestro espíritu y nos van convirtiendo en cristianos más fuertes, bien cimentados en la verdad y el amor de Dios. Jesús dijo: «Las palabras que Yo les he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6:63). La conexión con Dios que establecemos cuando leemos Su Palabra nos hace más propensos a dejarnos guiar por el Espíritu en nuestro trato con los demás y nuestras decisiones, y nos da mayor capacidad para plantarnos firmes frente a las tentaciones cotidianas.

Si queremos permanecer en Cristo, es preciso que pasemos ratos de comunión con Él y lectura de Su Palabra. Cuando nuestro corazón absorbe frecuente y profundamente el agua de Su Palabra, nos vamos renovando y volviéndonos más como Él. Adquirimos la gracia para vivir en armonía con Su voluntad aplicando lo que leemos y meditando en ello. Lámpara es a nuestros pies Su Palabra y lumbrera a nuestro camino (Salmo 119:105).

Aprender a permanecer en Cristo

No es sino en Juan 15:10 donde se concreta lo que significa permanecer en Jesús. «Si obedecen Mis mandamientos, permanecerán en Mi amor; así como Yo he obedecido los mandamientos de Mi Padre, y permanezco en Su amor». Permanecer en Jesús es guardar Sus mandamientos, y guardarlos es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente, y amar al prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37–39). Demostramos nuestro amor a Dios, entre otras maneras, con nuestra confianza, oración y devoción a Él. Permanecemos en Él al relacionarnos con Él. Lo buscamos con amor. Oramos con amor. Obedecemos con amor.

Y esto es lo bueno: Amamos a Jesús porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19). Nosotros no lo elegimos a Él, sino que Él nos eligió a nosotros, para que viviéramos nuestra fe en obediencia a Él (Juan 15:16). Separados de Él no podemos hacer nada (Juan 15:5). Es también una buena noticia para el cansado que piensa que debe esforzarse por buscar y conocer a Cristo (y por amar al prójimo, un fruto en el que Jesús hace hincapié). Él nos da la gracia y las fuerzas. […]

Jesús nos recuerda que no hay mayor amor que el de quien da su vida por sus amigos. A continuación dice: «Ustedes son Mis amigos, si hacen lo que Yo les mando» (Juan 15:13,14).

Jesús dice que somos Sus amigos (deja que cale bien hondo) si obedecemos Su mandamiento de amar, y ese mandamiento se cumple al permanecer en Él. […] La invitación a ser amigo de Jesús —el autor y consumador de nuestra fe, el Alfa y la Omega, el Hermoso, que llevó sobre Sí nuestros pecados y transgresiones—… la invitación a ser Su amigo es irresistible para un cristiano.

Permanece en Él, y Él permanecerá en ti. El que comenzó en ti la buena obra la perfeccionará (Filipenses 1:6). El que te llamó es fiel; Él lo hará (1 Tesalonicenses 5:24).  Trillia Newbell[3]

El principio de permanecer en Él y Él en nosotros es el fundamento de nuestra relación con Dios y nuestro caminar con Cristo, y está relacionado con el de amarlo con todo nuestro corazón, alma y mente. Cuando se ama a una persona, se quiere estar con ella. Los discípulos hemos sido llamados a conducirnos como Jesús. La primera epístola de Juan dice: «El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo» (1 Juan 2:6). Eso lo hacemos procurando seguir el ejemplo de Jesús y estudiando y aplicando los principios que se ponen de manifiesto en Sus palabras y acciones.

Jesús nos dio ejemplo cuando se revistió de humanidad y vivió como un ser humano, lo cual hizo perfectamente, sin pecado. En la Carta a los Filipenses dice que «Él, siendo en forma de Dios, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres» (Filipenses 2:6,7). Su vida terrenal fue una imagen y modelo de una vida humana vivida por Dios, y «a Dios le agradó habitar en Él con toda Su plenitud» (Colosenses 1:19 NVI). ¡Qué mejor ejemplo a seguir, qué mejor modelo se puede hallar, qué principios rectores puede haber más excelentes que Su vida y Sus enseñanzas!

Reflexiones

La expresión permanecer en Cristo sugiere una relación íntima y cercana, no un simple conocimiento superficial. En Juan 15:4–7, Jesús utiliza la imagen de los pámpanos unidos a la vid para transmitir a Sus discípulos que es esencial que chupen vida de Él. Sin esa unión vital con Cristo que nos proporciona la salvación, no puede haber vida ni productividad.  GotQuestions[4]

Si quieres ser un discípulo de Jesús sano, debes priorizar tu alimentación con la Palabra de Dios. Jesús lo llamó permanecer. […] Ningún otro hábito contribuirá más a transformar tu vida y volverte más como Jesús que el de reflexionar a diario sobre las Escrituras. Cuando nos hacemos un tiempo para contemplar la verdad de Dios, reflexionando seriamente sobre el ejemplo de Cristo, «somos transformados de gloria en gloria en Su misma imagen».  Rick Warren

Permanecer en [Cristo] es aceptar y creer Sus palabras y confiar en ellas. Es recibir el amor de Jesús por el Padre y por Su pueblo y el gozo que tiene en el Padre y en nosotros.  John Piper

Qué dice la Biblia

«Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Juan 4:16).

«El que guarda Su palabra, en ese verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en Él. El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo» (1 Juan 2:5,6).

«Busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra. Porque ustedes ya han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios» (Colosenses 3:1–3).

Oración para permanecer en Cristo

Gracias, Jesús, porque Tú eres la vid, y yo, un pámpano. Ayúdame cada día a permanecer en Ti y a dar fruto con todo lo que diga y haga. Sé que sin Ti no puedo hacer nada, pero también sé que si descanso en Ti puedo dar la clase de fruto que al Padre le agrada. Quiero permanecer en Ti, reposar en Ti y perseverar en ti. Amén[5].

Traducción: Esteban.



[1] K. A. Paul, Left for Dead (Encourager Media, 1997).

[2] Vera Christian, How to Abide in Christ, https://www.verachristian.com/connecting-the-dots/how-to-abide.

[3] Trillia Newbell, «Learning to Abide in Christ», Desiring God, 10 de junio de 2014, https://www.desiringgod.org/articles/learning-to-abide-in-christ.

[4] «¿Qué significa permanecer en Cristo?»,GotQuestions.org, https://www.gotquestions.org/Espanol/permanecer-en-Cristo.html.

[5] «Prayers on Abiding in Jesus», Knowing Jesus, https://prayer.knowing-jesus.com/Prayers-on-Abiding-in-Christ#.

© La Familia Internacional, 2025. Política de privacidad Política de cookies