2 Tesalonicenses: Capítulo 1

abril 25, 2023

Enviado por Peter Amsterdam

[2 Thessalonians: Chapter 1]

La Segunda Epístola a los Tesalonicenses probablemente se escribió alrededor de los años 51 a 52 d.C., poco después de la primera. Al igual que 1ª a los Tesalonicenses, sus autores fueron Pablo, Silas (Silvano) y Timoteo; y su destinatario, la iglesia de Tesalónica. Datos y antecedentes sobre los tesalonicenses se encuentran en 1 Tesalonicenses: Introducción[1].

Pablo, Silas y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo[2].

Era común en la antigüedad que los autores de cartas se identificaran al principio de las mismas, como lo hicieron aquí Pablo y sus compañeros. Seguidamente se mencionaba el destinatario, en este caso la iglesia de los tesalonicenses. La única diferencia entre la frase de apertura de esta epístola y la de 1ª a los Tesalonicenses es la inserción de Dios al que se le llama nuestro Padre. Esto refleja la oración que Jesús enseñó a Sus discípulos:

Oren así: Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea Tu nombre[3].

Pablo, a lo largo de sus epístolas, alude a Dios con el apelativo Padre.

A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo[4].

Gracia a ustedes y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nuestros pecados. De este modo nos libró de la presente época malvada, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre[5].

La fe de los tesalonicenses en Dios los hermanó en una sola familia y los unió a Pablo y sus acompañantes, como también a la iglesia desplegada por toda Macedonia.

Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo[6].

Pablo añade una bendición para la iglesia al principio de esta carta, que nuevamente reproduce el inicio de su primera epístola a los tesalonicenses. En esta ocasión alude tanto al Padre como a Jesús como la fuente de bendiciones. Al hacerlo, manifiesta claramente que en la obra de la salvación el Señor Jesucristo no ha de considerarse inferior a Dios Padre.

Siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos, como es digno, por cuanto su fe va creciendo sobremanera y abunda el amor de cada uno para con los demás[7].

Pablo comienza dando gracias a Dios por los creyentes tesalonicenses, en resonancia con su primera epístola en la que escribió sobre la fe, el trabajo motivado por amor y la esperanza de los tesalonicenses en Cristo[8]. Dice aquí que es una obligación dar gracias por ellos (siempre debemos dar gracias). Y agrega que es digno o justo que él y sus compañeros den gracias a Dios, ya que la fe de los creyentes tesalonicenses va creciendo sobremanera.

Al mismo tiempo que su fe crecía y abundaba sobremanera, el amor que tenían unos por otros también aumentaba entre los hermanos. En 1 Tesalonicenses, Pablo exhortó a la iglesia para que demostraran amor los unos por los otros y oró para que su amor mutuo se multiplicara y sobreabundara[9]. En esta segunda epístola se deja entrever que Dios ya ha respondido esa oración, que los creyentes han aplicado lo que les enseñó y que su amor mutuo iba en aumento, lo que movió a Pablo y sus compañeros a agradecer a Dios.

Nosotros mismos nos gloriamos de ustedes en las iglesias de Dios a causa de su perseverancia y fe en todas las persecuciones y aflicciones que están soportando[10].

Pablo dijo que se gloriaban o hablaban con orgullo de ellos en otras iglesias. En una de sus cartas a los Corintios también hace alarde de las iglesias.

Ahora, hermanos, les hacemos conocer la gracia de Dios que ha sido concedida a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su extrema pobreza abundaron en las riquezas de su generosidad. Porque doy testimonio de que espontáneamente han dado de acuerdo con sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediéramos la gracia de participar en la ayuda para los santos[11].

Se hacía ese alarde de las iglesias para fortalecer a las que enfrentaban persecución y para estimular a otras a emular el ejemplo de tenacidad y fe de cara a la persecución.

El tema del que se gloría Pablo es su perseverancia y fe en todas las persecuciones y aflicciones que están soportando. La perseverancia de la iglesia era un ejemplo para los creyentes de Macedonia y Acaya, y ahora Pablo revela que eso en parte se debía a las noticias que él había divulgado ampliamente. La perseverancia de los creyentes de Tesalónica se fundaba en su esperanza en la venida del Señor. La iglesia permaneció firme en su fe pese a las persecuciones y aflicciones que soportaba. El uso del plural persecuciones y aflicciones probablemente indica que las hostilidades que enfrentaban ocurrieron en varias ocasiones y de diversos modos.

Esto da muestra evidente del justo juicio de Dios, para que sean tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual también están padeciendo. De hecho, es justo delante de Dios retribuir con aflicción a los que los afligen[12].

En los siguientes seis versículos (5-10), Pablo amplía sus pensamientos con respecto a la persecución de los tesalonicenses y el destino de los creyentes y sus hostigadores. El primer verso presenta un importante aspecto de la teología del sufrimiento. El sufrimiento de los cristianos juega un papel fundamental en el plan de Dios y no se lo debe considerar un abandono o rechazo de parte de Dios hacia Su pueblo. La muestra evidente de este justo juicio se halla en el versículo anterior: Tanto que nosotros mismos nos gloriamos de ustedes en las iglesias de Dios a causa de su perseverancia y fe en todas las persecuciones y aflicciones que están soportando[13]. La muestra evidente aquí mencionada reafirma que el juicio de Dios es justo. Este punto se repite otras tres veces en los próximos versículos[14].

El apóstol les recuerda a los creyentes los futuros resultados de sus actuales padecimientos. El justo juicio de Dios a favor de ellos es que sean tenidos por dignos del reino de Dios, que constituye el objetivo final por el cual también están padeciendo. En aquel momento sufrían por el reino, el cual trasciende el reino de este mundo. Al mismo tiempo, los sufrimientos del presente cumplen un papel en relación con el futuro reino final y el lugar que ocuparán ellos en él. El sufrimiento es algo que se puede dar por sentado para los discípulos de Cristo, como lo expresa claramente Pablo en su epístola a Timoteo:

Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución[15].

En el versículo 6, Pablo vuelve a hablar del justo juicio de Dios: Es justo delante de Dios retribuir con aflicción a los que los afligen[16]. Así en el Antiguo como en el Nuevo Testamento la justicia de Dios es acorde con Su juicio.

El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?[17]

Dios es juez justo[18].

Él juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con rectitud[19].

Salvación, honra, gloria y poder son del Señor Dios nuestro, porque Sus juicios son verdaderos y justos[20].

Ya que Él juzga rectamente, los que actuaron en oposición a la iglesia sufrirán.

Pablo prosigue entonces:

…y retribuir con descanso, junto con nosotros, a ustedes que son afligidos. Esto sucederá cuando el Señor Jesús con Sus poderosos ángeles se manifieste desde el cielo en llama de fuego para dar retribución a los que no han conocido a Dios y a los que no obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús[21].

Habiendo señalado lo que sucederá a los que persiguen a los cristianos, Pablo centra la atención en los creyentes, asegurándoles que cuando el Señor sea revelado se librarán de su opresión. La promesa considera que en el momento en que se manifieste el Señor Jesús, Dios premiará con alivio a los que hayan sufrido persecución y aflicción. Los creyentes sabían que enfrentarían aflicción, pero en medio de ella pueden descansar en la promesa de que Dios los dotará de poder para vencer.

Pablo entra en detalles sobre el momento en que tendrán lugar esos acontecimientos: Sucederá cuando el Señor Jesús con Sus poderosos ángeles se manifieste desde el cielo en llama de fuego. En otros escritos suyos se refiere a la venida del Señor como la Parusía, la venida del Señor[22]; la descripción que hace aquí, sin embargo, es que «se manifestará desde el cielo» (en otras versiones: «cuando sea revelado desde el cielo»). Dicha manifestación o revelación era importante para los creyentes, puesto que no tenían un templo como sí lo tenía la fe judía, o un dios visible como las religiones paganas. En cambio, Jesús, a quien ni los creyentes ni sus perseguidores podían ver, será revelado un día en toda Su gloria y poder, y todos lo verán. En el libro de Mateo leemos:

Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y todas las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria[23].

Enseguida Pablo afirma que el Señor Jesús administrará la justicia divina. El lenguaje del versículo 8 está calcado de dos versos del libro de Isaías: 66:15 y 66:4.

Porque he aquí que el SEÑOR vendrá con fuego, y Sus carros como torbellino, para descargar Su ira con ardor y Su reprensión con llamas de fuego[24].

También Yo escogeré para ellos desgracias y traeré sobre ellos lo que temen; porque llamé, pero nadie respondió; hablé, pero no escucharon, sino que hicieron lo malo delante de Mis ojos y escogieron lo que no me agrada[25].

Estos dos versículos describen la ira de Dios contra los desobedientes. Se trata de una decisión judicial contra los que rechazan a Dios y el evangelio, los que no han conocido a Dios… y los que no obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús.

Ellos serán castigados con eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder, cuando Él venga en aquel día para ser glorificado en Sus santos y ser admirado por todos los que creyeron; porque nuestro testimonio ha sido creído entre ustedes[26].

Pablo pasa a relatar la venganza del Señor contra los que han rechazado a Dios y el evangelio. El término serán castigados proviene del ámbito jurídico y significa pagar las consecuencias por alguna acción. En la epístola de San Judas leemos que el pueblo de Sodoma y Gomorra sufrió el castigo del fuego eterno[27], lo cual guarda semejanza con serán castigados con eterna perdición, expresado así en este texto. En otras partes de la Escritura encontramos más referencias al castigo eterno.

Entonces dirá también a los de Su izquierda: «Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles»[28].

Si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser arrojado en el fuego eterno[29].

El Nuevo Testamento presenta diversas descripciones del lugar al que son enviados los que fueron sometidos a juicio: fuego que nunca se apagará[30], el horno de fuego[31], cuyo eterno destino es la tiniebla sin fondo[32], el lago que arde con fuego y azufre[33].

Si bien los que han rechazado a Dios y persiguen a la iglesia[34] serán castigados con eterna perdición y excluidos de la presencia de Dios, la situación de los creyentes es totalmente distinta. Cuando Él venga en aquel día para ser glorificado en Sus santos y ser admirado por todos los que creyeron[35]. Aquel día alude al día del Señor, ya mencionado a lo largo de las epístolas a los tesalonicenses. Ustedes mismos saben perfectamente bien que el día del Señor vendrá como ladrón de noche[36]. Cuando habla de Sus santos, Pablo se refiere a los creyentes de Tesalónica, del mismo modo que aplica ese calificativo a los creyentes a lo largo de sus epístolas[37].

Los que no conocen a Dios y no obedecen el evangelio sufrirán castigo. Ese día, no obstante, Jesús será glorificado en Sus santos. Su pueblo le tributará la gloria y la honra que merece con motivo del juicio que ejecutará aquel día.

Con este fin oramos siempre por ustedes: para que nuestro Dios los haga dignos de Su llamamiento y que Él cumpla todo buen propósito y toda obra de fe con poder de manera que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en ustedes, y ustedes en Él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo[38].

En ese momento Pablo informa a la iglesia tesalonicense que él y sus compañeros oran por ellos. La plegaria que hace aquí es similar a la que pronunció en 1 Tesalonicenses 1:2. Las oraciones que él y sus acompañantes hacían por la iglesia eran constantes. Mantenían un riguroso compromiso con la oración. Dado que el juicio final será severo y la manifestación del Señor tan gloriosa, Pablo ora que «Dios los haga dignos de Su llamamiento».

En la segunda parte de la oración, Pablo ruega que Dios cumpla todo buen propósito y toda obra de fe con poder. Esta oración reconoce que Dios es la fuente del bien que hacen los cristianos. El cumplimiento de lo que debían hacer como discípulos dependía de la guía y la ayuda que Dios les proporcionaba. No debían depender de sus propias habilidades ni de su determinación para realizar lo que agradaba a Dios. Sus «buenas obras» tenían su raíz en la fe y se llevaban a cabo por el poder de Dios.

Pablo declara entonces el motivo por el que oraban así: De manera que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en ustedes, y ustedes en Él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo[39]. Pese a que esto ya se expuso anteriormente en el versículo 10, cuando Él venga en aquel día para ser glorificado en Sus santos, en esta parte la glorificación de Jesús está vinculada con la actitud y conducta de los creyentes tesalonicenses.

Pablo hace hincapié en cómo será glorificado el nombre de nuestro Señor Jesús. El nombre de una persona en la época de Pablo era más que un modo de distinguir a una persona de otra. Con frecuencia llegaba a ser un símbolo de lo que era esa persona, o de sus cualidades y poder. Para los seguidores de Jesús que padecían persecución, la promesa de que Su nombre sería glorificado tenía gran importancia social. La glorificación sería mutua: Él en ellos y ellos en Él. Todo ello según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.


[1] https://directors.tfionline.com/es/post/1-tesalonicenses-introduccion/

[2] 2 Tesalonicenses 1:1.

[3] Mateo 6:9.

[4] Romanos 1:7.

[5] Gálatas 1:3,4. Véase también 1 Corintios 1:3; Efesios 1:2; Filipenses 1:2, 4:20; Colosenses 1:2; 1 Tesalonicenses 1:1, 3:11; Filemón 3.

[6] 2 Tesalonicenses 1:2.

[7] 2 Tesalonicenses 1:3.

[8] 1 Tesalonicenses 1:3.

[9] 1 Tesalonicenses 3:12.

[10] 2 Tesalonicenses 1:4.

[11] 2 Corintios 8:1–4.

[12] 2 Tesalonicenses 1:5,6.

[13] 2 Tesalonicenses 1:4.

[14] Vers. 6, 8, 9.

[15] 2 Timoteo 3:12.

[16] 2 Tesalonicenses 1:6.

[17] Génesis 18:25.

[18] Salmo 7:11.

[19] Salmo 9:8.

[20] Apocalipsis 19:1,2.

[21] 2 Tesalonicenses 1:7,8.

[22] 1 Tesalonicenses 2:19, 3:13, 4:15, 5:23; 2 Tesalonicenses 2:1.

[23] Mateo 24:30. V. también 1 Pedro 1:8.

[24] Isaías 66:15.

[25] Isaías 66:4.

[26] 2 Tesalonicenses 1:9,10.

[27] Judas 7.

[28] Mateo 25:41.

[29] Mateo 18:8. V. también Mateo 25:46.

[30] Mateo 3:12.

[31] Mateo 13:42,50.

[32] Judas 13 (BLPH).

[33] Apocalipsis 21:8.

[34] 2 Tesalonicenses 1:7–9.

[35] 2 Tesalonicenses 1:10.

[36] 1 Tesalonicenses 5:2. V. también 1 Tesalonicenses 5:4, 2 Tesalonicenses 2:2.

[37] Romanos 1:7; 1 Corintios 1:2; 2 Corintios 1:1; Efesios 1:1; Filipenses 1:1; Colosenses 1:2.

[38] 2 Tesalonicenses 1:11,12.

[39] 2 Tesalonicenses 1:12.