1 Corintios: Capítulo 1 (versículos 17-25)

marzo 12, 2024

Enviado por Peter Amsterdam

[1 Corinthians: Chapter 1 (verses 17-25)]

En el versículo 16 Pablo escribió que había bautizado a muy pocos de los corintios mientras estuvo con ellos. En el verso 17 prosigue con ese tema.

Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no sea hecha vana la cruz de Cristo1.

Este versículo pone fin a los temas sobre los que escribió Pablo en los primeros 16 versos de este capítulo y sirve de puente hacia el siguiente pasaje. El apóstol se emplea a sí mismo y su vocación como ejemplo para reforzar su argumento. Su vocación era predicar el evangelio. Eso no quería decir que no bautizara nunca a nuevos creyentes, sino que su objetivo primordial era predicar el mensaje de Cristo. Esta es la primera vez que la palabra evangelio se usa en esta epístola. El significado que tiene aquí es el de predicar o llevar las buenas nuevas. Ese fue el mandato que Pablo recibió de Cristo.

Aparejado al llamado de Pablo a predicar, hay también un llamado en cuanto al modo en que se debe presentar el mensaje. El apóstol insiste en que el poder del evangelio no reside en la elegancia con que se lo presenta. Es más, declara que Cristo no lo envió a predicar con alardes de sabiduría y elocuencia. Señala que la manera de expresar el mensaje incide en la recepción del mismo.

Habiendo concluido su introducción, Pablo inicia la parte sustanciosa de su epístola.

Porque para los que se pierden, el mensaje de la cruz es locura; pero para nosotros que somos salvos, es poder de Dios2.

Luego de explicar que recibió la vocación de predicar el evangelio por un medio que no mermara en absoluto el poder de «la cruz de Cristo», Pablo comienza a exponer la naturaleza de dicho poder, que se halla en la proclamación del evangelio. Además habla del «mensaje de la cruz» que, según afirma, se experimenta en el poder de Dios alojado dentro de aquellos que son salvos. La palabra o «mensaje de la cruz» es una metáfora para la difusión del evangelio que se encuentra en Cristo.

Morir en una cruz era un método de ejecución lacerante y vergonzoso. Además —ya que la ley judaica enseñaba que la muerte «en un árbol» significaba que la persona estaba bajo maldición, que era maldita de Dios—3, el que Jesús hubiera muerto en una cruz era causa de tropiezo para los judíos. Así lo menciona Pablo más adelante en este capítulo. Para los judíos, así como para los gentiles, la atrocidad de la crucifixión hacía que toda la idea de predicar sobre alguien que había sido crucificado, y peor aún, un rey, pareciera una locura.

Pablo compara los dos grupos de personas: para uno de ellos, la obra de la cruz es «locura»; para el otro, la palabra de la cruz es el poder de Dios. Según la reacción que la gente tuviera a Cristo —muerto en una cruz—, Dios revelaría quiénes perecerían y quiénes se salvarían.

Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos4.

Citando el libro de Isaías5 Pablo respalda lo que ha venido diciendo. A través de la cruz de Cristo, Dios tiene la intención de destruir la sabiduría de los sabios. El apóstol cita la Escritura para señalar que esa siempre ha sido la intención de Dios: destruir toda sabiduría que no provenga de Él y traer la salvación a Su manera. El uso que hace Pablo del tiempo futuro, «destruiré», expresa la idea de que la sabiduría mundana, contraria a Dios y Sus caminos, no es simplemente otro modo de ver el mundo, sino que opone resistencia a Dios y por tanto se la debe desechar. Quienes atesoran sabiduría mundana perecerán, según la profecía de Isaías.

¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el disputador de esta edad presente? ¿No es cierto que Dios ha transformado en locura la sabiduría de este mundo?6

Pablo continúa resaltando que Dios se opone a la sabiduría mundana. Para ello plantea cuatro preguntas. La primera alude al libro de Isaías. (1) Pablo pregunta: ¿Dónde está el sabio? Isaías pronunció unas palabras parecidas en Isaías 19:12 para burlarse de los sabios de Egipto que no lograban comprender los caminos de Dios. (2) ¿Dónde el escriba? Es posible que escriba se refiera a una persona muy versada en la ley mosaica. (3) El disputador de esta edad presente quizá alude a alguien que se enfrasca en discusiones y debates filosóficos nada más que por gusto.

En el cuarto interrogante, Pablo pregunta si Dios no ha transformado en locura la sabiduría de este mundo. Dios lo hizo así en la época de Isaías al derrotar a los egipcios y a los asirios. Sin embargo, Pablo aquí manifestaba una idea más amplia. Dios había demostrado la insensatez de la sabiduría humana en el sentido de que esta jamás admitiría la posibilidad de que Dios consentiría que Su Hijo fuese crucificado con el fin de salvar a la humanidad. Actuando de un modo catalogado de loco o insensato por la sabiduría humana, Dios había frustrado dicha sabiduría.

Pablo presume que los cristianos a los que va dirigida su carta entienden su argumento, por lo que cuenta con una respuesta afirmativa a la cuarta pregunta. Dios hizo necia la sabiduría de este mundo cuando Cristo murió crucificado.

Puesto que en la sabiduría de Dios, el mundo no ha conocido a Dios mediante la sabiduría, a Dios le pareció bien salvar a los creyentes por la locura de la predicación7.

Si bien Pablo ya había hablado del «poder de Dios» en contraste con la «sabiduría» del mundo (versos 18 y 19), ahora se pronuncia sobre la sabiduría de Dios. Dicha sabiduría se detalla en la cláusula principal (a Dios le pareció bien). Dios ha determinado salvar a los creyentes por medio de la muerte de Cristo. Esa es la sabiduría de Dios, y como Pablo procede a demostrar, se trata de una sabiduría ajena a la de «esta edad presente».

Pablo les recuerda a los corintios que hombres y mujeres no han conocido a Dios por sus propios medios. Conocer a Dios no es solo tener conocimiento de Él. Consiste en relacionarse con el Señor como el único capaz de salvar. Consiste en invocar «el nombre de nuestro Señor Jesucristo»8. Consiste en estar en relación con Dios, lo que deriva en un modo totalmente distinto de ver las cosas, una nueva mentalidad.

La frase a Dios le pareció bien demuestra que Él trazó el camino por el cual la gente pudiera acceder a la salvación. Planeó el modo en que la gente se salvaría y determinó cómo se conseguiría. La idea de que Dios se complazca, con referencia a Su plan preconcebido, aparece en otras partes del Nuevo Testamento. Mientras él aún hablaba, de pronto una nube brillante les hizo sombra, y he aquí salió una voz de la nube diciendo: «Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. A Él oigan.»9 No teman, manada pequeña, porque a su Padre le ha placido darles el reino10.

Los que son salvos (v. 18) son los «los creyentes» (v. 21). La fe y el compromiso con Cristo constituyen los temas principales. Eso exige apartarse de la sabiduría humana y comprometerse con el plan de Dios para la salvación a través de la muerte y resurrección de Cristo. Por designio divino la gente se salvará. El medio para obtener esa salvación es por la locura de la predicación.

Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría11.

Al referirse a estas dos grandes divisiones religiosas del mundo de su época, Pablo demuestra que nadie queda excluido de lo que él viene diciendo. No es que algunas religiones estén más cerca de Dios que otras; lo que sucede es que la gente de todas partes ha pensado que puede alcanzar a Dios por los medios que ella prefiera.

Pablo afirma que los judíos piden «señales». En distintos momentos de la historia de Israel Dios actuó en medio del pueblo con poderosas señales; por ejemplo, durante el Éxodo12. Caben mencionar también el encuentro que el pueblo tuvo con Dios en el monte Sinaí, así como las señales que se produjeron en los días del profeta Elías13. No obstante, en lugar de confiar en Dios y esperar a que Él actuara por los medios que prefiriera, el pueblo judío llegó a equiparar las señales como prueba de la presencia de Dios. El Antiguo Testamento condenaba la exigencia de tales pruebas. No pondrán a prueba al Señor su Dios14.

Griego es sinónimo de gentil. Pablo dice que los griegos buscan sabiduría, es decir que esa era una característica de su sociedad. A la sabiduría se la tenía en alta estima en el mundo de los corintios. Pablo vio que aunque la sabiduría de ellos había redundado en gran religiosidad, derivaba en ignorancia de Dios.

pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: para los judíos tropezadero y para los gentiles locura15.

En un mundo en que nadie —ni judío ni gentil— había llegado al verdadero conocimiento de Dios, Pablo dice que nosotros predicamos a Cristo crucificado. A continuación establece una serie de contrastes. Tanto los judíos como los gentiles terminan en el mismo punto: rechazan a Cristo crucificado, aunque llegan a ello por distintos derroteros.

Para los judíos el Cristo crucificado es un «tropezadero» o motivo de ofensa. El concepto de piedra de tropiezo será un tema importante más adelante en la epístola. En la época de Pablo se consideraba que Israel había tropezado en la piedra (Cristo) en vez de hallar en Él salvación.

En la cultura griega gentil, en la que el ideal era buscar la sabiduría en la retórica o el debate religioso y filosófico, el Cristo crucificado y humillado era considerado una insensatez y se lo rechazaba.

…pero para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios16.

Los llamados han llegado a creer que en el Cristo crucificado y resucitado reside el poder de Dios para transformar a un pueblo que será Suyo para siempre. Eso no solo era cierto en los tiempos de Pablo sino que continúa siéndolo hasta el día de hoy. «Los llamados» son los que creen (v. 21) y son «salvos» (v. 18). Este grupo no se distingue por raza, educación, bienes materiales ni extracción social, ya que Dios ha llamado a todo tipo de personas, así judías como griegas. Los llamados ven las cosas desde otro prisma: reconocen que el Cristo crucificado es de hecho «el poder de Dios» y «la sabiduría de Dios».

Porque lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres17.

Pablo declara con toda razón que lo que Dios es y hace no se puede comparar con lo que puedan hacer los seres humanos. Dios pone patas arriba el proceder de hombres y mujeres, pues es más sabio de lo que cabe imaginar y capaz de llevar a efecto Sus designios por vías que trascienden el entendimiento humano. Sus caminos son mucho más altos que los nuestros, como los cielos son más altos que la tierra (Isaías 55:8,9). Nada lo obstruirá a Él ni los buenos propósitos que tiene para Su creación.

(Continuará.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.



1 1 Corintios 1:17.

2 1 Corintios 1:18.

3 Deuteronomio 21:23; Gálatas 3:13, 5:11.

4 1 Corintios 1:19.

5 Isaías 29:14.

6 1 Corintios 1:20.

7 1 Corintios 1:21.

8 1 Corintios 1:2.

9 Mateo 17:5.

10 Lucas 12:32.

11 1 Corintios 1:22.

12 Éxodo 10:1; Deuteronomio 11:2,3.

13 1 Reyes 17–18.

14 Deuteronomio 6:16.

15 1 Corintios 1:23.

16 1 Corintios 1:24.

17 1 Corintios 1:25.