¿Qué es la fe?

abril 4, 2023

Enviado por María Fontaine

[What Is Faith?]

Una mujer que ama a Jesús y que ha enfrentado muchas dificultades y apuros me dijo que se preguntaba si tal vez no tendría tantos problemas si simplemente tuviera más fe. Le expliqué que tener más aflicciones no significa que te falta fe. El Salmo 34:19 (RVC) dice: «El justo pasa por muchas aflicciones». Todos enfrentamos dificultades; son parte inevitable en esta vida. El versículo dice después: «pero el Señor lo libra de todas ellas». Es el Señor el que nos libra a medida que ponemos nuestra confianza en Él y en Su amor por nosotros.

La fe en Dios no es algo que creamos dentro de nosotros mismos por medio de nuestro propio esfuerzo. Es el fruto de abrir nuestro corazón a Su amor y de poner nuestra confianza en Él. Por esa razón, memorizar Sus promesas puede contribuir a que se fortalezca nuestra fe y a encontrar paz en medio de las dificultades. Los «mandamientos» de Jesús son las condiciones que Él nos ha dado para invocar Sus promesas. A medida que los tomamos en serio, recordamos acudir al Señor, esperar en Él, y seguirlo a Él y Su Palabra con confianza, gratitud y fe.

«Obedece Mis mandamientos y tendrás vida; haz de Mis enseñanzas lo más importante de tu vida. Átalos a tus dedos y grábalos en tu corazón. Trata a la sabiduría como a una hermana, y a la inteligencia como parte de tu familia».  Proverbios 7:2-4 (PDT)

Los principios espirituales que Jesús nos enseña son sencillos y están al alcance de todos cuando confiamos en el Señor, sabiendo que lo que Dios permite, Él lo hace con amor. La fe crece al confiar en Él y amarlo. Empleo la palabra «sencillos» para decir que no son complicados, que son claros y se entienden. No significa forzosamente que sea fácil ponerlos en práctica.

Lo que Dios nos enseña es sencillo. Con mucha frecuencia, los humanos lo convierten en algo complicado, enredado y casi imposible de alcanzar. Ya sea la salvación, la fe, la perseverancia, amar a Dios, la obediencia, lo que Dios espera de nosotros, o muchos otros principios espirituales, siempre parece haber respuestas sencillas que Dios ha dado para lo que podría verse como temas muy profundos y complejos. Estos son unos ejemplos:

La salvación: En vez de un acto tremendamente complejo e imposible de llevar a cabo, el de ser lo bastante bueno para merecer el perdón de Dios, Jesús nos dio un requisito sencillo, el de aceptarlo a Él como nuestro Señor y Salvador. (Véase Juan 3:16, Efesios 2:8,9.)

Complacer a Dios: En vez de observar con todo detalle lo establecido por la ley mosaica y los profetas, y tratar de no equivocarse nunca, Jesús nos dio dos reglas sencillas: amar a Dios de todo corazón y amar al prójimo como a nosotros mismos. (Véase Mateo 22:37-40.)

Y sobre la fe: ¿Qué es la fe? ¿Es algo que se tiene que acumular lo suficiente para satisfacer la necesidad? ¿O es un intento de impresionar a Dios, de que podemos superar cualquier problema? En Hebreos se explica lo que es la fe y por qué es esencial en nuestra relación con Dios.

«Ahora bien, fe es la realidad de lo que esperamos. Es la prueba palpable de lo que no podemos ver. […] Nadie puede agradar a Dios si no tiene fe. Cualquiera que se acerque a Dios debe creer que Dios existe y que premia a los que lo buscan».  Hebreos 11:1, 6 (PDT)

Entonces, ¿hay un camino sencillo para la fe? La fe es saber que sea cual sea la situación difícil en que te encuentres, Dios te sacará adelante, a una mejor situación, en el momento que Él considere preciso.

Recordarnos a nosotros mismos Su verdad y Sus promesas puede ayudarnos a acudir a Él, pero dar ese paso de fe es una decisión que debemos tomar. Nuestra fe no tiene que ser «grandiosa» ni perfecta. A veces, tal vez flaqueamos, como lo hizo el apóstol Pedro. Durante la tormenta, empezó a caminar en el agua hacia Jesús; pero entonces miró a su alrededor, a las olas y la tormenta, y empezó a hundirse. Ver lo imposible de nuestras circunstancias puede fácilmente distraernos, porque somos humanos, pero incluso entonces, Jesús entiende el amor y confianza de nuestro corazón y nunca nos falla. Él se aferra a nosotros, como hizo en el caso de Pedro. (Véase Mateo 14:22-32.)

La fe es el acto de confiar en el amor de Dios por nosotros. La fe es ponernos en las manos de Dios, confiar en Él, independientemente de la situación que enfrentemos. No significa que siempre es algo fácil de hacer. Nunca sabemos lo que puede ocurrir en un día. Sin embargo, si confiamos en Él, en una situación de necesidad tal vez nos sorprenda en lo que se puede convertir esa confianza.

Cuando nos esforzamos por tener fe, a veces es porque pensamos que no podemos oír la voz de Jesús. Sin embargo, tal vez la solución sea tan sencilla como acercarnos más a Él, al hacer una pausa en nuestra carrera frenética de la vida cotidiana, y guardar silencio en Su presencia. Me gusta esta anécdota para ilustrar este punto con un ejemplo.

Un hombre perdió su empleo. No sabía qué hacer, ni qué rumbo tomar. Así que fue a ver a un anciano predicador que una vez lo había ayudado.

En la oficina del predicador, el joven se quejaba al contarle sus problemas. Finalmente, cerró el puño y gritó:

—Predicador, rogué a Dios que me dijera algo que me ayudara. ¿Por qué Dios no respondió?

El predicador, sentado al otro lado del cuarto, respondió. Habló en voz muy baja, casi inaudible. El joven se acercó y preguntó:

—¿Qué fue lo que dijo?

El predicador repitió lo que dijo. Pero de nuevo en un tono muy suave, como un susurro. Así que el joven se acercó más, hasta que estaba apoyándose en la silla del predicador.

—Perdone —se disculpó—. No logré oír lo que dijo.

Con las cabezas juntas, el anciano predicador lo repitió una vez más.

—A veces —precisó—, Dios susurra a fin de que nos acerquemos más a Él para escucharlo.

Esta vez el joven oyó y entendió.

Todos queremos oír la voz de Dios que grite diciéndonos cuál es la respuesta a nuestro problema. Pero en muchos casos, la voz de Dios es un silbo apacible, un suave susurro.

Nada atrae tanto la atención humana como un susurro. El susurro de Dios significa que debo dejar de vociferar y acercarme a Él, hasta que mi cabeza esté inclinada junto a la Suya. Y luego, a medida que escucho, encontraré mi respuesta.

Mejor todavía, me encuentro más cerca de Dios.   Anónimo[1]

Estas son algunas frases alentadoras que ayudan a comprender mejor la fe y la confianza:

«La fe no es creer que Dios hará lo que tú quieres. Es creer que Dios hará lo que es correcto».  Max Lucado

«Cuando la solución es sencilla, Dios está respondiendo».  Albert Einstein

«Cada uno de nosotros está delante de Dios como un ser individual. Y, ante Dios, cada uno de nosotros debe tener fe para confiar a Dios nuestra vida».  Bernard Schnippert

«Mi fe no eliminó el dolor, pero me ayudó a pasar por el dolor. Confiar en Dios no disminuyó ni venció la angustia, pero me ayudó a soportarla».  Robert Rogers

«La fe es una confianza viviente, audaz, en la gracia de Dios. Tan segura y certera que un hombre podría jugarse la vida por ella mil veces».  Martín Lutero

«Nunca tengas miedo de confiar un futuro desconocido a un Dios conocido».  Corrie ten Boom

«La verdadera fe está dispuesta a aceptar una respuesta que diga “no” y también una respuesta que diga “sí”».  Joseph Tkach

«Ninguno de nosotros sabe lo que puede pasar incluso en el próximo minuto. Sin embargo, de todos modos avanzamos, porque confiamos, porque tenemos fe».  Paulo Coelho

«Amar significa querer a los que cuesta amar. Perdonar significa perdonar lo imperdonable. La fe significa creer lo increíble. La esperanza significa esperar cuando todo parece perdido».  G. K. Chesterton

«Cuando se llega al final de toda la luz, se sabe que es momento de entrar en la oscuridad de lo desconocido. La fe es saber que sucederá una de dos cosas: o bien se nos dará algo sólido para estar de pie, o se nos enseñará a volar».  Edward Teller

«La voluntad de Dios no nos llevará donde la gracia de Dios no pueda sostenernos».  Billy Graham

Terminaré este artículo con unos versículos a los que podemos aferrarnos, como recordatorios del amor que tenemos por nuestro Salvador.

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.  Juan 3:16 (RVR1995)

Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.  Efesios 2:8,9 (NBLA)

«“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas».  Mateo 22:37-40 (NVI)

«Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?»  Miqueas 6:8 (NBLA)

«Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra».  Salmo 46:10 (NBLA)

«Amar a Dios significa obedecer Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son una carga difícil de llevar».  1 Juan 5:3 (NTV)

«Respondió Jesús y le dijo: “Si alguno me ama, Mi palabra guardará. Y Mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él”».  Juan 14:23 (RVA-2015)


[1] Dominio público.