
Vivir como discípulos, 5ª parte: Buscar primeramente el reino de Dios
octubre 28, 2025
Enviado por Peter Amsterdam

Vivir como discípulos, 5ª parte: Buscar primeramente el reino de Dios
El reino de Dios es uno de los temas fundamentales de las enseñanzas de Jesús en los evangelios, y aparece mencionado en pasajes clave como el Padrenuestro (Mateo 6:9–13), el Sermón de la montaña (Mateo 5–7) y la última cena (Mateo 26:20–29; Lucas 22:14–23). El Sermón de la montaña, una de las predicaciones más conocidas de Jesús, habla de la realidad del reino de Dios y expone principios importantes para vivir como cristianos en el reino de Dios.
En los evangelios, Jesús enseña que el reino de Dios es una realidad tanto presente como futura. En ciertas ocasiones dijo que ya había llegado (Marcos 1:14,15; Lucas 17:20,21), y en otras dio a entender que llegaría al final de los tiempos o fin del mundo (Mateo 25:31–34). La Biblia enseña que la culminación del reino tendrá lugar cuando Jesús regrese a establecer Su reino en la Tierra. «Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de Su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 11:15).
Entonces, ¿qué es el reino de Dios? En términos generales, según la Biblia, es el dominio eterno y soberano de Dios sobre todo el universo. «El Señor ha afirmado Su trono en los Cielos, y Su reino domina sobre todos los reinos» (Salmo 103:19). El Señor es el Soberano del universo, y el reino de Dios es Su imperio. «El bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, […] a Él sea la honra y el imperio sempiterno» (1 Timoteo 6:15,16).
El reino de Dios es también el dominio que Dios ejerce actualmente en el corazón y en la vida de cuantos creen en Él y se entregan a Él, recibiendo así Su regalo de salvación. «Dios […] nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), y también junto con Él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales» (Efesios 2:4–6).
Para los que ponen su confianza en Dios y entablan una relación con Él gracias al sacrificio de Su Hijo, Jesús, el reino de Dios se convierte en una realidad presente. Vivir en el reino en el presente es permitir que Dios gobierne y reine en nuestra vida, reconociéndolo y honrándolo como Creador. Es procurar vivir de una manera que lo honre y glorifique y esforzarnos por ajustar nuestra conducta a Sus palabras en las Escrituras.
El Evangelio de Juan dice que para entrar en el reino de Dios es necesario nacer de nuevo (Juan 3:3). Para llegar a ser parte de Su reino uno tiene que aceptar a Jesús como Señor y Salvador, creer en Su resurrección y comprometerse a establecer una relación con Dios.
En el Sermón de la montaña, Jesús enseña a Sus seguidores a buscar «primeramente el reino de Dios y Su justicia» (Mateo 6:31–34). En los versículos precedentes, habla de las cosas temporales y materiales de este mundo y del lugar que deben ocupar en nuestra vida en comparación con Dios y las cosas eternas del reino de los Cielos: «No acumulen ustedes tesoros en la Tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan. Por el contrario, acumulen tesoros en el Cielo […]. Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6:19–21).
Cuando uno nace de nuevo y entra en el reino de Dios, el centro de su vida pasa a ser otro. Jesús nos llama a buscar primeramente el reino de Dios y confiar en que todo lo demás vendrá por sí solo, según la voluntad de Dios. Cuando Él reina en nuestra vida, ponemos nuestra fe y confianza en Él y procuramos que nuestra voluntad se ajuste a la Suya, como dice la oración que Jesús enseñó a Sus discípulos: «Hágase Tu voluntad, como en el Cielo, así también en la Tierra» (Mateo 6:10).
Dios nos ha concedido a todos libre albedrío, por lo que en cierto sentido a cada uno se le ha dado un reino en el que puede tomar decisiones libremente. Ese es un aspecto en el que fuimos creados a imagen de Dios. Al pasar a formar parte de Su reino se nos pide que integremos nuestro reino —la esfera sobre la que reinamos— en el Suyo. Debemos procurar alinear nuestra voluntad con la Suya y dejar que esta última, tal como viene expresada en la Biblia, nos oriente en todo, a nivel tanto de nuestros pensamientos internos como de nuestros actos visibles. Cierto autor lo expresa de la siguiente manera:
En la práctica, ¿qué significa «buscar primeramente el Reino»? Quiere decir buscar primero a Dios y Su reino con relación a todo lo que nos haga falta, ya sea un propósito en la vida, la satisfacción de nuestras necesidades cotidianas, inspiración creativa, ideas de negocios, relaciones familiares, todo. Si tu vida gira en torno a Dios y tu relación con Él, todas estas cosas te serán añadidas[1].
Vivir en el reino de Dios es vivir el día a día como alguien que tiene una relación personal e interactiva con Él, una relación que se extiende a lo largo de nuestra vida terrena y continuará después por la eternidad. Buscar primeramente el reino de Dios significa redefinir nuestra escala de prioridades de manera que Dios ocupe en ella el primer lugar, por encima de nuestros deseos y nuestra voluntad, nuestros bienes materiales, nuestros seres queridos e incluso nuestra propia vida, tal como ponen de relieve los siguientes extractos.
El reino de Dios en nosotros
Desde Su bautismo hasta Su ascensión, Jesús habló de una sola cosa: del evangelio del Reino (v. Mateo 4:23). Dijo que para esto había sido enviado (v. Lucas 4:43). Y envió a Sus discípulos a hacer lo mismo (v. Lucas 9:1,2). En el Nuevo Testamento aparece 101 veces la expresión «reino de Dios» o una equivalente. La oración que Jesús enseñó a Sus discípulos comienza y termina con el Reino. Las Bienaventuranzas también (compárese Mateo 5:3 con 5:10). El propio ministerio de Jesús comienza y termina con el reino de Dios (compárese Mateo 4:17 con Hechos 1:3). […]
El reino de Dios es abarcador [para los seguidores de Cristo]. Rige nuestros pensamientos y nuestras acciones. Rige nuestra manera de trabajar y de jugar. Rige lo que decimos y nuestra forma de decirlo. Rige nuestro matrimonio y nuestra familia. Rige nuestras amistades y nuestra gestión del dinero. Rige nuestra manera de perdonar y la frecuencia con que lo hacemos: sin reservas y siempre (Mateo 18:21,22; Colosenses 3:13). […]
Cuando Jesús dijo que el reino de Dios está en medio de nosotros (Lucas 17:21 RVR1977), se refería a que está tan profundamente integrado en nuestra alma como nuestro ADN en nuestro organismo. Fuimos hechos para él, y él para nosotros. Cuando vivimos en armonía con sus principios suceden cosas maravillosas. El Cielo viene a nosotros. Surgen edenes y por todas partes los desiertos se transforman en oasis, especialmente el desierto del corazón humano. Leif Hetland[2]
Primero es Dios
Poner a Dios en primer lugar es priorizarlo por encima de todo lo demás. Para nosotros Él es la figura principal, el fundamento de cuanto hacemos y pensamos. Cuando decidimos poner a Dios primero, estamos determinando que Él es más importante que ninguna otra persona, que Su Palabra es más valiosa que ningún otro mensaje y que Su voluntad pesa más que ningún otro imperativo.
Poner a Dios en primer lugar es cumplir el mayor mandamiento: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mateo 22:37). En otras palabras, es estar totalmente comprometidos en nuestra relación con Él. Es dedicarle todo lo que tenemos y todo lo que somos, sin guardarnos nada. […]
Jesús nos enseñó a buscar el reino de Dios por encima de todo lo demás (Mateo 6:33 NTV). Es decir, debemos buscar las cosas de Dios por encima de las cosas del mundo. Debemos buscar la salvación que es inherente al reino de Dios, considerándola más valiosa que todas las riquezas del mundo juntas (v. Mateo 13:44–46). La promesa asociada al mandamiento es que, si ponemos primero a Dios, Él nos dará todo lo que necesitemos. Got Questions[3]
El principio de vivir sin ansiedad
En el Sermón de la montaña, al enseñar a Sus seguidores a priorizar el reino de Dios, Jesús aborda dos principios importantes: el de no estar ansiosos por nuestra vida ni por nuestras necesidades, y el de confiar en que, si buscamos primeramente el reino, Dios cuidará de nosotros. Veamos ese pasaje:
No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas? ¿Y quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su estatura?
Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten «¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?» Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas. Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones (Mateo 6:25–34).
A los que somos Sus discípulos, Jesús nos enseña que no debemos ponernos ansiosos, afanarnos o preocuparnos por las cosas de esta vida, sino confiar en la providencia divina, en que Él sabe lo que nos hace falta y es capaz de suplirlo. Los hijos de Dios podemos tener paz en nuestro corazón y nuestra mente porque sabemos que Él es soberano, que es superior a todos nuestros problemas y preocupaciones y que quiere lo mejor para nosotros. Podemos cambiar la inquietud y la preocupación, tan comunes en el mundo que nos rodea, por la confianza en Dios y en las promesas que nos hace en la Biblia, y la certidumbre de que nos ama y cuida de nosotros. Dios es fiel, podemos confiar en que cumplirá lo que promete.
Si bien Jesús enseña que no debemos preocuparnos o angustiarnos por la comida, la ropa o nuestro futuro, no es que no debamos trabajar, cumplir nuestras obligaciones o hacer lo que sea preciso para satisfacer nuestras necesidades cotidianas. Lo que dice es que no debemos angustiarnos ni asustarnos. Cuando Sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar, les enseñó a decir: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (Mateo 6:11). En otras palabras, debemos pedirle que provea para nuestras necesidades cotidianas.
Dios sabe lo que nos hace falta y, como es nuestro Padre celestial, ha prometido ocuparse de nuestras necesidades. Jesús quiere que tengamos paz interior, que confiemos en Él, que sepamos que Él puede sosegar las aguas turbulentas de nuestras preocupaciones, que tengamos la seguridad de que velará por nosotros. Hoy en día Él sigue diciendo:
No se turbe su corazón. La paz les dejo, Mi paz les doy; Yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo (Juan 14:1, 27).
Dios no quiere que estemos ansiosos, preocupados o estresados, sino que confiemos en que, si lo ponemos a Él primero en nuestro corazón y nuestra vida y procuramos hacer Su voluntad, Él cuidará de nosotros. Pondrá paz en nuestra mente, corazón y espíritu, como muy bien lo expresó Pablo en Filipenses:
No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6,7).
Nuestro compasivo Padre
Dios es un Padre atento, amoroso y compasivo. La Biblia dice en el Salmo 103:13: «Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos» (NVI). A Él le importa todo lo que tiene que ver contigo, porque se compadece.
Los discípulos conocieron la compasión de Dios. La mayoría eran pescadores profesionales. Un día que habían salido a pescar con Jesús, Él, cansado, se recostó en uno de los extremos de la barca y se durmió. Entonces se desató una tormenta. Debió de ser bien fuerte porque los discípulos se asustaron.
La embarcación se sacudía, y el agua estaba entrando en ella. Los discípulos se pusieron histéricos y despertaron a Jesús para hacerle una de las preguntas más importantes de la vida «¡Maestro!, ¿no te importa?» (Marcos 4:38 NVI.)
Tú y yo le hacemos esa pregunta a Dios continuamente, de mil maneras: «Dios, ¿viste el informe del médico? ¿No te importa? ¿Te das cuenta de que mi matrimonio está hecho un desastre? ¿No te importa? ¿Eres consciente del poco dinero que nos queda en el banco y de todas las cuentas por pagar que tenemos? ¿No te importa? ¿Ves las dificultades que tienen mis hijos en el colegio? ¿No te importa? Conoces bien ese miedo que se apodera de mi mente y del que no consigo deshacerme. ¿No te importa?»
La respuesta es sí, a Dios le importa. De hecho, más que a ti. Él quiere ayudarte más de lo que tú quieres que te ayuden. Él sabe mejor que tú lo que te servirá de ayuda. Él está al tanto, y le importa.
La Biblia nos exhorta: «Depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes» (1 Pedro 5:7 NVI). […] Tómate hoy un tiempo para depositar tu ansiedad en Dios, y confía en que Él se hará cargo de ella considerada y compasivamente. Rick Warren[4]
Jesús quiere que tengamos paz interior en vez de ansiedad o temor, que confiemos en Él y sepamos que Él puede sosegar las aguas turbulentas de nuestras preocupaciones. Dios no quiere que estemos ansiosos, preocupados o abrumados, sino que confiemos en que, si le damos la debida prioridad en nuestra vida y procuramos hacer Su voluntad, Él cuidará de nosotros y proveerá para nuestras necesidades. Pondrá paz en nuestra mente, corazón y espíritu.
Por ser cristianos, tenemos el privilegio de vivir en el marco del amor y la providencia divina. Podemos regocijarnos porque nuestros nombres están escritos en el Cielo y tenemos trato y comunión con nuestro Padre celestial. Sean cuales sean las penalidades a las que nos enfrentemos, Él está siempre con nosotros. Somos un pueblo redimido y bienaventurado que morará con Dios para siempre en Su reino.
Reflexiones
Jesús nos dice: «Busquen primeramente el reino de Dios» (Mateo 6:33). Esa es la invitación que nos hace. Fijemos nuestro corazón en nuestro hogar [celestial]. Todo Su plan gira en torno al Rey y Su reino. Él escribió el guión, construyó los decorados, dirige a los actores y conoce el último acto: un reino eterno. «El plan [de Dios] es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el Cielo y también las que están en la Tierra» (Efesios 1:10 NTV). Max Lucado
Entreguémosle al Señor lo que nos preocupa, porque cada día tiene de por sí suficientes problemas. Corramos al Señor con nuestras emociones, procuremos que Él reine y mande en nuestra vida, y confiemos en que Él nos dará todo lo que necesitemos para glorificarlo por Su perfecto plan y voluntad. Stephanie Englehart
Buscar primeramente el reino de Dios en cada asunto y cada momento es una forma emocionante de vivir, llena de libertad, paz, alegría y aventuras; también de dificultades, pero vale la pena. Si crees en la autoridad como Rey de tu Padre celestial, no hay motivo para que estés ansioso por nada. John Piper
Qué dice la Biblia
«No nos fijamos en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Corintios 4:18).
«El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Romanos 14:17).
«Cuando en mí la angustia iba en aumento, Tu consuelo llenaba mi alma de alegría» (Salmo 94:19 NVI).
Oración
Amado Padre celestial, acudimos ante Ti con el corazón lleno de gratitud. […] Ayúdanos a buscar primeramente Tu reino en todo lo que hagamos. Que lo que priorizamos esté alineado con Tu voluntad y que confiemos en Tu providencia. Pon en nosotros hambre y sed de justicia, pues sabemos que al buscarte hallamos auténtica satisfacción. Depositamos a Tus pies nuestras preocupaciones y ansiedades, confiando en que eres nuestro Padre amoroso que cuida de nosotros. Concédenos sabiduría para tomar decisiones que te honren y ayúdanos a ser una luz en este mundo. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén[5].
Traducción: Esteban.
[1] Matt Tommey, «How Do We Seek the Kingdom of God While Being Here on Earth?», Crosswalk, 8 de junio de 2021, https://www.crosswalk.com/faith/bible-study/how-do-we-seek-the-kingdom-of-god-while-being-here-on-earth.html.
[2] Leif Hetland, Como el Cielo nos ve: Una visión del mundo que transformará su vida (Casa Creación, 2012).
[3] «¿Qué significa en realidad poner a Dios en primer lugar?», GotQuestions.org, https://www.gotquestions.org/Espanol/poner-a-Dios-en-primer-lugar.html.
[4] Rick Warren, «Dios es consciente y se preocupa», Esperanza Diaria, https://www.facebook.com/photo.php?fbid=3511874852229834&id=551663548250994&set=a.3337391583011496
[5] «Seeking God First—Discovering True Fulfillment in Matthew 6:33», Women of Faith, https://www.womenoffaith.com/blog/seeking-god-first-discovering-true-fulfillment-in-matthew-6-33.
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