1 Tesalonicenses: Capítulo 5 (2ª parte)

abril 11, 2023

Enviado por Peter Amsterdam

[1 Thessalonians: Chapter 5 (Part 2)]

Habiendo respondido a las preguntas de los tesalonicenses acerca del amor entre los creyentes, de qué ocurre con los muertos en Cristo y de la fecha del día del Señor, Pablo pasa a hablar del liderazgo y funciones directivas en la iglesia de Tesalónica.

Les rogamos, hermanos, que reconozcan a los que entre ustedes trabajan, les presiden en el Señor y les dan instrucción. Ténganlos en alta estima con amor a causa de su obra. Vivan en paz los unos con los otros[1].

Dado que Pablo, Silas y Timoteo —fundadores de la iglesia tesalonicense— ya no podían estar presentes, era importante establecer cargos directivos dentro de la iglesia. Más adelante en sus escritos Pablo enumera los méritos y capacidad que deben tener los dirigentes de la iglesia. Lo hace para ayudar a Timoteo y Tito a nombrar ancianos o superiores en Éfeso y Creta. En esa ocasión afirmó:

Si alguien anhela el obispado, desea buena obra. Entonces es necesario que el obispo sea de conducta intachable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospitalario, apto para enseñar, no dado al vino, no violento sino amable, no contencioso ni amante del dinero. Que gobierne bien su casa y tenga a sus hijos en sujeción con toda dignidad. Porque si alguien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? Que no sea un recién convertido para que no se llene de orgullo y caiga en la condenación del diablo. También debe tener buen testimonio de los de afuera para que no caiga en el reproche y la trampa del diablo. Asimismo, los diáconos deben ser dignos de respeto, sin doblez de lengua, no dados a mucho vino ni amantes de ganancias deshonestas, que mantengan el misterio de la fe con limpia conciencia. Que estos sean probados primero y que después sirvan como diáconos, si es que son hallados irreprensibles. Las mujeres, asimismo, deben ser dignas de respeto, no calumniadoras, sobrias, fieles en todo[2].

No se nos detalla qué instrucciones dio Pablo a los creyentes tesalonicenses con respecto a la elección de los dirigentes de la iglesia. El texto indica que Pablo y sus compañeros dejaron a discreción de la iglesia discernir quiénes eran los dirigentes que tenían mucho futuro. Su instrucción fue que respetaran a esos dirigentes y los tuvieran en alta estima. La frase les rogamos corresponde al mismo verbo empleado en el capítulo 4, versículo 1, y quería decir instar o implorar. Pablo les implora a los creyentes que respeten, honren y reconozcan a la dirigencia de la iglesia de Tesalónica surgida de la misma ciudad. Dichos dirigentes obtuvieron la aprobación de Pablo y sus acompañantes porque cumplieron con su labor. No se los eligió por su condición social, sino por el esfuerzo que habían puesto de su parte como miembros de la iglesia.

Pablo desglosa en tres aspectos la labor realizada por dichos dirigentes. Primero, trabajan entre ustedes. La palabra griega traducida aquí como trabajar tiene que ver con participar en trabajos difíciles o agotadores. Se emplea en los escritos de Pablo; por ejemplo:

Así que, hermanos míos amados, estén firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que su arduo trabajo en el Señor no es en vano[3].

Para esto también trabajo, luchando según la fuerza de él, la cual actúa poderosamente en mí[4].

En trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez[5].

Esos dirigentes trabajaban duro por el bien de la congregación.

En segundo lugar, refiriéndose a los líderes que trabajan entre los creyentes, dice quienes les presiden en el Señor[6]. Existe cierta discrepancia en cuanto al sentido de la frase quienes les presiden. El término puede emplearse para expresar la idea de predominar o gobernar. También puede interpretarse como proteger, velar por, ayudar. En esta ocasión, los que ejercían liderazgo en pueblos y ciudades eran benefactores que ayudaban a la comunidad. No obstante, aunque fueron benefactores, su autoridad y liderazgo se basaba en su relación con el Señor.

Por último, Pablo prosigue diciendo que quienes dirigen la iglesia son los que amonestan a los creyentes y corrigen sus errores, tanto doctrinales como morales. En tiempos del apóstol Pablo se consideraba provechoso para el bienestar de una persona recibir corrección de otras. Se estimaba que esa era una de las principales obligaciones que los padres tenían con los hijos.

Padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina y la instrucción del Señor[7].

Pablo tenía el deber de corregir a los creyentes cuando fuera necesario.

No les escribo esto para avergonzarlos, sino para amonestarlos como a mis hijos amados[8].

Por tanto, velen, acordándose que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar con lágrimas a cada uno[9].

Pablo prosigue entonces:

Ténganlos en alta estima con amor a causa de su obra[10].

Además de respetar a los que trabajan entre los creyentes y quienes los presiden en el Señor, Pablo va más lejos y exhorta a los creyentes a tener en alta estima a los que ejercen de dirigentes en la iglesia, a demostrarles gran respeto y amor de todo corazón debido al trabajo que desempeñan. El honor y la estima que se les brinda no es por su condición social, riquezas o apellido; se debe a la labor que han hecho para bien de la iglesia.

Vivan en paz los unos con los otros[11].

Se inducía a los creyentes a establecer entre ellos un compromiso de paz. Ese precepto tenía sus raíces en la enseñanza de Jesús. Vivan en paz los unos con los otros[12]. El llamado a vivir en paz con todos, fueran miembros de la iglesia o ajenos a ella, llegó a formar parte de la instrucción cristiana promovida en los escritos de Pablo.

Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres[13].

Concluyo con estas palabras: Estén contentos, busquen su restauración, consuélense, vivan en paz y armonía, y el Dios de amor y paz estará con ustedes[14].

Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor[15].

Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos[16].

Se consideraba que la paz era uno de los frutos del Espíritu en la vida del creyente.

El fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe[17].

Pablo insta luego a los tesalonicenses:

Hermanos, también les exhortamos a que amonesten a los desordenados, a que alienten a los de poco ánimo, a que den apoyo a los débiles, y a que tengan paciencia hacia todos[18].

Pablo aborda entonces el tema del trato que deben dar los tesalonicenses a distintos tipos de personas dentro de la iglesia. Si bien los dirigentes desempeñaban un papel fundamental en la comunidad cristiana, toda la responsabilidad no recaía sobre ellos. Los feligreses compartían la tarea de edificarse mutuamente en la fe y fortalecer a los que necesitaban ayuda para crecer espiritualmente.

Los miembros de la iglesia debían amonestar a los desordenados (ociosos). Los feligreses desordenados u ociosos eran probablemente los que seguían adscritos al sistema clientelista y que no habían hecho caso de lo que Pablo les había enseñado con el ejemplo: trabajar para ganarse el pan. Como lo veremos en 2ª a los Tesalonicenses, los apóstoles tuvieron que abordar este asunto por segunda vez.

Pablo instruye a los creyentes de Tesalónica a que alienten a los de poco ánimo. Aquí se refería a los que corrían peligro de rendirse. Habían pasado por tantas calamidades, entre ellas una rigurosa persecución por parte de sus compatriotas[19] y la muerte de seres queridos[20]. Estaban desanimados y les hacía falta ayuda y estímulo para no desmoralizarse.

Se exhorta también a los creyentes a que den apoyo a los débiles. No se sabe a ciencia cierta a quiénes se refería Pablo cuando habló de los débiles. A lo mejor se trataba de los que se encontraban físicamente enfermos dentro de la iglesia. Quizá se refería a los débiles espiritualmente, que vivían pendientes de asuntos externos de la religión como no consumir ciertos alimentos. Podría también tratarse de personas que no tenían ninguna categoría dentro de la sociedad, porque eran o habían sido esclavos, o por su situación económica. Fueran quienes fueran, Pablo animó a los creyentes a apoyarlos, prestarles atención y serles leales.

Que tengan paciencia hacia todos.

Pablo instruye entonces a los tesalonicenses a ser pacientes y tolerantes con todos, cualquiera que fuera su posición o situación. Tal vez se refería a la tolerancia necesaria para conducirse amorosa y caritativamente con los desordenados, los desanimados y los débiles. Cada grupo tenía necesidades especiales susceptibles de provocar fricción entre los otros. De ahí que hacía falta tener paciencia con todos.

Miren que nadie devuelva a otro mal por mal; en cambio, procuren siempre lo bueno los unos para los otros y para con todos[21].

Como se señaló anteriormente, los creyentes tesalonicenses habían enfrentado hostilidades y persecución.

Pues también ustedes han padecido las mismas cosas de sus propios compatriotas[22].

Puede que a causa de esa experiencia algunos integrantes de la iglesia abrigaran el deseo de desquitarse de quienes los habían perseguido. Había también gente dentro de la iglesia que no se adhería totalmente a los valores morales de la comunidad y que se aprovechaba de sus compañeros en la fe. Eso generó en algunos creyentes el deseo de venganza, devolver mal por mal, en lugar de corregir a los infractores por su bien y para fortalecerlos.

Pablo enseñó a los tesalonicenses que en lugar de recurrir a la venganza personal, había un camino mejor. Debían hacer el bien a todos, tanto a los de dentro como a los de fuera de la iglesia, que les hubieran hecho daño. Más adelante transmitió un mensaje similar a la iglesia de Roma:

No paguen a nadie mal por mal. Procuren lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres. Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; Yo pagaré, dice el Señor. Más bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; pues haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido por el mal sino vence el mal con el bien[23].

¡Qué buen consejo!

A estas alturas de la epístola a los Tesalonicenses, Pablo interrumpe las instrucciones dirigidas a los creyentes y pasa a tocar algunos puntos relativos a la relación del cristiano con Dios.

Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús[24].

El primero de los tres puntos es que estén siempre gozosos. Antes Pablo aludió al gozo que los tesalonicenses experimentaron en medio de la persecución.

También se hicieron imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo; de tal manera que han sido ejemplo a todos los creyentes en Macedonia y en Acaya[25].

En la epístola a los Filipenses, Pablo expresó la misma idea.

Por lo demás, hermanos míos, regocíjense en el Señor[26].

¡Regocíjense en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocíjense![27]

La segunda instrucción consiste en que los creyentes oren sin cesar. No quería decir que el creyente debía dedicar cada momento de cada día a la oración, lo cual sería imposible. Era una exageración a propósito, que hacía eco del mandato de orar siempre y no desmayar[28] que dio Jesús a Sus discípulos. Encontramos este precepto en diversos pasajes de las epístolas: constantes en la oración…[29] orando en todo tiempo en el Espíritu…[30] perseveren siempre en la oración[31]. El concepto es que las oraciones no deberían limitarse a determinados momentos; más bien debieran ser una constante en la vida de un creyente.

La tercera instrucción que emitió Pablo fue: Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús. Aunque no se menciona explícitamente a quién se debe agradecer, se deduce que Pablo se refiere a dar gracias a Dios, ya que suele iniciar sus epístolas dando gracias a Dios por las iglesias.

Primeramente, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo con respecto a todos ustedes, porque su fe es proclamada en todo el mundo[32].

Gracias doy a mi Dios siempre en cuanto a ustedes por la gracia de Dios que les fue concedida en Cristo Jesús[33].

Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por ustedes[34].

Pablo les dice a los tesalonicenses que den gracias en toda circunstancia, por muy buena o desagradable que sea. La acción de gracias debiera ser el sello distintivo del cristiano.

Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo[35].

Por tanto, de la manera que han recibido a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él, firmemente arraigados y sobreedificados en Él, y confirmados por la fe así como han sido enseñados, abundando en acciones de gracias[36].

Todo lo que hagan, sea de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él[37].

Pablo pasa luego a hablar de otro tema:

No apaguen el Espíritu. No menosprecien las profecías; más bien, examinen todo, retengan lo bueno. Apártense de toda apariencia de mal[38].

En este último lote de instrucciones Pablo trata el tema del uso de la profecía en la iglesia. En ese entonces algunos miembros prohibían el uso de la profecía en público. La primera frase, no apaguen el Espíritu, significa no sofocar el fuego, o como dice la versión DHH no apaguen el fuego del Espíritu. Según parece, algunos de los creyentes tesalonicenses habían intentado prohibir los dones del Espíritu en su iglesia. En el contexto de la Escritura, se compara al Espíritu Santo con el fuego.

Yo, a la verdad, los bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene después de mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo. Él les bautizará en el Espíritu Santo y fuego[39].

Se establecía un paralelo entre la presencia del Espíritu en la iglesia y la profecía en el pueblo de Dios.

Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne. Sus hijos y sus hijas profetizarán, sus jóvenes verán visiones y sus ancianos soñarán sueños. De cierto, sobre Mis siervos y Mis siervas en aquellos días derramaré de Mi Espíritu, y profetizarán[40].

Habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban[41].

La segunda frase es: No menosprecien las profecías. La versión NVI dice: No desprecien las profecías. Pablo y sus compañeros querían animar a la iglesia para que tuvieran una mejor acogida hacia las profecías. El verbo menospreciar tiene dos acepciones: tener en menos o despreciar. Puede indicar que los creyentes no deben menospreciar las profecías o también que no deben rechazarlas. Lo más probable es que el segundo sentido, el de no rechazar las profecías, es el que se aplique aquí.

No se nos explica por qué algunos miembros rechazaban la profecía en la iglesia. Quizás algunas profecías fueran de origen cuestionable, o tal vez algunos feligreses se entusiasmaron tanto con los dones de índole más sobrenatural que ello generó una reacción negativa en los demás.

El tercer punto fue examinen todo, retengan lo bueno. En lugar de rechazar toda profecía en la iglesia, Pablo aconsejó que estas más bien se pusieran a prueba. Al recomendar que se examinara todo se refería a las profecías que algunos de la iglesia de los tesalonicenses habían rechazado. Pablo sabía que la iglesia tenía el deber de verificar si las profecías eran auténticas o no, dado que había ciertos falsos profetas en el seno de la iglesia que promovían falsas doctrinas. Habiendo examinado una profecía y determinado que era de inspiración divina, debían entonces tomársela en serio y creerla firmemente. Una profecía genuina fortalecería la iglesia.

Apártense de toda apariencia de mal.

Si bien los tesalonicenses debían acoger los mensajes proféticos auténticos, se les dio también instrucción de rechazar aquellos que no lo fueran. Este último encargo es la directriz final que se da con respecto a las profecías.

Con esto toca a su fin la enseñanza de Pablo en 1ª a los Tesalonicenses. Concluye su epístola a estos con una oración de clausura:

El mismo Dios de paz los santifique por completo; que todo su ser —tanto espíritu, como alma y cuerpo— sea guardado sin mancha en la venida de nuestro Señor Jesucristo[42].

Pablo recalca que Dios mismo es la fuente de santificación de los creyentes. Aunque se les exige llevar una vida en armonía con Su voluntad, no tienen que bregar solos, por sus propios medios, para alcanzar esa meta. Dios los llamó y a través del Espíritu Santo Él realizará esa obra en sus vidas.

Pablo llama a Dios el Dios de paz, expresión que aparece con frecuencia en sus escritos[43]. La paz en este contexto y en otras partes de los escritos paulinos es afín a la salvación.

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo[44].

Él también deseaba que los tesalonicenses entendieran que dicha santificación englobaba todo su ser. Lo expresó escribiendo que todo su ser —tanto espíritu, como alma y cuerpo— sea guardado sin mancha. Este es el único sitio en los escritos de Pablo en el que usa juntos esos términos. Ora que Dios los santifique por completo, tanto en espíritu como en alma y en cuerpo. Su deseo es que Dios los conserve irreprochables para que puedan presentarse ante Él sin culpa ni vergüenza en la venida de nuestro Señor.

Fiel es el que los llama, quien también lo logrará[45].

Pablo añade una nota de aliento. Lo que Dios comenzó al llamar a los tesalonicenses, lo culminará en la venida de Jesús. Dios es fiel, fidelidad que tiene aquí el sentido de certeza. Él cumplirá la promesa que hizo a Su pueblo. Conociendo la naturaleza divina, Pablo puede declarar con toda seguridad que Dios cumplirá Su Palabra.

Hermanos, oren también por nosotros[46].

Luego de orar por los creyentes de Tesalónica, Pablo les pide que oren por él y por sus compañeros. Solicitar oración de las iglesias era algo que solía hacer al concluir sus epístolas[47].

Saluden a todos los hermanos con un beso santo[48].

La oración de clausura de Pablo, así como el siguiente versículo, en que los conjura u ordena con autoridad, nos hace suponer que los cristianos tesalonicenses se habían reunido para leer la epístola con el objeto de que toda la iglesia oyera lo que Pablo había escrito. Una vez que la oyeran debían intercambiar un saludo que demostrara la unidad que tenían entre ellos. El beso santo figura en otras tres epístolas de Pablo[49]. En 1 Pedro 5:14 se lo llama beso de amor.

Un autor explica: En las comunidades cristianas primitivas, que integraban a todas las clases sociales —esclavos, libertos y libres—, amén de diversas razas —entre ellas griegos, romanos, macedonios y judíos—, el beso santo servía para reafirmar la unidad fraternal de que gozaban como «hermanos y hermanas» en la fe común. En el caso de los tesalonicenses, las tensiones que existían entre hermanos y hermanas (vrs.5:13-15, 19,20) serían otro motivo por el que el apóstol instó a todos a que se saludaran con un beso[50].

Solemnemente les insto por el Señor que se lea esta carta a todos los hermanos[51].

Al final de su epístola, Pablo, ya a título personal, sin incluir a sus coautores Silas (Silvano) y Timoteo, añade una última exhortación; por eso el texto cambia del plural, les pedimos, los instamos, al singular, solemnemente les insto. Es posible que Pablo haya escrito estas palabras finales de su puño y letra, como lo hizo en 2 Tesalonicenses 3:17. El lenguaje empleado aquí es bastante fuerte. Solemnemente les insto, o como dice en otras traducciones, les ordeno por la autoridad del Señor (PDT) u os conjuro por el Señor (RVR1960), que antiguamente quería decir «tomar juramento».Pablo quiere que juren por el Señor o ante Él que leerán esta carta a toda la iglesia tesalonicense.

El apóstol reconoce la necesidad de que los hermanos y hermanas se reúnan para oír juntos el mensaje de esta epístola. Todos, incluidos los analfabetos, debían escuchar las palabras de ánimo, de instrucción y de corrección contenidas en esta epístola, la cual suplía la presencia de Pablo y era representativa de que él estaba entre ellos y de su autoridad.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes[52].

Pablo pone fin a esta epístola como lo hace con todas las demás[53]. Implora una bendición sobre los tesalonicenses, pidiendo lo que más necesitan: la gracia que procede de nuestro Señor Jesucristo.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.


[1] 1 Tesalonicenses 5:12,13.

[2] 1 Timoteo 3:1–11. Véase también Tito 1:5–9.

[3] 1 Corintios 15:58.

[4] Colosenses 1:29.

[5] 2 Corintios 11:27.

[6] 1 Tesalonicenses 5:12.

[7] Efesios 6:4.

[8] 1 Corintios 4:14.

[9] Hechos 20:31.

[10] 1 Tesalonicenses 5:13.

[11] 1 Tesalonicenses 5:13.

[12] Marcos 9:50.

[13] Romanos 12:18.

[14] 2 Corintios 13:11 (NBV).

[15] Hebreos 12:14.

[16] 1 Corintios 14:33.

[17] Gálatas 5:22.

[18] 1 Tesalonicenses 5:14.

[19] 1 Tesalonicenses 2:14.

[20] 1 Tesalonicenses 4:13.

[21] 1 Tesalonicenses 5:15.

[22] 1 Tesalonicenses 2:14.

[23] Romanos 12:17–21.

[24] 1 Tesalonicenses 5:16–18.

[25] 1 Tesalonicenses 1:6,7.

[26] Filipenses 3:1.

[27] Filipenses 4:4.

[28] Lucas 18:1.

[29] Romanos 12:12.

[30] Efesios 6:18.

[31] Colosenses 4:2.

[32] Romanos 1:8.

[33] 1 Corintios 1:4.

[34] Colosenses 1:3.

[35] Efesios 5:20.

[36] Colosenses 2:6,7.

[37] Colosenses 3:17.

[38] 1 Tesalonicenses 5:19–22.

[39] Mateo 3:11. V. también Lucas 3:16.

[40] Hechos 2:17,18.

[41] Hechos 19:6.

[42] 1 Tesalonicenses 5:23.

[43] Romanos 15:33, 16:20; 2 Corintios 13:11; Filipenses 4:9.

[44] Romanos 5:1.

[45] 1 Tesalonicenses 5:24.

[46] 1 Tesalonicenses 5:25.

[47] Romanos 15:30–32; 2 Corintios 1:11; Efesios 6:19,20; Filipenses 1:19; Colosenses 4:3,4,18; 2 Tesalonicenses 3:1,2; Filemón 22.

[48] 1 Tesalonicenses 5:26.

[49] Romanos 16:16; 1 Corintios 16:20; 2 Corintios 13:12.

[50] Green, Gene L., The Letters to the Thessalonians (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 2002), 271.

[51] 1 Tesalonicenses 5:27.

[52] 1 Tesalonicenses 5:28.

[53] Romanos 16:20; 1 Corintios 16:23; 2 Corintios 13:14; Gálatas 6:18; Efesios 6:24; Filipenses 4:23; 2 Tesalonicenses 3:18; 1 Timoteo 6:21; 2 Timoteo 4:22; Tito 3:15; Filemón 25.