1 Tesalonicenses: Capítulo 5 (1ª parte)
marzo 28, 2023
Enviado por Peter Amsterdam
1 Tesalonicenses: Capítulo 5 (1ª parte)
[1 Thessalonians: Chapter 5 (Part 1)]
Al final de 1ª a los Tesalonicenses 4, Pablo habló de los muertos en Cristo que resucitarán primero y de los vivos que serán arrebatados en conjunto con ellos para encontrarse con el Señor en el aire y estar así siempre con Él. El apóstol instruyó a los creyentes tesalonicenses a alentarse unos a otros con estas palabras[1]. En 1ª a los Tesalonicenses 5, responde a la tercera pregunta de los creyentes de la localidad: ¿Cuánto llegará el día del Señor?
Acerca de los tiempos y de las ocasiones, hermanos, no tienen necesidad de que les escriba. Porque ustedes mismos saben perfectamente bien que el día del Señor vendrá como ladrón de noche[2].
Pablo empieza esta sección de su epístola con la locución «acerca de» o —en otras versiones— «paso ahora a». De ello se infiere que está respondiendo a otra de las preguntas de los tesalonicenses, la cual probablemente le habían planteado en una carta que enviaron por intermedio de Timoteo. Ya había empleado antes la misma locución o alguna parecida cuando dijo con respecto al amor fraternal[3]. A lo largo de sus epístolas Pablo usa frases así para introducir un nuevo tema[4].
No es de extrañarse que Pablo aborde la cuestión de la fecha en que tendrá lugar el día del Señor. Mucha atención se prestaba a ese tema en la literatura judía, como también en la Sagrada Escritura. En el libro de Daniel se formula la pregunta: ¿Cuándo será el final de estas cosas sorprendentes?[5] En el monte de los Olivos, los discípulos de Jesús se acercaron a Él aparte y le dijeron: —Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de Tu venida y del fin del siglo?[6] En el libro de los hechos le preguntaban diciendo: —Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo? Él les respondió: —A ustedes no les toca saber ni los tiempos ni las ocasiones que el Padre dispuso por Su propia autoridad[7]. En el texto de los Evangelios Jesús dejó muy claro que solo Su Padre conocía el momento en que se produciría el día del Señor. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo Mi Padre[8].
Pablo no consideraba necesario escribirles a los creyentes de Tesalónica sobre la fecha de la venida del Señor. Ellos ya sabían que el día del Señor vendrá como ladrón de noche. A lo largo de esta epístola el apóstol hace alusión a lo que los tesalonicenses ya sabían. Ustedes saben de qué manera actuamos entre ustedes[9]. Porque ustedes mismos saben, hermanos, en cuanto a nuestra visita a ustedes, que no fue en vano[10]. Nunca usamos palabras lisonjeras ni tampoco palabras como pretexto para la avaricia[11]. Ustedes mismos saben que hemos sido puestos para esto[12]. Ya saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús[13]. Debido al conocimiento y la fe de los creyentes tesalonicenses, Pablo sabía que no tenía que repetirles esa enseñanza acerca del día del Señor.
En el contexto de la Escritura, el día del Señor se suele referir al momento en que Él vendrá a juzgar a los pueblos de la Tierra y a derramar Su ira a causa del pecado[14]. En cambio, para el pueblo de Dios, el día del Señor será un día de salvación[15]. En las epístolas de Pablo, a este suceso se lo conoce como «el día de nuestro Señor Jesucristo»[16], cuando venga a ejecutar el juicio divino.
Estando convencido de esto: que el que en ustedes comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús[17].
Esta es mi oración: que su amor abunde aún más y más en conocimiento y en todo discernimiento para que aprueben lo mejor, a fin de que sean sinceros e irreprensibles en el día de Cristo[18].
Puesto que no era posible para los creyentes saber cuándo llegaría ese día, se los urgía a estar preparados en todo momento. (Esto se aplica a todos los cristianos, los del pasado, los del presente y los del futuro.) El día del Señor vendrá repentinamente, en un momento insospechado, como cuando un ladrón asalta una casa en plena noche. Sepan que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón no habría permitido que forzara la entrada a su casa. Ustedes también estén preparados, porque a la hora que no piensen vendrá el Hijo del Hombre[19]. Pablo no dijo que no habría señales antes del fin, pero sí quería recalcar que es imposible conocer el momento exacto del regreso de Jesús. Por ende, quería que estuvieran siempre preparados.
Cuando digan: «Paz y seguridad», entonces vendrá la destrucción de repente sobre ellos, como vienen los dolores sobre la mujer que da a luz, y de ninguna manera escaparán[20].
Habiendo manifestado que el Señor llegaría como ladrón en la noche y que Su venida sería inesperada, Pablo pasa a explicar que los incrédulos no tendrían cómo ampararse de los juicios venideros. La gente de Tesalónica se había visto favorecida por la paz traída a la región por los romanos. Al emperador romano Augusto se lo calificaba de «hijo de Dios». La ausencia de guerra y una sociedad bien gobernada bajo el régimen de Roma trajo prosperidad al pueblo. Los tesalonicenses gozaban de paz y seguridad.
Así y todo, Pablo afirmó que en época de prosperidad y sosiego político, la destrucción llegaría repentinamente. Jesús había enseñado que el juicio final llegaría de súbito.
Miren por ustedes, que sus corazones no estén cargados de glotonería, de embriaguez y de las preocupaciones de esta vida, y que aquel día venga sobre ustedes de repente como una trampa; porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la superficie de toda la tierra[21].
Pablo no señala explícitamente las características de esa destrucción, pero establece una relación entre el juicio final y los dolores de parto que le sobrevienen a una mujer encinta. La hora del juicio llegará de improviso. Cuando ese día llegue, de ninguna manera escaparán, así como una mujer embarazada no puede evitar los trabajos de parto cuando le llega la hora de dar a luz a un hijo. Pablo indica claramente que no hay modo en que los incrédulos puedan evadir la destrucción que se producirá, y que una vez que ocurra no habrá escapatoria.
Pero ustedes, hermanos, no están en tinieblas como para que aquel día los sorprenda como un ladrón[22].
Pablo distingue entre los creyentes tesalonicenses y los incrédulos de la ciudad. Los creyentes de la iglesia de Tesalónica están preparados para el día del Señor; no los sorprenderá, pues no están en tinieblas. Por contraste, para los incrédulos, el día del Señor llegará inadvertidamente y como un ladrón que entra a robar en una casa en un momento imprevisto. Pablo no pretende decir que la iglesia sabrá en qué momento llegará ese día; más bien manifiesta que los cristianos están preparados para el episodio final y por lo tanto no están en tinieblas.
La analogía entre vivir en la luz y vivir en la oscuridad también se encuentra diseminada por todo el Antiguo Testamento.
La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto; pero el camino de los malvados es como la oscuridad, y no saben en qué tropiezan[23].
¡Oh casa de Jacob, vengan y caminemos a la luz del SEÑOR![24]
¡Ay de los que a lo malo llaman bueno; y a lo bueno, malo! Consideran las tinieblas como luz, y la luz como tinieblas[25].
Los autores del Nuevo Testamento presentan la salvación como pasar de las tinieblas a la luz.
Si bien en otro tiempo eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. ¡Anden como hijos de luz![26]
Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de Su amado Hijo[27].
Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncien las virtudes de aquel que los ha llamado de las tinieblas a Su luz admirable[28].
Los creyentes de Tesalónica, al igual que la generalidad de los cristianos, no ven el día del Señor como una suerte de acontecimiento catastrófico. Están preparados porque son creyentes, llevan una vida moral, y como consecuencia pueden anhelar la llegada de ese día, ya que no viven en tinieblas, sino en la luz del Señor.
Todos ustedes son hijos de luz e hijos del día. No somos hijos de la noche ni de las tinieblas[29].
En este versículo Pablo revela el motivo por el que puede afirmar con certeza que los creyentes tesalonicenses «no están en tinieblas», como escribió en el versículo 4. Cuando los llamó «hijos de luz» escribía a toda la iglesia tesalonicense, que incluía obviamente tanto a hombres como a mujeres.
Los «hijos de luz» son los que se han salvado de las tinieblas y están ahora integrados al reino de la «luz». El apóstol Pedro escribió:
Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncien las virtudes de aquel que los ha llamado de las tinieblas a Su luz admirable[30].
El que seamos hijos de luz y del día significa que no somos de la noche ni de las tinieblas. En ese momento el apóstol Pablo cambia el sujeto y en lugar de hablar de lo que ellos, los tesalonicenses, hacen,señala lo que hacemos nosotros los cristianos.
Por tanto, no durmamos como los demás sino vigilemos y seamos sobrios[31].
Llegaron a ser «hijos de la luz» e «hijos del día» gracias a su salvación, y ahora se les pide que actúen conforme a esa condición. Es preciso que estén alerta y que practiquen el dominio propio. No deben estar dormidos sino vigilantes. Un autor lo expresa así: La conducta del cristiano debe distinguirse de la de «los demás», los incrédulos cuya vida está determinada por el letargo de la indiferencia moral y el pecado[32].
En vez de andar «dormidos» en el pecado, Pablo insta a los creyentes de Tesalónica a vigilar y ser sobrios. Otras traducciones dicen mantenernos alerta y en nuestro sano juicio (NVI) y estén alerta y lúcidos (NTV). El llamado es, pues, a estar alerta y ser vigilantes tanto en el plano espiritual como en el moral. Los creyentes deben ejercitar el dominio propio en sentido moral.
Los que duermen, de noche duermen; y los que se emborrachan, de noche se emborrachan[33].
Pablo comenta actividades que la gente suele hacer de noche, a saber: dormir y emborracharse. Aunque algunos trabajan de noche, por lo general la gente duerme en esa parte del día. Además, es más probable que si alguien se va a emborrachar no lo haga a mediodía, sino que espere hasta la tarde. En la antigüedad la noche solía tener una connotación negativa. La borrachera o embriaguez a la que se refiere Pablo tiene que ver con un estado moral, que no se circunscribe al consumo abusivo de alcohol. Es todo lo contrario de la sobriedad descrita en el versículo anterior: vigilemos y seamos sobrios. Lo que quería demostrar él es que los que duermen y los que se emborrachan no estarán listos para el día del Señor.
Por el estado en que se encuentran, el día del Señor les sobrevendría como ladrón de noche[34].
Nosotros que somos del día seamos sobrios, vestidos de la coraza de la fe y del amor, y con el casco de la esperanza de la salvación[35].
Pablo contrasta a los creyentes con los que «duermen» y los que «se emborrachan». Ya había expresado claramente que él y sus compañeros, como también los creyentes tesalonicenses, pertenecen al día y como tales deben practicar el dominio propio y ser sobrios en cuanto a la moral. Junto con ser sobrios y estar preparados para el día del Señor, deben también armarse de las virtudes cristianas: la fe, el amor y la esperanza. Como fuente de esta enseñanza, Pablo se valió de Isaías 59:17.
De justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura y se cubrió de celo como con un manto[36].
Pablo le hizo unas modificaciones al texto del Antiguo Testamento de manera que aludiera a los cristianos, los que se han puesto la coraza y el yelmo. En su epístola a los Efesios Pablo también recurre a esas mismas metáforas militares[37].
No nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que, ya sea que velemos o sea que durmamos, vivamos juntamente con Él[38].
Hasta ahora, Pablo había centrado la atención en las diferencias entre cristianos e incrédulos durante la etapa previa al regreso del Señor. A partir de aquí pasa a hablar del destino de los dos grupos. El uno será objeto de ira, mientras que el otro se salvará de la misma. El apóstol explica que durante el retorno del Señor los cristianos obtendrán la salvación, no por ningún mérito propio sino por el amor y la gracia de Dios consumados en la muerte expiatoria de Jesús y Su resurrección.
Esta es la única sección de la primera y segunda epístolas a los tesalonicenses en que se expone el motivo de la muerte de Jesús. Jesús murió por nosotros. Ello indica Su muerte sustitutiva por nuestros pecados. Su muerte trajo salvación a los que creyeron, ya sea que velemos o sea que durmamos, es decir, sea que estemos vivos o que estemos muertos. Cabe notar que en el versículo 6 Pablo habla de dormir y de vigilar, solo que ahí se refiere a vigilar o estar alerta en sentido moral. Este versículo (5:10) es el único pasaje del Nuevo Testamento en que se asocia «velar» con «estar vivo».
El versículo 10 describe esta salvación final como vivir juntamente con nuestro Señor Jesucristo. Esta declaración de esperanza tiene que ver con la resurrección de los muertos seguida por la de los vivos, a fin de que juntos puedan vivir con Jesús.
Por lo cual, anímense los unos a los otros y edifíquense los unos a los otros, así como ya lo hacen[39].
Pablo exhorta a los creyentes de Tesalónica a aprovechar esta enseñanza para edificación y aliento. Habían abrigado inquietudes sobre el día del Señor, ligadas a la cuestión de los muertos en Cristo. Les dice que se animen y se consuelen unos a otros y se recuerden entre sí que Dios ya ha traído a salvación, tanto a los que vivan como a los que ya hayan partido. Además deben edificarse mutuamente, ayudarse unos a otros a crecer y progresar en su fe. Dado que la iglesia tesalonicense ya practicaba mucho de lo que Pablo les decía en esta epístola, los alentó a seguir haciéndolo. Con esto termina de responder a sus preguntas.
(Continuará.)
Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.
[1] 1 Tesalonicenses 4:18.
[2] 1 Tesalonicenses 5:1,2.
[3] 1 Tesalonicenses 4:9.
[4] 1 Corintios 7:1, 25; 8:1; 12:1; 16:1, 12.
[5] Daniel 12:6.
[6] Mateo 24:3.
[7] Hechos 1:6,7.
[8] Mateo 24:36. Véase también Marcos 13:32.
[9] 1 Tesalonicenses 1:4,5.
[10] 1 Tesalonicenses 2:1.
[11] 1 Tesalonicenses 2:5.
[12] 1 Tesalonicenses 3:3.
[13] 1 Tesalonicenses 4:2.
[14] Jeremías 46:10; Ezequiel 30:3; Joel 1:15, 2:1, 3:14; Amós 5:18, 20; Sofonías 1:14; Hechos 2:20; 2 Pedro 3:10.
[15] Joel 3:18; Abdías 1:8–21; Sofonías 14:1–21.
[16] 1 Corintios 1:8; 2 Corintios 1:14.
[17] Filipenses 1:6.
[18] Filipenses 1:9,10.
[19] Lucas 12:39,40.
[20] 1 Tesalonicenses 5:3.
[21] Lucas 21:34,35.
[22] 1 Tesalonicenses 5:4.
[23] Proverbios 4:18,19.
[24] Isaías 2:5.
[25] Isaías 5:20.
[26] Efesios 5:8.
[27] Colosenses 1:13.
[28] 1 Pedro 2:9.
[29] 1 Tesalonicenses 5:5.
[30] 1 Pedro 2:9.
[31] 1 Tesalonicenses 5:6.
[32] Green, The Letters to the Thessalonians, 238.
[33] 1 Tesalonicenses 5:7.
[34] 1 Tesalonicenses 5:2.
[35] 1 Tesalonicenses 5:8.
[36] Isaías 59:17.
[37] Efesios 6:13–17.
[38] 1 Tesalonicenses 5:9–10.
[39] 1 Tesalonicenses 5:11.