1 Corintios: Capítulo 1 (versículos 4-16)

febrero 27, 2024

Enviado por Peter Amsterdam

[1 Corinthians: Chapter 1 (verses 4-16)]

Habiendo iniciado su epístola a los Corintios con la presentación de su historial —que era apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios— y elogiando a los creyentes de Corinto por su llamado a ser santos, en conjunto con todos aquellos que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Pablo hace saber su agradecimiento a Dios por los creyentes corintios.

Gracias doy a mi Dios siempre en cuanto a ustedes por la gracia de Dios que les fue concedida en Cristo Jesús[1].

Luego de su extensa introducción (versos 1-3), Pablo pasa a agradecer a Dios por los destinatarios de su carta. El uso del adverbio siempre recuerda a los lectores que el apóstol abriga una permanente preocupación por la iglesia de Corinto. Probablemente quiere darles a entender claramente que pide por ellos cada vez que ora. En otros pasajes de sus epístolas Pablo también revela la profundidad de sus oraciones por las iglesias[2]. Dado que en esa ocasión les escribe a los miembros de la iglesia de Dios, es a Dios al que reconoce por la gracia que les otorgó. Pablo hace hincapié en que los dones que poseen provienen de Dios y de Cristo, a quienes se ha de agradecer por tales riquezas.

…por la gracia de Dios que les fue concedida en Cristo Jesús; porque en todo han sido enriquecidos en Él, en toda palabra y en todo conocimiento[3].

Estas cláusulas aducen dos motivos por los que Pablo está agradecido. El primero viene expresado por la gracia; el segundo (5a) empieza con porque.

Se le reconoce a Dios la gracia concedida «en Cristo Jesús». Dicha gracia se recibió cuando los creyentes de Corinto se identificaron con Cristo y encontraron que estaban representados por Él y que formaban parte de Su comunidad.

El versículo 5 explica más a fondo el contenido de la gracia. La gracia de Dios significaba que en todo habían sido enriquecidos «en Él», es decir, en Cristo.

La frase «han sido enriquecidos» sugiere que eso aconteció en un momento anterior a la carta de Pablo. No significaba que ya no fueran ricos; más bien parece ser un recordatorio a los Corintios de que los dones que poseían no les habían sido concedidos hacía poco tiempo ni eran fluctuantes —que iban y venían— según su madurez espiritual. En varias partes Pablo alude a la gracia como «riquezas» y como un «tesoro», y siempre expresa gratitud y asombro por lo que hace Dios para Su pueblo y lo que provee para los Suyos «en Cristo». Ya que los corintios estaban tentados a ufanarse de sus dones, Pablo les indica la fuente de estos —Dios— y les hace notar que dichos dones son riquezas de Su gracia.

Este pasaje también amplifica la naturaleza de las riquezas que Pablo les señalaba: estaban enriquecidos «en toda palabra» y «en todo conocimiento». Es probable que se refiriera a los dones de «palabra» y de «conocimientos», carismas espirituales que menciona más adelante y que califica positivamente (versos 12:8, 14:2-19). Estos dos dones tenían un papel destacado en la iglesia y por tanto se los singularizó. El que Pablo los recalque en esa parte de la epístola y se los agradezca a Dios servirá más tarde para recordar a los corintios que el problema con su «conocimiento» tiene que ver con el uso que dan al don y el modo en que dejan que funcione dentro de su comunidad y no con el don propiamente dicho.

…así el testimonio de Cristo ha sido confirmado entre ustedes[4].

Pablo se dirige a toda la comunidad de creyentes de Corinto. Fue por medio de la confirmación del evangelio, el testimonio de Cristo, que Dios les adjudicó abundantemente las riquezas de Sus dones.

…hasta no faltarles ningún don, mientras esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo[5].

Como parte de su acción de gracias, Pablo les recuerda a los creyentes que han sido enriquecidos en Cristo y en consecuencia no les falta ningún don de Su gracia. Luego matiza lo que ha dicho recordándoles en qué era viven los cristianos. Es una época de espera de la gloriosa venida de Cristo, la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Los dones se les concedieron para ayudar a la iglesia a vivir como corresponde hasta el día en que lo vean a Él «cara a cara». Pablo quiere que los cristianos tengan presente la meta que les aguarda más adelante y que Dios garantiza que alcanzarán.

Además, él los confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo[6].

La gracia de Dios, por la que Pablo agradece, consiste en que los corintios hayan sido llamados por Dios, se les hayan otorgado grandes riquezas y que Dios se asegurará de que sean hallados «irreprensibles» en el día del Señor. En esa instancia, a los creyentes de Corinto no se les podrá reprochar nada. Por la gracia de Dios y a través de Cristo, estarán libres de toda culpa cuando Este regrese a juzgar.

El término el día de nuestro Señor está tomado del Antiguo Testamento. Los profetas hablaron del día del Señor con aprensión.

«Oh hijo de hombre, profetiza y di que así ha dicho el Señor Dios: “¡Lamenten! ¡Ay de aquel día! Porque cercano está aquel día; cercano está el día del Señor. Será día de nublado, la hora de las naciones”.»[7]

¡Toquen la corneta en Sion y griten en Mi santo monte! ¡Tiemblen todos los habitantes de la tierra porque viene el día del Señor! ¡Día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y de densa neblina! Como negrura que se despliega sobre las montañas es un ejército grande y fuerte. ¡Nunca antes ha subido algo semejante ni después de ello ocurrirá por años, de generación en generación![8]

En esta porción de su carta Pablo ha puesto el foco en la gracia de Dios manifestada en Cristo para los corintios cristianos. Pese a que tienen sus fallos, Pablo da gracias a Dios por haberles concedido la gracia para la era actual.

Fiel es Dios, por medio de quien fueron llamados a la comunión de Su Hijo Jesucristo, nuestro Señor[9].

Este verso en que Pablo concluye la sección de agradecimiento de su epístola ofrece un resumen de su saludo a los corintios y un puente con lo que ha de venir. Pablo comienza reafirmando la fidelidad de Dios. La fidelidad divina se expresa a lo largo del Antiguo Testamento. Reconoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios: Dios fiel que guarda el pacto y la misericordia para con los que lo aman y guardan Sus mandamientos, hasta mil generaciones[10]. Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos Sus caminos son rectitud. Él es un Dios fiel, en quien no hay iniquidad; es justo y recto[11]. También encontramos la frase «fiel es el Santo de Israel» en Isaías 49:7.

El pueblo de Dios ha sido «llamado» o «escogido» por Él; y Dios a Su vez promete ser fiel a Su pueblo. Por medio de los profetas Dios advierte a Su pueblo de los peligros del pecado; pero siempre lo hace cumpliendo fielmente Sus promesas.

Pablo termina esta sección aplicando a Jesús un título más largo: «nuestro Señor Jesucristo». Cuando Él regrese tendrá lugar el juicio; solo que a los que son Suyos no se los encontrará culpables. Cristo es la fuente de gracia, y quienes pertenecen a Su comunidad establecida por pacto, serán beneficiarios de Sus riquezas ahora y en el futuro.

Los exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que se pongan de acuerdo y que no haya más disensiones entre ustedes, sino que estén completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer[12].

A partir de aquí Pablo menciona su primera preocupación. Lo hace con la autoridad de un apóstol. Espera de los corintios que lo escuchen y lo sigan. Por otra parte, se dirige tiernamente a ellos llamándolos hermanos y hermanas. Más adelante en el texto les pide que los consideren a él y a otros dirigentes como «servidores de Cristo» (4:1). Acude a ellos calificándolos de mis hijos amados (4:14) y presentándose como su padre en Cristo (4:15). Aunque los temas que aborda son serios, vemos que su ruego o solicitud están arraigados en el profundo amor que abriga por su «familia» en Dios.

Pablo les hace un llamado para que se pongan de acuerdo y no haya divisiones entre ellos. Los corintios habían tenido altercados entre sí. Estaban divididos, y el asunto se había tornado grave. No obstante, pese a estar desunidos, seguían juntos como iglesia. Pablo los instó a conciliarse unos con otros y restablecer el compañerismo. Quería que primase la armonía y la concordia entre ellos. Deseaba que tuviesen un mismo parecer, el mismo punto de vista sobre las cosas. Tener la mente de Cristo y seguir Su atención y Su designio es lo que trae verdadera unidad.

Porque se me ha informado de ustedes, hermanos míos, por los de Cloé, que entre ustedes hay contiendas[13].

Pablo ya había hablado de los conflictos que tenían y aquí expone por qué vía se enteró de ello. Cloé probablemente era una creyente que vivía en Corinto o en Éfeso. No sabemos nada más de su persona, pues esta es la única mención que se hace de ella. En todo caso es dable suponer que era una mujer de recursos, que tenía siervos a los que podía enviar entre Corinto y Éfeso. Es posible que hubiera acogido y amparado una iglesia que tenía la base en su casa. Ello explicaría el interés que Cloé demostraba por asuntos internos de la iglesia y que hubiera cubierto los gastos de enviar una delegación a Pablo para solicitar su consejo y asistencia. Las noticias que Pablo recibió de la gente de Cloé eran graves y lo indujeron a redactar su carta a los corintios.

Me refiero a que uno de ustedes está diciendo: «Yo soy de Pablo», otro «yo de Apolos», otro «yo de Pedro» y otro «yo de Cristo»[14].

Pablo aborda el tema de que los creyentes apoyaran a dirigentes particulares de la iglesia y alegaran que mantienen una relación con ellos o que respalden a alguno en particular. Por lo visto había grupos que se identificaban por el nombre de algún líder: «de Pablo, de Apolos…»

¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue crucificado Pablo por ustedes? ¿O han sido bautizados en el nombre de Pablo?[15]

Normalmente la respuesta a la pregunta «¿está dividido Cristo?» sería no; aunque en este caso la respuesta sería sí.

Pablo continúa centrando la atención en lo absurdas que eran esas disensiones. De las dos siguientes preguntas: ¿Acaso fue crucificado Pablo por ustedes? y ¿han sido bautizados en el nombre de Pablo?, se da por descontado que la respuesta es «no». Evidentemente Pablo no fue crucificado por los pecados de los creyentes, y ellos no fueron bautizados en el nombre de Pablo. Les recuerda a los corintios que el suceso determinante para los cristianos y para la existencia de la iglesia fue la muerte de Cristo. A lo largo de sus escritos Pablo se explaya sobre la muerte de Cristo «por nosotros». Al momento de morir en la cruz Jesús representaba a todo Su pueblo y al sacrificar Su vida por los pecados de Su pueblo asumió sobre sí el castigo que este se merecía. Desde que fue crucificado, Él y nadie más es el redentor, el sacrificio y la cabeza de la iglesia.

Pablo declara claramente que ni él ni ningún otro dirigente de la iglesia tienen importancia. El bautismo demuestra que hay un solo Señor al cual seguir e indica a quién pertenecen los cristianos. Solo Cristo es rey y todos los demás, Su siervos. La fe no se funda en dirigentes humanos y su sabiduría, sino en el poder de Dios.

Doy gracias a Dios que no bauticé a ninguno de ustedes, sino a Crispo y a Gayo[16].

Pablo se remonta brevemente a los tiempos en que vivió en Corinto y continúa demostrando su argumento de que los líderes humanos y las personalidades no son lo que cuenta. De haber sido importantes, él quizás habría pasado más tiempo concentrado en bautizar a la mayor cantidad posible de personas. Sin embargo, no bautizó sino a unos pocos, entre ellos a Crispo y a Gayo. Muy posiblemente Crispo sea el mismo que se menciona en Hechos 18:18, que era «el principal de la sinagoga» y llegó a conocer la fe junto con toda su casa. Gayo, por su parte, puede ser el aludido en Romanos 16:23, ya que Pablo probablemente escribió esa epístola desde Corinto. De ser así, Gayo bien podría haber sido una persona bastante acomodada, toda vez que alojó a Pablo y a la iglesia.

…para que nadie diga que ha sido bautizado en mi nombre[17].

El motivo por el que Pablo no había bautizado a nadie, salvo a Crispo y a Gayo, es probablemente porque desde los primeros tiempos los apóstoles y evangelistas delegaron el bautismo en supervisores o dirigentes de los lugares donde se hallaban las iglesias. Varios versículos después Pablo afirma que su llamamiento es predicar el evangelio.

(Pero también bauticé a los de la casa de Estéfanas; en cuanto a los demás, no sé si bauticé a algún otro.)[18]

Pablo se acuerda entonces de que sí bautizó a los de la casa de Estéfanas, pero no guarda memoria de haber bautizado a otros. Puede ser que la persona a la que Pablo dictaba la carta le recordó que había bautizado a Estéfanas y su familia. Más adelante en la epístola Pablo se refiere a la casa de Estéfanas y la cataloga de «las primicias de Acaya», lo que implica que él y su gente o familia figuraban entre los primeros conversos de la zona.

(Continuará.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.



[1] 1 Corintios 1:4.

[2] Filipenses 1:4, 9; Colosenses 1:9; 1 Tesalonicenses 1:2; 2 Tesalonicenses 1:11.

[3] 1 Corintios 1:4b,5.

[4] 1 Corintios 1:6.

[5] 1 Corintios 1:7.

[6] 1 Corintios 1:8.

[7] Ezequiel 30:2,3.

[8] Joel 2:1,2.

[9] 1 Corintios 1:9.

[10] Deuteronomio 7:9.

[11] Deuteronomio 32:4. Véase también Éxodo 34:6; Salmo 31:5, 57:3, 69:13, 71:22, 86:15, 89:8, 98:3, 145:13; Zacarías 8:8.

[12] 1 Corintios 1:10.

[13] 1 Corintios 1:11.

[14] 1 Corintios 1:12.

[15] 1 Corintios 1:13.

[16] 1 Corintios 1:14.

[17] 1 Corintios 1:15.

[18] 1 Corintios 1:16.